Un Real Madrid avasallador en los primeros minutos se eclipsó justo cuando Camavinga le regaló un penalti al Rayo, que estaba totalmente aniquilado. A partir de ahí, con mucho tiempo por delante, se pegó una buena siesta en Vallecas.
Lo que no entiend
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Kylian Mbappé saltó a rueda de prensa por primera vez desde su presentación. Había pasado por zona mixta, pero no se había sentado ante los medios en Valdebebas desde su primer día en el Bernabéu. Seis meses en los que ha vivido una montaña rusa de emociones, con dos títulos, algunos momentos complicados a nivel personal y una reacción extraordinaria en el último mes y medio. Suma ya 18 goles, 12 de ellos en liga, y está en su mejor forma.
"Al principio era algo más mental, de decir 'ahora tengo que hacer más'. Estaba bien físicamente, bien con el equipo, con el grupo... Y tenía que hacer más, el momento de Bilbao, cuando fallé el penalti, fue un momento de 'bam', de que era el momento de cambiar todo, que no había venido a Madrid para jugar mal", reflexionó el futbolista francés.
En perfecto castellano, Mbappé fue extremadamente autocrítico y sincero con sus meses en Chamartín y con lo que ha ido pensando con el paso de los días. "Cuando eres un jugador como yo, con todo lo que esperaban de mí, cuando no juegas bien la gente habla, pero no es algo personal. Cuando juegas bien hablan bien, cuando juegas mal hablan mal... Yo sabía que podía cambiar la situación", explicó, y reconoció que "me impactó" no ser capaz de dar todo lo que podía dar. "Después de ese partido (Bilbao) cambié mi mentalidad, no lo podía hacer peor, así que tenía que demostrar que tengo calidad y que podía ayudar al equipo", insistió.
A pesar de las críticas, Mbappé admitió que "necesito esa presión". "La gente ha pitado y es normal, cuando juegas en el Madrid tienes que ganar todo", y explicó que antes "pensaba demasiado". "Puedes ver en los partidos que pensaba demasiado, en cómo moverme, en cómo ir al espacio, si me acercaba a Vini, si mi acercaba a Rodrygo... Pensaba demasiado y no jugaba bien", continuó.
Si en el césped ha sufrido, en el vestuario sus meses han sido sensacionales. Le une una gran relación con las estrellas del equipo, como Bellingham y Vinicius, y se ha integrado a la perfección. "No es que fuera tímido, pero es que cuando llegas al Madrid tienes que llegar con humildad. No puedo llegar aquí y decir 'eh, tú, pásame el balón, este es mi equipo'. Eso no, se trata de respeto".
Unos segundos después apareció por Valdebebas Carlo Ancelotti, rechazando que vaya a abandonar por su propia voluntad el club este verano y clamando que se siente "muy querido". "El objetivo es estar los cuatro años del nuevo mandato de Florentino", bromeó, asegurando que "mi final en el Madrid no lo voy a decir yo, jamás".
El técnico declaró que no tiene "envidia" de los fichajes del Manchester City de Pep Guardiola. "Tenemos una plantilla muy completa y, teniendo en cuenta lo que pasó el año pasado, que las bajas subieron el nivel de compromiso, encontramos inspiraciones. Estamos preparados para este año".
El Madrid volvió a salir vivo del precipicio de la Copa de Europa. Con talento, con pegada, con agonía... Con todo lo que es la historia del conjunto blanco. Mbappé, Vinicius y Bellingham levantaron al cuadro de Chamartín para sacarlo del asedio de Bérgamo, donde se jugaba su futuro continental. De Ketelaere y Lookman les metieron el miedo en el cuerpo, pero aguantaron. [Narración y estadísticas (2-3)]
Ante lo "jodido" de la situación, como reconoció Valverde en la previa, Ancelotti no titubeó en su alineación. Dio entrada a Vinicius, que llevaba cuatro partidos de baja por lesión, y situó a Tchouaméni como central en lugar de Asencio. Nadie había ganado en Bérgamo, castigado todo el mundo por ese extenuante marcaje al hombre del cuadro de Gasperini, así que la tarea era de nota.
Y el Madrid no decepcionó en el inicio. La entrada de Vinicius y Brahim dotó al equipo de mordiente y regate, clave a la hora de superar la presión rival, y el plan de buscar la espalda de los centrales con Mbappé dio lugar a los mejores 15 primeros minutos del curso madridista.
El sufrimiento de Lucas
Tras una combinación entre Brahim y Lucas, el andaluz buscó a Mbappé la frontal del área, éste superó a De Roon con un solo control y batió a Carnesecchi con un disparo seco. El gol fue el premio al buen hacer madridista y metió el miedo el cuerpo a la grada durante unos instantes. Pero fueron eso, instantes.
Unas jugadas después del tanto, Rodrygo comenzó a calentar por la banda y levantó las sospechas. Mbappé dejó de buscar la espalda de los defensas italianos, al Madrid le duró poquísimo el balón en cada posesión y el Atalanta comenzó a asediar la portería de Courtois. Sufrió especialmente Lucas, impotente ante Lookman, MVP de la última final de la Europa League.
Los bergamascos acumularon oportunidades y sólo la aparición de Rüdiger y Tchouaméni para cortar disparos evitó el empate. Lookman en el 13, De Ketelaere en el 17 y el 19, Bellanova en el 20...
Rival incansable
En el banquillo, Ancelotti pedía calma a sus jugadores, insistentes en el plan del inicio pero incapaces de llevarlo a cabo por los problemas físicos de Mbappé, que terminó pidiendo el cambio en el 34. El Madrid, precipitado, perdía el balón demasiado rápido y Brahim y Bellingham ya no podían darse la vuelta con tanta facilidad. El Atalanta, sin embargo, no bajaba marchas, incansable.
Mbappé, tras su lesión en Bérgamo.EFE
Rüdiger tuvo una buena opción en el 39, tras un centro de Ceballos y una continuación de Bellingham, pero su disparo se marchó fuera. Y antes del descanso, los italianos encontraron oro en un error de Tchouaméni. El galo no fue contundente en una arrancada de Kolasinac hacia el área y rozó al defensa en la carrera. Una zancadilla que Marciniak castigó con penalti.
De Ketelaere envió la pena máxima a la escuadra de Courtois y los locales se llevaron un gol psicológico al bolsillo camino de vestuarios. El Madrid, 24º en la Champions, se enfrentaba a una segunda parte clave por su supervivencia continental. Y ya se sabe lo que suele suceder cuando el Madrid se enfrenta al precipicio de la Copa de Europa. Que sale victorioso. Sin Mbappé y con Rodrygo y Vinicius recién salidos de lesiones musculares, el conjunto blanco se hizo gigante en Bérgamo. Aguantó la batalla física y de ritmo que propuso el Atalanta y castigó el atrevimiento defensivo de los italianos.
A la espalda de los centrales
Vinicius cogió el testigo de Mbappé y comenzó a desafiar la espalda de los centrales, y en una de ellas apareció el gol. Brahim intentó un pase al hueco al brasileño, Hien lo desvió, pero el rechace dio en Ederson y volvió al delantero del Madrid, que cruzó de zurda ante Carnesecchi. El conjunto blanco siguió creciendo y en la siguiente jugada silenció Bérgamo. Vinicius bajó a recibir en el carril central, levantó la mirada y vio el desmarque de Bellingham a la espalda de De Roon. De nuevo, el mismo plan. El inglés recibió, sentó al neerlandés con una finta y batió al portero con la zurda.
Pero Gasperini vive y muere con su plan durante los 90 minutos, y el Atalanta no tiró la toalla. En el 65, Lookman retó a Lucas en el pico del área y sorprendió a Courtois con un disparo al palo derecho del belga.
El tanto y la fatiga madridista, donde sólo Rodrygo, reemplazo de Mbappé, saltó desde el banquillo, convirtieron los últimos minutos en un asedio italiano. En el 83, Ancelotti movió el árbol. Entraron Modric y Asencio por Ceballos y Brahim y el campo se inclinó hacia Courtois, pero nadie le venció. Ni siquiera Retegui, a portería vacía en el 94. El Madrid sale vivo de Bérgamo y sigue en pie en la Champions. Así es su historia.