Hoy era un viernes para el espectáculo y la esperanza. Ninguno de los jugadores del top-10 del ranking mundial había comenzado bien este PGA Championship, y desde la organización cruzaban los dedos para que las benévolas condiciones de Quail Hollow ayudaran a que los pesos pesados del golf tiraran de galones y se metieran en el torneo. La PGA de América lleva años conviviendo con el lastre de ser el hermano pobre de los majors. El cambio de fecha (de agosto a mayo) ayudó a mejorar; la elección de grandes sedes como Quail Hollow también aporta lo suyo. Pero el Masters, el Open Championship y el US Open golean al PGA por personalidad e historia.
La extraña clasificación del primer día no contribuía a mejorar la imagen: era más propia del Open de Puerto Rico que de un major con 99 de los 100 mejores jugadores del mundo. Y aunque la segunda jornada nos ha hecho perder a nombres como Justin Thomas, ganador aquí en el PGA de 2017; Jordan Spieth, que se queda sin sueño de Grand Slam (solo le faltaba el PGA Championship); Shane Lowry, Hideki Matsuyama, Sepp Straka (último ganador en el PGA Tour), Ludvig Åberg, Justin Rose o Patrick Reed, el torneo parece haber dado un viraje de 180 grados.
Los grandes del golf han tomado posiciones de cara a un fin de semana de revolución. Scottie Scheffler ha protagonizado el movimiento más decidido. El norteamericano firmó un -3 que lo lleva directamente a la quinta plaza con -5, a solo tres golpes del exótico líder: Jhonattan Vegas, primer venezolano en la historia en liderar un torneo del Grand Slam. Vegas sufrió durante la jornada, sobre todo en su accidentado final, con un doble bogey en el 18 para culminar la temida “Milla Verde”, como se conoce a los tres últimos hoyos de Quail Hollow. El venezolano deja el torneo en -8 y con dos golpes de ventaja sobre el francés Matthieu Pavon y el inglés Matt Fitzpatrick.
Al final, Rory McIlroy pasó el corte justo en la cifra de +1. Hoy se ha conocido que, en las horas previas al comienzo, la USGA hizo un test aleatorio y catalogó el driver del norirlandés como no conforme a las reglas, con lo que Rory tuvo que salir el jueves con un modelo diferente, lo que puede explicar el pobre bagaje de solo cuatro calles cogidas desde el tee. Sin embargo, McIlroy no ha dicho su última palabra y saldrá a nueve golpes, al igual que Xander Schauffele o los españoles Sergio García y David Puig. Todos deberán aprovechar las condiciones de la mañana en un campo que llegará al fin de semana más duro, más rápido, con rough más penalizante y una previsión de más viento. No podemos descartar a ninguno de los 74 jugadores que finalmente han pasado el corte del torneo.
Con más opciones se presenta el único español bajo par: Jon Rahm, con una ronda peleada de -1. “Me siento mejor con el swing de lo que dice el resultado, muy buenas sensaciones”, avisa el de Barrika, que salvó dos monumentales pares en los hoyos 11 y 12: “El campo va a estar cada día más difícil, yo no descartaría prácticamente a nadie”, sentenciaba.
Tres de los cuatro españoles siguen en competición en Quail Hollow. Solo Chacarra se quedó fuera, pero muy cerca de lograr lo que hubiera sido una heroica clasificación. Un resbalón con un mal golpe provocó un doble bogey en el hoyo 8. Llegó a colocarse con +5, pero el birdie en el hoyo 14 y el eagle en el 15, con un putt desde fuera de green de más de 20 metros, lo dejaban a tiro de birdie con los tres hoyos finales de la “Milla Verde” por jugar. Se escapó por muy poco el birdie en el 16 y, a la desesperada, cometió dos bogeys en el 17 y 18 para tener que despedirse del torneo. “Obviamente no he tenido el nivel que creo que puedo demostrar, pero está bien saber dónde tengo que mejorar. Mi nivel de mejora está en los greenes, me queda mucho que aprender y mejorar”.
David Puig por fin ha podido dar bolas en el campo de prácticas. Salió a ciegas al segundo major del año: un milagro que pudiera pinchar la bola el jueves en el tee del hoyo uno. Hoy la ronda se complicó de inicio con un segundo golpe en el 10 directamente contra el tronco de un árbol. El primer milagro de la jornada llegó con un putt desde seis metros para par. Cuando todo parecía bajo control, llegaron cinco bogeys en siete hoyos. Con +3 y tres hoyos por jugar, parecía que el corte se alejaba. Otra lección de garra del golfista de La Garriga, que terminó con dos birdies en el 7 y el 8 para clasificarse al fin de semana. “He podido cerrar muy bien, seguir confiando en mi juego y he podido hacer buenos swings para acabar y jugar el fin de semana”. “La parte física ha mejorado bastante, eso es el mayor éxito”.
Sergio García (+1) también terminó justo en +1 para pasar el corte, pese a que el golfista de Castellón creía en un “99,9 por ciento que se iba a quedar fuera por un golpe”. Nos alegramos del error de cálculo, aunque su discurso sigue siendo catastrofista. “He jugado mejor que ayer, era fácil: ayer como un hándicap 25 y hoy como un hándicap 7“, concluía. Mucho por jugar aún en el segundo major del año. Veremos si está predispuesto a que la revolución continúe el fin de semana.