Pedri socorre al Barcelona

Pedri socorre al Barcelona

LaLiga Santander


Girona 0 Barcelona 1

Actualizado

Un gol del canario en su partido 100 con el Barcelona permite al equipo de Xavi Hernández salvar un triunfo en una mala tarde frente al Girona (0-1). Dembélé se lesionó un año y dos meses después

Pedri celebra el gol del triunfo del Barça.PAU BARRENAAFP

El fútbol es exagerado, tanto en la concepción como en el análisis, porque no hay manera de comprenderlo. Xavi Hernández, el día antes de visitar Montilivi y con el equipo líder, decía que no ganar al Girona supondría una «hecatombe». No fue así porque Pedri es una bendición y porque a Iván Martín se le torció el zapato. Stephen King, al que quizá acaben enterrando en un cementerio de animales antes de que alguien tenga a bien darle el Nobel, siempre tuvo claro cómo tratar este tipo de historias: «Los narradores no tenemos una idea muy clara de lo que hacemos. Cuando algo es bueno no solemos saber por qué; y cuando es malo, tampoco. A menos páginas, menos paja». Como en Girona sobró la paja y el mal juego, el relato no pudo más que abrazar el desconcierto y el martirio. Acabó el Barça sin delanteros, encerrado en su área, rifando los balones sin ton ni son, pero agarrado con fuerza a la fe del resultado.

Ousmane Dembélé, quizá el único futbolista en el que el spoiler es imposible, acabó envuelto en una manta en el banquillo tras 25 minutos inenarrables que llegaron a su fin después de un sprint quebrado por una rasgadura en el cuádriceps izquierdo. En el mejor momento de su carrera en el Barcelona, en plena ola de elogios por su «adaptación» tras seis temporadas en el club, y un año y dos meses después de su última lesión como azulgrana, el extremo francés volvió por donde solía.

No invitaba el escenario a que el Barcelona se recreara en la contemplación del ombligo. Montilivi, clavado en un cerro, es un centrifugadora de aire gélido que obliga a los futbolistas a estar tan pendientes del juego como de la imposible calentura. Pero ante un entrenador como Míchel Sánchez, de aquellos preparadores que niegan las casualidades, no sirve el viento de cola, sino una preparación y una ejecución meticulosa del encuentro. El Girona, antes de que los errores individuales le condenaran, supo echarse atrás en el primer tiempo y echarse al monte en el segundo para abocar al equipo de Xavi a una guerra de nervios.

Echó de menos el Barcelona a algunos de los jugadores que obtuvieron descanso de inicio, como Christensen, su futbolista con mejor salida, o Balde. Eric García y el recién renovado Marcos Alonso fueron sus sustitutos. Pedri, que a sus 20 años cumplía 100 partidos en el Barcelona, hubiera tenido también reposo de no haberse lesionado Dembélé en una tarde que ya le pintaba bien fea. Y con Lewandowski y Ferran Torres aún sancionados, a Ansu y Raphinha les tocó asumir responsabilidades con escaso acierto. Especialmente atribulado se mostró el extremo brasileño, cuyos enredos pasan de anecdóticos a habituales cuando es él quien tiene que avanzar y crear, no finalizar.

En cualquier caso, y ante el implacable liderazgo en la presión de Oriol Romeu, pocas salidas al entuerto adivinaba el Barcelona mientras a Xavi se lo llevaban los demonios en el banquillo. El problema, por momentos, parecía no ser el juego, sino los conflictos. El torbellino Arnau estaba en todas las escaramuzas –Gavi se tomó su particular venganza con un buen trompazo-, y a Pedri le castigaban con una amarilla por protestar una mano de Riquelme que el árbitro no vio.

Grave error

No podía el Barcelona crecer a partir del juego en estático, pero sí de la presión y el robo. Sobre todo ante un Girona condenado a avanzar con los pies de madera de sus dos centrales suplentes, Bernardo y Juanpe. Un grave error de este último en el rincón propio del campo permitió a los barcelonistas avistar por fin la meta en el amanecer de un segundo tiempo que Xavi había inaugurado con la inclusión de Jordi Alba por el inoperante Marcos Alonso. Falló Juanpe, los azulgrana llevaron la pelota con celeridad hacia la orilla de Alba, y al portero Gazzaniga se le doblaron los dedos en el centro ante la satisfacción de Pedri, tan pancho en el putt.

Pero el gol ni mucho menos liberó al Barcelona, sino que agitó aún más sus monstruos mientras el Girona se atrevía a subirse a sus barbas. Le tocó a Araujo sacar bajo palos un balón que Stuani pretendía embocar. Eric García, mientras, volvía a mostrar dificultades en la gestión de los contactos defensivos con arietes más fuertes que él. En un córner agarró sin complejos a Stuani, aunque ni el colegiado ni el VAR tuvieron nada que objetar.

Con los protagonistas ante un abismo emocional por momentos insoportable -Míchel fue expulsado por protestar-, el Barcelona dejó claro que, incluso en las tardes más desagradables y en tiempos de pura supervivencia, se puede ser campeón.

kpd