Gakpo, el Pichichi que organiza lecturas de la Biblia en la concentración de Países Bajos

Actualizado Miércoles, 10 julio 2024 - 00:22

Si esta noche Cody Gakpo (Eindhoven, 1999) marca un gol a Inglaterra, gritará hacia la grada y levantará el dedo índice de su mano derecha al cielo. En la Eurocopa de Alemania, el delantero de Países Bajos ya le ha dedicado tres goles a Dios. Es el Pichichi del torneo. Más tarde, terminado el partido, será el líder de una sesión de rezo a la que se sumarán la mayoría de sus compañeros, entre ellos el futbolista del Atlético de Madrid Memphis Depay. Es el día a día del vestuario dirigido por Ronald Koeman. La fe como motor hacia unas históricas semifinales contra Inglaterra. «Me llevo la Biblia a todas partes», dice Gakpo.

Estas reuniones religiosas del combinado Oranje surgieron en el Mundial de Qatar, cuando Denzel Dumfries, lateral derecho del Inter, y Depay comenzaron a unirse a las lecturas del propio Gakpo, revelación del torneo. «Empezamos en Qatar. Memphis también es muy religioso, nos enfrentamos a muchas situaciones en el campo y fuera de él y necesitábamos hablar. Quedábamos y debatíamos sobre lo que decía la Biblia. Eso creo que nos unió más como grupo», explicaba Gakpo en una entrevista con ESPN antes del torneo.

En Alemania, Gakpo está repitiendo las actuaciones que le convirtieron en una de las estrellas del último Mundial. A finales de 2022 jugaba en el PSV Eindhoven y había rechazado varias ofertas de la Premier League «por deseo divino», aseguró en su momento.

«señal de Dios para que me quede»

Un día, antes del último partido del mes de agosto de ese año, justo cuando más se hablaba sobre su futuro, decidió que si marcaba un gol se iba al Southampton, si anotaba dos fichaba por el Leeds United y si conseguía un hat-trick, se quedaba. Había logrado dos cuando peleó con un rival y el balón entró en la portería. No sabía si se lo darían. «Le dije a un compañero, si deciden que no es en propia puerta, será una señal de Dios para que me quede. Y así fue», ha explicado.

Se quedó en la liga neerlandesa, explotó con la selección en el Mundial y firmó con el Liverpool en enero de 2023, donde ya es una estrella. Ahora, en Alemania, acumula los mismos tres goles que anotó en Qatar, aunque su selección camina hacia unas semifinales extraordinarias.

Más allá de la fe, la historia de Gakpo se explica desde el deporte. Su padre fue jugador de la selección de fútbol de Togo y su madre, holandesa, jugaba al rugby. Se conocieron en África y se acabaron mudando al país materno, a Eindhoven, donde nacieron Cody y sus tres hermanos. De pequeño, su habitación estaba repleta de fotos de Pelé y Maradona, los ídolos de su padre; y de estrellas del PSV como Phillip Cocu o Ibrahim Afellay. El Philips Stadion fue su segunda casa desde muy pronto.

Van Nistelrooy, clave

Tuvo una adolescente normal hasta que con 14 años conoció a Ruud van Nistelrooy. El ex delantero del PSV, Manchester United y Real Madrid, entre otros, entrenaba en las categorías inferiores del PSV cuando se cruzó con Gakpo y se convirtió en uno de sus mentores. Le entrenó en la categoría sub'17, en sub'19 y en el primer equipo, desde donde dio el salto a Inglaterra, como Ruud.

Gracias a los consejos de Van Nistelrooy, Gakpo pasó de ser uno más en la cantera del PSV a una de las mayores promesas del equipo, donde terminó explotando a partir de los 20 años. Después de cuatro temporadas en Eindhoven, tuvo un inicio extraordinario en la 2022-2023, con nueve goles en 14 partidos antes del Mundial, y sonó para los grandes clubes. El United, club en el que jugó Van Nistelrooy, se interesó por él, pero el delantero terminó aceptando la oferta del Liverpool de Jürgen Klopp y de su compatriota Virgil van Dijk.

En su temporada y media en Anfield acumula 15 goles en 56 partidos, cifras peores que las de la selección nacional pero que espera aumentar a partir del curso que viene, tras la salida de Klopp. «Todavía no he hablado con Slot (el nuevo entrenador), pero la diferencia entre la selección y el Liverpool es que aquí juego como extremo izquierdo. Allí como delantero. Yo prefiero la izquierda, claro», dijo ayer. Hoy, ante Inglaterra, nueva cita.

Países Bajos apaga la revolución turca en Berlín y se medirá a Inglaterra en semifinales

Países Bajos apaga la revolución turca en Berlín y se medirá a Inglaterra en semifinales

Países Bajos apagó la revolución turca en Berlín. El conjunto otomano, revelación de la Eurocopa, se adelantó con un tanto de Akaydin a pase de la joya Güler y estuvo a unos minutos de dar la sorpresa y plantarse en las semifinales del torneo, pero entre De Vrij y Muldur, éste último en propia puerta, le dieron la vuelta a su sueño. [Narración y estadísticas (2-1)]

Cada partido de Turquía es una fiesta en Alemania, donde viven casi tres millones de inmigrantes otomanos que cada tarde en cada estadio hacen resonar ese «Ohhhhh Turkiye». Berlín volvió a ser suya, empujando a una selección intensa y divertida sobre el césped, con una sorprendente base de futbolistas del Fenerbahce y el Galatasaray y con Arda Güler y Calhanoglu como estrellas. Sus pies fletan balones que hacen volar a sus centrales, revolución de este torneo y detenidos en la orilla de las semifinales por una poderosa selección de Países Bajos, capaz, como los campeones, de levantarse cuando estaba hundida.

Los de Koeman saltaron al Olympiastadion con ganas de enfrentarse a Inglaterra en la previa de la final. En el primer minuto, Memphis Depay erró una clara ocasión dentro del área y el equipo dominó durante el tramo inicial. Schouten y Reijnders asumieron la posesión y los neerlandeses fueron mejores. Pero Turquía despertó.

Güler se acercó a Montella, hablaron y el conjunto otomano cambió. Dejó jugar a los centrales rivales y presionó cuando Gakpo, Simons o Reijnders tuvieron la pelota. Intensos y generosos en cada esfuerzo, así le dieron la vuelta a las sensaciones del partido.

Ritmo muy alto

Conscientes de que con combinaciones no podrían superar a Países Bajos, Turquía comenzó a buscar balones largos a la espalda de Aké y De Vrij con esos cohetes que tiene en las bandas: Muldur y Kadioglu, a los que Dumfries y Gakpo no seguían en las marcas. El duelo aceleró a un ritmo muy alto, diferente a lo visto en los encuentros de Francia e Inglaterra. Turquía mordió y encontró premio.

Después de un par de centros que murieron en el corazón del área pequeña sin que nadie los rematara, Güler por fin encontró destinatario a sus extraordinarios pases. En el 35, recogió el rechace de un córner y puso un balón magnífico con la derecha al segundo palo de Verbruggen, que dudó lo suficiente como para no llegar y que Akaydin, como hiciera Demiral en octavos, cabeceara a la red.

El shock de Países Bajos fue tan brutal como la locura turca en las gradas. El tanto fue merecido al empeño otomano en buscar el partido, en no tantear a su rival, en asfixiar la insulsa posesión neerlandesa. Baris se hizo grande en punta, forcejeando con el gigante Van Dijk y dando salida a los ataques de su equipo. La pregunta era cuánto tiene podría aguantar Turquía esa sexta marcha.

Gunok, ante Gakpo, tras la acción del 2-1.

Gunok, ante Gakpo, tras la acción del 2-1.AFP

La respuesta, en la segunda parte. El conjunto de Montella se encerró en un 5-4-1 convertido en muro y Países Bajos pasó de jugar al fútbol al balonmano. Posesiones eternas de izquierda a derecha en las que se estrellaban una y otra vez con la defensa. Koeman introdujo a Weghorst para tener un referente y juntó a Depay con Gakpo por el carril izquierdo para generar superioridades, pero Turquía todavía tenía oxígeno para más.

Güler, en una falta provocada por él mismo tras una contra, estrelló un zurdazo extraordinario en el palo neerlandés. Podría haber sido otro milagro. Entre él y Baris Yilmaz volvieron locos a Aké y Van Dijk y rozaron el 0-2 en varias opciones, pero el fuelle, como decíamos, no iba a ser eterno.

Heroico Verbruggen

Mientras Turquía bajaba sus pulsaciones, Países Bajos las aumentaba. Toque, toque, toque y toque buscando el espacio y el error rival. Primero Weghorst no estuvo acertado al rematar un centro de Schouten, pero los de Koeman empatarían el partido tras un gran cabezazo de De Vrij a centro de Memphis. 1-1 y el partido cuesta abajo hacia Ámsterdam.

Era el minuto 70 y Turquía parecía K.O. Un par de jugadas más tarde, en el 75, una desconexión de los otomanos en el rechace de un córner terminó con Dumfries poniendo un balón raso al segundo palo que entre Gakpo y Muldur empujaron a la red de Günok.

En el tramo final, Turquía lo dejó todo. Pudo empatar en millones de ocasiones, todas salvadas por un enorme Verbruggen, héroe de su país y verdugo otomano con varias manos casi imposibles, una de ellas a Kilicsoy cuando la grada gritaba gol. Van de Ven, con un pie salvador, también evitó las tablas en los minutos finales. Llora Turquía y sonríe la infinita afición neerlandesa, feliz hacia una semifinal de máximo nivel contra Inglaterra.

El ambiente convulso de Países Bajos, entre los cónclaves y la falta de un líder: "Convendría hablar con el 'staff"

El ambiente convulso de Países Bajos, entre los cónclaves y la falta de un líder: “Convendría hablar con el ‘staff”

La última vez que Países Bajos ganó una eliminatoria en la fase final de una Eurocopa, nueve de los actuales futbolistas de Ronald Koeman ni siquiera habían nacido. Desde aquel 25 de junio de 2000 (6-1 ante Yugoslavia en Rotterdam), la selección Oranje acumula demasiadas frustraciones como para no afrontar el cruce de hoy frente a Rumanía como una final anticipada. Sin embargo, el ambiente de los últimos días en el cuartel general neerlandés no presagia nada bueno. La dificultad para encontrar un plan definido, la ausencia de un líder y los cruces de reproches vienen lastrando al equipo desde el comienzo del torneo.

"Ha sido una semana muy larga", admitió ayer Koeman en el Olímpico de Múnich. Desde la derrota ante Austria, durante estos siete días se han filtrado demasiadas críticas. No sólo periodísticas, sino también internas. "Los jugadores y el cuerpo técnico han sido abiertos entre sí. He visto una reacción en los entrenamientos", añadió el seleccionador sobre las reuniones a las que el domingo ya se había referido Memphis Depay. "Hemos discutido y nos hemos criticado mutuamente. Es lógico que haya roces si los resultados no se dan", explicó el delantero.

Los cónclaves en el Hotel Ritz-Carlton, sede de la Oranje en Wolfsburgo, escenifican el delicado momento de un vestuario sin líderes. Ni Virgil van Dijk - primer capitán- ni Daley Blind o Georginio Wijnaldum -los jugadores con más internacionalidades- han asumido la autoridad de su rango. De modo que el diario De Telegraaf, el más influyente del país, ya pedía el domingo un paso adelante a Depay, lo único rescatable de la debacle ante los austriacos. Más allá del acierto cara al gol, nadie podrá discutir el empeño del ariete rojiblanco. Durante la fase de grupos fue el segundo futbolista de la Eurocopa que más presionó en el último tercio rival (108 veces, más del doble que el segundo neerlandés).

"Remedios a corto plazo"

"El problema de Memphis es que su talento para liderar interfiere psicológicamente con su talento para atacar. Y que sólo lleva la voz cantante cuando se encuentra realmente relajado", comenta a EL MUNDO Joost van der Leij, profesor invitado en la Universidad Libre de Amsterdam. Filósofo de formación, Van der Leij cuenta con un notable prestigio en su país por su revolucionario enfoque del fútbol, donde combina la estadística con herramientas psicológicas de la Terapia Gestalt. "La cuestión con Depay puede solucionarse a corto plazo dejando claro que queda liberado de cualquier tarea de liderazgo", zanja.

Respecto a las opciones de alcanzar los cuartos, Van der Leij se muestra, cuanto menos, cauteloso. "En mi país tendemos a subestimar a rivales en teoría más débiles, pero hacerlo ahora frente a Rumanía supondría un riesgo demasiado grande. Por desgracia, debido a la falta de tiempo, será difícil hacer grandes cambios tácticos. Ahora se necesitan remedios a corto plazo. Sin que los jugadores lo sepan, convendría hablar seriamente con el staff, especialmente con sus analistas, que de alguna manera subestimaron a Austria y elaboraron un plan táctico equivocado".

Desde 1968, Rumanía sólo sumó una victoria y tres goles en los 14 precedentes. Pero si los hombres de Edward Iordanescu logran la heroica, Países Bajos se convertirá en la segunda selección de la historia -después de Yugoslavia (1968-2000)- que cae en cuatro eliminatorias consecutivas de la Eurocopa.

La paradoja de Países Bajos: 15 futbolistas hijos de la inmigración entre el auge de la xenofobia

La paradoja de Países Bajos: 15 futbolistas hijos de la inmigración entre el auge de la xenofobia

El pasado 22 noviembre, el Partido de la Libertad (PVV) ganó las elecciones en los Países Bajos con un programa donde proponía «una política inmigratoria generalmente más restrictiva». «Queremos menos Islam y lo lograremos gracias a una menor inmigración no occidental y la introducción de un cese general del asilo». Más de 2,5 millones de neerlandeses apoyaron las ideas presentadas por Geert Wilders, líder del PVV, quien seis semanas más tarde filtró al diario The Times otra medida: «Las disculpas del Rey Guillermo Alejandro, a propósito de la esclavitud y las acciones policiales, serán retiradas». Esta retórica, a medio camino entre la xenofobia y la exaltación del pasado colonial, contrasta con la realidad de la selección que hoy debuta ante Polonia en Hamburgo.

Ronald Koeman se presenta en el Volksparkstadion con 15 futbolistas que no encajan precisamente en los esquemas de Wilders. Diez proceden de los territorios de ultramar y cinco son hijos o nietos de inmigrantes africanos. No sólo se trata del 62,5% de los convocados, sino de su columna vertebral. Las familias de Virgil van Dijk y Xavi Simons vienen de Surinam, mientras los ancestros de Jeremie Frimpong y Memphis Depay son originarios de Ghana. El pasado día 6, durante el amistoso ante Canadá en Rotterdam, el lateral del Leverkusen y el delantero del Atlético celebraron el 1-0 con la danza Adowa. «Por supuesto que representamos a Países Bajos, pero lo que hicimos es algo que está en nuestra sangre», comentó Depay sobre el ceremonial.

Según las cifras de 2022 de Statline, la base de datos con la que trabajan las autoridades de La Haya, el 25,2% de los 17,5 millones de ciudadanos neerlandeses son hijos o nietos de la inmigración. Por orden de importancia, destacan los 430.000 procedentes de Turquía, los 419.000 de Marruecos y los 360.000 de Surinam, el gran vivero de su selección. Lejos de aquella Naranja Mecánica de los Mundiales de 1974 y 1978, compuesta exclusivamente por blancos, la Oranje fue incorporando a ídolos como Ruud Gullit, Frank Rijkaard o Patrick Kluivert, con raíces en la ex colonia, que obtuvo su independencia en noviembre de 1975. O Clarence Seedorf, Aron Winter y Edgard Davids, nacidos en Paramaribo, la capital.

El doble caso de Dumfries

En la actual lista de Koeman, además de Van Dijk y Simons cabe mencionar a Georginio Wijnaldum, Donyell Malen, Ian Maatsen, Steven Bergwijn, Ryan Gravenberch y Denzel Dumfries. El caso del lateral del Inter resulta doblemente curioso, ya que su madre es de Surinam y su padre de Aruba, una de las Antillas Holandesas. De Curaçao, otra de esas islas caribeñas que aún forman parte del Reino, procede Lutsharel Geertruida, lateral del Feyenoord.

La diversidad del vestuario parece ajustarse a las evidencias de un censo de las que ni el propio Wilders puede escapar, ya que su abuela nació en Indonesia y su esposa, una inmigrante húngara, tiene raíces turcas. En cualquier caso, el líder ultraderechista ha sabido beneficiarse del odio hacia una población de origen inmigrante que a comienzos de siglo no llegaba a los 2,8 millones y hoy supera ya los 4,2. Josip Kesic y Jan Willem Duyvendak, los sociólogos que más a fondo han estudiado el fenómeno, concluyen sus investigaciones con una paradoja. «La hostilidad hacia los musulmanes y las personas cuyo fenotipo difiere del patrón de holandés blanco, es decir, aquellos que son vistos como extranjeros, podría resultar sorprendente, dada la reputación de los Países Bajos como un país progresista y tolerante».

De acuerdo con el último informe publicado por la Comisión Europea, el 82% de los neerlandeses (22 puntos más que la media comunitaria) considera que la discriminación por origen étnico está muy extendida en su país. Según las entrevistas de este Eurobarómetro, realizadas en abril y mayo de 2023, el 78% (17 puntos más que la media) considera que existe una discriminación muy generalizada por el mero color de la piel.

12 años después de Gdansk

El fútbol, lógicamente, no vive ajeno a la oleada racista. Y en el seno de la Oranje aún recuerdan aquel aborrecible episodio previo a la Eurocopa 2012, cuando sus jugadores escucharon gritos de «mono» durante un entrenamiento, abierto a 20.000 aficionados, en el Stadion Miejski de Gdansk. Hoy, la representación inmigrante dentro del vestuario se ha duplicado. De hecho, alcanza hasta Indonesia, aquel gigante insular de donde llegaron futbolistas de la talla de Sonny Silooy o Giovanni van Bronckhorst y que ahora vuelve a la actualidad gracias a Tijjani Reijnders.

El centrocampista del Milan, llamado a llenar el vacío dejado por Frenkie de Jong, celebró el 11 de mayo un gol contra el Cagliari señalando en su camiseta el melodioso apellido de su madre: Lekatompessy. Aunque ninguna búsqueda de los orígenes como la de Cody Gakpo, referencia goleadora el pasado Mundial de Qatar. En sus últimas vacaciones, el delantero del Liverpool viajó a Togo, la diminuta nación de su padre, para tareas humanitarias. «Es importante devolverles todo lo que pueda». La nómina africana de Koeman se completa con Nathan Aké, hijo de marfileño, y Brian Brobbey, con ancestros en Ghana.