Fue una hora huracanada, un vendaval en Miami. Jannik Sinner se proclamó campeón del Masters 1000 estadounidense en una final desigual con su rival, Grigor Dimitrov, rendido a su tenis, a la perfección de sus golpes, a su brillantez actual. Un 6-3 y 6-1. Nada más. No hubo competición porque el italiano no quiso: se comió la pista desde el primer juego y evitó que Dimitrov entrara en el partido en todo momento. Apenas le concedió una oportunidad de ruptura, fue muy superior.
Fue el Sinner de este 2024, simplemente. En su lista del año ya tres títulos, el Open de Australia, el ATP 500 de Rotterdam y este Masters 1000 de Miami, y sólo una derrota, la sufrida ante Carlos Alcaraz en Indian Wells. Es el dominador actual del circuito, sin discusión, el favorito para los próximos torneos y para el próximo Grand Slam, Roland Garros. De hecho, en el ranking ATP ya es el número dos tras arrebatarle el puesto al propio Alcaraz y sólo por detrás de Novak Djokovic.
“Estoy muy orgulloso no solamente por el resultado, he sabido sufrir a lo largo del torneo. No he tenido demasiado tiempo para adaptarme a la pista y ha sido complicado. Mi nivel de hoy ha sido muy, muy bueno. Estoy orgulloso de cómo he manejado la situación. Intento mejorar y disfrutar el momento. Es una racha especial, nunca sabes si va a este torneo va a ser el último. Ahora llega un nuevo capítulo con la tierra batida”, comentó el ya campeón de Miami en la pista.
En la pista, prudencia. En el banquillo, prudencia. En las gradas, en los despachos, en las taquillas, prudencia. Incluso en las calles, prudencia. Años atrás la zona alta de Barcelona recibía el abril con carteles de Rafa Nadal en las marquesinas, las vallas y las farolas. Llegaba el torneo Conde de Godó y Nadal no sólo era el favorito, era el dueño. Hasta 12 veces levantó el trofeo, sólo en Roland Garros celebró más éxitos. Pero este año, prudencia, prudencia, prudencia.
Por Pedralbes y Sarrià, allí donde la ciudad luce bonitos jardines, anchas avenidas y pisos enormes, esta vez la imagen Nadal está acompañada por fotos de Stefanos Tsitsipas, Casper Ruud, Andrey Rublev y, por supuesto, por Carlos Alcaraz pese a su baja de última hora. Para toparse con el hoy número 646 del ranking ATP hay que darse un buen paseo por Via Augusta arriba y abajo. Si el próximo domingo Nadal vuelve a proclamarse campeón en Barcelona quizá sea extraño su escasa presencia por la ciudad, pero el pasado miércoles, en su primer entrenamiento, pocos hubieran apostado que jugaría siquiera.
Aquel día Nadal dejó sensaciones contrapuestas en la pista que lleva su nombre. Entre obreros taladrando y martillando, montando los palcos VIP para el torneo, Nadal apareció más delgado que nunca, exhibió su derecha de siempre ante el sparring David Jordà -298 del mundo- y disfrutó del tenis, pero reclamó intimidad al público y a la prensa cuando le tocaba practicar su saque. Como mucho dejó que se vieran unos ejercicios de volea.
Si el entorno de Nadal siempre fue hermético, estos días lo fue más. No hubo pistas sobre su estado más allá de las molestias abdominales reconocidas o de las palabras de su tío y ex entrenador, Toni Nadal, en un acto en Segovia: «Tiene molestias a la hora de sacar, con lo demás ningún problema». De hecho, de aquella primera sesión en Barcelona, Nadal salió lanzando un mensaje de cautela en Instagram que todavía planteaba más dudas sobre su participación en el Godó. «Importante decir que no quiero confirmar que jugaré, ojalá que sí», escribió el ganador de 22 Grand Slam en la red social.
La mejoría de Nadal
Pero en los días posteriores la percepción general cambió. El jueves se ejercitó con todo un Top 20 del ranking ATP, el argentino Sebastián Báez, y ya dejó ver su saque. El viernes siguió trabajando junto a Alejandro Davidovich y anteayer, el sábado, venció por 6-1 a Andrey Rublev, seis del mundo, en un set de práctica. El resultado fue anecdótico porque el ruso está hundido en una crisis anímica considerable desde su descalificación del ATP 500 de Dubai y apenas se esforzó. Pero el servicio de Nadal desató la euforia. Incluso hubo un ace que levantó una ovación entre el público presente en las pistas de entrenamiento del Real Club de Tenis de Barcelona, la mayoría adolescentes.
El periodista de RTVE Ignasi Rosell, con una posición cercana al banquillo, desvelaba que el propio tenista había reconocido su entusiasmo a sus entrenadores, Carlos Moyà, Marc López y Gustavo Marcaccio. «¡Cómo estoy sacando!», le habría dicho en consonancia con lo que se veía sobre la pista. Luego se marchó a comer con su mujer Mery y su hijo, Rafael, presentes en Barcelona y por la tarde fue la mano inocente del sorteo.
Rivales jóvenes, rivales complicados
Ofreció suerte para el resto, no para él. Más allá de pensar en quien se encontraría en las semifinales o en la final, sus rivales en las primeras rondas son jóvenes con motivación y dotes en la tierra batida. El primero, el italiano Flavio Cobolli, con quien se encontrará este martes (no antes de las 16.00 horas, Teledeporte), fue campeón de dobles en el Roland Garros junior de 2020 y el año pasado se metió en el cuadro final del Grand Slam parisino para enfrentarse a Carlos Alcaraz. El segundo, el hispano-uruguayo-australiano Alex de Miñaur, está a las puertas del Top 10 de la ATP y viene de ganar su segundo ATP 500 en Acapulco.
Y el tercero, posiblemente Arthur Fils, la mayor promesa del tenis francés, de sólo 19 años, está creciendo sobre arcilla de la mano de Sergi Bruguera, su entrenador desde el invierno. Los tres pueden ser adversarios ideales para adquirir ritmo de competición. Los tres pueden ser adversarios peligrosos por su talento y motivación.
En todo caso, como Nadal ha subrayado en todos los actos en los que ha participado, irá partido a partido. Si regresan los dolores en el abdomen no forzará para evitar un parón más largo. Su objetivo era, es y será competir en Roland Garros a partir del 20 de mayo, es decir, en poco más de un mes, y entre medias no hay nada fijo. Como en cualquier momento el español podría retirarse del Godó, en cualquier momento podría darse de baja del Mutua Madrid Open y del Masters 1000 de Roma.
Con Alcaraz entre interrogantes y el tenis español en crisis -en el Godó sólo juegan ocho locales y cuatro, Martín Landaluce, Dani Rincón, Roberto Bautista y Albert Ramos, han sido invitados por la organización-, en la Caja Mágica confían en que Nadal se mantenga sano esta semana para verle jugar la siguiente. Pero no hay nada seguro. Prudencia, prudencia, prudencia.
Mundial de atletismo
Entrevista
JAVIER SÁNCHEZ
Enviado especial
@javisanchez
Budapest
Actualizado Lunes,
21
agosto
2023
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00:44La mejor mediofondista del momento, campeona olímpica y mundial, reflexiona...
"No meto un resto dentro", se quejaba Carlos Alcaraz en uno de los descansos de su primer partido en la Laver Cup, perdido, visiblemente disgustado. La competición que enfrenta a tenistas de Europa contra tenistas del resto del mundo debía ser un entretenimiento para él, pero empezó este viernes con un mal rato. Haciendo pareja con Alexander Zverev, el actual número dos del mundo, el español cayó ante el dúo estadounidense formado por Ben Shelton y Taylor Fritz por 7-6(5) y 6-4.
Los titubeos con el saque de Alcaraz y, sobre todo, los problemas de Zverev en la red condenaron al equipo europeo que pese a ello salvó la jornada. Gracias a las victorias de Stefanos Tsitsipas ante Thanasi Kokkinakis y de Grigor Dimitrov ante Alejandro Tabilo se terminó con empate a dos después de que en el primer partido Francisco Cerúndolo superara a Casper Ruud. Este sábado, Alcaraz ya disputará un encuentro de individuales, con el doble valor de los puntos, y lo más probable es que repita el domingo, cuando los puntos valen triple.
Ganar o perder la Laver Cup no es importante, pero en este momento de la temporada Alcaraz necesita acumular alegrías en el torneo que organiza Roger Federer. Y de momento no lleva ninguna. Pese a que el español disfrutó del show previo y de sentirse la estrella de la competición, sobre la lenta pista negra del Uber Arena de Berlín estuvo desacertado. Por varias razones, lo tenía difícil. Esta temporada ha jugado dobles en los Juegos Olímpicos con Rafa Nadal y en la Copa Davis con Marcel Granollers, pero igualmente su experiencia en la especialidad es escasa. Y además no tenía ninguna sintonía con su compañero, Zverev.
Pareja para el espectáculo, sin partidos ni entrenamientos previos, ambos se notaban incómodos e incluso en sus mejores juegos -como cuando consiguieron forzar el tie-break del primer set- no llegaban a conectar. Al otro lado, en cambio, la pareja estadounidense se lo pasaba pipa. Con otro compatriota, Francis Tiafoe, lanzando continuas bromas desde su banquillo, ambos sacaron su mejor versión, especialmente un Shelton imparable. A sus 21 años, confirmado como uno de los mejores sacadores del circuito, ayer en la Laver Cup anunció que también domina la red y que si logra estabilizar su juego en el futuro habrá que contar con él para los títulos más importantes.