La oda defensiva de Xavi en el Bernabéu

La oda defensiva de Xavi en el Bernabéu

Copa del Rey


Real Madrid 0 Barcelona 1

Actualizado

El Barça reniega del balón, pero triunfa en la supervivencia ante un Real Madrid que ni siquiera pudo tirar a puerta. “No hemos traicionado ningún modelo de juego”, se defiende el técnico azulgrana

Vinicius trata de centrar ante Araujo.J. MARTÍNEFE

El Barça de Xavi protagonizó una oda al fútbol defensivo en el Bernabéu, allí donde el ahora técnico había sublimado los postulados cruyffistas en la era Guardiola. El relato no puede imponerse a la realidad. Y sobrevivir, sí, es también vivir.

«¡Es un partido de modelo de juego!».

Acostumbra este deporte a alimentarse de axiomas de los que resulta difícil renegar en los púlpitos mediáticos, no tanto ante la crudeza de un terreno de juego. Había prometido Xavi en la víspera de este agrio clásico que el Barcelona, tal y como hiciera en Arabia, tiraría de dominio escénico con la presión como punto de partida y el balón como reclamo. Pero lo que hizo este equipo fue completar un ejercicio defensivo sin igual, con Araujo arrastrando otra vez a Vinicius al tormento, y Koundé hartándose a achicar agua en el área. Incluso Marcos Alonso permitió que en poco se notara la ausencia de Christensen.

Ocurre, sin embargo, que este Barcelona de mínimos poco tiene que ver con aquel equipo disfrutón de la Supercopa. Donde antes habitaba Pedri y su péndulo, ahora corretea Kessié con su martillo. El nulo desequilibrio de Raphinha -incomodó más a Nacho por cómo le defendió, pero no por cómo le atacó-, obliga a la extraña nostalgia por Dembélé. Mientras que Ferran Torres hace bien en intentar llegar y pasar -dejó dos veces solo a Kessié-, pero paga no esperar y rematar, en lo que Lewandowski acostumbra a mostrar su oficio.

Kessié representa una contradicción extrema respecto a los postulados formales y estéticos del Barcelona. No perfila de manera adecuada. No puede ofrecer orden. Y ahí quizá resida la respuesta, en la imposibilidad de descifrar qué puede ocurrir con su corpachón mediante. Formó el marfileño a la vera de Busquets en el cuarteto de centrocampistas alistado por Xavi (De Jong, el más clarividente, y Gavi se ubicaban unos metros hacia adelante). Y Kessié amaneció en el Bernabéu viendo cómo Modric jugueteaba a su espalda. No ayudaba que Busquets, la noche en que alcanzaba la cima de los clásicos jugados (46), se mostrara de lo más impreciso. O que Balde, que era quien tenía que asociarse con Kessié en el triángulo, tuviera un mal día con el botín.

Pero es el fútbol una actividad tan retorcida que le tocó a Kessié -ni a Raphinha ni a Ferran Torres, los dos delanteros- ser el responsable de los dos únicos tiros a puerta. Y ver también desde primera línea cómo, tras la parada de Courtois, entre Militao y Nacho acompañaron al balón hasta la red. Aunque a Kessié le esperaría descubrir la otra cara de la moneda, cuando bien pudo rematar al Real Madrid con el 0-2 tras encontrarse con un disparo a bocajarro. Ansu, que ya se llevó una reprimenda en Old Trafford por arrebatar un testarazo a Lewandowski, no supo apartarse tampoco esta vez a tiempo. Poco importó.

«No hemos traicionado ningún modelo de juego. Defender forma parte del fútbol», se defendió Xavi. El Barcelona logró imponerse con un 35% de posesión. «No es el porcentaje que buscamos. Ni el partido que queríamos. Nos dominaron con pelota, pero el trabajo defensivo del equipo fue extraordinario», insistió el entrenador.

El Barça no se defiende con el balón, sino con su vida.

kpd