La UEFA sanciona al Barça sin poder vender entradas para el partido ante el Estrella Roja por comportamientos racistas de sus aficionados ante el Mónaco
El Comité de Control, Ética y Disciplina de la UEFA ha sancionado al FC. Barcelona por comportamientos racistas de sus aficionados tras el partido de la Liga de Campeones ante el Mónaco, que terminó con derrota (2-1) para el equipo de Hansi Flick, con una multa de 10.000 euros y la prohibición de vender entradas para su próximo partido a domicilio ante el Estrella Roja, que se disputará el 6 de noviembre.
Con esta decisión y aplicando el artículo 26 (3) del Reglamento Disciplinario, el organismo resuelve ejecutar la sanción que el club tenía suspendida durante un periodo de prueba de un año debido a otro episodio similar ocurrido el 17 de abril en el partido que les enfrentó al Paris Saint Germain.
En esta ocasión, durante el encuentro ante el equipo monegasco se pudo observar, en la grada donde estaban ubicados los aficionados culés, una pancarta con la consigna “Flick Heil”, similar al utilizado por el régimen nazi. Por ello y además de la cuantiosa cantidad de dinero, esta decisión incluye la prohibición de ventas para otro partido más a domicilio, pero ésta queda en suspenso por un periodo de prueba de un año, a contar desde la fecha de hoy.
En este sentido, la UEFA también ha recordado que las medidas disciplinarias durante un periodo probatorio no son efectivas de forma inmediata, pero pueden ejecutarse si se comete una ofensa de naturaleza similar durante ese espacio de tiempo.
Antecedentes
El pasado mes abril, la misma comisión disciplinaria impuso varias multas al Barça por un montante de 32.000 euros y le castigó con la prohibición de vender entradas condicionada durante un año.
Cada mañana, Peppino, su padre, se ponía al volante para recorrer los 50 kilómetros que separan Reggiolo de Parma. Un hombre de pocas palabras, pero tifoso enfermizo del Milan, que se hizo enterrar con el uniforme oficial del heptacampeón de Europa. Cada 10 de mayo, fecha de su cumpleños, Carlo Ancelotti acudía puntual a felicitarle. Y la pasada semana, aprovechando un hueco previo a la final de Wembley, el entrenador del Real Madrid tampoco olvidó la visita al cementerio. Junto a él, su hermana Angela, que reside en la cercana Novi di Modena. Por las riberas del Po, el sol aprieta y la vida pasa despacio. Nadie olvida de dónde viene y todos saben que volverán. La gente se remanga a disposición del bien común, como tras el terremoto que devastó la zona, un 29 de mayo de 2012. Carletto, que nació, creció y salió de aquí camino de la eternidad, también regresará. Como uno más.
A la sombra de las almenas de la Rocca di Reggiolo, una fortaleza medieval cuyos muros resistieron los embates del seísmo, Fausto Mazza regenta el Ristorante Toscanini. «El jueves [16], a las nueve de la mañana, Carlo estaba sentado conmigo en esta misma mesa», revela, con la misma naturalidad con la que arrastra su corpachón entre los manteles. En su aire socarrón y hospitalario, en el apretón de sus manos callosas, cabe toda la Bassa Emilia. «Ancelotti proviene de una familia campesina muy pobre. Así que, pese a los éxitos, esa herencia siempre va a estar ahí. Dice mucho de él que un personaje de su relevancia entre aquí a saludar y a tomar un café con los amigos».
Junto a un banderín rossonero del Milan, Mazza guarda dos fotos como alhajas. Una, de 1974, el año que compartió junto a Carlo en el Reggiolo Calcio. La otra, de 1995, cuando organizó un torneo al que su camarada, entonces técnico de la Reggiana, quiso apuntarse. «A los 14 años todos queríamos ser profesionales, pero la mayoría no teníamos ni para las botas. Las que nos dejaba al club, a menudo no nos servían, porque ya las habían destrozado los mayores», recuerda Fausto. Y su sonrisa, deshilachada entre la barba entrecana, se despliega al presentar los cappelletti in brodo, especialidad gastronómica de la Bassa. Una pasta rellena sumergida en caldo de carne y aderezada con el toque preferido de Ancelotti: «Un dedo de vino tinto. Sólo un dedo».
«¿De verdad no se marcha?»
Entre las celebridades locales, la popularidad de Mazza rivaliza con la de Giancarlo Simonazzi, párroco de Santa Maria Assunta y guardián de la llave del Oratorio San Giuseppe. Entre sotanas y alzacuellos marcó sus primeros goles, hace casi medio siglo, aquel niño tan glotón. Pero de camino al número 96 de la Via Giacomo Matteotti hay parada preceptiva en la Ferretería Ancelotti. Gaetano y Roberto, remotos parientes por parte de abuelos, regentan el negocio. Son tan gentiles, tan a la vieja usanza, que hasta su duda enternece: «¿De verdad que no va a marcharse a Brasil?» Al fondo, varios militantes de Forza Italia faenan con las pancartas en una calle dedicada al ilustre mártir del socialismo. Los ojos de Don Giancarlo, casi octogenarios, ya parecen haberlo visto todo un par de veces. Pero cuando abre la cancela, también en su voz se derraman unos acentos de nostalgia.
«Todo este vestíbulo tuvo que reconstruirse tras el terremoto, aunque la parte de dentro no ha cambiado», explica el sacerdote, apuntando a un solar donde las matas de hierba crecen desordenadas. Hace tiempo que arrancaron las porterías y hay que forzar demasiado la imaginación. Así que mejor dejar constancia de la última prédica antes de partir. «Nadie podrá objetar nada de Carlo como futbolista y entrenador, pero a nivel personal, hay quien piensa que ha cometido graves errores». No hay forma, divina o humana, de sonsacarle algo más. Simonazzi habla y se mueve como aquel Don Camilo de las novelas de Giovanni Guareschi.
Por estos contornos, los caminos son rectos y los vecinos conocen, terrón a terrón, cada palmo cultivable. En primavera, algunos diques se desbordan y el agua, fangosa, engulle las tierras bajas. Los mosquitos devoran. El sol curte incluso el pellejo de Adone Bertazzoni, labrador a tiempo completo y presidente, en los ratos libres, del Reggiolo Calcio. Como cada sábado a mediodía, Adone acude con su furgoneta al Stadio Comunale Rinaldi. Trajina con unas sillas de plástico y enseña al periodista las instalaciones municipales. «Carlo, como yo, viene de la tierra, de la estructura de la tierra. Por eso es un tipo tan humilde y trabajador». Bertazzoni, con sus ojillos vivaces y su dentadura de niño pobre, representa el testimonio de un mundo que se acaba.
«Tenemos un terreno fértil. Yo cultivo maíz, trigo y soja. Disfruto con mi vida tranquila y con mi casa en el campo», confiesa. Pero desde la construcción de la autopista a Brennero, la arcadia se ha visto azotada por el progreso. Comer Industries, suministradora de Jeep, y la farmacéutica Sarong, abrieron sede en los alrededores. Disminuyó el desempleo, aunque el orgullo de Reggiolo no se mide en datos macro. «En este club contamos con 50 voluntarios. Empezamos con niños de cinco años hasta el equipo senior. Siempre intentamos hacer bien las cosas. Ancelotti empezó aquí en 1974 y mira su trayectoria tan increíble». Bajo la tribuna principal, en un cuartillo carcomido por el polvo, se amontonan trofeos, testigos de aquel tiempo, cuando Carletto partió hacia Parma. Del Ennio Tardini, al Olímpico de Roma y San Siro. Del banquillo de la Reggiana a las puertas de su quinta Champions.
"Durante su primera etapa en la Reggiana tenía dudas sobre si valía para los banquillos"
Han transcurrido casi tres décadas desde aquel debut en los banquillos en la Serie B, quizá la fase menos conocida de su carrera. «En esa época Carlo estaba preocupado, con dudas sobre si valía o no, pero también tenía mucha motivación», apuntan sus conocidos de entonces. Reggio Emilia, capital de la región, no entendía el pésimo momento de un equipo que únicamente sumó cuatro puntos en las siete primeras jornadas. «Él siempre repite que fue uno de sus peores momentos. Incluso se planteó la dimisión, pero le dieron confianza y terminaron ascendiendo».
Su filosofía originaria aún encaja en las horas previas de una séptima final de Champions: «Ninguna noche impide al sol salir por la mañana». No obstante, al éxito con la Reggiana le sucedió una repentina crisis. «Repetía a sus asistentes: "Esto es demasiado estresante". Decía que lo iba a dejar en tres o cuatro años. De hecho se ponía como fecha límite el año 2000».
La electricidad de un banquillo quizá sólo sea equipareble a la de la política. Y de eso va sabiendo lo suyo Roberto Angeli, con tres legislaturas ya a las espaldas. «Le conocí en casa de Angela, durante la fase de reconstrucción del pueblo. Hace tiempo que no nos vemos, porque siempre anda muy ocupado, pero cuando gana algún título hablamos por teléfono», comenta el alcalde de Reggiolo. Aunque comparta una casa en Vancouver con Mariann, su esposa, Carlo guarda otros proyectos para la jubilación. «Todos esperamos con ilusión su regreso a Reggiolo. Ya me han pedido un homenaje de bienvenida, así que lo recibiremos con los brazos abiertos. Organizaremos una gran fiesta en la que participará todo el pueblo», finaliza Angeli.
Entre la brisa mecida por los cerezos llegan ecos lejanos de la Champions. Algo especial habrá en la Emilia-Romagna, tierra de Arrigo Sacchi y Alberto Zaccheroni. O de Simone Inzaghi, natural de Piacenza y Stefano Pioli, de Parma. Sacchi revolucionó el fútbol, pero Ancelotti ha perfeccionado, como ningún otro, la fórmula ganadora.
Sus rutas gastronómicas
M.A.H.
Durante su niñez de posguerra y privaciones, la dieta semanal se limitaba a una sopa con tocino, unos huevos con cebolla y un trago de vino. Para los días de fiesta, alguna perdiz o gallina frita. El pequeño Carletto siempre tuvo buen apetito y el dinero del fútbol simplemente hizo aflorar su lado más gourmet. Apasionado del jamón ibérico y los caldos gran reserva, el técnico blanco no pierde ocasión, cuando viaja a su tierra, para el buen yantar. Entre sus rincones favoritos, el Ristorante La Pinta, en San Bernardino di Novellara. Regentado por Jeris Folloni, en sus paredes aún cuelga una foto del entonces centrocampista del Milan. De sus tiempos en el Parma queda registro en cada visita a la Hostaria da Ivan, situada en la pequeña localidad de Fontanelle di Roccabianca. Sobre estas líneas, el Ristorante Toscanini, su favorito de Reggiolo.
El Barça de Hansi Flick, imparable hasta el momento en la Liga, se enfrenta ahora a toda una prueba de fuego. Los azulgrana se estrenan este jueves en la nueva versión de la Champions a domicilio ante un Mónaco que, en el último partido de la pretemporada, el tradicional trofeo Joan Gamper, arrolló a los barcelonistas ante su público en Montjuïc venciéndoles por 0-3. El cansancio, a causa de la exigente preparación física seguida para poner a punto toda la maquinaria, fue señalado como uno de los posibles motivos de una debacle de la que los jugadores locales tomaron muy buena nota.
El hecho de que el equipo monegasco, que jugó tal ocasión con uniforme completamente blanco, citara parte del himno más clásico del Real Madrid para celebrar su victoria en sus redes sociales le sentó a más de uno como una patada en el estómago. Algo de lo que, seguro, buscarán tomarse la revancha en el Luis II.
La máxima competición europea no ha sido muy positiva para los azulgrana en los últimos años. En las temporadas 2021-22 y 2022-23, acabó por verse descabalgado finalmente a la Europa League. El curso pasado, mientras, logró clasificarse como primero de grupo con algo de suspense. Tras firmar un arranque muy positivo, con tres victorias consecutivas frente al Amberes (5-0) y el Shakhtar (2-1), en casa, y ante el Oporto (0-1) a domicilio, cayó en Ucrania (0-1) y en Bélgica (3-2) y acabó siendo líder gracias a su triunfo en casa ante los portugueses conseguido en la penúltima jornada (2-1).
Las buenas sensaciones cosechadas frente al Nápoles, en los octavos de final, y la ida de los cuartos de final ante el PSG en el Parque de los Príncipes, con su victoria por 2-3, mientras, fueron cruelmente rotas por los franceses con un 1-4 en Montjuïc que empezó a fraguarse con la expulsión de Araujo cuando los locales mandaban por 1-0 en el marcador.
Lesiones en el mediocampo
Ante el Mónaco, además, a Flick le tocará buscar soluciones para un centro del campo que sigue sufriendo una particular sangría de efectivos. Marc Bernal no podrá jugar hasta el año que viene, Frenkie de Jong y Gavi ya están trabajando con el grupo, pero siguen sin recibir el alta, Dani Olmo se lesionó ante el Girona y estará un mes de baja y Fermín, que parecía que podía estar a punto para medirse al equipo del Principado, volvió sufrió una lesión en el recto anterior del muslo derecho y deberá permanecer en el dique seco durante tres semanas. Puede que a otros, en estas circunstancias, les temblara un poco el pulso, pero no al alemán, quien está muy pendiente de los jóvenes talentos del club.
Si para el duelo en Montilivi ya dio la sorpresa al llevarse a Guille Fernández, en esta ocasión no sólo ha vuelto a incluir en su lista a este joven centrocampista, de 16 años, sino que también se ha llevado a su primo, Toni Fernández. Los dos dejaron su marca en el partido entre el Barça Atlètic y el Ourense, de Primera RFEF, con dos tremendos golazos.
Otros dos jugadores del filial, Sergi Domínguez y Andrés Cuenca, ambos centrales, entraron también en su convocatoria. Otro joven, aunque con ficha del primer equipo, un Pablo Torre que parece estar convenciéndolo bastante, sería otra posibilidad para apuntalar el centro del campo. O, incluso, retrasar a la medular a un jugador que le ha estado dando un gran rendimiento en punta en los últimos partidos, Raphinha. Sobre todo, tras la tan esperada alta médica de un Ansu Fati que arde en deseos de recuperar su mejor versión bajo las órdenes del alemán.
El delantero español no juega desde el pasado mes de mayo, cuando disputó 10 minutos con el Brighton ante el Manchester United. Cayó lesionado, el conjunto inglés no quiso seguir con sus servicios y volvió a Barcelona con la esperanza de llamar la atención de Flick. Ahora tendrá una oportunidad.
A sus 21 años, el curso pasado disputó 22 partidos, 19 de ellos con el Brighton, y no ve puerta desde noviembre de 2023. Su último partido con el Barça fue en agosto del año pasado, hace más de 12 meses.
Mi generación hace listas. De todo y para todo. No sé si es culpa del manual aspiracional que fue Alta fidelidad, donde de Top 5 en Top 5 Nick Hornby nos explicó la música, el amor y la vida, o porque, sencillamente, nos hacemos viejos y es una buena forma de recordar las cosas. El caso es que siempre he tenido claro que los mejores entrenadores que he visto en mis casi 40 años de consciencia futbolera se dividen en dos grupos bien definidos. Y e
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