El técnico vasco ha conseguido que los ‘gunners’ tuteen al City en la Premier, pero la Champions es clave para mantener la inversión. Tras un tropiezo contra el Lens, visita al Sevilla en el Pizjuán
«El Arsenal había perdido el alma. No se disfrutaba, no se sentía. Había que reconectar al equipo y a la afición». Con este análisis se sentó Mikel Arteta (San Sebastián, 1982) en el banquillo gunner el 22 de diciembre de 2019. Era su primera experiencia como entrenador y, pese a no haber estado cuajada de títulos -sólo la FA Cup 19/20 y dos Community Shield en 2020 y 2023- se considera exitosa más allá del Emirates. En la Premier League tutea al Manchester City, y se garantizó un regreso a la Champions tras seis largas temporadas de ausencia. El doctorado de Arteta, a quien el fútbol español sigue de cerca por si se abren los principales banquillos, pasa esta noche por el Sánchez-Pizjuán.
Es ahora el momento de los frutos de aquel árbol que el ex capitán del Arsenal dibujó a los empresarios estadounidenses Stan y Josh Kroenke cuando el proyecto de Unai Emery se tambaleaba. Después de dos temporadas y media trabajando codo con codo con Pep Guardiola, su diagnóstico del mal del conjunto londinense fue certezo. Las hojas estaban verdes, con una final de la Europa League perdida ante el Chelsea y una clasificación Champions que se escapó por un punto, pero las raíces estaban secas. Había que resucitar el club desde abajo, volviendo a la esencia que lo que fue aquel club, perdida en la etapa post Arsèner Wenger.
Arteta se apoyó para hacerlo en otro ex gunner, el brasileño Edu Gaspar, y remodelaron la plantilla por completo con una inversión millonaria. En tres años, el Arsenal ha gastado 690 millones de euros en jugadores, sin estar en Champions, de donde le expulsó el Bayern en octavos de final en 2016, y sin haber logrado encaramarse a la parte alta de la tabla en la Premier League… hasta la pasada temporada.
El campeonato se les escapó en abril, después de caer 4-1 con el City. Arteta confesó que, en algún momento, llegó a verse campeón, algo que el club el norte de Londres no consigue desde hace 20 años. Pero ya se ha vuelto a instalar entre los candidatos y, con nueve jornadas disputadas, aún no conoce la derrota. Tiene 21 puntos, los mismos que el City, gracias a seis victorias y tres empates.
Cantera y talonario
Arteta sustancia esta resurrección es un estilo reconocible para a los aficionados y en una plantilla muy joven, con una media de edad de 25 años y plagada de talento, propio y comprado a golpe de talonario, convirtiéndose en el cuarto club inglés que más ha gastado en los últimos cinco años.
En el equipo sólo quedan tres jugadores de los que encontró: un delantero, el brasileño Gabriel Martinelli, y los defensas, el portugués Cédric Soares y el francés William Saliba. Bajo la dirección de Arteta debutaron en el primer equipo canteranos como Bukayo Saka o Smith-Rowe, a los que se incorporaron Odegaard, el meta Ramsdale, Gabriel Jesus y los dos fichajes más caros: Kai Havertz (75 millones) y Declan Rice (116 millones).
A buena parte de ellos ha tenido que transmitir el técnico español la esencia de lo que es vestir la camiseta del Arsenal, echando mano de todos los recursos posibles, desde el refuerzo positivo de charlas individuales a llevar al vestuario una réplica del reloj que coronó el estadio de Highbury durante 70 años para recordar que el Arsenal pertenece a la aristocracia del fútbol inglés.
Con paso firme en la Premier, y reforzando su idea de buen juego con futbolistas como el portero español David Raya, que ha sentado a Ramsdale por su buen manejo de la pelota con los pies, la Champions representa un reto. No sólo por pedigrí sino también por economía, como vía de ingresos para recuperar la fuerte inversión hecha por los propietarios para que este regreso sea exitoso.
La derrota ante el Lens (2-1) tras golear al PSV en el Emirates (4-0) obliga a buscar una victoria ante el Sevilla, un enfrentamiento que se repetirá también la próxima jornada en Londres y que se antoja decisivo para ambos equipos.
Los hispalenses, con dos empates, tendrán que despertar tras la llegada de Diego Alonso al banquillo. Será su debut en una competición en la que ya jugó, y perdió, una final con la camiseta del Valencia, ante el Bayern en 2001. «Será bonito recordar y será un buen partido en el que habrá que trabajar mucho en todas las facetas», advirtió.
