Andaban las redes sociales de unos y otros alteradas porque en una noche primaveral de febrero el Real Madrid hubiera decidido cerrar el techo del Santiago Bernabéu para este cuarto derbi de la temporada. De los tres anteriores, por cierto, había perdido dos. Pero la noticia de este enfrentamiento entre Real Madrid y Atlético de Madrid no estaba en el techo sino en la altura. El equipo blanco era un equipo de bajitos y con ellos estuvo a punto de llevarse el choque hasta el último vuelo de los aviones rojiblancos. “Sin son más altos es más sencillo ganarnos un duelo aéreo”, lamentó Carlo Ancelotti al término del partido
La línea defensiva apenas llegaba a 175 centímetros de altura de media. Los centrales, Nacho y Carvajal, apenas levantaban 180 y 173 centímetros respectivamente. Mendy mide lo mismo que Nacho y Lucas, que Carvajal. “Nos faltaba altura, ahí teníamos que sufrir”, comentó Ancelotti. Si echamos un ojo al resto de integrantes del conjunto blanco, sólo destaca Bellingham con su 1,86. Además, en el calentamiento, se lesionaba Vinicius y Ancelotti, tras amagar con Joselu, decidía sacar a Brahim para no alterar “el sistema defensivo que habían planteado”.
El brasileño sufrió un problema en las cervicales que le impidió iniciar el choque. El cuerpo médico del Real Madrid le suministró medicación para ver si evolucionaba favorablemente durante el partido, pero finalmente no salió. No obstante, el malagueño estuvo a punto de hacer olvidar a Vinicius sino fuera por Llorente, quien enganchó un cabezazo en el último minuto para romper el techo del Santiago Bernabéu. “Feliz porque tenemos ese premio de todo el trabajo que hemos hecho los 90 minutos”, comentó el 14 rojiblanco.
El polivalente jugador madrileño evitaba que todos los focos del derbi fueran para Brahim quien se elevó por encima de sus 171 centímetros, el más bajo de los 22 jugadores, para justificar la decisión del técnico italiano. Se movió siempre bien durante el choque, ayudó en defensa y, por encima de todo ello, hizo el gol que abrió el marcador aprovechando una jugada embarullada en el área rojiblanca.
Mientras el Madrid echaba el balón a tierra, el Atlético jugaba con misiles tierra-aire. Cada balón parado era una tortura para la defensa blanca. Hablamos de los 187 centímetros de Savic, 186 de Witsel, 184 de Hermoso y, por encima de todos, el 1,90 de Morata.
Hasta tres centros laterales fueron rematados por Savic, Witsel y Saúl para desesperación de Lunin que veía los F16 rojiblancos volando sobre sus cabezas. Y tanto va el cántaro a la fuente que el montenegrino consiguió embocar la segunda que tuvo tras un córner sacado por Griezmann. Se hizo tanto silencio en el Bernabéu que casi se pudo escuchar a Sánchez Martínez preguntar a su juez de línea que tenía la bandera levantada.
Polémicas
Saúl, en fuera de juego, fue reculando a Lunin hacia dentro de la portería. Gol anulado. Por espantar la polémica en unas líneas y más porque implica al mismo protagonista, dos minutos después Lucas cayó en el área rojiblanca en lo que pudo ser un penalti de Saúl. Sigan, Sigan. Poco después fue Savic el que trabó a Bellingham. Misma respuesta del árbitro.
Mientras el Atlético apretaba al Madrid para igualar el choque, Ancelotti hacía un favor a los rojiblancos quitando a Brahim del campo justo después de hacer una jugada de fantasía. A veces, los galones que tanto respeta el italiano, traicionaron al que estaba siendo el mejor del partido.
Finalmente, el Atlético igualó el cuarto derbi de la temporada. “No estamos satisfechos porque creo que merecimos ganar”, valoró Ancelotti aunque Simeone opinó que lo “merecido” fue el empate. En el duelo de entrenadores, se mantienen también las tablas entre ellos. Hablamos de nueve victorias cada uno y seis empates. El Madrid buscó eliminar a un rival directo para LaLiga, pero el Atlético le empató en el último minuto un duelo de altura. Ambos entrenadores valoraron como “positivo” el punto, pero el italiano se emplaza al siguiente sábado para aprovechar su “gran oportunidad” de acercar el trofeo.