Carlo Ancelotti pidió «respeto a las reglas» en el caso Olmo, aunque evitó pronunciarse sobre los detalles, al desconocerlos. «Lo que puedo decir es que hay que respetar a todos los clubes, las instituciones y las reglas», manifestó el entrenador del Real Madrid, antes de enfrentarse al Valencia, en el partido de Liga aplazado por la DANA. Una victoria otorgaría el liderato al equipo blanco.
«Empezamos un nuevo reto con mucha ilusión, queremos empezar bien el año en un partido exigente. El Valencia ha cambiado de entrenador y siempre nos ha costado jugar contra ellos. Es un partido muy importante, podemos recortar posiciones en la tabla. El equipo está bien, los días de descanso han venido bien, veo a todos motivados y en buena forma», dijo Ancelotti.
Elogió Carletto la labor realizada por Rubén Baraja, anterior técnico, en el Valencia y desveló la forma en la que han preparado el partido, estudiando la táctica de Carlos Corberán y viendo la forma en la que la aplicará a su nuevo equipo. «Pensamos en lo que nos vamos a encontrar dentro del campo con un rival que ha cambiado de entrenador y tendrá una motivación extra por parte de los jugadores. Para mí, Baraja ha hecho un trabajo fantástico. Ahora llega un entrenador nuevo con ideas nuevas y esperamos un partido exigente. El ambiente no sé cómo será, pero tenemos que estar focalizados en el partido y nada más», explicó.
«El equipo, mucho más motivado»
El técnico madridista se marcó el objetivo de iniciar el año ganando y destacó el ambiente que ha visto en el vestuario al regreso de las vacaciones navideñas: «Tras un momento negativo en noviembre, el equipo ha reaccionado muy bien y ahora está mucho más motivado, ilusionado y en mejor forma. Hemos recuperado a jugadores. Alaba ya ha empezado a entrenar con nosotros. El ambiente es bueno y tenemos que ser capaces de mantenerlo ganando partidos». Sobre el austríaco, dijo que espera que regrese el 19 de enero, descartando al defensa para Mestalla, la Copa y la Supercopa de España.
«Cuando tengamos una plantilla más completa habrá más rotaciones. Sobre todo atrás, Alaba nos da rá la oportunidad de rotar en la posición en la que hemos sufrido más», añadió el técnico, que recupera a Vinicius para Mestalla, donde sufrió los pitos racistas.
Un Madrid entre el gol y la ira puede haberse dejado el liderato en El Sadar. El gol lo representa Mbappé, que crece y crece mientras intenta alejarse de lo tóxico. Difícil. La ira la personifican, esta vez, Bellingham y Ancelotti. El inglés, expulsado presuntamente por un insulto o menosprecio a Munuera Montero sin el balón de por medio; el italiano, amonestado, lejos de su temple en la banda, incluso contenido por su hijo Davide. El empate en inferioridad ante Osasuna no puede disociarse de una actuación del equipo arbitral deficiente, con un posible penalti no señalado a Vinicius, el corregido por el VAR en el área contraria, tras una acción de Camavinga, y la expulsión de Bellingham. La Liga se calienta, y no para bien. [Narración y estadísticas (1-1)]
Bellingham lo hace solito. Ya se le ha visto dirigirse airadamente a jugadores o colegiados en otros partidos. Debe corregir esa impronta. La situación de Ancelotti, en cambio, es más sintomática y significativa del estado de nervios en que vive el Madrid en la Liga, no en la Champions, donde no sospecha. Con razón o sin ella por los errores arbitrales, que los hubo en El Sadar, no es algo que le convenga, porque resta energía a quien tiene la mejor. La discusión iguala a los equipos. La calidad los diferencia.
Sin discutir, el Madrid no es que fuera superior, es que abrumó a Osasuna con un arranque autoritario, de tirano, mucho más que de líder. Eso no es fácil en El Sadar, un lugar con electricidad esté como esté Osasuna. La intensidad es la primera característica de su idiosincrasia. Con Modric y Camavinga en el centro del campo, el Madrid se hizo con el mando del partido, amenazante, rápido en el movimiento de la pelota. Vinicius protestó una mano en la primera jugada y falló lo más claro en la siguiente jugada. No se habían alcanzado aún los tres minutos. El Madrid era un ciclón.
Jugada residual
Vinicius fue objeto, poco después, de una entrada de Moncayola en el pico del área. El desplazamiento fue claro, pero ni Munuera Montero señaló penalti ni el VAR recomendó al colegiado que lo revisara. Extraño. Era, al menos, para verlo. La comparación de esa jugada con la que el VAR pidió al árbitro que fuera a ver al monitor por la acción de Camavinga, en una jugada residual, da argumentos al Madrid en sus protestas. La única justificación reglamentaria es que, al ser amonestado con la tarjeta amarilla, haya de señalarse el penalti. De nuevo, una pena máxima por acciones de interpretación. El Madrid la suma a la que recibió en el derbi, por el pisotón de Tchouaméni con el balón pasado, y a la no roja a Romero sobre Mbappé en Cornellà, con la carta del club de por medio.
El gol de Mbappé fue, pues, como un espejismo, en una de las pocas acciones limpias, libres de protestas, que tuvo el partido. Valverde, de nuevo como lateral, cazó un rechace y puso la directa. Pocas conducciones en la Liga son tan imparables. El uruguayo es como un expreso. Corrió, centró y Mbappé llegó a la anticipación al central para colocar el balón justo bajo el larguero. Tremendo el remate del francés, activo, medido en los espacios para evitar el fuera de juego. La progresión, parada y centro que había hecho poco antes para Vini demostraban que está afinado. Lástima que la ira pueda llevárselo por delante.
Courtois, tras la concesión del penalti por el VAR.AFP
La amarilla a Ancelotti y la expulsión de Bellingham cambiaron el decorado, por la inferioridad y la crispación. Osasuna comenzó a aparecer, con Bryan Zaragoza por la izquierda y las llegadas de Aimar Oroz, que provocó la primera intervención salvadora de Courtois, mano abajo con fuerza, la suficiente para que el balón saliera por encima del larguero. Una parada de valor gol. El regreso del descanso trajo la misma tendencia, apoyado el equipo navarro en su superioridad y con Asencio como anticuerpo. Crece el central de la cantera. A Osasuna le convenían los quilombos en el área madridista. El polémico penalti de Camavinga, VAR mediante, llegó en ese contexto. Courtois había vuelto a evitar el empate, pero en los 11 metros ante Budimir, nada pudo hacer.
La igualada era ya una amenaza para el líder, que empezó el choque con uno y dos puntos sobre Atlético y Barcelona, respectivamente. Una vez consumada, el Madrid debía volver al juego. Ya habría tiempo de protestas. Lo hizo el equipo de Ancelotti, con un Mbappé que apurada sus fuerzas hasta la extenuación y forzaba lo mejor de Herrera bajo palos, y un Vinicius en estado puro, determinado, sin sonrisas irónicas. No las tuvo hasta el final ni las tiene un Madrid encorajinado, entre el gol y la ira.