La tranquilidad de la mayoría de partidos de equipos de Primera en las jornadas previas de Copa se vio truncada por la locura que se vivió en este último día de la primera ronda del torneo del ko en Orihuela. El Levante pasó sobre la bocina y al Espanyol también le costó, no así Celta, Alavés y Betis que ganaron sin problemas sus duelos.
Por volver a la localidad alicantina, el partido entre el Orihuela y el Levante (3-4) fue una auténtica lucha hasta el último minuto. De hecho, fue Espí en el 92, apenas dos después de que el conjunto amarillo empatara por medio de Ayo, el que dio la victoria a los, ayer, blanquiazules.
El Espanyol necesitó del mejor Kike García para resolver un duelo ante el Athletic Lleida que se complicó en la primera parte. Un doblete del ariete periquito salvó a los de Manolo González de caer en primera ronda como le ocurriera el martes al Oviedo.
Pocas opciones dieron el Celta y el Alavés al Puerto de Vega y al Getxo respectivamente. Los vigueses no necesitaron subir de marcha y ganaron de manera gris al equipo de Navia (0-2), que consiguió mantener su puerta a cero hasta el descanso. Óscar Marcos, el debutante en el equipo de Giráldez abrió el marcador y dos minutos después lo cerró Damián de penalti.
El Alavés fue una apisonadora en Getxo (0-7). Los vitorianos ya iban 0-4 en la primera parte con dobletes de Mariano y Carlos Vicente. El delantero caribeño completaría su póker en la segunda parte y los babazorros terminarían haciéndole un siete al conjunto vasco.
Otra fue el Betis, Riquelme fue un puñal por la banda y Altimira gobernó el medio campo ante el Palma del Río (1-5). Poco pudo hacer el ex bético Sergio León, aunque una asistencia suya dio el gol del honor a los cordobeses. Finalmente, los de Pellegrini terminaron con siete tantos.
El ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, ha sido citado del 3 al 19 de febrero de 2025 por el Juzgado Central de lo Penal de la Audiencia Nacional para responder por el beso no consentido a Jenni Hermoso durante la celebración del Mundial Femenino en Australia en agosto del pasado año y las coacciones posteriores.
Junto al mandatario, están también citados como investigados el ex seleccionador nacional femenino, Jorge Vilda, el ex director deportivo de la RFEF, Albert Luque, y el que fuera responsable del Área de Marketing, Rubén Rivera.
Rubiales deberá responder por un delito de agresión sexual y otro de coacciones, que comparte con el resto de investigados. La Fiscalía solicitó dos años y medio de cárcel para el ex presidente de la RFEF, uno por el beso y otro año y medio por las coacciones posteriores. Esa última petición es la que también hizo para los otros tres acusados.
También, el Ministerio Público reclamó a Rubiales una indemnización para la futbolista de 100.000 euros. La mitad de la cifra por la agresión sexual y la otra mitad, a afrontar conjuntamente entre los cuatro acusados, por las coacciones.
En el escrito de acusación, la fiscal Marta Durántez apuntó como el acusado cogió la cabeza de la jugadora "con ambas manos, y de manera sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación de la jugadora" le propinó un beso en los labios.
Además, añadió para el resto de acusados como "ante las consecuencias personales y profesionales" que podían acarrear los hechos, especialmente para Luis Rubiales, comenzaron "a ejercer actos constantes y reiterados de presión directamente sobre la jugadora Jennifer Hermoso Fuentes y a través de su familia y amistades" para que la futbolista "justificara y aprobara el beso que contra su voluntad le dio Luis Rubiales".
Así, el escrito habló de "hostigamiento" a la futbolista y a sus familiares tanto en los momentos posteriores a la victoria en el Mundial (vestuario, viaje al aeropuerto y vuelo) como en las vacaciones posteriores en Ibiza.
En la diligencia de ordenación de la Letrada de la Administración de Justicia del Juzgado Central de lo Penal, se advierte que la vista se celebrará en la sede de San Fernando de Henares los días 3, 4, 5, 6, 10, 11, 12, 13, 17, 18 y 19 a partir la de las 10 horas.
Cuesta un mundo sumar 14 en cualquier cosa. Lo que darían muchos por hacerlo en la quiniela. Pero este Atlético lleva esos partidos seguidos ganando. No lo había hecho en toda su historia. Y es Simeone, el entrenador que muchos creían había cumplido un ciclo, el que lo ha conseguido. Suya por cierto es también la marca de 13 victorias, hace más de 12 años. Le valió un solitario tanto de Julián Álvarez para conseguirlo y tambien proclamarse campeón de invierno. La última vez que lo fue terminó también al final de la temporada en lo alto del cajón. Y este Atlético lo quiere, lo busca y lo ansía. [Narración y estadísticas, 1-0]
Entre el pitido inicial y el primer momento que el balón tocó la red de Osasuna, la posesión había sido del 100% rojiblanca, 99,9% si contamos los despejes de los rojillos. La suerte del equipo que dirige Vicente Moreno es que lo que impulsó al interior de su portería fue el brazo de Griezmann y no su cabeza. Lo tenía pegado, sí, pero hizo el francés por moverlo para dirigir el esférico y el VAR le pilló.
Ese susto inicial sirvió para que el equipo visitante recordase que el fútbol se juega con el balón en los pies y no persiguiéndolo, pero esa primera estirada rojilla casi le cuesta el primer gol en una contra si Julián Álvarez hubiera sabido cómo mandar a la red un gran pase de Giuliano. Remató flojo a las manos de Sergio Herrera para desesperación del Cholo, que ya había negado con la cabeza tras el gol anulado al Principito.
Pasado el agobio inicial, el Atlético bajó un poco el ritmo y Osasuna subió algo sus líneas. Sin volverse loco el conjunto de un Vicente Moreno que, con la tablilla, quiso más llegar vivo al segundo tiempo que dominar desde el inicio. De hecho, Ante Budimir, tercer en el Pichichi de esta liga, inició el choque desde el banquillo. Simeone, por contra, ha encontrado una veta de oro y no piensa cambiar hasta que se agote. Hace pequeñas variaciones, como la salida de Molina por Llorente y la obligada de Le Normand por Giménez, pero el resto es inamovible.
El partido se igualó y el Atlético de Madrid comenzó a echar de menos a su Armada Argentina. Julián, el más activo, tuvo tres ocasiones, dos de ellas claras, pero no debe de haber vuelto igual de fino tras su paso por el parón navideño. De Paul, por su parte, estuvo más espeso, a chispazos, no con la regularidad de otros partidos y Molina, fue el que criticó la parroquia antes de la lesión: fallón e inconsciente en defensa, pero algo más incisivo en ataque. Quizás Giuliano, un hombre que no conoce la palabra relax, estuvo más cercano a su nivel habitual de gran o, a veces, exceso de actividad.
Griezmann, tras marcar el tanto que fue anulado.THOMAS COEXAFP
Osasuna, de hecho, fue el último rival que se llevó algo positivo del Metropolitano. Fue en el último partido en casa de la temporada pasada, con todo decidido, y le consiguió endosar cuatro tantos a la portería que defendía Oblak. No obstante, si quería intentar una machada parecida, necesitaba pólvora arriba. El equipo echaba de menos a su delantero titular, aunque Raúl García, como su homólogo ya retirado, ponía mucho trabajo a nivel de presión y defensa.
Salió Lino tras el descanso, notaba Simeone un desequilibrio ofensivo entre ambas bandas, y veía que Galán no sufría con Rubén García así que decidió buscar la mordiente que aporta el brasileño arriba. Circunstancial o casualmente, el Atlético comenzó a empujar desde el inicio de la segunda parte. Quería la 14 seguida, quería que su técnico hiciera historia, quería el título de invierno. Giuliano estrelló la primera ocasión rojiblanca en la defensa rojilla. No perdonó Julián en la suya tras una gran dejada de cabeza de Lenglet a centro de Griezmann.
Faltó ambición
El gol espoleó a Vicente Moreno en el banquillo que hizo un triple cambio para asemejar Osasuna a lo que suele ser el resto de duelos. Oroz, Moncayola y Areso, al campo, aunque el Cisne seguía esperando turno. Sacó a Torró, un mariscal en el medio y el mejor rojillo sobre el campo, raro ahí el de Massanassa. Serían los cambios o sería el cansancio tras el parón, pero el Atlético dio un paso atrás muy peligroso para sus intereses y algo menos usual esta temporada.
Pero Osasuna pagó la falta de valentía inicial de su entrenador. Quizás con la actitud de los últimos minutos y un nueve arriba podría haber sacado otro resultado, pero a toro pasado todos somos Manolete. El Atlético y Simeone hacen historia y, también, se apuntan a la liga.
Tuvo que ser el Día de las Peñas, en el encuentro ante el Leganés. El día que el Atlético de Madrid tiene reservado para sus aficionados en el que se debió cumplir la sanción de un partido de cierre parcial que falló el Comité de Apelación de la Real Federación Española de Fútbol tras rebajar los tres que había decretado inicialmente el de Disciplina por los incidentes en el derbi ante el Real Madrid.
Al ambiente festivo de fuera, siguió el luto en el interior del Metropolitano. Faltaban los casi 5.000 que integran cada 15 días los sectores 127 a 133 del fondo sur del Metropolitano. No obstante, la entrada fue muy alta, sobrepasando por poco las 60.000 butacas.
El club intentó en su recurso que el cierre se limitara al centro de la grada, los sectores que van del 129 al 131, pero Apelación no estimó sus argumentos al referir el árbitro en el acta que el lanzamiento de objetos vino del "fondo sur bajo".
En el 130, zona en la que se suele ubicar el Frente Atlético, especialmente en su parte inferior, una lona gigante de LaLiga con la frase: "El fútbol que queremos". 350 asientos para lanzar un mensaje a los violentos y una grada entera para que paguen justos por pecadores, según valoró Diego Simeone en rueda de prensa.
"Primero, es una pena que esos 5.000 hayan tenido que pagar por seis, cinco, siete u ocho. Por otro lado, el estadio estuvo maravilloso, la gente se sintió presente. Esperemos ser más fuertes cuando estemos todos como siempre hemos sido", explicó el técnico argentino al acabar el choque.
Lo cierto es que el estadio rojiblanco fue mucho menos bullicioso que otras veces, pese a las palabras del Cholo. Y eso que el equipo necesitó su aliento tras verse 0-1 en el marcador a la media hora de juego.
Hasta pasada la hora de partido, lo más destacable que salió de la grada fueron pitos al equipo en ciertos momentos de manera general y a De Paul de manera particular. También se silbó y mucho a la megafonía cada vez que se recordaba que no estaban permitidos actos violentos o racistas. Entonces, con el empate de Sorloth viró la actitud del respetable y, esta vez sí, el Metropolitano volvió a ser una caldera.
"El apoyo ha estado bien, pero cuando faltan 5.000 se queda un poco menos caliente. Aún así la afición ha estado espectacular. Cuando pierdes 0-1 no es fácil, pero el público apoya hasta el final", declaró Axel Witsel al finalizar el choque.
Los decibelios del Metropolitano fueron creciendo acorde a las ocasiones y, sobre todo, los goles del equipo. Las gradas casi se vienen abajo en el tanto de Griezmann, que era el que certificaba la remontada y luego en el segundo del delantero noruego.
Futuro incierto
Lo peor puede estar por venir. La sanción de la RFEF era la más liviana contra el club rojiblanco por el lanzamiento de objetos durante el derbi al portero del Real Madrid, Thibaut Courtois, que obligó a suspender el encuentro durante 14 minutos.
Queda la sanción de Antiviolencia. No son sólo 65.000 euros, sino que habla del cierre total del estadio durante dos semanas. Al ser un proceso largo, podría no haber dictamen final ni siquiera esta temporada. Si el Metropolitano escuchó el silencio ante el Leganés, vacío puede ser como vivir en la nada.