El delantero del Barcelona Robert Lewandowski aseguró que podrá jugar “como mínimo un año más al máximo nivel”, remarcando que “la edad es un número”. El internacional polaco cumplirá en agosto 37 años, y este curso anotó 42 tantos, su récord personal con el Barça.
En una entrevista a ‘Mundo Deportivo’ explicó que se siente “bien física y mentalmente”, añadiendo además que está “preparado para la próxima temporada”.
Sin embargo, de lo que evitó pronunciarse fue de si contempla la posibilidad de ampliar su contrato con el conjunto azulgrana, que vence el 30 de junio de 2026.
FUTURO EN EL BARÇA
Lewandowski sobre la continuidad con el equipo culé declaró que es “muy pronto” para pensar en qué decisión tomará el próximo verano. “Tengo suficiente tiempo para decidir qué quiero hacer. Ahora no es el momento”, insistió el delantero, quien admitió que a día de hoy no tiene “ni idea” de qué será de su futuro a partir del 30 de junio de 2026.
“Puedo decir lo que quiero hacer ahora, pero en el fútbol un año es mucho tiempo. Por ahora pienso que lo más importante es que me estoy preparando para hacer una muy buena temporada”, remarcó el goleador, que no quiso pronunciarse sobre quién debería ser su sucesor en el puesto de ‘9’.
Lewandowski opinó que este no es un asunto sobre el que el club deba consultarle, pero sí reconoció que “no es un tema fácil” porque actualmente la oferta de delanteros en el mercado es limitada y, por tanto, su precio es elevado.
“No he visto a muchos jugadores hasta ahora que jueguen más de dos o tres años a tope y hayan marcado más de 40 goles. En general, el nivel de goles ha bajado un poco”, reflexionó el polaco, antes de valorar que encontrar “la solución perfecta” dependerá también “del entrenador y del sistema” de juego.
Por otra parte, definió la temporada del Barcelona como “casi perfecta”, y reivindicó que el técnico Hansi Flick ha logrado “que cada jugador esté a su nivel”.
“La próxima temporada puede ser un poquito más difícil, porque todos los rivales nos querrán ganar, pero si estamos preparados mentalmente, podremos jugar con un poquito más de experiencia y al final será un poquito más fácil”, concluyó.
El filipino Manny Pacquiao, único boxeador que ha sido campeón en ocho divisiones, ofreció este sábado una destacada pelea a sus 46 años, que dos de los tres jueces evaluaron como empate y permitió al estadounidense Mario Barrios retener en Las Vegas (Nevada) su título welter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Uno de los jueces del combate le dio ventaja de 115-113 a Barrios, nacido hace 30 años en Racine (Winsconsin), y los otros dos coincidieron en entregar un 114-114. La decisión final fue abucheada por los asistentes al MGM Grand Arena de Las Vegas, que vieron ganar al 'Pacman', de regreso al boxeo profesional después de cuatro años.
El filipino buscaba ser el monarca más longevo en la división welter y el segundo en toda la historia del pugilismo.
"Creo que gané la pelea, que fue cerrada. Es un oponente difícil y pelea bien, traté de terminar la pelea, pero es un buen peleador. Hice un trabajo duro y tuve disciplina para mantener que mi edad no me cobrara factura", comentó 'Pacman', quien aseguró que buscará la revancha ante Barrios.
Pacquiao marcó el ritmo del primer asalto, al buscar atacar con directos de izquierda a un Barrios que trató de contraatacar sin éxito a su rival.
En el segundo y tercer capítulo, Barrios alejó con su jab a Manny, para bajarle el ritmo a la ofensiva del filipino y tomar el control de la pelea.
En el cuarto y quinto, 'Pacman' encontró la forma de volver a hacer daño con cruzados y ganchos al cuerpo al monarca, quien prefirió no ir al ataque, pensando en que en la segunda mitad del duelo el asiático llegaría cansado.
El filipino aprovechó que Barrios lo siguió respetando y no se animó a atacarlo más allá de jabs, para apostar al combate corto en el sexto y séptimo, para poner el combate de su lado.
El mexicoamericano por fin aceptó la invitación de Pacquiao de pelear a la corta distancia, algo que aprovechó el filipino para lanzar combinaciones a la cabeza y las zonas blandas y mostrar su mejor versión en el octavo round.
Manny aumentó su confianza y en el noveno, hizo daño con directos a la cara ante un Barrios que se vio perdido y sin posibilidad de responder a los golpes de poder de su contrincante.
El campeón salió del letargo que estuvo al inicio de la pelea en el noveno y décimo round, sin embargo, Pacquiao no dio muestras de su veteranía y no le huyó al duelo a corta distancia.
El buen trabajo del 'Azteca' en los episodios anteriores se echó a perder en el undécimo, con un Barrios al que le costó mantener el ritmo a su rival, que se fue adelante como si no hubiera mañana con ganchos a las zonas blandas.
En el duodécimo, Barrios tuvo otra ligera reacción, al conectar todos los golpes y la presión que no metió en los demás 11 rounds, pero fue insuficiente para hacerse con el triunfo.
Antes, el mexicano Isaac 'Pitbull' Cruz venció por decisión unánime a Omar Salcido para conquistar el título interino superligero del CMB y en la batalla coestelar de la velada, el estadounidense Sebastián Fundora defendió su fajín superwelter del CMB al derrotar por nocaut técnico al australiano Tim Tszyu.
Con las cicatrices de su abdomen aún frescas, mermado por una cirugía que le había dejado fuera de combate hace sólo dos semanas, Carlos Sainz dominó de forma aplastante en Albert Park, camino de su tercera victoria en la Fórmula 1. La más autoritaria, la más simbólica, la que ponía fin a la racha de nueve consecutivas de Max Verstappen, víctima de una avería en los frenos. Red Bull, por una vez, fue vulnerable y Charles Leclerc completó el doblete para Ferrari. El delirio rojo en Melbourne y la emoción de Sainz en la radio, casi a lágrima viva: "La vida es una montaña rusa".
Camino del champán, con la bandera española en la mano, Carlos aún se permitía las bromas con Leclerc y su amigo Lando Norris, que cerraba podio. Poco antes de cruzar la meta ya había ordenado a sus mecánicos que el monegasco se acercara para la celebración conjunta. Sobraba tiempo, porque un duro accidente de George Russell contra las barreras de la curva 6, había ralentizado la carrera en la última vuelta. De nada importaba tampoco que Leclerc le hubiese arrebatado el bonus de la vuelta rápida (1:19.813). Nadie podía discutir el protagonismo de Sainz, que controló a su antojo.
Rodando con singular regularidad en 1:21, el madrileño abrumó a la competencia durante sus dos relevos con el neumático duro. Ni siquiera concedió la duda a Ferrari, alejando del radar del DRS a Leclerc. Se hizo más fuerte cuando la debilidad le devoraba por dentro. Ahora puede parecer ventajista escribirlo, pero ni el propio Verstappen pareció en condiciones de aferrarse a su estela. Aunque no resulte equiparable, Sergio Pérez bastante tuvo con sujetar a Fernando Alonso, sexto en la meta.
La rotura de Hamilton
Todo lo que la Fórmula 1 llevaba meses esperando tomó forma en Albert Park. El aplastante dominio de Red Bull, convertido en soporífera monotonía, se hizo de pronto carbonilla. "Acabo de perder el coche. Ha sido realmente raro", adelantó por radio Verstappen tras un extraño en la curva 9. Por entonces, Sainz ya se lo había quitado de encima en la segunda vuelta, dejando constancia del brío de su Ferrari. Unos metros más adelante, un hilito de humo empezó a emanar del RB20. Los frenos de la rueda trasera derecha ardían en llamas. Justo en el mismo escenario, exactamente dos años después, el tricampeón del mundo mordía el polvo.
El vacío de Mad Max dejó patidifusos a los favoritos. Ferrari veía abrirse las puertas del cielo, McLaren calculaba sus opciones de podio y Red Bull depositaba sus opciones sobre los hombros de Pérez. Por si no sobrasen alicientes, Lewis Hamilton inflamó los ánimos en el séptimo giro con un madrugador paso por boxes. Dos vueltas más tarde, Oscar Piastri y Leclerc, en busca de un undercut ante Norris, cambiaron también sus gomas. El compuesto duro debía aguantar 25 vueltas, pero Sainz, con el medio seguía clavando los tiempos, sin que nadie le importunase.
Había interés en cómo gestionaría Ferrari el graining de sus gomas. Al volante de un monoplaza totalmente equilibrado, Sainz no mostraba ni un síntoma de debilidad. Incluso pudo levantar el pie para sostener su ventaja frente a Leclerc y los McLaren. Tras estirar al máximo los medios durante 16 vueltas, la primera parada se saldó saldada por los mecánicos rojos en 2,6 segundos. Un respiro.
Sainz, al volante del SF-24, el domingo en Albert Park.AFP
Por detrás, Alonso mostraba un ritmo de crucero más que notable con los duros, rodando casi a la par de Pérez y Norris. Aston Martin pretendía alargar la vida útil de los neumáticos, a la espera de cualquier eventualidad. Y por una vez, la fortuna se alió con el asturiano. El abandono de Hamilton, víctima de un fallo de motor a la salida de la curva 10, provocaba el virtual safety car. Un regalo del cielo para Alonso, que ganaba cinco posiciones.
Desde luego, las gomas amarillas obligaban a un ímprobo trabajo a Fernando, con unos cronos casi calcados a los de Lance Stroll. Quería negar los espacios a Pérez, pero el mexicano le arrebató la posición en la vuelta 27, con una sencilla maniobra a la llegada de la curva 9. De ahí hasta la meta se mantuvo a la defensiva frente a George Russell. Sobre un asfalto con cuatro zonas de DRS, con un rendimiento inferior al de Mercedes, Alonso parecía presa fácil para el británico. El acecho acabó de la peor manera. Con Russell contra el muro y con Alonso citado por los comisarios. Si consideran que su frenada fue verdaderamente errática, el domingo podría acabar peor de lo pensado en Melbourne.