0-3 en el Sánchez-Pizjuán
Los goles de Borja Mayoral, Mata y Greenwood acaban con la etapa del entrenador uruguayo (0-3).
«Lo que te hace ganar es saber por qué estás ganando» puede servir de epitafio para Diego Alonso como entrenador del Sevilla FC. La frase es suya. La pronunció hace unos días en rueda de prensa. El equipo venía de perder en Lens y quedar fuera de la Champions y de la Europa League. «Hemos merecido ganar la mayoría de los partidos que hemos jugado», añadió.
El Getafe ya iba ganando en el minuto cuatro en el Sánchez-Pizjuán. El resultado, 0-3, definido con goles de Borja Mayoral, Jaime Mata y Mason Greenwood, es lo de menos. La incapacidad de los sevillistas para plantar cara a los de Bordalás, para proponer algo más que tedio y desorden, para, siquiera, mostrar cierta dignidad futbolística, va más allá del marcador. Si Diego Alonso no está fuera del Sevilla desde hace unas semanas es porque el Consejo de Administración surfea su propia crisis, con un Pepe Castro en retirada y un José María del Nido Carrasco calentando en la banda para asumir, muy pronto, la presidencia del club. El problema del Sevilla es metastásico. Afecta a los despachos y al césped. Y tiene difícil solución. Sólo los goles podrían maquillar el desastre, pero los goles están en las antípodas de este bloque.
La llegada del entrenador uruguayo fue la primera gran decisión del nuevo director deportivo del Sevilla, Víctor Orta. El sustituto de Monchi contó en rueda de prensa por qué se había fijado en el míster: «Hice un viaje a Uruguay y coincidimos en un asado. Me impresionó una cosa que me dijo, que él sabía que iba a ser entrenador de fútbol desde que tenía 23 años. Aquel día hablamos de Luis Aragonés, de Rafa Benítez y de Héctor Cúper. Desde entonces siempre lo tuve en mi radar y vi cómo evolucionaba. Ahora ha sido mi primera opción para entrenar al Sevilla y agradezco al comité de dirección que la haya respaldado».
Cifras inasumibles
30.000 personas pudieron asistir a la tragedia nervionense. Los números de Diego Alonso son los siguientes: en Copa del Rey dos victorias, frente al C.D. Quintanar y el Astorga; en Champions cuatro derrotas; en Liga, cinco empates y tres derrotas. Son datos inasumibles para cualquier club. El asado uruguayo elevó unas expectativas que no se han materializado en la capital andaluza. El equipo cambia de planteamiento cada partido, los futbolistas juegan sin brío, no hay individualidades, no hay hombría, sólo ruido. Un sistema caótico y sin fe. La victoria es utópica.
«No voy a inventar yo algo que lleva en la Biblia del fútbol tanto tiempo. A veces pasa. Quien se carga a los entrenadores y también a los directores deportivos a medio plazo son los resultados, y cuando llevas tanto tiempo en esta profesión, no puedes querer sólo lo bonito», dijo Víctor Orta cuando le preguntaron por Diego Alonso. La derrota frente al Getafe puede ser la definitiva. Esta misma semana esperan Granada y Atlético. Si el Cádiz gana a Las Palmas, el Sevilla acabaría la jornada en puestos de descenso.
La continuidad de Diego Alonso sería una decisión inexplicable para la afición. El estadio se vació en el minuto 80. Los futbolistas miraban el suelo. «Segundazo» escriben algunos sevillistas en sus redes sociales, quizá para espantar sus propios miedos. Jamás un asado salió tan caro.