Las huellas de Ayrton Senna en Mónaco: el conflicto entre el marketing y una buena causa

Las huellas de Ayrton Senna en Mónaco: el conflicto entre el marketing y una buena causa

El paso adelante, tan prodigioso, ha tomado por sorpresa incluso a Andrea Stella, team principal, y Zak Brown, director ejecutivo. En McLaren no dan crédito a los recientes resultados, recompensa a su sorda labor en la fábrica. En apenas 18 meses han sacado los colores a Mercedes y Aston Martin, dos rivales con mayores recursos, hasta equipararse con Ferrari. Liderados por Lando Norris -vencedor en Miami y segundo en Imola- hoy se sienten ya capaces de desafiar a Red Bull. Porque si hace apenas un año su ritmo en Mónaco les hacía perder casi segundo y medio frente a Max Verstappen, este fin de semana se perfilan como serios candidatos a la victoria. Por si no bastase, la escudería de Woking rendirá homenaje a Ayrton Senna.

Durante la cita con más glamour del calendario, McLaren va a aportar una nota distintiva en su MCL38 con los colores amarillo, verde y azul del casco del brasileño. “Este es un lugar especial para nosotros, así que rendiremos tributo a Ayrton con esta librea especial”, adelantó Stella. Sin embargo, en el imaginario de los aficionados la figura de Senna, fallecido en Imola hace 30 años, sigue asociándose al blanco y rojo, los tonos de Marlboro con los que conquistó sus seis victorias en el Principado (1987, 1989-1993).

Los habituales resquemores entre la F1 actual y la industria tabaquera, sumados a la influencia de OKX, patrocinador principal de la escudería de Woking, han propiciado la elección cromática. Y aunque los aficionados más veteranos no anden precisamente entusiasmados, ahora mismo la nostalgia ha de ceder paso a una de las plataforma de criptomonedas más poderosas del planeta. De igual modo, los intereses familiares representan otro punto de discrepancia.

Contra los poderosos

Viviane, hermana y garante de su legado, no ha viajado a Mónaco porque anda en Portugal cuidando a la abuela, de 88 años. De modo que la representacion corresponde esta vez a Bianca y Lalalli, las sobrinas del mito. “Es una muestra de la increíble labor benéfica del Instituto Ayrton Senna”, valoró Bianca, embajadora de esta asociación, sobre los beneficios que aportarán las ventas del deportivo de calle diseñado al efecto. Claro que, por encima de lo humanitario siguen pesando las estrategias de marketing. Y si Senna se convirtió en un símbolo de este deporte fue, entre otros motivos, por su empecinada lucha contra los poderosos.

Nada mejor para interpretar su vínculo con el Principado que el recuerdo de 1984 y 1988. Es decir, la célebre remontada bajo la lluvia de su debut, al volante de un Toleman, y el trance, casi místico, en el viraje de Portier, uno de los más bellos fiascos en la historia del Gran Circo.

Porque aún hoy, cuatro décadas después, cuesta entender los motivos que llevaron a Jacky Ickx, director de carrera, a ondear la bandera roja y detener en la 32ª vuelta aquella exhibición del paulista bajo el diluvio. Había partido decimotercero en la parrilla, pero pronto se colocaría tercero, antes de devorar a Niki Lauda. Entonces rodaba dos segundos por vuelta más rápido que el McLaren de Alain Prost. Aún quedaban 44 giros por delante y el líder ya sólo contaba con siete segundos de margen. La decisión de Senna de cruzar la meta por delante del francés, fue algo más que una protesta simbólica, porque todos sabían de cómo Jean-Marie Balestre, presidente de la FISA, protegía a Le Professeur.

Aquella herida nunca suturó del todo y el pique volvió a reeditarse cuatro años más tarde. Sobre una pista mojada, Senna había rubricado una asombrosa pole, con 1,42 segundos de ventaja sobre su compañero en McLaren. “Él asume sus riesgos, pero no es mi estilo”, rumió Prost, con cierto espíritu visionario.

Por entonces, nadie se acercaba siquiera a la pericia entre los muros de Senna, que durante la carrera nadie dio rienda suelta a su descomunal talento. De modo que, a falta de 12 vueltas, la ventaja sobre Prost rondaba los 55 segundos. Gerhard Berger, al volante del Ferrari, cedía 70, así que Ron Dennis, desde el muro, tuvo que suplicarle que levantara el pie. El brasileño no hizo ni caso. Sólo dos giros más tarde estrelló su MP4/4 a la entrada del túnel.

kpd