Ruslan Ponomariov, el ex campeón del mundo ucraniano beligerante contra la readmisión de los rusos: "El silencio también mata"

Ruslan Ponomariov, el ex campeón del mundo ucraniano beligerante contra la readmisión de los rusos: “El silencio también mata”

Actualizado

Google lo ignora y la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) también. En realidad, casi todos los que escribimos de ajedrez hemos "olvidado" alguna vez que Ruslan Ponomariov es el campeón mundial más precoz de la historia, más incluso que el vigente poseedor de la corona, Gukesh Dommaraju. Pono ganó el título a los 18 años, después de vencer en la final a su compatriota Vasyl Ivanchuk. Nacido en Jórlivka (Ucrania) en 1983, lleva tanto tiempo entre la élite que es fácil asociarlo a las estrellas del pasado. Aún sigue en el top 100 y compite de vez a gran nivel, como demostró en el torneo Salamanca, cuna del ajedrez moderno, donde concedió esta entrevista.

El gran maestro ucraniano no tarda en esbozar su teoría -convencimiento más bien- de por qué la Federación Internacional se resiste a reconocerlo entre sus grandes campeones, pese a que ganó el título oficial en los tiempos (1993-2006), en los que Garry Kasparov promovió una organización paralela.

Ponomariov es un tipo simpático y locuaz. Vive en Bilbao desde hace dos años, está casado con una española y habla un castellano muy correcto, salpicado de expresiones pintorescas. En su rostro aún brillan los ojos del niño prodigio, uno de los más fulgurantes que han visto los tableros. Con 14 años se convirtió en el gran maestro más joven de la historia. Luego superó la plusmarca de Kasparov, en casi cuatro años, como campeón más precoz. Con 12 ganó el oro en el Europeo sub'18, metal que repitió un año después en el Mundial juvenil.

En la presentación del torneo salmantino, alguien volvió a decir que Gukesh lo había superado como campeón más joven y Ponomariov, en lugar de enfadarse o corregir el error, lanzó una sonrisa. «Yo también soy persona. La primera vez que lo oí, me enfadé. "¿Por qué no miran la fecha de nacimiento de uno y otro?" Recuerdo que la FIDE me llamó para que comentara una partida y les pregunté: '¿pero quién es el campeón más joven?' 'Eres tú, eres tú, decían'. '¿Y dónde está esa información?", repliqué. Topalov me recomendó que diera algunas entrevistas, pero no voy a dedicar mi vida a eso. Prefiero seguir viviendo». Hace poco, en el Europeo de selecciones de Batumi, en el hotel había una sala de honor con fotos de los campeones del mundo. Ruslan tampoco se encontró allí. "¿Por qué pasa esto? El presidente de la FIDE [Arkady Dvorkovich] es ruso. Obviamente, mi nacionalidad es un problema. Me enfadé un poco, pero me centré en jugar y ganamos. Dvorkovich apareció un día en la sala de juego. Iba a hacer el saque de honor. '¡Joder, que va a venir a mi partida! ¡Yo me marcho!' pensé. Pero entonces anunciaron que haría la jugada en la sección femenina. Él no podía ir donde estaba Ucrania".

Cabe aclarar que la FIDE ya incluye a Ponomariov en su página web, en la lista de campeones. No obstante, hace un año, cuando Gukesh se proclamó campeón, todavía insistían en que el indio era el más joven de la historia, pese a que se coronó unos meses más viejo que él.

Ponomariov sostiene que la FIDE no debería readmitir a los equipos rusos, como parece a punto de aprobar. "Él siempre lo intenta, pero yo no estoy cómodo", admite el ucraniano. "En Samarcanda permitieron jugar a los jugadores neutrales", afirma subrayando la última palabra. "Me tocaron tres en once rondas. ¿Cómo puede ser? ¿Intentaban algo?".

¿Cree que castigar atodos los rusos es justo, dado que algunos están en contra de Putin?
Esto no es así. Todos estamos contra la guerra. Encuentra a alguien que no lo esté. ¿Hay casi un millón de soldados rusos en Ucrania por equivocación? Han pasado varios años y están calladitos. El silencio también mata.

Ponomariov también deja sitio a la autocrítica: "No voy a pedir cuentas a nadie. También siento culpa por no hacer lo suficiente. En el Campeonato de Europa teníamos a Igor Kovalenko, que está luchando en el frente, mientras que yo no. Para él era muy duro jugar. No quería contar detalles. Era demasiado doloroso. Él me decía que, aparte de luchar, siempre se puede hacer algo, como donar dinero".

¿Cómo ganaron el oro en esas circunstancias?
No teníamos expectativas y nos sentíamos privilegiados, sin bombas, sin sirenas. Descubrí que durante el campeonato Igor dormía en el suelo. Ya estaba acostumbrado y no podía hacerlo en la cama. Nuestro entrenador nos contó que tenía dolores en la espalda y tomaba medicinas, pero luego jugaba con un espíritu tan positivo que también ganó el oro individual.
Ponomariov, en Salamanca.

Ponomariov, en Salamanca.FEDERICO MARÍN BELLÓN

Han pasado muchos años, 23. Cuando ganas un torneo estás muy emocionado, porque entra dopamina en el cerebro, pero es un efecto muy corto. La gente te felicita, pero en una semana la vida vuelve. Tampoco cambia el mundo. Entré en la historia, sí, pero ahora tengo que luchar para que no se cambie. Es curioso. Y hablando de la historia, yo nací en 1983, cuando había pocos soviéticos. Parece que estaban ocultos. Dábamos muchas cosas por sentadas. Ahora, a veces, me da un poco de miedo.

Su rival fue su compatriota Vasyl Ivanchuk, uno de los grandes genios sin corona. Ponomariov recuerda que no llegó a sentir lástima por él, porque "una cosa es la vida y otra cosa el tablero". "Hay que distinguir. Vasyl tenía categoría para haber sido campeón del mundo también y se quedó a un paso". Ivanchuk, por otro lado, a veces exterioriza su dolor después de una derrota de un modo inusual entre los grandes maestros: "El ajedrez no es tan físico como otros deportes, pero se sufre mucho. Con el tiempo, Vasyl aprendió a expresar sus emociones, no a encerrarse en sí mismo. Antes podía perder una partida y estar muy mal, como si la vida se acabara. Creo que es mejor expresar el dolor y luego seguir jugando".

¿Hay que ser especialmente fuerte para llegar a lo más alto en el ajedrez?
Nadie te enseña a ganar y perder. Mi entrenador no lo hacía, pero vas ganando experiencia. Tampoco hay muchos libros que te digan qué hacer después de una derrota. Yo no trabajé con psicólogos, pero ahora que tengo un hijo me interesa mucho ese tema. La mayoría de los hombres piensa que es una chorrada. En Batumi estuve con David Navara, una persona amable, que habla muchos idiomas. Me dijo que estuvo muy mal, que Kramnik lo había amenazado con llevarlo a juicio, pero que por fin se sentía un poco mejor y ya podía jugar por su equipo. [David Navara fue el gran maestro de ajedrez que cayó en depresión tras ser señalado como tramposo].
¿Tuvo una infancia feliz?
No sufrí mucho, pero tenía ventajas y desventajas. Mis compañeros se iban de fiesta, jugaban al fútbol y yo dedicaba más tiempo al ajedrez, aunque nadie me obligaba. Pero no querría eso para mi hijo. El problema es que a veces tu cuerpo está aún creciendo y no está preparado del todo. Debes pasar tiempo con chavales de tu edad. Quizás mi educación fue un poco forzada.
¿Tiene algún consejo para Faustino Oro, el joven de 12 años?
Que piense a largo plazo. No es solo conseguir algo en dos años y quedar desgastado. Tiene la capacidad, pero también hay que prepararse mentalmente para la presión. Me gusta leer historias de deportistas, como JudeBellingham, un chaval muy responsable. Luego tenemos a Lamine Yamal, que va a fiestas. Hay mucha presión y no voy a decir cómo deben vivir, pero ahora tengo más experiencia y me gusta compartirla, enseñar y ser útil.
El autogol que costó la vida a Andrés Escobar: la frustración de la mejor generación de Colombia y la intromisión de los narcos

El autogol que costó la vida a Andrés Escobar: la frustración de la mejor generación de Colombia y la intromisión de los narcos

Colombia tardó mucho en más en abrazar el fútbol que el resto de los países sudamericanos. No tuvo Federación hasta 1936, y sólo en 1945 participaría por primera vez en el Campeonato Sudamericano de Fútbol, hoy Copa América, que existía desde 1916. El primer Mundial al que se clasificó fue Chile 1962, eliminando a doble partido a Perú (1-0 y 1-1), lo que reventó los planes a la organización, que había puesto una sede en Arica, junto a la frontera peruana. Una vez allí, quedó última de grupo con dos derrotas y un empate, este con un sensacional (4-4) ante la URSS, campeona de la Eurocopa disputada en 1960. En el minuto 68 perdían 4-1 los cafeteros cuando un gol olímpico de Coll al mismísimo Yashin abrió paso al derrumbe de los soviéticos. Aún sigue siendo el único gol olímpico en un Mundial y el autor quedó para los restos en el santoral futbolero del país. Falleció en 2017, rodeado de elogios en las exequias.

Siguió a eso una cadena de intentos frustrados para clasificarse a un nuevo Mundial, y hasta el proyecto, abandonado tras ser santificado por la FIFA, de organizar el de 1986. Aquel periodo coincidió con el esplendor del gran Willington Ortiz, al que aún se cita en su país como «el mejor jugador que nunca pudo ir a un Mundial».

El salto con Maturana

El salto iba a llegar con Francisco Maturana, un sabio bien conocido aquí, donde pasó por el Valladolid y el Atlético. Era un amante de la defensa en zona y el buen toque que encontró en Valderrama el punto de apoyo para su juego. Ese equipo sorprendió y deleitó ya en la Copa América de 1987, donde salió tercero con un fútbol precursor del tiqui-taca. Se clasificó para Italia 1990, donde pasó a octavos con un gol a ultimísima hora de Rincón a Alemania («¡Dios es colombiano!», llegó a proclamar en su éxtasis el locutor William Vinasco). Pero luego cayó ante Camerún, que le robó el papel de revelación del torneo.

Para Estados Unidos 1994 se clasificó, con Argentina, Paraguay y Perú como enemigos. Pasó invicta, con cuatro victorias y dos empates, cerrando con un estruendoso 0-5 sobre Argentina en Buenos Aires, un terremoto. Pelé, que una vez retirado gustaba de llamar la atención, declaró a los colombianos favoritos para ganar ese Mundial, lo que elevó al máximo la expectativa en torno al equipo. Eso haría que la decepción subsiguiente fuese mayúscula.

Los cárteles

El grupo se concentró en una finca en las afueras de Cali, donde no hubo la paz esperada por la intromisión y las exigencias caprichosas de capos del narcotráfico, para los que el fútbol era una diversión, les daba prestigio y les permitía lavar dinero. El Millonarios De Bogotá lo controlaba González Rodríguez Gacha, El Mexicano; el Atlético Nacional, de Medellín, Pablo Escobar; el América de Cali, el cuarteto del cártel local, los hermanos Rodríguez Orejuela, José Chepe Santacruz y Hélmer Pacho Herrera. Era sabido que Pablo Escobar y El Mexicano organizaban desafíos en la Hacienda Nápoles, la inmensa finca refugio de Escobar. Cada uno montaba su equipo, llevaban a los jugadores en aviones propios, bien pagados, y cruzaban apuestas de dos o tres millones de dólares.

Completaron la concentración en Los Ángeles, hospedados en el Hotel Marriott, y se estrenaron ante Rumanía, el 18 de junio, en el Rose Bowl de Los Ángeles, ante 91.586 espectadores. Todos los colombianos residentes en Estados Unidos estaban ahí, y también muchos llegados del país. No había duda de que Colombia era una de las estrellas de la competición, con nombres coruscantes. como los de Valderrama, Rincón, Lionel Álvarez, Asprilla, El Palomo Usuriaga, El Tren Valencia y su elegante central, Andrés Escobar, ídolo del Atlético Nacional y de Pablo Escobar, con el que no le unía parentesco alguno.

Espigado (1,85 y 77 kilos), de pie firme para el quite pero de seda para salir jugando, los relatores de radio aludían a él como El Caballero del Fútbol. De familia acomoda, era un chico instruido y amable. Con 27 años estaba en la flor de la edad y de la vida. El Milán de Berlusconi le iba a incorporar tras el campeonato, como sucesor de Baresi.

Mal estreno ante Rumanía

Pero el estreno salió mal. Rumanía tenía un gran equipo con Hagi, El Maradona de los Cárpatos, y el velocísimo y afilado Raduciou. El toque de Colombia resultó premioso, faltó remate y los cafeteros perdieron 3-1. Se achacó a un descuido y se echaron cuentas. Pasaban los dos primeros de grupo y los cuatro mejores terceros. Quedaban los Estados Unidos y Suiza, que el mismo día empataron entre sí. Se les podía ganar a ambos. No se había roto nada.

Pero el día de la redención, 22 de julio, de nuevo en el Rose Bowl y ante 93.689 espectadores, dejó otra derrota, esta más hiriente, ante los detestados gringos, una selección advenediza de un país sin fútbol que se había comprado un Mundial por capricho. El marcador lo abrió un autogol del respetado Andrés Escobar, una fatalidad de esas que rondan este juego; en un contrataque, avanzó Wynalda por el callejón del 10, cruzó un pase oblicuo hacia la carrera de Stewart, que entraba en el área por el del ocho, Escobar acudió al cruce, se lanzó al suelo, tocó el balón, pero este no fue a córner, sino a portería, pillando a contrapié al meta Córdoba. Escobar se quedó en el suelo, boca arriba, las manos en la cabeza.

Era el minuto 13, quedaba tiempo para todo, pero Colombia no consiguió meterse en el partido, Stewart duplicó la ventaja en el 63' y los cafeteros sólo pudieron maquillar el resultado ya sobre el pitido final por medio de Valencia. Total, 2-1, dos derrotas, cero puntos. Y Suiza complicaba más las cosas ganando 4-1 a Rumanía, lo que deslucía el rival de la primera caída colombiana.

Quedaba una remota esperanza: ganar a Suiza y pasar como uno de los mejores terceros. Lo primero se dio (2-0), lo segundo, no. Colombia, la favorita de Pelé, fue una de las ocho selecciones caídas en la primera fase, mientras dieciséis pasaban octavos.

"La vida no termina aquí"

El Tiempo, el gran diario de Colombia, le pidió a Andrés Escobar una columna sobre el desastre que él tituló: "La vida no termina aquí". Ello no cayó bien entre la población más enfurecida, que lo entendió como una frivolidad. La familia y los amigos le aconsejaron no regresar con el grupo al país, pero a él no le pareció correcto hacerlo. Pensó que debía asumir su parte alícuota del reproche al llegar al aeropuerto de Bogotá. Luego se fue a su casa, en Medellín, junto a su novia, una odontóloga llamada Pamela Cascardo con la que ultimaba planes de boda para casarse antes de irse al Milán.

El 2 de julio, pasados 10 días desde el autogol y seis del partido de Suiza, se hartó del encierro autoimpuesto, y a instancias de un amigo llamado Juan Jairo Galeano animó a Pamela, no del todo conforme, a una salida para cenar los tres en un concurrido restaurante-discoteca llamado El Indio. Estaban tan a gusto cuando desde una mesa próxima empezaron a gritarle: «¡Autogol, autogol!». Aguantó un rato y cuando no pudo más se levantó, se dirigió a ellos y con buenos modos les pidió respeto. Los alborotadores resultaron ser dos hermanos, Santiago y PedroGallón Blanco, antiguos sicarios del célebre Pablo Escobar, finiquitado por la policía el diciembre del año anterior en una operación espectacular por los tejados del barrio de Los Olivos.

Lo del respeto no les iba, el asunto se encrespó y el jugador optó por una prudente retirada. Salió hacia el aparcamiento con la prometida y el amigo, y tomaron el Honda azul que les había traído, pero al momento les interceptó una camioneta Toyota blanca, de la que se apearon los dos hermanos y siguieron insultándolo. Él les pedía respeto, ellos le acusaban de haber iniciado el conflicto por ir a su mesa a importunarles.

Cuatro disparos

Santiago, el mayor, le espetaba: «Usted no sabe con quién se está metiendo». En eso, el chófer de los dos hermanos, llamado Humberto Muñoz, que se había apeado del Toyota, fue a la ventanilla del Honda y le descerrajó seis tiros a quemarropa, de los que cuatro le entraron en el pecho, uno en un brazo y otro en el cuello. Pamela, espantada, tuvo el ánimo para coger el volante y llevar a su prometido hasta el hospital más cercano, donde llegó muerto.

El asesino fue detenido antes de 24 horas. Le cayeron 43 años de prisión, luego rebajados a 23, y finalmente salió en 2005, acogido a beneficios por trabajos carcelarios. Su libertad creó indignación en el país, donde el recuerdo del jugador quedó enaltecido. Los hermanos Gallón fueron condenados a 15 meses de prisión cada uno por encubrimiento, que se quedaron en tres a cambio de una fianza de un millón de pesos. Santiago volvería más adelante a la cárcel con una pena de tres años y medio por financiación de grupos paramilitares.

En todo el mundo y en la propia Colombia quedó flotando en el ambiente la idea de que el crimen obedeció a un deseo de venganza de narcos que hubieran apostado fuerte en favor de Colombia durante el Mundial. Se hicieron pesquisas, pero nunca quedó claro que fuera así. Otro antiguo sicario de Pablo Escobar, un expresidiario con el que mucho más tarde pude hablar en Colombia, me aseguró que aquello fue una «bronca fulera», sin más.

Realmente, en Medellín no hacían falta en ese tiempo muchos motivos para que alguien matara a alguien. En 1991 se estableció un récord de 6.349 homicidios en la ciudad, y por la época nunca bajaban de cuatro mil anuales. Por supuesto, muchos tenían que ver con guerras entre cárteles, atentados o enfrentamientos con la policía, pero también podían darse por cualquier cosa: una broca de tráfico, un que si tú le has mirado el culo a mi novia o un camarero que me ha servido mal y le espero a la salida. Tirar de pistola era más frecuente de lo que pueda ser hoy en España cruzar insultos.

Mauricio Chicho Serna, jugador colombiano del Boca Juniors, declaró que de haber estado vivo Pablo Escobar nadie se hubiera atrevido a matar al futbolista, pues era conocido el aprecio que le tenía. Quizás.

120.000 personas en el entierro

Al entierro, en Campos de la Paz, acudieron más de 120.000 personas, incluido el presidente del país. Una estatua recuerda al jugador en la Unidad Deportiva Belén, situada en la Comuna 13 de Medellín, otrora escenario de correrías de Pablo Escobar, hoy espacio de paz. RCN recogió los hechos en un capítulo de la serie Unidad Investigativa, emitido en 1999.

ESPN rodó un documental en 2010 sobre los dos Escobar, el jugador y el narco. A instancias del padre de Andrés Escobar se disputa desde hace años una copa de fútbol callejero con el nombre del jugador fallecido. En 2014, el Atlético Nacional fundó una orden al mérito llamada Andrés Escobar Salarriaga, el Caballero del Fútbol, para enaltecer a personas que hayan hecho algo de mérito por el club. El primero en recibirla fue Santiago Escobar Salarriega, su hermano, que también jugó allí. Pamela Cascardo reapareció en 2017 en un programa de Netflix. No se había casado. Se aferró al trabajo, transformando su clínica odontológica en estética. A Andrés Escobar se le pasó a conocer por un nuevo apodo: El Inmortal Número Dos.

Diogo Jota, la muerte de un buen futbolista y un gran hombre con incógnitas por resolver: "La muerte llega a todos, pero ellos eran muy jóvenes"

Diogo Jota, la muerte de un buen futbolista y un gran hombre con incógnitas por resolver: “La muerte llega a todos, pero ellos eran muy jóvenes”

"Descanse en paz, Jota the slotter". Ese es uno de los mensajes más repetidos en el mural que Diogo Jota tiene en la esquina de Sybil Road y Rockfield Road a escasos metros de Anfield. Ese apodo, "el de las esquinas", se lo pusieron al portugués por su facilidad para anotar poniendo el balón cerca de los ángulos de la meta. Hay decenas de miles de mensajes de aficionados en dos paredes que no dejan de crecer día a día. Quizás Jota no era ni fue el mejor futbolista del Liverpool, pero sí uno de los más queridos y ese amor se ha trasladado al resto del mundo del fútbol.

Sólo así se explica que los homenajes en su honor no hayan parado de llegar desde cualquier entidad seis meses después de su muerte y la de su hermano. Especialmente emotivos el del Atlético, club por el que tuvo un paso fugaz, y el del Real Madrid, con Trent Alexander-Arnold, uno de sus grandes amigos, como uno de los protagonistas. "Sonrío cada vez que pienso en ti y siempre recordaré los buenos momentos que compartimos. Te echo de menos, amigo, cada día", escribió el inglés en una nota que le dejó en el espacio vecino de Anfield donde aficionados de todo el mundo le siguen dejando recuerdos en su honor.

En ese lugar de peregrinación son muy habituales los mandos de videoconsola, porque Jota combinaba una habilidad innata tanto en un terreno de juego de césped natural como virtual, ganando algún que otro torneo de eSports. De ahí su mítica celebración simulando sujetar un control y que han emulado otros grandes futbolistas en su honor como Ousmane Dembele o Jordan Henderson.

Esquina de Anfield en homenaje a Jota.

Esquina de Anfield en homenaje a Jota.Miguel SalvatierraEFE

No fue Jota, sin embargo, un futbolista especialmente goleador. Su temporada más prolija fue la 2021/22, la siguiente a su llegada al Liverpool, que consiguió 21 tantos y cinco asistencias. Se acercó en su primer año en el Wolverhampton donde firmó 18 y repartió otros cinco pases de gol, pero su valor no estaba tanto en los números sino en su inteligencia en el juego y su oportunidad, virtudes que también atesoraba el madridista Raúl González Blanco. "No son sólo sus goles", destacó uno de sus técnicos, Jurgen Klopp, "es su implicación ofensiva y defensiva lo que le hace tan valioso para nosotros", añadió el que fuera entrenador del Liverpool.

Pese a ese valor, no fue el portugués en su época red, club en el que alcanzó su fama mundial, un titular indiscutible precisamente. En su última temporada completa, fue el decimonoveno jugador en minutos, 1.711, y en la anterior el decimosexto con 1.396. En su año más goleador, se coló como décimo futbolista con más minutos con 3.573. No era un futbolista de cantidad sino de calidad. Un perfecto revulsivo, pero sobretodo, una gran persona. "No sólo era un jugador fantástico, sino también un gran amigo, un marido cariñoso y un padre afectivo", destacó Klopp en su despedida.

Partido homenaje a Jota y a su hermano.

Partido homenaje a Jota y a su hermano.Fernando AraujoEFE

Accidente

Todo ello se perdió un 3 de julio de 2025 en Cernadilla (Zamora) poco después de las 00:00 de la noche en circunstancias aún por aclarar. Un engorroso problema pulmonar, que impidió a Jota volar a Liverpool para presentarse en la pretemporada con el equipo, obligó al futbolista y a André a alquilar un coche, un Lamborghini Huracán Evo, para viajar en barco a la ciudad inglesa. Los hermanos terminaron empotrándose contra la mediana de la A52 tras realizar un frenazo de emergencia. Un problema en una rueda y "exceso elevado de velocidad", según el informe preliminar de la Guardia Civil, fueron las causas del siniestro.

No obstante, seis meses después, aún hay cuestiones que siguen siendo una incógnita. Dos camioneros, testigos del accidente, aseguraron que el coche en el que viajaban los futbolistas no reflejaba una velocidad alarmante. Las llamas que calcinaron el vehículo impidieron también comprobar de manera fehaciente la teoría de la rueda y borraron las trazas del GPS donde podría haberse reflejado la velocidad. De hecho, el fuego también obligó al reconocimiento de los cadáveres a través de los objetos personales y estos determinaron que el conductor era el propio Jota.

Restos del siniestro en el que murieron los hermanos.

Restos del siniestro en el que murieron los hermanos.Octavio PassosGETTY

Mientras la jueza de Puebla de Sanabria, Elena Rubio, aún no ha podido cerrar definitivamente el siniestro que costó la vida a los dos futbolistas. Dos familias han quedado destrozadas y tres niños: Dinis, de cuatro años; Duarte, de dos; y Mafalda, de sólo uno, van a pasar las primeras Navidades sin su padre y su tío. El mundo del fútbol y especialmente Oporto, Liverpool y Wolverhampton, se acordará siempre de la tragedia de Diogo Jota y de su hermano, de 28 y 24 años respectivamente. La muerte de Jota, the slotter no fue sólo la de un gran futbolista sino la de una buena persona.

"La muerte nos llega a todos, pero ellos eran muy jóvenes". Las palabras que Ana Oliveira, vecina de la infancia de los Teixeira da Silva, expresó a ELMUNDO en su visita al barrio de Gondomar mientras irrumpía en llanto son las que siguen resonando en cada campo, en cada compañero y en cada club por el que pasaron los hermanos Diogo y André. También en la viuda de Diogo, Rute Cardoso, que en cada publicación se sigue acordando de su marido porque se fue demasiado pronto.

El brillo de Modric en Milán y la contradicción en el vestuario del Madrid: "Era el gran referente"

El brillo de Modric en Milán y la contradicción en el vestuario del Madrid: “Era el gran referente”

Luka Modric cumplió 40 años el pasado 9 de septiembre, entrando en una especie de cuarta juventud, la primera lejos del Santiago Bernabéu después de 13 temporadas en las que se convirtió en Balón de Oro y en el futbolista con más títulos, 28, en la historia del Real Madrid. La dirección del conjunto blanco decidió no renovar su contrato, se fue al Milán y, lejos de asomarse al horizonte de una retirada, es el jugador más utilizado por Massimiliano Allegri en un equipo que compite de tú a tú con el Inter y Nápoles por la Serie A.

Modric ha sido titular en todas y cada una de las 15 jornadas del Calcio, algo impensable en sus últimos años en Chamartín. Y no sólo eso. Ha disputado los 90 minutos en 13 de esos encuentros y sólo ha sido sustituido en dos, en los minutos 74 y 81 de los partidos. Es decir, ha jugado más que Maignan, el portero del Milán, baja en una cita por una lesión muscular. Nadie acumula más minutos que él en la plantilla rossonera: 1.325.

«Yo me siento bien, me gusta lo que hago. Me encuentro bien física y mentalmente, me estoy divirtiendo y todo está saliendo bien. Espero seguir así», dijo el croata este mes, comparando también el futbol italiano con el español: «El fútbol italiano es diferente al español, pero es una liga muy competitiva. Desde fuera quizá no se aprecia lo difícil que es. A mí no me ha sorprendido porque siempre lo he seguido».

Uno de los mejores medios del Calcio

Esa cifra le deja a sólo seis partidos de superar lo que disputó en la última Liga con el Madrid (1.820) y a tres de lo jugado hace dos cursos (1.744). Y todavía estamos a finales de diciembre. Allegri le ha entregado las llaves del centro del campo de su equipo y Modric ha respondido con un gol, dos asistencias y el quinto mejor 'rating' de todos los centrocampistas de la Serie A, según la plataforma de estadística avanzada WhoScored. Al croata sólo le superan el canterano madridista Nico Paz (Como), Calhanoglu (Inter), Anguissa (Nápoles) y Barella (Inter).

Un 7,12 de media que curiosamente mejora a todos los centrocampistas del Real Madrid salvo a Jude Bellingham (7,25). Ni Tchouaméni (6,97), ni Güler (6,89), ni Fede Valverde (6,75) ni Eduardo Camavinga (6,74) llegan a los números de Modric.

Ahí reside la contradicción madridista de estos meses. Mientras el conjunto blanco sufre problemas en la construcción de juego, Modric lidera a un aspirante al Calcio jugándolo todo. En el Bernabéu saben que los minutos que acumula en Italia serían imposibles de igualar en el Madrid, pero algunas voces dentro del club también reclaman que su incidencia dentro y fuera del campo hubiera sido necesaria en este vestuario madridista.

Según confirman varias fuentes cercanas al vestuario, Modric era, junto a Carvajal y Lucas, uno de los futbolistas veteranos que ponía las normas y controlaba que la plantilla no se saliera del camino correcto. El gallego se ha ido al Bayer Leverkusen, el de Leganés está lesionado y el croata está ahora en Milán, dejando al vestuario vacío. «Era el gran referente», explican desde Valdebebas, donde le echan de menos en el día a día.

Y dentro del césped, Ancelotti le rotaba lo justo y necesario, aprovechándole en los últimos minutos de los encuentros o para controlar el juego desde el inicio. Ahí están también sus números, dos goles y seis asistencias en las 35 jornadas que disputó en la última Liga, titular en la final de Copa contra el Barça y en la ida de Champions contra el Arsenal, donde el Madrid cayó.

El decidido "no" del Madrid

El equipo blanco ha perdido su juego y la ascendencia que tenía sobre la plantilla, donde ahora sólo Carvajal, Courtois y un poco Militao son lo suficientemente veteranos y con peso en el club como para lidiar con los problemas. El resto, demasiado jóvenes o con poco tiempo en la institución para tener la suficiente influencia sobre el resto de compañeros del club.

Pero la decisión de la dirección del Bernabéu estaba tomada desde hacía meses. Ya en la primavera de 2024 hubo dudas en la cúpula del Madrid sobre la continuidad del croata, pero la insistencia de Ancelotti y del vestuario y la importante salida de Toni Kroos decantaron la balanza por una renovación de una única campaña. Doce meses después, ganó el «no» a Modric.

El croata quería terminar su carrera en la Castellana y ofreció diferentes rebajas en su salario, pero la idea de la dirección era dar el relevo definitivo a Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Güler en el centro de la medular, todos por detrás de Bellingham, jefe de la mediapunta.

Esa idea la asumió también Xabi Alonso, que en el Mundial de clubes dirigió los últimos encuentros de Modric en el Madrid y usó al croata como futbolista de rotación en los últimos minutos de los encuentros. Le hubiera gustado que siguiera, pero sabía que no era su decisión y se centró en explotar a los jóvenes. Unos meses después, Modric brilla en Italia y la medular del Madrid, y el vestuario, sufre para encajar sus piezas.

Van der Poel vuelve a vencer en su cuarta prueba de ciclocross a un Van Aert en progresión

Actualizado

Pleno al cuatro. En el Trofee Hofstade, en su cuarta comparecencia en la temporada 2025-26 de ciclocross, Mathieu van der Poel obtuvo su cuarta victoria. La decimoquinta consecutiva desde 2023. Nadie da más. Nadie ofrece menos posibilidades al adversario. Incluso, actualmente, a Wout van Aert. El belga, en creciente buena forma, sin embargo, terminó segundo. Estaba contento.

La prueba no correspondía a la Copa del Mundo, sino a la categoría X2O. Pero figuraba en liza, aparte de Van der Poel y Van Aert, la mayoría de la crema de la especialidad: Thibau Nys, Laurens Sweeck, Joris Nieuwenhuis, Niels Vandeputte, Toon Aerts... Esos nombres belgas y neerlandeses que no suenan mucho en la carretera, pero que son elocuentes en las carreras invernales, tierra, barro, hierba, arena, y son conocidos por un público entendido y entusiasta.

Fue Nys, el campeón de Bélgica, quien aguantó al principio el ritmo de Van der Poel. Cuando cedió, en la tercera de las nueve vueltas del recorrido, Van Aert, había empezado a desprenderse del grupo que serpenteaba por detrás pedaleando sobre tierra dura y arena oscura y densa que obligaba a menudo a la gente a echarse la bici al hombro.

Rápidamente, la carrera quedó definida en la cabeza. Van der Poel, perfecta simbiosis de fuerza y elegancia, de capacidades físicas y técnicas, marchaba por delante. Van Aert, por detrás. No era una persecución -les separaban demasiados segundos-, pero sí un recuerdo, y quizás un anuncio para el futuro, de la vieja rivalidad en la cumbre.

Ambos pedaleaban aislados. Van der Poel de Van Aert. Y éste, de los demás, de un grupito de ilustres que intercambiaban posiciones. Nys era el más fuerte, pero no el más afortunado o el más hábil. En una ocasión, se le atascó la máquina en el serrín y voló en voltereta circense por encima del manillar. En otra, cayó de costado contra la valla. Andaba siempre perdiendo y recuperando posiciones.

Van der Poel cruzó la línea de meta con el gesto sereno de la rutina victoriosa. Van Aert llegó después a 48 segundos. Vandeputte, a 1:02. Y prácticamente encima, Nys, Sweeck...

Van der Poel y Van Aert harán estos próximos días la guerra por su cuenta en distintas carreras. Volverán a coincidir el día 29 en Loenhoot, también en categoría X2O. El aficionado espera una lucha más cerrada y emocionante.

La eterna rabieta del peor Vinicius: con Alonso, con la grada y con el Madrid por una cifra que no llega

La eterna rabieta del peor Vinicius: con Alonso, con la grada y con el Madrid por una cifra que no llega

En dos meses, Vinicius Júnior ha protagonizado dos enfados totalmente opuestos, pero que resumen el clima de tensión en el que vive el brasileño desde que dejó de estar conectado con el balón. Se enfureció en mitad del campo cuando Xabi Alonso le retiró del clásico contra el Barça, el pasado 26 de octubre, mientras la afición observaba sin pronunciarse y la dirección del club fruncía el ceño ante la decisión del vasco. "Me voy del club", gritó en repetidas ocasiones delante del entrenador.

El sábado, sin embargo, abucheado por el Bernabéu al abandonar el duelo contra el Sevilla, se fue cabizbajo, sin gestos ni palabras, y terminó abrazado a Alonso en el área técnica mientras el ruido de los pitos opacaba la megafonía. Unos minutos más tarde, publicó una foto acompañada de tres puntos suspensivos y cambió su foto de perfil en redes sociales. Quitó la del Madrid y puso una con Brasil.

La diferencia en la forma de los enfados es curiosa. Del desplante a Alonso a la cercanía con él. De la indiferencia de la grada a los silbidos. Del apoyo del club a un momento, ahora, en el que la dirección madridista no entiende su reacción a los pitos y suscribe la soberanía del Bernabéu. El público, que ha tardado en tomarla con el equipo durante esta crisis de resultados, estalló contra Vinicius y contra sus compañeros durante gran parte del partido ante el Sevilla, provocando los mayores abucheos al equipo en toda la temporada.

Y Vinicius, cambiado por Alonso en el tramo final, se llevó la mayor parte de la culpa. El brasileño fue de más a menos en el duelo. Empezó activo, recibiendo muchas veces de espaldas, encarando a su par y llegando al área rival, pero no estuvo acertado en los últimos metros. Aún así, si Mbappé hubiera definido como acostumbra en un par de ocasiones, Vinicius se hubiera ido con varias asistencias. El final, sin embargo, le pilló en el foco. Desapareció del encuentro, tanto en ataque como en defensa, y el público pagó en ese momento los malos meses del brasileño.

Vinicius no marca desde el 4 de octubre, 17 citas seguidas en blanco, y lleva sólo cinco goles este curso, todos en Liga. En Champions ni siquiera se ha estrenado. Si Mbappé ha terminado el 2025 con 59 goles, el brasileño se ha quedado como segundo máximo goleador del equipo, pero con 13. Una cifra extraordinariamente baja que preocupa también en los despachos de Valdebebas.

El delantero marcó 17 tantos en la Liga 21-22, 10 en la 22-23 y 15 el curso pasado. Cifras a las que sumó 11, 10, 6 y 10 asistencias. En esta edición del campeonato liguero acumula cinco, pero sólo una en los últimos tres meses.

Vive, y así lo resumen las estadísticas, su peor momento como jugador del Madrid desde los primeros meses de 2021, justo antes de la llegada de Ancelotti. El aterrizaje del italiano en Chamartín cambió al brasileño, con él explotó todas sus cualidades y terminó marcando en dos finales de Champions y ascendiendo al podio del Balón de Oro. Pero ya nada es igual.

Con Alonso ha vivido una montaña rusa. Se enfrentó a él cuando el vasco decidió rotarle en el comienzo de la temporada, explotó (a nivel emocional y no deportivo) en el clásico y ha sido indiscutible para el técnico desde la famosa conjura de Atenas, cuando Xabi y los futbolistas hablaron y pusieron sobre la mesa todos sus problemas. A partir de ahí, el brasileño ha sido indiscutible, coincidiendo esa confianza de Alonso en la peor versión del atacante en todos estos meses. Errático y con poco esfuerzo en la presión, como sus compañeros, ha ido acumulando rabia a la grada hasta que el público explotó ante el Sevilla.

Renovación

El mal momento deportivo, además, coincide también con el parón en las negociaciones por su renovación, algo que no está ayudando a llegar a un acuerdo. El Madrid cree que podrá conseguir un pacto pronto, pero el entorno de Vinicius se mantiene en cifras económicas que ahora mismo no compensan lo deportivo. Su contrato termina en julio de 2027, en apenas año y medio, y ambas partes entran ahora en meses clave de las conversaciones.

El delantero renovó su contrato en 2022 y contando los diferentes bonus que cumplió, incluida la conquista de la Champions, se situó en más de 15 millones netos al año. El Madrid le ofreció cerca de 20 para renovar el contrato actual, pero los agentes del brasileño han pedido una cifra cercana a los 30, algo que el conjunto blanco no planea igualar. Y menos con su nivel actual.

Alex Palou, tras su año mágico: "Me gusta haber triunfado a mi manera y que el éxito no me haya cambiado"

Alex Palou, tras su año mágico: “Me gusta haber triunfado a mi manera y que el éxito no me haya cambiado”

El pasado 25 de mayo, Álex Palou (Sant Antoni de Vilamajor, 1997) concretó en Indianápolis una de las mayores gestas en la historia del deporte español. A esa victoria en las 500 Millas sumaría, menos de tres meses después, su cuarto título de la IndyCar, con el que redondeó una temporada de leyenda. En Estados Unidos, el nombre de Palou ya se sitúa a la altura de Mario Andretti, Scott Dixon o Will Power, mientras por aquí sólo los muy iniciados siguen sus pasos de madrugada. A modo de despedida de 2025, Álex conversa con EL MUNDO sobre este año inolvidable.

El 25 de mayo de 2025, usted ganó las 500 Millas de Indianápolis. ¿Es esta victoria un pasaporte a la inmortalidad?
En Estados Unidos y en el motorsport, sí. Más que nada por toda la tradición que arrastra la carrera. También por tener la oportunidad de que pongan tu nombre y tu cara en el trofeo. Quieras o no, gane otras cinco veces o ninguna más, mi cara va a quedar esculpida ahí para siempre.
Quizá su gran virtud sea el control de la carrera. En Indianápolis supo usar a dos doblados como escudo durante las 14 últimas vueltas. A ocho para la meta, el coche le hizo un extraño y se quedó muy cerca del muro. ¿En estos casi siete meses, ha soñado alguna vez con todo aquello?
Sí, lo he revivido, sí. Y también de maneras distintas. Me acuerdo que justo la semana después, un día me desperté porque había soñado que no podía pasar a Marcus Ericsson y terminaba segundo. Y era como... ¡No puede ser! Pero sí, he revivido el momento muchas veces. Sobre todo, la celebración y la felicidad de después, con mi familia y mi equipo en la pista.
A día de hoy usted es el deportista español más célebre en EEUU...
Creo que hay súper estrellas como Marc Márquez o Carlos Alcaraz, que son mundiales, conocidas y celebradas incluso por quien ni siquiera sigue el tenis o el motor. Así que creo que no soy el que más, pero sí estaremos ahí, por supuesto.
Supongo que no le debe de resultar sencillo caminar tranquilo por la calle o sentarse a tomar un café...
Si salgo a comprar algo cerca de mi casa siempre hay alguien que me para. Si estoy en Nueva York, por ejemplo, no hay ningún problema, porque ahí no tenemos ninguna carrera. Pero allá donde corremos y sobre todo en el estado de Indiana, ahí sí que resulta todo mucho más difícil.
¿Y en España puede pasar más desapercibido?
Aquí no me pararán en la calle más de dos veces al día. Por aquí todo es muy normal.
Dado su actual estatus, ya sólo puede mirar a la historia, como Tadej Pogacar en el ciclismo o Mondo Duplantis en salto de pértiga. ¿Se le ha quedado a usted pequeña la IndyCar?
Si lo miras sólo por números, obviamente hay muy pocos con mis cifras. Sin embargo, yo me lo tomo como que en 2026 todos empezamos con cero puntos y a nadie le va a importar lo que haya hecho el año anterior. O lo vuelvo a hacer o se olvida rápido. Así que más vale que vuelva a apretar, porque si no todo el mundo lo olvidará.
Palou, durante el tradicional homenaje a los ladrillos del 'brickyard'.

Palou, durante el tradicional homenaje a los ladrillos del 'brickyard'.JOE SKIBINSKI

Este año ha sido el de su mayor superioridad en el campeonato, con victorias en urbanos y óvalos, donde se veía por detrás de sus rivales. ¿Ha sido más duro de lo que parecía por TV?
Sí, mucho más. En la tele muchas veces se veía como demasiado fácil, pero bueno, suele ocurrir. La gente normalmente simplemente enciende la tele, la carrera ya ha empezado, quien va primero termina primero y dicen: "Así te lo hago yo también". Pero no ven todo el trabajo y la preparación que hay detrás, que ha terminado marcando la diferencia. Ha sido un año mágico donde todo funcionó muy bien.
¿Se considera una persona ambiciosa?
Sí, por supuesto.
¿Y humilde?
Creo que sí, también.
Hablemos, por tanto, de su tormentosa relación con McLaren, con quien anda aún hoy en litigios. Zak Brown, CEO de McLaren, mostró con Fernando Alonso y Carlos Sainz una clara afinidad con los pilotos españoles. ¿Usted sintió alguna vez también ese cariño?
Bueno, sí, obviamente. Por eso, que fuera real o no, eso es lo que algunos pensarán y yo diré lo contrario, pero sí, al final lo que me ha pasado o lo que he vivido no ha sido lo mejor, obviamente, y en el lío en el que me he metido menos. Al final en ese momento tomé esa decisión, como otras que pensaba que eran lo mejor para mí, pensando que era la mejor, con la información que yo tenía en ese momento. Viendo todo lo que ha pasado, a lo mejor habría tomado otra y nunca habría intentado llegar a la F1, por ejemplo.
¿Qué se le viene a la cabeza cuando recuerda aquella vez que se subió al McLaren?
Estoy muy contento de aquella oportunidad de haberme podido subir por primera vez a un F1. Durante ese año lo hice más de una vez y fue un logro increíble como piloto. Un sueño, realmente fue un sueño. Aprendí un montón. Era un coche increíble de conducir. Quería intentarlo, darlo todo para intentar conseguir un puesto. No salió bien, obviamente, pero no me arrepiento. No es como, ostras, no valió la pena. Yo creo que sí. Podría haber salido mejor, obviamente. Podría no haberme metido en un lío legal, obviamente. Pero la realidad es que todo ocurrió así y no me arrepiento porque, como he dicho, en ese momento pensaba que se estaba haciendo lo correcto. Y creo que al final he tenido suerte, porque todo me ha salido bien a nivel de resultados y tomé la decisión correcta de romper algo y quedarme en Ganassi.
Viendo desde fuera lo que ha sucedido con McLaren a lo largo del Mundial 2025, ¿qué opina de las papaya rules?
Opino que han perdido oportunidades de haber sellado el Mundial mucho antes, porque al final para un equipo lo más importante es ganar. Te da igual con qué piloto, porque ambos son empleados. Creo que debe haber reglas en todos los deportes para favorecer a la empresa, al equipo. Y creo que por intentar ser, ¿cómo lo diría? ¿equilibrados? han hecho algo peor. Ha salido mal, han sido desequilibrados y además le dieron a uno de los pilotos más peligrosos, como Max Verstappen, una oportunidad que no debió tener. Así que estuvo muy interesante. Fui a tope con Max, a ver si podía conseguirlo.
El #10 de Chip Ganassi Racing, tras la victoria en Indianápolis.

El #10 de Chip Ganassi Racing, tras la victoria en Indianápolis.JOE SKIBINSKI

Su estilo cerebral al volante, su modo de leer la carrera y cuidar los neumáticos, ha generado algunas comparaciones, por ejemplo, con Alain Prost. ¿Le gustan estos comentarios?
Cuando te comparan con cualquier piloto que sea una leyenda, que todo el mundo lo conoce por haber logrado cosas enormes en el motorsport, te guste o no, para mí es algo increíble. Me lo tomo siempre bien, nunca me han comparado con alguien y he dicho, "¿dónde vas?"
Sus cuatro títulos de la IndyCar y la victoria en las 500 Millas le colocan a la par de Fernando Alonso, bicampeón mundial de F1, y Carlos Sainz, bicampeón mundial de rallies y cuatro veces ganador del Dakar. Si ampliamos el espectro, en motos también debemos mencionar a Marc Márquez y Ángel Nieto. ¿Se siente cómodo en este Olimpo del motorsport patrio?
Poco a poco nos hacemos un hueco ahí, con la única diferencia de que no es un Mundial. Por eso quizá pesa un poco menos. Pero espero haber abierto la puerta a futuros pilotos españoles, igual que lo hicieron Fernando, Carlos o Ángel, que fueron los primeros en lo suyo, o de Marc, que no fue el primero, pero que ha ganado mucho. Espero que yo haya podido hacer lo mismo para futuras generaciones, que ahora saben que no sólo podíamos llegar, sino que Álex ganó, la IndyCar y las 500 Millas. Así que ojalá le abra la puerta a algún futuro piloto español.
Siempre se ha sentido más cómodo lejos de la farándula y más pendiente de su familia. ¿Quizá ese perfil bajo puede haberle perjudicado?
¿En qué sentido?
En el sentido de que si a un piloto no le gusta medrar o revolotear por los círculos de poder, parece que en realidad no vale para esto.
Sí, puede ser. Yo vengo de una familia muy modesta, donde no creíamos posible nada de esto, donde sabíamos que cada día que seguíamos en el karting o en las fórmulas era una oportunidad increíble. Era como estar en el parque de atracciones. Éramos y somos conscientes de que mañana se puede terminar. Así que sí, supongo que no soy el prototipo, pero eso me gusta. Me gusta que haya sido más a mi manera y que haber llegado arriba tampoco me haya cambiado.
Hace unas semanas, su hija Lucía cumplió dos años. Hay un debate recurrente sobre cómo influye la paternidad en el rendimiento de los pilotos. ¿Qué opina al respecto?
Que no es verdad y si lo es, pues a mí me ha funcionado. Siempre lo había escuchado y siempre había tenido el miedo de que fuese verdad. Lo más importante para mí es la familia, mi mujer, mi hija, toda mi gente alrededor. No sabes lo contento que estoy de que mis mejores temporadas hayan coincidido con la paternidad. Porque la crianza es un trabajo increíble para el que nadie te prepara. Es mucho más trabajo del que te podrías haber imaginado, pero al mismo tiempo te da unas recompensas que tampoco nunca las habrías imaginado. Y a mí me ha ayudado a trabajar más, porque como no tengo tanto tiempo debo ser más eficiente. También me ha ayudado con los momentos malos, porque no me voy a estar rayando cuando una carrera me haya ido mal. Si me siento enfadado luego veo que a Lucía le da igual y que lo único que quiere es que yo pinte con ella. Eso me recuerda que tengo un trabajo increíble, pero que no estoy haciendo nada increíble, no estoy salvando vidas, no soy un médico que está haciendo realmente algo importante. Por todo ello, ser padre me ha ayudado a ir más rápido y a ser mucho más feliz.
El gran reproche de Marcelino: "Cuanto más veo la jugada de Rafa, más veo penalti"

El gran reproche de Marcelino: “Cuanto más veo la jugada de Rafa, más veo penalti”

Actualizado

Marcelino García Toral acabó el partido muy molesto por una acción en la que, en su opinión, Alberola Rojas no estuvo del todo acertado: un choque entre Joan García y Rafa Marín que, desde su punto de vista, era merecedor de pena máxima.

«Viéndolo, para mí es penalti. Cuanto más veo la jugada de Rafa, más claro tengo que es penalti», se quejó el técnico del Villarreal en declaraciones a DAZN nada más acabar el partido. «No sé qué diferencia hay con el penalti que nos han pitado a nosotros. Joan se levanta para impedir que un jugador nuestro vaya a por el balón», abundó Marcelino, que a regañadientes acabó por admitir que la expulsión de Renato Veiga sí podía estar justificada.

«Cometimos un error evitable en la expulsión, que está claro que condiciona mucho. Le decía al árbitro que era mejor que mostrara amarilla y que el VAR ya daría roja si lo consideraba oportuno, porque creo que al revés no se puede... Pero, viendo ahora esa cámara, igual sí es roja...», explicó el entrenador del Villarreal. «El tobillo no se dobla, no hay torsión... Si luego entra el VAR, pues vale. Si el árbitro vio gravedad... Pero con el bonito espectáculo que estábamos viendo, para dejar a un equipo con diez... Después hablé con el árbitro y me dijo que lo había visto muy claro. Y si él lo ve claro...», insistió el técnico, cuyas opiniones, en este caso, se vieron muy secundadas por Dani Parejo.

«En el campo ha sido una acción rápida. No sé si lo puede expulsar o no... Igual con una amarilla hubiera estado bien, y si es roja, que le ayude el VAR. Si le saca roja directamente, es difícil que entren. El árbitro ha visto una cosa, yo habría pitado otra. A veces se equivocan, otras aciertan, pero no hay que olvidar que son personas y también que podemos jugar gracias a ellos», señaló también en DAZN el futbolista de un Villarreal muy elogiado por Hansi Flick.

Esperanza con Koundé

«Por supuesto, me marcho muy contento de aquí. Sabíamos que tienen un equipo fantástico, con mucha velocidad en ataque, y estoy muy feliz de lograr los tres puntos», aseguró el técnico barcelonista, quien quiso lanzar un mensaje esperanzador sobre la posible lesión de Koundé.

«Creo que está bien. Llevaba unos días con algunos problemas, ha estado enfermo y creo que no es para tanto, pero era mejor darle reposo», explicó el entrenador del Barça, quien quiso destacar el gran partido de Joan García bajo palos y recalcó también que no perdió la fe en los suyos ni siquiera cuando los resultados no les acompañaban.

«La mentalidad y la calidad son buenas. Para mí, lo más importante son los entrenamientos. Cuando los veo con intensidad, con calidad, siempre activos... siempre dan el 100 %, y eso para mí es lo más importante. Hubo unas semanas en las que no jugábamos tan bien, pero viendo cómo trabajaban en los entrenamientos sabía que volveríamos a hacerlo. Quiero tener un recuerdo para Andreas, que se lesionó ayer, y le deseamos lo mejor», apuntó Flick, que también quiso acordarse del danés Christensen, quien estará de baja por tiempo indefinido a causa de una rotura parcial del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y seguirá un tratamiento conservador para su recuperación.

Espíritu navideño

Actualizado

En una interpretación prestada de la Astronomía, el Real Madrid y el F.C. Barcelona forman un sistema estelar binario, más tendente a la colisión que al equilibrio gravitacional. La relación entre ambos pasa hoy por un momento especialmente tenso en su larga e incómoda historia en la galaxia futbolística. La Vía Láctea, en referencia a la blancura dominante en el fútbol mundial. La 'central lechera', en la ácida cosmogonía de Pep.

El enfrentamiento actual tiene que ver también con las personas, no sólo con las instituciones. Dos hombres de generaciones distintas y física e ideológicamente opuestos. Dos personajes de diferente formación, carácter y manera de manifestarse. Laporta es un bocachancla, vocablo recién reconocido por la RAE. Florentino, más sinuoso, rima con sibilino.

En la Antigüedad, se establecía la 'Ekecheiria'. Una tregua sagrada que detenía las guerras durante la celebración de los Juegos Olímpicos. Ni el Madrid ni el Barça han respetado la 'Ekecheiria' navideña, el espíritu de estas fechas, paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Roto el feble y artificial armisticio de la Superliga, evaporado el pegamento de pega, valga el juego de palabras, que los mantenía 'juncti sed non uncti' (juntos, pero no revueltos), Pérez y Laporta se han enzarzado en una áspera batalla dialéctica. La atizó Florentino con sus ataques al Barcelona a cuento del caso Negreira.

Exageró cuando lo definió como "el mayor escándalo en la historia del fútbol mundial". Pero sí lo es del español. Con eso basta para darle la razón. Incluso así, no tiene mucho sentido culpar a aquellos años vergonzosos de las actuales decisiones arbitrales que no gustan al club. Sea como fuere, nuestro fútbol arrastra el baldón de haber ignorado o consentido el caso Negreira. Y los tribunales, el de dejarlo dormir, que es como dejarlo morir con esa forma de indulto que es la indiferencia y de perdón que es el olvido.

La respiración asistida de Xabi

Los bombardeos navideños de Florentino han sido selectivos. Se han centrado en el arbitraje. Los de Laporta, de saturación con un zafio rimero de invectivas e improperios contra un Real Madrid que, por ende, representa el 'despotismo no ilustrado' frente a un Barça en el que 'se respira libertad'. Y Joan, heroico desde su Arcadia libertaria, remató acusando al Madrid de 'barcelonitis'. Que el presidente de un club caracterizado históricamente por una 'madriditis' enfermiza recurra a tal melonada, remite a una psicopatología consistente en invertir la carga del dicterio y atribuir al adversario tus propias miserias. Abunda en política. Se la conoce como 'ganar el relato'.

Mientras Xabi continúa con respiración asistida por Courtois y Mbappé, y el Barça, después de un peñazo de partido en Villarreal, se mantiene en cabeza de esta Liga de juego mediocre, volvemos al principio de estas líneas: a la Astronomía. Estrenado el invierno astronómico, ha llegado, puntual, el frío. Y frías, templadas o calientes, proliferan en el mundo las guerras, reales o metafóricas. Aquí estamos en guerra futbolística, política y electoral. La mayor parte del resto del planeta tiene en estas fechas poco que celebrar y mucho que lamentar.

Infeliz Navidad.

El Barcelona vence al Villarreal y despide el año como líder

El Barcelona vence al Villarreal y despide el año como líder

Actualizado

El Barcelona asaltó este domingo el Estadio de la Cerámica (0-2) en un partido en el que el Villarreal se quedó en inferioridad numérica en la primera parte por una entrada de Renato Veiga sobre Lamine Yamal. En cuanto a los tantos, Raphinha sería el responsable de abrir la lata del choque desde los once metros en la primera parte, mientras que Lamine pondría el broche al resultado con un punterazo.

Ambos equipos arrancaron con una electricidad pasmosa que supuso un correcalles en el que los dos pudieron acercarse al meta rival para amenazar a su oponente. En este cambio de golpes, fue el Villarreal quien pudo amenazar con seriedad a un Joan García que fue capaz de frenar los arreones amarillos.

Sin embargo, en el mejor momento de los locales, Raphinha fue derribado por Comesaña dentro del área en una jugada que acabó en el punto de penalti y que supuso el cero a uno después de que el propio brasileño transformara la pena máxima.

Pese al tanto, los de Flick fueron a por el segundo y lo habrían conseguido de no ser porque la cruceta le negó el doblete a Raphinha. Al verse vivo después de esta ocasión, el Villarreal volvió a lanzarse al ataque llegando a empatar el partido con un tanto que no subiría al marcador por fuera de juego de Sergi Cardona.

El control de Pedri

Esto dio alas a los locales que, ante un Barcelona huérfano de Pedri en la medular, comenzó a mover el balón de lado a lado, imposibilitando el control de la posesión al conjunto culé. No obstante, los azulgranas encontraron la forma de bloquear al Villarreal e impusieron un monopolio del balón en el que los amarillos tan solo encontraron varias jugadas de peligro para igualar el choque.

Pero lo que realmente determinó el partido fue la expulsión de Renato Veiga al filo del descanso tras una entrada a Lamine Yamal que dejó al internacional dolorido y que supuso que los locales estuvieran en inferioridad numérica prácticamente una hora de juego.

Tras volver de vestuarios, el conjunto catalán siguió con la idea de embotellar al Villarreal en área propia, así como de controlar la posesión para evitar transiciones, lo que supuso un panorama de partido en el que el juego se desarrollaba prácticamente en el área de Luiz Júnior. Si bien es cierto que el atrincheramiento azulgrana en campo rival suponía una presión constante, los de Marcelino no renunciaban a salir a la contra al estar únicamente por uno abajo.

La lucha del Villarreal

Por este motivo, Flick decidió agitar el avispero e introdujo en el campo a dos delanteros letales como Lewandowski y Rashford. Con ambos en el campo, el segundo gol solo tardó un minuto en llegar y, en esta ocasión, sería Lamine Yamal quien perforara la portería amarilla con un disparo con la puntera al que no consiguió llegar el meta amarillo.

Pese al resultado desfavorable, el Villarreal se mostró guerrero y fue capaz de trenzar jugadas que generaron cierto peligro al arquero azulgrana pero que acabaron en agua de borrajas. Esta impotencia, junto con el paso de los minutos significó que el Barcelona fuera arrebatándole toda esperanza a los amarillos de conseguir anotar un gol que les metiera en el partido de cara a los últimos minutos del encuentro.

Así, con un Barcelona jugando al trilero frente a un Villarreal extenuado se llegaría al final del partido clave y así de un 2025 de resurgimiento para ambas escuadras.