La imagen de Raphinha consolando a Hansi Flick mientras el técnico exhibía su tristeza en el banquillo tras la poco convincente victoria frente al Alavés se ha convertido en viral. Hay un agradecimiento recíproco de gran calado entre ambos. El brasileño ha alcanzado su máximo rendimiento como profesional de la mano del técnico. Flick ha encontrado en él su aliado más comprometido y fiable.
La mejor noticia del sábado fue el regreso a la titularidad de Raphinha. El brasileño es el jugador que mejor interpreta y aplica esa presión asfixiante hasta lo indecible que tan buenos resultados le dio al conjunto azulgrana en la primera temporada del alemán en su banquillo. Y, también por eso mismo, está llamado a ser determinante en el duelo frente al Atlético que los barcelonistas disputan esta noche a las 21.00 (Movistar) en partido adelantado de la decimonovena jornada de Liga por la disputa de la Supercopa de España entre el 7 y el 11 de enero del año que viene.
En el campo, una vez superada ya la lesión que lo tuvo de baja durante casi dos meses, Raphinha exhibió a partes iguales ese perfil a veces un tanto anárquico con el que busca romper el orden de las defensas rivales como su capacidad para morder al adversario cuando este tiene el balón en sus botas con el objetivo de recuperarlo lo antes posible.
Seis partidos ausente
Raphinha sufrió una lesión en el bíceps femoral del muslo derecho el pasado 25 de septiembre, en el partido de Liga disputado en el Carlos Tartiere frente al Oviedo. En principio se estimaba que su baja sería de unas tres semanas, pero tuvo varias recaídas, en parte debidas a su propia ansiedad por regresar cuanto antes, según él mismo admitió. Se perdió seis partidos del torneo, entre ellos el del Sánchez Pizjuán, donde el Barcelona salió goleado frente al Sevilla (4-1) y el jugado en el Santiago Bernabéu, también saldado con derrota, 2-1. Su progresiva incorporación al equipo es una noticia esperanzadora para Flick en su deseo de recobrar el espíritu del colectivo la temporada pasada.
El brasileño confesaba ante las cámaras de DAZN que a veces se vuelve demasiado insistente a la hora de recalcarles al resto de jugadores que le acompañen en la presión. «Hay muchos momentos en los que mis compañeros pensarán que hablo demasiado, que soy un pesado, que les exijo mucho, pero así soy yo: exijo a las personas que sé que pueden dar mucho más», comentaba tras la victoria frente al Alavés.
Con números exorbitantes en el último curso, en este ejercicio ha disputado ocho partidos, seis como titular. Suma tres goles, tres asistencias y 15 disparos a portería. Menos cuantificable es su despliegue físico y su capacidad para tirar continuos desmarques. Dentro de lo intangible se encuentra su capacidad para revitalizar el compromiso de un grupo amenazado por la tentación de aburguesamiento y por la fractura de los egos, sobre la que ya alertó Flick.







