Gabrielle Thomas, una chica de Harvard

Gabrielle Thomas, una chica de Harvard

Gabrielle (Gabby) Thomas, una de esas atletas tocadas por la gracia de la apostura física y el brillo intelectual (graduada en Harvard en neurobiología), rompió el sueño de Julien Alfred de coronarse reina de la velocidad. La atleta de Santa Lucía, vencedora de los 100 metros, accedió a la plata en los 200. Se rindió ante Thomas, esbelta perla mulata estadounidense de 27 años, ya bronce en Tokio.

No hubo incertidumbre en la victoria. Gabby salió m

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El talento y la estética

El talento y la estética

El contraste era extremo entre las dos grandes favoritas al oro en los 800 metros. Entre Keely Hodgkinson, la viva imagen de la rubia Albión, y Mary Moraa, surgida de las profundidades oscuras de la fértil Kenia. Entre el estilo grácil de una y el enérgico de la otra. Dos mediofondistas formidables. Fiel a su costumbre, a su táctica, Hodgkinson tomó en el acto la cabeza de la carrera. Moraa, a su lado. A su lado, no detrás. Corrió de ese modo, al

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Julien Alfred y el milagro de Santa Lucía

Julien Alfred y el milagro de Santa Lucía

Llovía ligeramente cuando ocho mujeres echaron a correr como oscuros rayos húmedos en la final de los 100 metros. No ganó, como de costumbre, una jamaicana. Ni tampoco, como era de suponer en ese caso, una sustituta estadounidense, sino una joven (23 años) de Santa Lucía, una diminuta isla caribeña de 185.000 habitantes, llamada Julien Alfred.

Fue una sorpresa relativa. Alfred había corrido este año en 10.78. Pero las estadounidenses presentaban e

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La velocidad es para viejos

La velocidad es para viejos

Aúlla, ronca, la sirena. Un parpadeo y Cameron McEvoy (Australia) es el campeón olímpico de los 50 libre 21 segundos y 25 centésimas después. A un aleteo, cinco centésimas, el británico Ben Proud. A un carraspeo, 31, el francés Florent Manaudou. La velocidad, qué curioso, qué raro, es para viejos. McEvoy tiene 30 años. Proud, 30 el mes que viene. Manaudou, el ídolo, la leyenda pre-Marchand...¡33! La natación tiene razones que la razón no entiende

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El verano de Summer (McIntosh)

El verano de Summer (McIntosh)

Evgeniya Chikunova tendría que haber estado en la final de los 200 braza. Y quizás la habría ganado. Después de todo es la plusmarquista mundial. Pero, además, es rusa, una razón olímpicamente excluyente en las actuales circunstancias bélico-políticas. Chikunova, de 19 años, nacida, como Putin, en San Petersburgo, no forma parte del magro contingente de compatriotas, 15 en todos los deportes, que han sido autorizados para acudir a París como «atl

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El récord de Pan Zhanle y la fascinación de la velocidad

Actualizado Miércoles, 31 julio 2024 - 23:43

¡Por fin un récord del mundo! El agua hervía al paso de los finalistas en los 100 metros libre. Y más que en las otras calles en la ocupada por Pan Zhanle. El chino, 19 relampagueantes años, hecho de materia estelar supersónica, volaba dejando un rastro de espuma ardiente. Era el plusmarquista mundial (46.80). Y lo sigue siendo, ahora con 46.40. Dejó a más de un segundo a Kyle Chalmers y a David Popovici. Los aplastó, los ahogó en la prueba reina

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McKeown vs Smith, el gran duelo de la espalda

McKeown vs Smith, el gran duelo de la espalda

Después de tres jornadas sin récords del mundo, la primera final de la cuarta, los 100 espalda femeninos, suponía una especie de prueba de fuego para medir la calidad de una piscina envuelta en la polémica acerca de la idoneidad de su calado, poco profundo. En estas circunstancias, todas las pruebas están pasando un examen suplementario.

Pero, en especial, en este cuarto acto, lo experimentaban los 100 espalda femeninos. Hace un mes, en los trials estadounidenses, Regan Smith establecía un nuevo primado universal. Sus 57.13 borraban los 57.33 de la australiana Kaylee McKeown, plusmarquista, por otra parte, de los 200, distancia en la que destronó a la propia Smith. Desde 2019 se han ido alternando una y otra en el predominio de la espalda. Ahí tenemos una de las grandes rivalidades de la natación actual, representantes y continuadoras ambas mujeres de las dos grandes potencias históricas de su deporte.

A lo que íbamos. Un récord del mundo tan reciente debía por fuerza ser refrendado por mejoría o aproximación en la pileta olímpica. Y así fue. Por aproximación. No ganó Smith, sino McKeown. Campeona en Tokio con 57.47, refrendó su título y, además, con un nuevo récord olímpico: 57.33. Smith realizó 57.66. La otra estadounidense, Katharine Berkoff, 57.98. A tenor de esas marcas, no pareció lenta la piscina.

Tampoco lo fue para saludar, en los 800, los 7:38.19 del irlandés Daniel Wiffen, récord olímpico y europeo. Ni para lucirse, en las semifinales masculina y femenina de los 100 libre. Todos los chicos, con Pan Zhanle y David Popovici en la pomada, quedaron comprimidos en menos de 48 segundos. Y siete de las ocho chicas, en menos de 53. También se adornó, en los relevos masculinos 4x200 libre, con Gran Bretaña (6:59.43) cerca del tope universal de Estados Unidos (6:58.55).

Fin de la cuarta jornada. Siguen faltando los récords mundiales. Pero no la emoción ni la importancia de las medallas. Nada empaña el resplandor del oro, el brillo de la plata y el lustre del bronce.

La brazada agónica de Popovici y un festival australiano

La brazada agónica de Popovici y un festival australiano

Aunque no escasean los registros formidables, acaso tengan razón quienes, dado el supremo nivel de la competición, motejan de lenta la piscina. Unos 200 libre masculinos electrizantes con protagonistas sonoros desembocaron, sin embargo, en marcas nada cegadoras. A remolque durante toda la prueba, ganó David Popovici en la última, agónica brazada. Cuarto en Tokio cuando era un chavalín -ahora tiene 19 años-, el rumano (1:44.72) sólo adelantó por l

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Léon Marchand y los récords aplazados

Léon Marchand y los récords aplazados

Acostumbrados a que la natación nos regale récords del mundo con pasmosa frecuencia, casi sorprendió que, ya en el primer día de competición, no se batiera ninguno. Mejor. Los récords tienen que hacerse esperar y darse a valer. Deben responder a lo excepcional y no a lo rutinario para mantener su prestigio. Ninguna máxima competición carece de interés porque no registre récord alguno. Al contrario. Plantea un desafío y un aliciente futuros cercan

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La apoteosis de los bañadores sintéticos, 16 años después

La apoteosis de los bañadores sintéticos, 16 años después

París ofreció en la ceremonia de inauguración un paseo fluvial por gran parte de lo mejor de la historia y la cultura de Francia. Parafraseando a Alejandro Dumas y su novela Veinte años después, continuación de Los tres mosqueteros, el título de esta columna alude a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, en los que aparecieron los bañadores de poliuretano, que conocieron su apoteosis un año después por estas fechas, en el Campeonato del Mundo, celeb

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