Quizás le suene extraño, pero sí: hoy, un jueves de agosto y un mes después de la final de la Eurocopa, empieza la Liga española. Lo hace con un Athletic-Getafe y un Betis-Girona, alargando esta primera jornada hasta el próximo martes y dejando para el domingo el debut de su nueva gran estrella: Kylian Mbappé, que viajará a Mallorca para el estreno doméstico de un Madrid que ayer disputó la Supercopa. Así es el fútbol, no para. El aterrizaje del
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Hay cosas que no cambian. Luka Modric ganando partidos y trofeos con el Real Madrid y Luka Modric acumulando capitanías con la selección croata. Es una espiral que dura más de una década y que por mucho que en el Bernabéu intenten, cada vez menos, convencer al centrocampista para lo contrario, se mantiene imparable en el tiempo. En Vigo, el de Zadar volvió a demostrar que puede hacer todo a la vez.
A sus 39 años, cumplidos el pasado mes de septiembre, Modric disputó 180 minutos con Croacia en el último parón internacional. Completó dos encuentros con su selección, una victoria en casa contra Escocia y un empate en Polonia, y regresó a Valdebebas para ponerse a las órdenes de Carlo Ancelotti. En Balaídos fue suplente, aunque si por él hubiera sido, hubiera salido en el once inicial. Se ve joven, se siente joven.
Cuando saltó al terreno de juego de la ciudad gallega, Modric tiró abajo un récord de longevidad del mismísimo Puskas. Se convirtió, con 39 años y 40 días, en el jugador más veterano en disputar un partido oficial en toda la historia del Real Madrid. 'Cañoncito' lo había hecho a los 39 y 36 días. Y Modric, para celebrarlo, se inventó un pase a Vinicius que resultó en el 1-2 salvador del conjunto blanco ante el Celta.
"Fue un pase fantástico de Modric. Algo normal en él, por su enorme calidad. Luka siempre aporta, sea titular o saliendo desde el banquillo", admitió en sala de prensa Carlo Ancelotti, que definió al croata como "un hombre tranquilo". "Un profesional extraordinario. Un hombre tranquilo, pero con carácter. Ha sido una suerte para el Madrid tener a este jugador", reflexionó el italiano.
A unos metros de su entrenador, Modric admitió entre risas, pero de verdad, que "no me gusta que me sigan recordando lo de la edad", "pero es algo impresionante", matizó. "Estoy muy orgulloso de conseguir este récord y de seguir con esta edad en el mejor club del mundo", añadió.
El croata reconoció que se siente "bien física y mentalmente". "Eso es lo que quiero y siempre intento ayudar", insistió. Y fue muy claro con la situación del equipo: "Nos esperan semanas muy difíciles y hay que seguir unidos y sacar esto adelante, tenemos calidad pero sólo con calidad no basta. El fútbol te devuelve si tú lo das todo".
"No lo expliqué bien"
En líneas generales, en Vigo el Madrid estuvo lejos de su mejor nivel. Sostenido por Courtois, Modric, Mbappé y Vinicius, el conjunto blanco cuajó otra actuación irregular con algunos tramos de caos provocados por el cambio de sistema de Ancelotti. El técnico probó el esquema de tres centrales, con Tchouaméni al lado de Rüdiger y Militao, y durante algunas fases del partido había demasiados espacios en la defensa.
"Cuando teníamos el balón, Tchouaméni jugaba entre los dos centrales. Ahí tuvimos un problema de desequilibrio en la primera parte porque, si con balón eran tres, sin él tenía que adelantarse... Y cometíamos errores. Yo no lo expliqué bien", se culpó el italiano, que aseguró que lo arreglarán. "Calma, podemos hacerlo. Pero tampoco vamos a jugar así siempre. Puede que algunos partidos lo hagamos para tener una salida sin mucha presión, pero ante dibujos diferentes del rival, se puede jugar con el pivote de siempre", declaró Carletto el día que cumplía 200 partidos en Liga con el Madrid. "Muy contento. La pregunta es: ¿Cuántos de estos 200 no hemos sufrido? Ni uno. Han sido 200 sufridos. Muchos con éxito, pocos con tristeza", admitió.
«Es un joven con mucha presión alrededor». Después de marcar ante el Girona su primer gol de la temporada, Carlo Ancelotti volvía a mandar un mensaje a Turquía y a poner calma sobre el foco mediático de Arda Güler. La perla otomana, «el Messi turco», como le apodaron en su país antes incluso de fichar por el Real Madrid, es una de las personalidades más famosas de una nación donde la pasión lo es todo.
A sus 19 años, Güler es uno de los futbolistas más ovacionados por la afición del conjunto blanco, tanto en España como en el extranjero. En Vallecas, última visita madridista, fue el más aclamado junto a Jude Bellingham a la salida del estadio tras el partido.
Y la final de la Copa Intercontinental de esta tarde en Doha no será una excepción. El turco, musulmán profeso, se presenta esta semana ante un público árabe que le idolatra y que ve en él la conexión entre la pasión religiosa y la futbolística. El Madrid tiene millones de seguidores en el mundo árabe y tras la salida de Benzema, también musulmán, Güler es ahora su nuevo icono, vitoreado a la llegada del Madrid a Doha este lunes.
«Ha madurado»
El turco sigue dando pasos adelante en el vestuario del cuadro de Chamartín. Ha sido titular en los dos últimos partidos de Liga, ha marcado un gol y ha dado dos asistencias. Pasos de gigante para «un niño», como le define Ancelotti todavía, que en 12 meses se ha transformado físicamente. «Ha madurado», admiten en Valdebebas, tanto de piernas como de mente, y se ha ganado un hueco en la rotación del campeón de LaLiga y la Champions.
Llegó en el verano de 2023 con apenas 18 años y una musculatura poco trabajada, aunque con todo el talento del mundo. Y le costó. Sufrió una lesión de menisco en la pretemporada de Estados Unidos, pasó por el quirófano, estuvo de baja dos meses y al volver acumuló varias lesiones musculares que le impidieron debutar hasta enero de este año, cuando su familia se presentó en las humildes gradas de Aranda de Duero una noche de Reyes para observar el primer partido oficial de su hijo con la camiseta blanca, en la Copa del Rey. Sus padres y su hermana son los grandes pilares de su círculo cercano y los que más paciencia le han dado en sus primeros y complicados momentos en el Santiago Bernabéu.
Por instantes se desesperó, con el ansia viva de querer demostrar sus virtudes y con la presión extraordinaria de todo su país por verle triunfar. «Ha tenido seis meses de lesiones y ahora está más tranquilo. Hay que ser paciente con él, entiendo que hay mucha presión sobre él, un país entero Turquía que quiere verle jugar en el Madrid, lo entiendo, pero paciencia. El chico, el niño, tiene 18 años, tendrá su tiempo», reflexionaba Ancelotti en la sala de prensa a principios de 2024.
Adaptación a la cultura española
El turco tuvo muchas conversaciones con el italiano y con miembros del cuerpo técnico durante las primeras semanas del año, cuando ya se encontraba mejor. Hizo público su deseo de jugar más y desde el banquillo le pidieron tiempo para encajar las piezas de un equipo que en ese momento peleaba por todo. También en la directiva, donde su gran apoyo ha sido Juni Calafat, culpable de su fichaje tras las interminables negociaciones con el Fenerbahce y con su familia. Calafat le terminó ganando la partida a Deco, enviado por el Barça a Estambul en mayo de 2023, y el tiempo, como le había prometido Ancelotti, llegó para el niño Güler en la primavera de la pasada temporada.
El 26 de abril había jugado 31 minutos en Liga, pero terminó el curso acumulando más de 400 y marcando seis goles. Ahora los números son diferentes: suma más minutos que en toda la campaña pasada (657) y ha sido titular siete veces. Ancelotti le define como «un diamante».
Güler, frente a Mbappé, el martes en Doha.REAL MADRID
Se ha centrado en el apartado físico, con dobles sesiones entre la ciudad deportiva y el gimnasio de su casa, donde le ayuda un entrenador personal. Ha mejorado su alimentación y ha ganado masa muscular. La adaptación a la cultura española, diferente a la turca en muchos sentidos, también ha sido clave. Y los apoyos del vestuario, especialmente de Fede Valverde y Brahim, le han dado un impulso dentro del grupo.
Ancelotti le ha moldeado, dentro y fuera del césped. Fuera, le ha mostrado cariño, como aquella presentación en Cibeles cuando le habló a la afición de «un chico muy interesante». En el campo, ante el overbooking de la delantera, circunstancia que sufre su compañero de generación Endrick, el técnico italiano ve a Arda más como interior, como parte del centro del campo. Ya sea en un mediocampo de cuatro futbolistas o de tres. Y ahí, desde un principio, le pide un trabajo defensivo que el turco, ahora, sí está siendo capaz de ofrecer. «Trabaja y corre mucho», dijo el transalpino sobre él tras el duelo ante el Girona.
Montella, seleccionador turco, ha elogiado hace unos días que Güler «ha mejorado mucho en términos de actitud y carácter». «Ha aprendido a luchar y competir», insistió. Todo después de una Eurocopa que ha empujado su carrera. Después de la montaña rusa que fue su primer año en Madrid, Arda se convirtió en una de las revelaciones del torneo. Su selección fue cuartofinalista y él uno de los mejores jóvenes, asentando su lugar en el conjunto blanco, negando cualquier cesión e impulsando su carrera en la Castellana.