Así es el niño del Giro: un francés de Texas que no quería ser ciclista, alumno de Evenepoel y que sueña con adoquines

Así es el niño del Giro: un francés de Texas que no quería ser ciclista, alumno de Evenepoel y que sueña con adoquines

El niño del Giro de Italia es un alumno privilegiado que encandila por su precocidad. El equipo Soudal Quick-Step mima al francés Paul Magnier, el más joven de la Corsa Rosa, un velocista que a sus 21 años y 30 días ya ha escrito seis capítulos en su palmarés y presume de tutores con pedigrí.

El chaval, que el martes sorprendió con séptimo puesto en el sprint de Lecce, cautiva a los técnicos del equipo belga por su desparpajo. En 2024 debutó como profesional y ganó cinco etapas, tres de ellas en el Tour de Gran Bretaña, donde contó con Remco Evenepoel y Julian Alaphilippe como lanzadores. Ambos protegían a un aprendiz de clasicómano que ese año impactó con victorias en el Trofeo Les Salines (primera carrera en la élite) y en el Tour de Omán. En categoría sub'23 se anotó dos triunfos en el Giro Baby y otro en la Carrera de la Paz. En el actual curso ha ganado una etapa de la Estrella de Bessèges.

Magnier nació en Laredo (Texas), pero posee nacionalidad francesa. A los 13 años comenzó a competir por la insistencia de su padre. «Al principio, el ciclismo no me interesaba, pero mi padre me compró una bicicleta de montaña para divertirme. Me llevó a algunas carreras y me enganché», dijo a la revista Vélo. Se incorporó al grupo nodriza del Soudal Quick-Step tras lograr sendos bronces en el Europeo de ruta sub-23 y en el Mundial júnior de mountain bike de 2022. Paul tiene la fortuna de compartir equipo con su ídolo: «Cuando veía las carreras por televisión siempre me fijaba en Julian Alaphilippe. Me fascinaba lo que hacía, ganando con estilo y haciendo que el ciclismo fuera divertido y espectacular».

En la formación belga también ha coincidido con Mikel Landa, que ha abandonado el hospital de Albania y ya ha iniciado la convalecencia en su propia casa por caída del viernes.

Patrick Lefevere, director general del Soudal-Quick Step, valora la versatilidad del chaval: «Tiene mucho talento, como demuestran sus notables resultados en varias disciplinas». Esa confianza se ha ratificado en la presencia en relevantes citas de esta temporada: Giro, Tirreno-Adriático, Tour de Flandes, A Través de Flandes, Gent Wevelgem, Omloop Nieuwsblad. «Mi prueba preferida es el Tour de Flandes, sueño con ganarla, llegando en solitario a la meta», ha dicho en la web de su equipo. Al francés le apasiona la liturgia de las clásicas de los adoquines. El pasado abril debutó en Flandes con un 62º puesto. «Son carreras muy duras, con grandes luchas por la posición antes de las subidas y por el duro clima, con lluvia, viento y bajas temperaturas. Al mismo tiempo, son increíblemente hermosas», ha explicado.

Esa pasión por el pavés llena de orgullo al equipo belga. Su compañero, Yves Lampaert le aventura un futuro espléndido: «Se le puede comparar con Tom Boonen. Es muy explosivo y tiene mucho fondo. Esperamos mucho de él, puede ser un gran campeón. No es un velocista puro, pero es muy rápido. En Gent-Wevelgem o incluso en Paris-Roubaix, si logra llegar al final, puede tener oportunidades». El director deportivo, Tom Steels, también destaca, en Vélo, al joven ciclista: «En Paul vemos un gran potencial. Ya impresionó en su primera temporada. Es alto y muy rápido, se parece a Boonen».

Con 21 años ya suma seis triunfos y también sabe lo implacable que es el ciclismo. El pasado año, cuando peleaba por la cuarta victoria en el Tour de Gran Bretaña sufrió una caída que le provocó una lesión en la pierna izquierda y en el codo y una conmoción cerebral que le mantuvo dos semanas inmovilizado en la cama.

El niño del Giro, que sueña con los adoquines, sabe sufrir.

Pogacar, cautivado por Van der Poel, la pareja del siglo: ''Si fuera niño, sería mi ídolo''

Pogacar, cautivado por Van der Poel, la pareja del siglo: ”Si fuera niño, sería mi ídolo”

Épica y drama en la carrera más tremenda. Otro desafío antológico entre dos rivales que engrandecen el ciclismo: Mathieu van del Poel y Tadej Pogacar. La pareja más soberbia del presente siglo en las carreras de un día, esas en las que un error es irreparable, como sucedió en la vibrante cita de la París-Roubaix, en la que el neerlandés sumó su tercera victoria consecutiva.

Los dos últimos campeones del mundo son también los dos indiscutibles dominadores de los Monumentos, ambos suman ocho, han ganado 12 de los últimos 14 disputados (seis triunfos para cada uno) y son los vigentes campeones de esas cinco emblemáticas carreras. En esta primavera, Van der Poel (VDP) se impuso en la Milán-San Remo ante Pogacar y Filippo Ganna, y dos semanas más tarde el esloveno le batió en Flandes. En carreras de un día se han medido en 21 ocasiones, 11 éxitos para el neerlandés y 10 para el esloveno. Con ellos, el espectáculo está garantizado. El próximo pulso podría producirse en la Lieja-Bastoña-Lieja (27 de abril).

La Bestia logró el domingo la tercera victoria consecutiva en la reina de las clásicas, registro encadenado que sólo habían conseguido el francés Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y el italiano Francesco Moser (1978, 1979 y 1980). Octavo Monumento para el nieto de Raymond Poulidor (tres París-Roubaix, tres Tour de Flandes y dos Milán San Remo).

Pogacar, en un espléndido debut en París-Roubaix, mantuvo la pugna con Van der Poel hasta los últimos 38 kilómetros, cuando una caída le privó de su ansiada victoria. «Estaba concentrado en intentar seguir las motos cuando me caí. No vi venir la curva y no pude frenar a tiempo para evitar el choque. Son cosas que pasan. Creí que podía remontar, pero la diferencia era de unos 15 segundos y mi freno delantero rozaba la rueda. Me fui derrumbando poco a poco. En el momento en el que cambié de bici, ya había explotado y sólo esperaba llegar a la meta lo antes posible», señaló en el último maillot arcoíris.

El esloveno no tuvo reparos en elogiar al triple vencedor del Infierno del norte: «Mathieu fue el más fuerte en los adoquines y ha estado increíblemente bien. Es un gran campeón y uno de los mejores corredores del mundo. Competir contra él es un gran honor y una gran motivación. Si fuera niño, sería mi ídolo».

VDP reconoció que fue complicado superar a Pogacar. «Ha sido una carrera muy dura y estaba sufriendo muchísimo. Lástima que Tadej cometiera un error en una curva. Luego tuve que ir a por todas y aún faltaba bastante para la meta. Fue muy difícil, sobre todo en los dos últimos sectores, con viento en contra. Lo pasé muy mal, pero estoy contento de haber llegado a la meta. Estoy feliz de haber recuperado mi buen estado físico. Pero todos sabemos lo increíble que es Tadej como campeón, lo que hizo aquí, en su primera Roubaix, no me sorprende, pero tampoco es normal», dijo antes de advertir que denunciará a un espectador por lanzarle un bidón en el sector empedrado de Templeuve.

Van der Poel suma su tercer triunfo consecutivo en la París-Roubaix y amarga el debut de Pogacar

Van der Poel suma su tercer triunfo consecutivo en la París-Roubaix y amarga el debut de Pogacar

El suelo del infierno está sellado con rocas volcánicas extraídas de la cantera de Lessines. Piedras cortadas irregularmente que martirizan las articulaciones y bloquean la mente. Joyas de la clásica París-Roubaix, el paraíso de los masoquistas. Un via crucis con 30 estaciones adoquinadas para la triple coronación del Mathieu van der Poel, que derrotó en un extraordinario duelo al portentoso debutante Tadej Pogacar. Ciclismo épico y dramático en la carrera más tremenda.

Tercera victoria consecutiva de La Bestia en la reina de las clásicas, registro encadenado que sólo habían conseguido el francés Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y el italiano Francesco Moser (1978, 1979 y 1980). Octavo Monumento para el nieto de Raymond Poulidor (tres París-Roubaix, tres Tour de Flandes y dos Milán San Remo).

El neerlandés fue el más potente y sólido en una carrera de eliminación. La selección natural siempre se impone en el calvario que culmina en el velódromo de Roubaix. La prueba, como no podía ser de otra forma, arrancó con máxima tensión, con pinchazo de Filippo Ganna, caídas de Wout van Aert, Jasper Philipsen, Manilo Moro y Mathias Norsgaard, y una fuga en la que se metió el vitoriano Oier Lazkcano.

Pogacar, que antes del ecuador de la clásica viajaba pegado la estela de Van der Poel, mostró sus ambiciosas intenciones en el sector 20 de pavés, el de Haveluy, a 103 kilómetros de la meta, con un acelerón que incomodó al pelotón y redujo a 20 segundos la renta de los fugados. En la recta interminable de Arenberg, en la herida abierta en el bosque, en la entrada al infierno verde, Pogacar asumió el mando, colocándose en cabeza para evitar riesgos y neutralizando al grupo de Lazkano. El español ya puede presumir de haber sido, durante unos segundos, el que abriera la carrera en la zona más emblemática de la clásica norteña.

A la salida de Arenberg, a 90 kilómetros de la meta, llegó el primer zarpazo de Van der Poel. El neerlandés saltó, junto a su compañero Philipsen, y sólo respondieron a su ofensiva Pogacar, el danés Mads Pedersen y el suizo Stefan Bissegger. Van Aert quedó descolgado en la zona de los adoquines más resbaladizos.

El quinteto de fugados voló compacto hasta el sector 15, en el tramo empedrado de Tiloy a Sarset-Rosiers, a 70 km. del velódromo de Roubaix, cuando Pogacar aceleró, Pedersen quedó rezagado por un pinchazo y Bissegger no soportó el ritmo. El infierno del norte no tiene compasión con nadie, ni siquiera con un ex campeón del mundo. El esloveno se quedó en mala compañía, emparedado entre los dos rodadores del Alpecin, en la posición más incómoda.

Pogacar interpretó magistralmente la carrera y en la zona Cinco Estrellas de Mons-de- Pévèle aprovechó un impulso de Van der Poel para descolgar a Philipsen. A 45 km. de la llegada, el esloveno y el neerlandés se quedaron solos en cabeza. El gran duelo entre los dos fenómenos. El desafío anhelado por todos. El líder del UAE, en su debut, fue eliminando a todos los enemigos y lo hizo en el terreno más hostil, en los tramos abombados. Mucho mérito para el osado debutante que se empeñó en acudir al precipicio del infierno.

Caída

Pero la París-Roubaix es una carrera despiadada como ninguna otra. A falta de 38 kilómetros, Pogacar se salió en una curva, en la zona de Pont-Thibault a Ennevelin, donde estaba inadecuadamente colocada una moto. El esloveno cambió de bicicleta y emprendió la caza de su enemigo con 20 segundos de retraso. Torrente de adrenalina y las pulsaciones a mil por hora.

El campeón del mundo, con ese coraje y talento que le distingue, insistió en neutralizar a su enemigo. Redujo la renta hasta los 14 segundos, pero el neerlandés supo administrar con acierto su ventaja y, aunque tuvo que cambiar de bicicleta en las cercanías de Roubaix, se presentó en el velódromo de André-Pétrieux con una ventaja de 1.17 minutos sobre el corredor del UAE. Tercero fue Pedersen, a 2.10. Apoteósis, pasión y dolor en la masoquista y cautivadora prueba del adoquín.

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reflejo del Caníbal como estímulo para mantener viva la llama de la ambición. Tadej Pogacar ha convertido la victoria en rutina y para seguir en alerta necesita combatir contra la historia y afrontar desafíos superlativos en los escenarios más hostiles. Sólo así se entiende su loco empeño en debutar hoy en la brutal París-Roubaix, la clásica más dura y peligrosa. Adoquines con filo de guadaña.

Riesgo extremo para el esloveno en un reto que angustia a los técnicos y jeques del UAE (pagan 60 millones por seis años de contrato). Ellos temen que una caída -algo intrínseco en esta descomunal prueba- o una lesión provocada por el martirizante traqueteo de los 30 tramos de pavés fracturen una temporada en la que se ha propuesto dominar en todas las clásicas y repetir triunfos en el Tour de Francia y el Mundial de ruta. Pero el cielo es para los valientes, asegura el corredor más impresionante de este siglo, que ya sólo se fija en el palmarés irrepetible de Eddy Merckx. Él sabe que es imposible igualar los registros del belga, pero se extra motiva en cada guerra.

En la París-Roubaix participa en desventaja antes rivales más expertos y que le superan en estatura y peso, características físicas que favorecen la estabilidad en el molesto baile por los tramos de adoquines. El pasado domingo arrasó en el Tour de Flandes, que también incluye zonas empedradas, pero aquéllas son más lisas debido al constante transito de coches; las de Roubaix son más ásperas porque esos caminos están destinado a vehículos agrícolas. Además, la Clásica del Infierno carece de esos muros en los que el esloveno descuelga a los rodadores.

Piedras y agujeros

Éste es un ejercicio de enorme potencia y desgaste físico, y más con la presencia de lluvia prevista para este domingo, carrera que emiten Teledeporte y Eurosport. Pero el agotamiento también es psicológico, porque siempre hay que permanecer atento para evitar caídas, averías y enganchones. La fuerza y la fortuna como aliadas supremas.

El belga Jasper Stuyven sostiene que la clave es mantener el impulso y la velocidad en cada tramo adoquinado. ''Hay que anticiparse a las piedras que sobresalen y los agujeros, correr concentrado de principio a fin, explica el ciclista del equipo Lidl-Trek, que sólo se ha caída una vez en sus 12 participaciones (incluidas etapas en júnior y sub'23).en la París-Roubaix y que acompañó a Pogacar en la fuga del esloveno en la etapa del Tour de Francia de 2022 que transitó por territorios de la reina de las clásicas..

La cita de este domingo consta de 259 kilómetros y de 30 tramos adoquinados, entre ellos destacan los de Arenberg, una recta interminable, oscura, una herida abierta de 2,3 kilómetros en pleno bosque. Es el sector 19º, a 95 kilómetros de la meta, la primera gran criba. Para superar el paso más temido es imprescindible entrar bien colocado. «Se trata de un muro invisible», advierte el belga Tom Boonen, plusmarquista, junto a su compatriota Roger de Vlaeminck, con cuatro victorias. Otros tramos de máxima exigencia (calificados con dificultad de cinco estrellas) son los de Mons-en-Pévéle, de 3.000 metros, sector 11º, y el Carrefour de l'Arbre, de 2,1 kilómetros, sector cuarto.

Triplete encadenado

Pogacar, en este marco sembrado de trampas, pretende ser el primer debutante que gane vestido con el maillot arcoíris, algo que no pudo conseguir Merckx. Al margen del primer ganador, el germano Josef Fischer (en 1896), el único debutante triunfador ha sido el italiano Sonny Colbrelli, en 2021, la primera edición tras el paréntesis de la pandemia del Covid.

Pogacar también quiere ser el pionero en subir al podio del velódromo de Roubaix tras encadenar triunfos en el Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial de ruta. Con 26 años y siete meses, ya atesora ocho Monumentos (dos Tour de Flandes, dos Lieja-Bastoña-Lieja y cuatro Giro de Lombardía) y en este mes aspira a sumar dos más (París-Roubaix y Lieja) para alcanzar los 10 que Merckx tenía a sus misma edad. El Caníbal, en 1968, ganó la clásica siendo campeón mundial, pero lo hizo después de haber disputado dos ediciones. Lo mismo logró Bernard Hinault, en 1981, pero en su cuarta participación.

Desde 1981, con Hinault, ningún ganador del Tour de Francia se ha impuesto en la clásica más tremenda. Geraint Thomas es el último ganador de la Grande Boucle que participó en el prueba adoquinada, no consiguió terminar en 2018.

El gran adversario de Tadej Pogacar, será el espléndido neerlandés Mathieu van der Poel, que persigue su tercer título consecutivo, un hito sólo rubricado por el francés Octave Lapize, en 1909, 1910 y 1911, y el italiano Francesco Moser, en 1978, 1979 y 1980.

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: "No tengo nada que demostrar"

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: “No tengo nada que demostrar”

"No tengo nada que demostrar", pronunció en la previa Wout van Aert, acorralado por las críticas, consciente de que demasiadas miradas se posan ya en su preocupante bajón de rendimiento. Volvía el belga a A través de Flandes, el eléctrico anticipo del Tour de Flandes, allí donde hace un año se dejó media temporada en una caída en la que se fracturó la clavícula y varias costillas. Y lo que parecía que era su regreso a la victoria acabó en otro drama con el que acrecentar las dudas.

Neilson Powless le arrebató el triunfo donde antaño era imbatible, en un sprint mano a mano en el que, para más inri, a Wout le acompañaban dos compañeros del Visma Lease a Bike. Un escarnio colectivo y otra punzada en lo personal para el que hace nada era considerado el corredor más completo del mundo. "Soy totalmente responsable. Fui demasiado egoísta. Quería tanto esta victoria, especialmente después de las críticas que he recibido y de la mala suerte que he tenido... Estaba pensando en mí mismo", se sinceró como nunca, para recibir de inmediato el apoyo público de compañeros y rivales, desde Demi Vollering a Tadej Pogacar.

Para saber más

Tras su irrepetible Tour 2022, Van Aert no es el mismo. Todo a su alrededor es sinónimo de infortunio. Ya ni siquiera aparece en las quinielas como favorito a las clásicas de primavera. Tanto para el domingo en el Tour de Flandes como para la París-Roubaix del siguiente están muy por delante Mathieu Van der Poel o el propio Pogacar.

Cuando Jonas Vingegaard conquistó su primer Tour no pudo más que rendirse a un gregario impagable. "Es el mejor ciclista del mundo, he tenido la suerte de que me ha ayudado a ganar", dijo de un Van Aert que se lo puso en bandeja -el golpe de gracia a Pogacar en Hautacam...- pero que, además, atacó a diario (a veces, de salida), se llevó el maillot verde, se enfundó varios días el amarillo, ganó tres etapas y en otras cuatro entró segundo.

Una salvajada que le proyectaba a un futuro en el que, por qué no, ser él mismo el que intentara ganar la Grande Boucle. Porque en la edición de 2021 ya había firmado algo 'imposible', vencer en todos los terrenos: en contrarreloj, en el sprint masivo de los Campos Elíseos y en alta montaña (tras coronar el Mont Ventoux).

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.AFP

Ese mismo 2022 Van Aert había sido segundo en Flandes y tercero en Roubaix. Tras ganar la Milán-San Remo en 2020, que en su palmarés se acumularan Monumentos parecía un hecho inevitable. Pero, a día de hoy, apenas la Classicissima sigue luciendo. Van der Poel, su enemigo íntimo desde niño, desde el ciclocross que les formó, le ha borrado del mapa. Aquel pinchazo fatídico en el Infierno del Norte de 2023 pareció precipitar el mal fario. "Especialmente en Roubaix nunca he tenido suerte. Es una carrera en la que tienes que correr de forma perfecta, pero siempre me ha pasado algo o había alguien más fuerte. En esas carreras especialmente cada detalle puede ser decisivo. Ojalá algún día la suerte este de mi lado", se sinceraba en una entrevista con este periódico.

Desde febrero de 2024 no gana una carrera de un día (La Kuurne-Bruselas-Kuurne). Al percance en A través de Flandes se unió el gravísimo (en su rodilla se aprecian las consecuencias) del final de temporada en la Vuelta, camino de los Lagos de Covadonga, cuando ya sumaba tres victorias de etapa y recuperaba la sonrisa y el espectáculo.

Una lesión durísima de la que no parece haber vuelto como antaño. En 2025, donde volvió a alzar los brazos en dos pruebas de ciclocross (aunque en el Mundial volvió a perder ante Van der Poel), hasta el segundo puesto en la meta de Waregem su registro era muy pobre. No brilló ni en la Clásica de Jaén (39º) ni en la Vuelta al Algarve (Vingegaard le ganó en la crono). Tampoco en clásicas que antaño conquistó como la Omloop Nieuwsblad o la Kuurne. Tras ellas, se marchó a una larga concentración en el Teide, de la que sigue dejando dudas sobre su estado de forma. En la E3 Saxo Classic entró a casi tres minutos de Van der Poel y el miércoles un calambre en el sprint le hizo ceder ante Powless. ¿Es el final de una estrella o será capaz de volver a ser el Van Aert de antaño? En el pavé busca redención.