Jon Rahm quiere marcar el ritmo de la temporada 2023 y vuelve a deslumbrar en su segunda participación del año donde firmó por segundo día consecutivo una ronda de 64 golpes. El español, que ya ganó el primer torneo de la temporada, se sitúa segundo en el American Express, torneo del PGA Tour que se disputa La Quinta (California).
Rahm dio un verdadero recital durante los primeros 36 hoyos y solo el novato Davis Thompson fue capaz de eclipsar el juego del español. El joven norteamericano de 23 años igualó el récord de eagles en la historia del PGA Tour, tras acumular cinco en solo dos rondas. El doble -8 firmado por Rahm, -16 en el acumulado, le dejan a dos golpes del líder a falta del fin de semana con los 36 hoyos definitivos: “me siento muy bien. Tengo mucha confianza. He conseguido un gran resultado jugando esencialmente en el campo más difícil dos días seguidos, pero estoy en una muy buena posición. Así que espero poder mantener el buen juego”.
En palabras del propio Jon al terminar su vuelta, su juego se mostró especialmente solido con su juego corto. “Mi juego con los wedges ha sido probablemente el mejor que he tenido nunca”, el español dio muestras de ello en toda la vuelta, como el segundo golpe del hoyo 5 (su hoyo 14 en el torneo), donde dejó la bola solo a un par de centímetros del hoyo.
Hace algo más de un año, poco antes de cerrar la mejor temporada en la historia de la F1, Max Verstappen explicó el enfoque mental con el que aborda cada carrera: "Disfruto de lo que hago, pero tampoco me vuelvo loco. No me planteo muchas preguntas. Simplemente me dejo llevar y eso me funciona". Aquellas palabras se entendían mejor a la luz de la facilidad con la que había logrado 19 victorias, pero no con los sufrimientos a los que ha hecho frente en 2024. Un Mundial, cerrado con un quinto puesto en Las Vegas, donde tuvo que superar indecibles dificultades dentro y fuera del coche. Así que, para alzar su cuarta corona, el holandés no sólo ha demostrado ser el piloto más rápido, sino el de mayor fortaleza psíquica.
Si hay una imagen que explica el cuarto título de Verstappen es la de su entrada triunfal en meta durante el GP de Brasil, donde había partido decimoséptimo. Y si hay un dato para cifrar el descalabro de Lando Norris son sus 90 puntos perdidos por el camino. Desde las poles desperdiciadas en Montmeló y Hungaroring, al error durante un pit-stop en Silverstone, la excursión por la grava en Spa, el enganchón en Austria o las cinco posiciones perdidas en Interlagos. La diferencia entre los dos aspirantes estribó en el modo con el que abordaron las dificultades.
"Los verdaderos campeones poseen un conjunto de herramientas mentales más completo que otros que simplemente pueden conducir rápido", arranca Kerry Spackman, uno de los hombres que, desde 2003, empezó a guiar los pasos de Lewis Hamilton. En conversación con EL MUNDO, el neurólogo neozelandés estima que "al menos el 95% de quienes alcanzaron la cima lo hicieron gracias a sus habilidades mentales" y ofrece un análisis que explica tanto el éxito de Mad Max como la frustración del líder de McLaren. "Los campeones siguen mejorando cada día, mientras que los de mayor talento natural se topan a veces con un muro y no logran mejorar debido a su falta de herramientas".
"Una caja completa de herramientas"
En todas las ramas de la competición se pueden enumerar ejemplos de quienes, con un talento natural innato, no pudieron paladear la gloria. Un capítulo, teñido por el malditismo, que el profesor Spackman denomina "el caso de los campeones desaparecidos". "Lo que la mayoría de la gente no aprecia es que un piloto de F1 necesita una amplia gama de recursos mentales para estar constantemente en la cima. Esto se debe a que la se trata de un deporte muy complejo, con miles de aspectos diferentes. Por lo tanto, no se trata solo de esta o aquella herramienta, sino de una caja completa de herramientas".
"Un aspecto interesante de nuestro cerebro es que cuenta con diversos módulos diferentes o unidades de procesamiento. Un poco como una computadora, con múltiples CPU y tarjetas gráficas. Sacar el máximo provecho de todos estos módulos mientras se compite es muy complicado. Los mejores pilotos aprenden a hacerlo, aunque lo que funciona para uno puede ser diferente para otro", desarrolla Spackman, cuya labor pionera encuentra hoy numerosos sucesores en el paddock.
Uno de ellos, Greg McColl, también ofrece sus conclusiones a este diario. "Cuando pienso en Max y sus cualidades, hay una palabra que me viene a la mente: implacable. Una cualidad que cualquiera puede incorporar a su vida", sostiene el británico, en cuya nómina figuran algún nombre de la actual parrilla. Verstappen mostró su carácter en el GP de Austria, superando una sanción de 10 segundos para acabar cuarto, mientras Norris, víctima de un pinchazo ocasionado por su duelo ante el líder del Mundial, no podía alcanzar la bandera a cuadros. También en Austin, cuando tras otra colisión con el McLaren, acabó por delante en la meta.
Verstappen, durante la carrera en Las Vegas.RED BULL CONTENT POOL
Para ilustrar la ferocidad de Verstappen, McColl recurre a dos figuras de la cultura popular. "Walt Disney dijo una vez: 'La diferencia entre ganar y perder reside, en la mayoría de los casos, en no rendirse'. Hay que saber lo que se quiere conseguir y adaptarse para ello. Hay que seguir adelante y levantarse. Se trata de la frase de Arnold Schwarzenegger en Terminator 2: 'Debo seguir funcionando hasta completar mi misión. Lo demás no importa". Tampoco lo que suceda en el garaje, ni en las ruedas de prensa, ni en lo relativo a su futuro.
"Sistemas con los que aislarse"
Nadie debería pasar por alto que el Mundial 2024 arrancó con el escándalo sexual en torno a la figura de Christian Horner, team principal de Red Bull. Un cataclismo que iba a poner en cuestión la propia continuidad de Verstappen, enfrentado después con la FIA a propósito de su lenguaje malsonante. Por no mencionar las sospechas en torno a su equipo, a quien obligaron a retirar un dispositivo aerodinámico con el que podía variar la altura del coche. "Estos asuntos pueden afectar realmente a un deportista de élite. Hay muchos ejemplos en otras disciplinas. Sin embargo, Max tiene la capacidad de apagarlo para que el ruido tenga poco efecto sobre él. Este es un ejemplo de una de sus habilidades mentales", relata el doctor Spackman.
"Además de ser capaz de 'entrar en la zona' y eliminar las distracciones, un campeón necesita ser un capitán e influir en el diseño y la configuración del coche. Necesita lidiar con la prensa, los patrocinadores, el jet-lag...", abunda quien también hubo de asesorar al tricampeón Jackie Stewart y los All Blacks. McColl, uno de sus discípulos, profundiza en esta idea. "El piloto debe reconocer y ser consciente de lo que le afecta y lo que no. Desarrollar, en definitiva, sistemas con los que aislarse de las distracciones y centrarse 100% en su trabajo".
"En algún momento, incluso a bordo del mejor coche y en su mejor momento físico, cualquier piloto va a sufrir un percance, sea por una respuesta emocional vinculada al enfado o la frustración o simplemente por pura distracción. La clave para mejorar tu rendimiento es tomar conciencia de lo que experimentas con tus emociones, dedicar el mismo tiempo a tu desarrollo psíquico y tomar el control, en lugar de convertirte en un simple pasajero. Todo gran campeón llega en algún momento a la conclusión de que el factor más importante en las carreras es su enfoque mental", concluye McColl.
En la Promenade des Anglais, el emblema de Niza golpeado por el brutal atentado de 2016, el paseo marítimo más antiguo del mundo, rodeado de villas exóticas y jardines, allí puso punto y final otro Tour para la historia, por primera vez lejos de un París concentrado en los Juegos Olímpicos. Allí se consagró Tadej Pogacar, voraz hasta el mismo último centímetro de su reconquista, un potro salvaje también en la durísima contrarreloj final que partía de Mónaco. [Narración y clasificaciones]
Otra cuenta pendiente saldada. El esloveno no ganaba contra el crono en el Tour desde 2021 en Laval, el mismo año que lo conquistó por última vez. Bien sabía que ahí estaba su punto débil y se demostró a sí mismo que también se puede mejorar hasta arrasar. De principio a fin, dominó la tarde en la Costa Azul y entró en meta tras 45 minutos y 24 segundos de esfuerzo y éxtasis (44,5 kilómetros por hora) con los brazos en alto para romperse en un eufórico abrazo con sus compañeros y su staff del UAE Emirates. Levantando el pie en los últimos metros, aventajó en más de un minuto a Vingegaard y en 1:14 al especialista Remco Evenepoel, sus meritorios escuderos también en el podio.
Disfrutar para Pogacar es competir, aunque todo el trabajo está ya hecho. "Me pagan por ganar", argumenta, aunque en los primeros kilómetros de la contrarreloj, de su paseo triunfal por las carreteras que tan bien conoce, desde su lugar de residencia hasta Niza, anime al público y le pida más llevándose la mano al oído. Da igual, es tal su estado de plenitud, todo lo que ha trabajado este invierno la postura en la cabra tras la herida de Combloux el año pasado, que arrasa desde el amanecer, mejor tiempo ya en el col Col de la Turbie (8,2 kilómetros al 5,7%), más ventaja aún tras el muro de Eze, 24 segundos a Vingegaard, 51 a Evenepoel...
Pogacar, en el podio de Niza, con Vingegaard y Evenepoel.MARCO BERTORELLOAFP
Otro triunfo más que celebra en las calles de Niza, donde muestra a la cámara uno, dos y tres dedos, los de su cuenta en el Tour, a uno ya sólo de Chris Froome, con 25 años. Ganó seis etapas y la general del Giro y poco más de un mes después repite en el Tour (el último que lo hizo fue Cavendish, un sprinter, en 2009). Eso no lo consiguió ni el mejor Eddy Merckx. Son ya 16 en su cuenta de la Grande Boucle. «Llevo dos años escuchando que vivimos la mejor era del ciclismo y estoy de acuerdo. Con Remco (Evenepoel), Jonas (Vingegaard), Primoz (Roglic) y otros que vienen por detrás, creo que podemos divertirnos mucho», dijo el esloveno, que se marcó el siguiente objetivo: «Quiero ser campeón del mundo»
Fue también un domingo de despedidas, la del histórico Cavendish y sus 35 victorias en 17 Tours, la de Romain Bardet, que lo recordará para siempre con ese amarillo de la primera etapa de Rimini. Una última crono para el homenaje al maillot verde de Girmay y para el de lunares rojos de Carapaz, héroes de países pequeños que han sonado bien fuerte en el Tour.
Y un cierre en el que los españoles no pudieron mejorar sus puestos en la general. Mikel Landa (séptimo en la etapa), pese a su gran inicio de crono en el puerto, acabó cediendo más tiempo con Joao Almeida y finaliza quinto. Y Carlos Rodríguez, hundido, tampoco recuperó con Adam Yates y es séptimo, peor que hace un año.