El Athletic ha sido castigado por la UEFA con una sanción de 30.000 euros por los incidentes protagonizados por algunos de sus seguidores en el Olímpico de Roma. Asimismo, el Comité de Apelación del máximo organismo del fútbol europeo impone al club bilbaíno la prohibición de venta de entradas para el siguiente partido como visitante, aunque deja suspendida esta medida durante un periodo de prueba de dos años.
De este modo, la afición del Athletic podrá viajar a Bulgaria, donde su equipo se medirá el 7 de noviembre al Ludogorets en la cuarta jornada de la Europa League.
El club bilbaíno ha adelantado que, una vez disponga de toda la información pertinente, “hará públicas las medidas que se adoptarán contra las personas identificadas en los citados disturbios” y además “ejercerá las acciones legales que correspondan para repercutir el importe de la sanción” a los responsables.
La mitad que al Anderlecht
El castigo económico al Athletic representa la mitad de los 60.000 euros impuestos por la UEFA al Anderlecht, cuyos ultras protagonizaron el pasado 3 de octubre unos incidentes similares durante el duelo ante la Real Sociedad.
El pasado 26 de septiembre, un reducido grupo de aficionados rojiblancos prendió bengalas en Roma y lanzó alguna de ellas a la grada local, “contraviniendo las normas de seguridad y ensuciando la imagen de nuestra afición”, según explicó el club. En dicho comunicado, mostraba su “más firme condena” ante los “inaceptables actos” de esos hinchas.
Tras el partido, Iñaki Williams y el capitán Óscar de Marcos ya hicieron saber a esa minoría que su actitud era “inadmisible”. Durante la rueda de prensa, Ernesto Valverde se sumó a la condena de sus futbolistas: “Para todos nosotros el fútbol es una fiesta. Y esto no es fútbol, no nos gusta”.
Pasión rima con traición. Se trata de una rima consonante, también conocida como rima perfecta. La relación musical de las palabras encaja con la necesidad que la pasión tiene de la traición para desarrollar todos sus estados, del amor a la ira. El fútbol, como todas las pasiones, no es ajeno, necesita a sus traidores, a sus Judas, aunque convertidos en personajes de una comedia a la que los aficionados asisten como si se tratara de una tragedia. Ilusos. El último ha sido Nico Williams, como antes lo fueron Figo, Laudrup, Schuster, Hugo Sánchez, Mijatovic, Íñigo Martínez, Mbappé o, recientemente, Joan García. Traición de ida y vuelta, en este caso, primero al Athletic, después al Barça, porque a Nico le advirtieron de los riesgos que no contaron al malogrado Judas, incapaz de soportar la culpa, y porque el fútbol paga mejor que la centuria romana: 100 millones de euros no son 30 monedas de plata.
Es la cifra global que el futbolista, de 22 años, cobrará durante los 10 años de vinculación de su contrato con el Athletic, de forma creciente, no dividida exactamente entre los ejercicios. Cantidad libre de impuestos, ya que el IRPF corre a cargo del club, al negociar las grandes estrellas en neto. Un pelotazo del que el ganador no es únicamente Nico, también el arquitecto de la operación, Félix Tainta, agente y persona de confianza de la familia Williams, hasta el punto de que la madre querría que fuera el albacea de sus hijos de por vida. Como un «segundo padre», lo define Iñaki, cuya carrera tutela Tainta desde que era un juvenil.
"Tensa la cuerda hasta el final"
Para quienes están al otro lado de la mesa, el agente es «alguien que tensa la cuerda hasta el final». A menudo son los directivos del Athletic, puesto que Tainta representa, además de a los hermanos Williams, a Gorosabel, Yeray, Sancet, Boiro, Serrano y Robert Serrano. En ese contexto, parecía difícil que quisiera una ruptura cruenta con el club donde juegan la mayoría de sus clientes.
Tainta llamó a Deco, porque el interés del futbolista era marcharse, pero no dejó de hablar con Jon Uriarte, que utilizó cargas de profundidad al solicitar a la Liga fiscalizar las cuentas del Barcelona. No era un farol. Javier Tebas, además, ya no está en posición de mirar hacia otro lado, como en las primeras palancas de Joan Laporta, y menos después de que el pulso por la inscripción de Dani Olmo dejara en falso a la patronal ante el resto de clubes, con el empujón del Gobierno a los azulgrana. «Hay que ayudar al Barça», se escuchaba tiempo atrás en los pasillos del Consejo Superior de Deportes. La multa de la UEFA, 15 millones que pueden llegar a 60, deja a todos en evidencia, Barça, Liga y Gobierno.
Mural de los hermanos Williams.LUIS TEJIDOEFE
Laporta se queda, pues, como se quedó Florentino Pérez con el «no» de Mbappé, aunque el francés acabó por recibir el perdón del faraón para regresar un año después. En las comedias todo se perdona y todo se paga. La diferencia es que Laporta es como el jugador de póker que entra a todas las manos con o sin cartas, y eso lo saben quiénes se sientan a la timba. El primero, Tainta; el segundo, Uriarte. El presidente del Athletic esbozaba una sonrisa en Ibaigane, días antes de que el propio Nico anunciara su renovación, y pedía al pintor del mural de los hermanos Williams, emborronado en Barakaldo, que lo reparara.
Era obligación del agente, pues, pedir al Barcelona una cláusula liberatoria para su representado en caso de no poder ser inscrito por incumplimiento de la normativa de la Liga, la conocida Regla 1:1. Pura seguridad jurídica. El primero en reclamarlo fue Íñigo Martínez, al que, en caso de no ser inscrito, debía el Barça no sólo liberar, sino pagar íntegramente su contrato. Mateu Alemany, entonces director de fútbol, se negó, pero acabó por aceptarlo.
Riesgo penal
La fórmula era esta vez inasumible para Laporta, que ya atravesó una situación de altísimo riesgo con Dani Olmo, salvado en el desfiladero de la política. Íñigo Martínez llegó libre al Camp Nou, sin traspaso, pero perder a Dani Olmo o Nico, por el que debían pagar los 58 millones de su cláusula, podría haber provocado una demanda penal, por administración desleal, contra el presidente y su directiva. «El caso Nico nos ha puesto ante el espejo. Aunque el relato del club es que ya hemos superado el descalabro económico, la realidad es tozuda: no sabemos si podemos inscribir los fichajes que queremos hacer», asegura Víctor Font, cabeza de una oposición de chocolate frente al Laportismo.
El Athletic convierte a Nico en el mejor pagado de su plantilla, después de una cadena de renovaciones que le permite mantener a su núcleo duro en su vuelta a la Champions. Dobla su cláusula, en el umbral de los 100 millones, lo que le mantiene en el mercado si se produce una explosión del jugador. La pasada temporada no fue así. Con la fiscalidad transferida, hay ventajas, pero no ya las de antes, desmesuradas, que podían llegar a un ahorro de hasta el 50% en impuestos a propósito del tratamiento de las rentas irregulares. El ahorro era para el Athletic en las negociaciones en neto. Al menos, como dicen en Ibaigane, se mantiene un «trato amable». Normal si la Hacienda Foral de Vizcaya pertenece a la Diputación Foral, participe, a su vez, de la sociedad San Mamés Barria S. L., dueña del estadio. Todos juntos en armonía.
No gustaban las fotos de Lamine
El Judas al que insultaron o borraron del mural, como si lo tacharan en el cuadro de la Santa Cena, se queda, finalmente, con los apóstoles del Athletic, en lugar de irse en pecado con su amigo Lamine Yamal, cuyo jueguecito de colgar fotografías juntos cada vez que arreciaban los rumores no hacía ninguna gracia en su vestuario.
El Athletic lo compara a Nico con Julen Guerrero, que dijo no por «amor», como si no lo sintieran Alexanko o Zubizarreta, y directivos azulgrana envían mensajes con la frase de Cruyff de que no merece jugar en el Barça quien no lo desee. Dos clubes sin piedad, en cambio, con el amor ajeno, como bien saben en Euskadi y Cataluña, donde les basta con las 30 monedas. Esta vez había que pagar más que a Judas.
No hay apuros que valgan contra el Madrid, que resuelve con suficiencia, como sin darse importancia. Con esa holgura con la que dominan la Liga, los blancos derribaron al Athletic gracias a dos goles de Rodrygo. Otra vez los ocho puntos de margen ante el Barcelona y otra vez Militao sobre el césped, siete meses y medio después de su lesión. En el tiempo añadido, cuando apenas había opción para el cambio, Ancelotti ordenó que su equipo tirase el balón fuera para que reapareciese su central. Así va de sobrado el líder. [Narración y estadísticas (2-0)]
El Madrid tardó siete minutos hasta reconocerse en su indumentaria morada, obra del diseñador japonés Yohji Yamamoto. Uno de esos caprichos del marketing que obliga, además, a saltar al Athletic de blanco al Bernabéu. De inicio, el equipo de Valverde quiso ofrecer su perfil más académico. El que le ha dado fama en Liga, donde aún pelea por una plaza de Champions con el Atlético. Ayer, cuando incluso parecía que iba creérselo, Rodrygo desbarató sus planes con un golazo. Un balón de Brahim en zona de nadie lo convirtió el brasileño en proyectil incandescente fuera del alcance de Agirrezabala. Dicen que esta cuarta equipación púrpura se inspira en motivos florales, pero la historia del Madrid se fundamenta en el cañón. Y no en las rosas.
Tras la semana de parón de selecciones, en una noche casi invernal, sólo algún insensato podía esperar alardes de estética en el Madrid. Sin embargo, aun sin balón, el equipo de Ancelotti controló casi a placer tras el 1-0. En esa confianza estriba su auténtico poderío. Anclado en Kroos, arropado en Rüdiger, el líder viene sacando así sus partidos. Y quiere ser campeón de Liga, más pronto que tarde, sin cambiar ese guion. Durante la primera media hora, el único motivo de asombro para su gente fue una finta de Brahim. A quién le importa, cuando las ocasiones terminan cayendo casi por inercia. El disparo de Fede Valverde, el cabezazo de Tchouaméni y el acercamiento de Bellingham frustrado por Vivian, pudieron ser definitivos para el Athletic.
Sin hacer daño
A seis días de la final de Copa, poco más podía exigirse a los muchachos de Valverde. Escondían el balón, buscaban los espacios, pisaban campo rival... sin encontrar jamás el modo de hacer daño. La baja de Nico Williams mermó su ataque y la lesión muscular de Yeray, antes de la media hora, desestabilizó su defensa. A la vuelta del descanso, Brahim aprovechó el resquicio entre Paredes y Lekue para largar un derechazo que se estampó contra el palo. Puede que el Madrid no andase para fiestas, pero es que el Athletic parecía pensar en la del próximo sábado en La Cartuja.
El único motivo de inquietud para Lunin llegó a balón parado, con una volea de Iñaki Williams tras servicio de Berenguer. El ucraniano, como casi siempre, respondió donde se le espera. Y para no faltar a la costumbre, el Bernabéu volvió a escandalizarse con el árbitro tras una extraña decisión de Alberola Rojas. No hubo forma de entender qué pudo interpretar antes del derribo a Rodrygo en el área. Se nota algo sobreactuado el brasileño al mínimo contacto, aunque lo crucial para Ancelotti es que ha vuelto por donde solía.
A campo abierto
Antes de la hora, Valverde quiso dar otra vuelta de tuerca con Ruiz de Galarreta, Yuri Berchiche y Adu Ares, pero el partido se jugaba cada vez más a campo abierto. En la primera andanada del Athletic, Nacho frenó con amarilla a Iñaki Williams, pero Vivian, en la siguiente, nada pudo ante Rodrygo. Su quiebro y su disparo, exquisitamente pulcros, merecieron por sí solos el precio de una entrada.
Con la ida de cuartos ante el City a la vuelta de la esquina, Ancelotti pudo reservar a Kroos y Valverde, víctima de un fuerte golpe. Cuando Militao saltó al césped, el estadio tributó al central una fabulosa ovación. Por entonces, Bellingham ya se había tapado la boca con una cremallera para no protestar un penalti a Alberola Rojas. Y Rüdiger había dejado claro a Muniain que no toleraría más empujones así ante Carvajal. Asuntos menores, al fin y al cabo, antes de recibir a Pep Guardiola.