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El brasileño suma un doblete, al igual que su compatriota Rodrygo, en la victoria blanca (5-1). Carvajal abre el marcador y Lunin gana el mano a mano
El pecho de Vinicius no es un ‘pechito frío’. De ese modo aludían a Pelé los aficionados argentinos para provocar a sus homólogos brasileños. ‘O Rei’ contestaba en el campo, sin alterarse. Vini se altera más, nada de ‘pechito frío’, pero lo tiene todo para que sus respuestas partan de su cuerpo felino, de sus piernas, su cabeza y hasta su pecho. De esa forma marcó contra este creciente pero naif Valencia, después de un vuelo rasante sobre la hierba, de conectar una y otra vez con su socio Rodrygo, de volver a anotar, de gustar y de gustarse.
El duelo con el Valencia no era un partido cualquiera, no para Vinicius, después de todo lo que pasó la temporada pasada en Mestalla. El racismo dio al brasileño un relato que tiene todo el derecho a seguir, que hace bien en seguir, pero que irremediablemente le resta energía. Mirar a los lados en un campo de fútbol sólo es útil para mirar al compañero. Más allá está el ruido, la distracción, el lío. El único lío que conviene a este talento es el que provoca en sus contrarios cuando lo observan de frente. Saben lo que les va a pasar, porque las intenciones del brasileño son inequívocas, pero no saben cómo evitarlo. Sucedió con su segundo tanto y tercero del Madrid, un durísimo disparo mientras maniobraba en perpendicular al área.
La necesidad de sus goles
La entrada en la Liga de Bellingham había opacado la suya en el regreso de una lesión, pero la ausencia del inglés no podía aplazar más la aparición del Vini de verdad. Su mejor versión provoca la de Rodrygo, porque el segundo es un futbolista complementario. Se intuyen el uno al otro y este Madrid sin nueve necesita que lo hagan y que lleguen al gol. El tanto de pecho, segundo del Madrid, nació en un pase de su compatriota, que también encontró su doblete gracias a un regalo de Mamardashvili y a la maniobra del quinto.
Los encuentros entre ambos se sucedieron, incluso con preciosismo, como el baile de Rodrygo y su pase filtrado, una exquisitez cuya progresión hacia el gol sólo impidió el fuera de juego. Por su querencia, Vinicius y Rodrygo buscan el exterior y la zona central del ataque se desocupa cuando el Madrid parte de un 4-4-2. Ello hace más necesario que, en ausencia de Joselu, ambos sumen goles, al igual que los jugadores de segunda línea.
Mejor Lunin que Brahim
Ancelotti premió el buen partido de Brahim ante el Braga y el malagueño repitió titularidad. No fue el mismo, ausente incluso durante largos minutos y sustituido. Brahim es un jugador de espacios cortos debido a su repris, pero la ambición de este joven Valencia propició un partido de ida y vuelta, y espacios abiertos.
El que sí aprovechó la titularidad repetida fue Lunin. Ganó dos mano a mano a Hugo Duro que podrían haber inclinado el encuentro del otro lado, pese al tempranero tanto de Carvajal, cuando todavía no se habían jugado tres minutos de juego. El envío de Kroos al lateral fue como un misil de precisión de costa a costa. El lateral, siempre profundo, controló frente a su par, Gayá, cuyo resbalón permitió al madridista acomodar el disparo. Antes del despertar de Vinicius, Carvajal había sido lo mejor del arranque del Madrid junto con Bellingham, que aplaudía los goles desde el palco de los jugadores.
Jóvenes de futuro
El cuarto gol del Madrid llevó a los entrenadores a jugar otro partido. Ancelotti puso en el campo a Modric por un tocado Valverde, en busca de más control, y Baraja dio minutos a otros futbolistas para minimizar más riesgos. La ‘Quinta del Pipo’ entró con fuerza en el Bernabéu, con el buen criterio de Pepelu y Javi Guerra, y la profundidad de Diego López y Hugo Duro. Una crisis es siempre una oportunidad para la cantera, y más si es económica. Estos jugadores están ante la suya. Tienen talento, pese a la goleada encajada, y arrojo.
Fallar tres ocasiones claras en el Bernabéu, como le ocurrió a Hugo Duro, ya que a los dos mano a mano añadió un remate fallido clarísimo, y pretender sobrevivir es ilusorio. El único gol, al final, no le consuela. A la sociedad Vini&Rodrygo, en cambio, le dan la vida estos dobletes. Al Bernabéu, también. Despidió a Vini a lo grande, que con su gol de pecho se sintió por un día ‘O Rei’.