LaLiga Santander
El equipo de Ancelotti se impone por la mínima (0-1) pero no pasa apuros a una semana del clásico frente al Barcelona en el Bernabéu
Antes de respirar y de dejar respirar, Militao apareció en el área ajena como acontece un bombardeo de madrugada. No hay refugio posible. Para un rival inferior, caso del Getafe, es como tirar a la papelera buena parte de las hojas de la libreta con las anotaciones de los entrenamientos de toda la semana. Para el Madrid, en cambio, es un síntoma de cómo vive y de cómo quiere competir hacia afuera y hacia adentro, y más en el día en el que perdía a dos puntos cardinales, el norte y el sur, Benzema y Courtois. Ancelotti querría que acabara mejor, porque ante el Shakhtar y el Getafe, pese al dominio, hasta el pitido no respiró tranquilo. Para el clásico, la próxima semana, hay que coger oxígeno.
El remate fue imponente, cuando apenas habían pasado tres minutos. Es uno de los palos que domina bien Militao, tan agresivo en su área como en la del rival. En el Coliseum había fallado en la última visita y debido a ese error había arrancado el Getafe que resucitaba de la mano de Quique una inesperada, que no inmerecida, victoria.
EL VAR ACIERTA DOS VECES
El castigo fue como un directo en la fase todavía de hacer guantes. Dejó al Getafe grogui, sin saber qué hacer realmente en el terreno de juego. No era momento de resistir, no todavía, y era un peligro atacar y dejar espacios, especialmente a Vinicius. Necesitaba tiempo para recomponerse y entender cómo adaptarse a la tesitura. Fueron los instantes que el Madrid podría haber aprovechado para ir en busca de goles como quien pretende el descabello, pero Rodrygo lanzó fuera, Soria detuvo una doble oportunidad del brasileño y Valverde, y el penalti provocado por Vinicius acabó anulado por el VAR, al haber salido por banda anteriormente el balón.
El Madrid había empezado autoritario, con mucha movilidad de sus delanteros, presionante e intenso. Un equipo muy físico, al que regresaba Modric, pero acompañado de Tchouaméni y Camavinga en el centro del campo. El primero ha logrado asentarse, posicionalmente en el mismo lugar que Casemiro aunque sus características no sean exactas. El segundo necesita encontrarse como volante. El problema es que el listón está altísimo y que jugar en una línea de tres en el centro del campo reclama precisión, posición y prohíbe las pérdidas. Detrás, Ancelotti alineó a Alaba, Rüdiger y Militao, además de Carvajal. Tres hombres muy poderosos, que pueden pasar a jugar en línea de tres y dar alas a Carvajal para sumarse a las llegadas.
buena mano de lunin
Enes Ünal era poca amenaza para semejante poderío, y más cuando el Getafe abusaba de lanzamientos largos en busca del turco. Cuando consiguió amenazar realmente fue con las llegadas que sumaban futbolistas de segunda línea. Angeleri, que lanzó fuera un tiro con la dirección de un centro, demasiado duro para Borja Mayoral, y Aleñà, que hizo sacar una excelente mano a Lunin, fueron el escaso peligro llevado por el Getafe antes de que Quique mandara llamar a Munir y Portu para darle algo distinto al equipo, aunque lo más peligroso en la segunda mitad lo puso Duarte. Ninguno, sin embargo, amenazó de verdad el coto privado del cacique Militao, dueño del duelo.
Para entonces, al menos, Quique había conseguido sacudirse el dominio de un Madrid ya más especulativo, algo que a Ancelotti le hace subir sospechosamente la ceja. Los resultados cortos son tramposos para los grandes, a pesar del dominio, y son los mejores para jugar desde la inferioridad. Quique lo sabe bien porque ha vivido en las dos partes. Ante el Madrid, además, tenía menos armas de las habituales, al no poder contar con los mediocentros Maksimovic y Arambarri. Luis Milla, hijo del que fue su compañero justamente en el Madrid, ofreció dinamismo en algunas fases. Con continuidad, es un futbolista interesante, que puede crecer.
Ancelotti reclamaba que crecieran los suyos, sin confianza para hacer cambios hasta pasados los 80 minutos. El gol de Rodrygo lo había anulado el VAR, de nuevo con acierto, y había que esperar para respirar profundamente.