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Ante el Atlético se registró al peor entrada desde que el Barça usa el Olímpic, aunque Xavi señaló al frío y al horario como culpables, sólo 17.000 de los 81.000 abonados del Camp Nou apostó por renovar su abono el pasado verano
El traslado forzoso a Montjuïc por las obras del Camp Nou no es un plato que la mayoría de los aficionados del Barça esté saboreando a gusto. El hecho de que el pasado verano no logrará alcanzarse la cifra de 27.000 abonados que se había planteado la entidad que preside Joan Laporta ya dejó una señal clara de ello. No en vano, era una tercera parte de los 81.000 socios que, cada año, se hacían religiosamente con su abono en su antiguo hogar, acudieran luego o no a todos los partidos.
Casi a última hora, con un acelerón final, se superaron los 17.000 abonos vendidos. El récord de público, cómo no, se registró en el clásico: unos 50.000 aficionados en las gradas. Frente al Atlético, en cambio, con todo lo que había en juego, la cifra fue la más baja hasta el momento: 34.568 espectadores.
En comparación con el Camp Nou, Montjuïc es un recinto que queda mucho más aislado del resto de la ciudad. El acceso en coche a las inmediaciones del estadio, además, se restringe únicamente a los colectivos que cuenten con plaza de aparcamiento, muy limitadas. En cuanto a las motos, los seguidores disponen de 3.500 plazas, situadas en el Paseo del Migdia y la calle Doctor Font i Quer. En el primer caso, las plazas quedan bastante alejadas, mientras que en el segundo estarían algo más cerca.
Las recomendaciones del Ayuntamiento de Barcelona, por supuesto, son acceder a los aledaños del recinto, en días de partido, o bien aprovechando alguno de los autobuses lanzadera disponibles o algunos de los autobuses urbanos que dejan relativamente cerca, usando el funicular, si bien la distancia a recorrer desde allí tampoco es nada desdeñable, en bicicleta o a pie, usando algunas de las escaleras mecánicas que pueden empezar a utilizarse en la Avenida de Maria Cristina, muy cercana a la plaza de España.
Ir desde el centro de Barcelona a Montjuïc, a pie, supone un recorrido de unos 46 minutos, teniendo en cuenta que el camino es de subida. En transporte público, en el mejor de los casos, supone alrededor de media hora, mientras que, en bicicleta, se tardan unos 20 minutos.
El acceso al estadio puede hacerse de manera más o menos escalonada. La salida, en cambio, suele presentar más problemas. No es nada raro ver largas colas de aficionados que esperan para poder montarse en algunas de las lanzaderas que van hacia la plaza de España o contemplar una auténtica riada humana que se dispone a hacer ese camino a pie o, de nuevo, usando las escaleras mecánicas.
En cuanto a la asistencia en sí, Xavi no dudó a la hora de esgrimir dos factores tal vez un tanto manidos, pero muy reales. “Supongo que el horario y el frío también cuentan. Los necesitamos y los que han venido han estado de 10. El domingo que viene también los necesitamos, porque nos mediremos con otro equipo que, sorprendentemente, es rival directo. Estamos a cuatro puntos del Girona”, señaló el técnico azulgrana.
La situación del Olímpic, sin edificios a su alrededor, propicia que la sensación térmica que llega a experimentarse en las gradas sea mucho más baja que en gran parte de la ciudad de Barcelona. Algo que, además, se acentúa a medida que se escapa el día. El sistema de reparto de entradas entre los abonados tampoco pareció ser demasiado convincente. A pesar de haber pagado por acceder a una zona, no hay asiento fijo. Los abonados que vayan a asistir deben confirmar su presencia seis días antes del partido. Si no lo hacen, el club puede disponer libremente de la localidad que fueran a tener asignada.