De la gesta de Marruecos al fracaso de Cristiano Ronaldo y Alemania: las sorpresas y las decepciones del Mundial de Qatar

De la gesta de Marruecos al fracaso de Cristiano Ronaldo y Alemania: las sorpresas y las decepciones del Mundial de Qatar

Mundial 2022 Qatar

Actualizado

La Copa del Mundo, como en todas sus ediciones, deja historias en las que, en algunos casos, sus protagonistas encontraron la gloria y en otros, todo lo contrario

Regragui manteado por sus jugadores tras lograr el pase a semifinalesNorooziAP

El Mundial de Qatar se cerró tal y como imponía el relato, con Messi encaramado al trono de Maradona. Y todos aquellos voluntarios que durante 64 partidos tuvieron que sonreír sí o sí, y ponerse un guante azul con un dedo gigante para orientar a los aficionados a la salida de los estadios, ya no tendrán que subirse a una escalera para que todos los vean. Ni darle al megáfono. Ni canturrear tres palabras que llegaron a ser incluso más famosas que todas las estrofas de los Muchachos juntas. “¿Metro? ¡This way!” La Copa del Mundo, dada a la hipérbole, siempre fue un cruce de caminos donde los futbolistas encontraron tanta gloria como perdición.

El Mundial deja un sinfín de gestas de aquellas que merecerán ser recordadas. Pero pocas como las de Marruecos. Ya no es solo que, con su cuarto puesto, consiguiera la mejor clasificación de siempre de una selección africana. O que sus jugadores, muchos de ellos fuera del foco de los mercaderes del fútbol y de la afición occidental, se dejaran la vida hasta el último minuto del torneo. Marruecos logró que el pueblo árabe, fuera cual fuera la nacionalidad, estuviera con ellos hasta el final.

Con el seleccionador Regragui al mando, algunos opositaron a ser los mejores en sus posiciones. Como Amrabat, quizá el mejor mediocentro defensivo de la competición. O Achraf Hakimi, que no hizo más que reforzar su estatus en la élite como lateral derecho. Pero estando ambos consolidados en Europa, como Ziyech, fue mucho más impactante el rendimiento del centrocampista Ounahi, que hace año y medio jugaba en la tercera división francesa y al que el Angers, colista en Ligue 1, podrá vender ahora con gusto. Del mismo equipo es el extremo Boufal, que dejó para el recuerdo un regate hipnótico ante Marcos Llorente. O el central El Yamiq, que pasó de ser suplente habitual en el Valladolid a ejecutar una espectacular chilena en la semifinal contra Francia. Las Copas del Mundo siempre incluyeron cuentos de hadas.

Si bien Mbappé confirmó que esta próxima era será la suya, no fueron pocos los adolescentes que alzaron la voz. El alemán Jamal Musiala (19 años) sólo pudo jugar tres partidos en el Mundial porque la Mannschaft, condicionada por la derrota inaugural frente a Japón, ni siquiera pasó de la primera fase. Pero el mediapunta del Bayern tuvo tiempo suficiente para evidenciar que el presente es también suyo. Del Leipzig llegaba el central Josko Gvardiol (20 años), al que probablemente muchos le recuerden por ser incapaz de detener a Messi en las semifinales en una de las jugadas que marcarán la carrera del argentino. Pero no hubo central más dominante que él en el torneo, decisivo para que el baile de la Brasil de Tite acabara antes de tiempo e incluso para permitir que Croacia acabara tercera tras marcar en plancha a Bono. La Inglaterra de Gareth Southgate, probablemente la selección que mejores tramos de buen juego dejó en el torneo, fijó a sus niños en la élite. Como el centrocampista Jude Bellingham (19 años), un portento físico y técnico que se estrenó como goleador ante Irán. Como el extremo Bukayo Saka (21), que acabó el torneo como máximo anotador inglés (tres) junto a Marcus Rashford. O como Phil Foden (22), cuya participación como falso hombre de banda siempre coincidió con los mejores momentos de los Three Lions.

Deja el Mundial otras irrupciones a tener en cuenta. Como la del australiano Garang Kuol, que a sus 18 años y 79 días jugó unos octavos de final frente a Argentina quedándose sólo por detrás de Pelé. Y con un mano a mano en el minuto 97 que el Dibu Martínez le ganó para evitar la prórroga. Tampoco habría que pasar por alto el campeonato del tallo neerlandés Cody Gakpo, con tres goles en cinco partidos, pese a que no tener incidencia en el tumultuoso choque de cuartos contra la albiceleste. En Japón, una de las revelaciones del torneo tras ganar a Alemania y España en la primera fase y quedar eliminada en los penaltis de octavos ante Croacia, destacó Ritsu Doan (dos goles marcó el centrocampista del Friburgo).

Y qué decir de los dos futbolistas con los que Lionel Scaloni cambió la dinámica destructiva tras perder en el primer partido frente a Arabia Saudí. Hacía falta cordura, y quien la puso fue Enzo Fernández (21), el mejor joven del campeonato. Un chico de cabeza y pie privilegiados. Donde Mac Allister, De Paul y Paredes ponían pierna dura y solidaridad, él ofrecía un fin. Mientras que Julián Álvarez (22), a la sombra de Haaland en el City y que debía ser el sustituto de Lautaro, ya nunca podrá olvidar este Mundial. Y mucho menos su semifinal contra Croacia, capaz de emular a Kempes entre empeño, clase y rebotes, pero también de coronar una de las acciones de Messi que perdurarán en el tiempo.

ECLIPSE DE RONALDO Y NEYMAR

Fue también un Mundial de fin de trayecto. No para Luka Modric (37 años), que fue quien arrastró a Croacia al tercer puesto junto al portero Livakovic, al viejo lobo Perisic y al formidable Gvardiol. Aún quiere el madridista jugar, como mínimo, la Liga de Naciones. Pero quien no pudo evitar ser consumido por la decrepitud del tiempo fue Cristiano Ronaldo. El seleccionador Fernando Santos, siempre sospechoso por su incapacidad para gestionar el talento, no pudo sacar provecho de una plantilla con Joao Félix, excelente, Bernardo Silva, Bruno Fernandes, Leao o Dalot. Al menos, eso sí, tomó la decisión más difícil de su carrera: sacar de la titularidad a Cristiano tanto en octavos de final (donde los lusos arrasaron a Suiza con la irrupción en un gran escenario de Gonçalo Ramos, autor de tres goles a sus 21 años) como en cuartos, donde Portugal se vio sobrepasada por Marruecos.

Quién sabe cuántas oportunidades más tendrá Neymar, que llegará al Mundial de 2016 con 34 años, pero también con la sensación de ser un futbolista maldito. Lesionado en el tobillo en el primer partido y después de perderse la derrota frente a Camerún en la primera fase, llegó a tiempo para ayudar a Brasil a golear a Corea del Sur en octavos. Pero, tal y como le ocurriera en el Mundial de Rusia, no pudo pasar de cuartos pese a marcar un gol extraordinario en la prórroga a una Croacia que acabaría imponiéndose en los penaltis. No pudo ser, así, la Copa del Mundo en que Vinicius confirmara sus maneras de estrella. Tampoco destacó demasiado el azulgrana Raphinha. Mientras que Rodrygo, bastante hizo con disfrazarse de Neymar el día en que el atribulado astro se lesionó.

No pudo salvar Fede Valverde a esa Uruguay de las viejas glorias (Luis Suárez, Giménez, Godín, Martín Cáceres y Cavani), que priorizó la indignación a la evidencia del paso del tiempo. Roberto Martínez, mientras, tuvo que concluir su bella historia con la generación de oro de Bélgica, que pasó del tercer puesto en Rusia a ser eliminada en la primera fase ante las quejas de De Bruyne a sus compañeros y los errores de un Lukaku que cerró su participación dando puñetazos al banquillo.

Hubo otras individualidades de las que se esperó mucho más. Como Dembélé, extrañamente tímido hasta la final, y marcado en el partido definitivo por su absurdo penalti a Di María. Deschamps lo mandó a galeras antes del descanso.

Pero también quedaron señalados algunos colectivos. Ya fuera por el hype creado -véase Canadá o Estados Unidos, tan efusivas como efervescentes-, ya fuera por la calidad de sus futbolistas -la Serbia de Vlahovic, Tadic, Mitrovic o Kostic-. Aunque no hubo decepción más dura para los organizadores que el rendimiento de Qatar, a la que de nada sirvió el trabajo del español Félix Sánchez para evitar ser eliminada después de sólo dos partidos. En el Mundial del lujo y la túnica, fue la peor anfitriona de la historia.

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