Kylian Mbappé es cantidad, pero lo que se espera de Mbappé es que sea calidad. Los números del delantero del PSG esta temporada son incontestables, con 39 goles en 41 partidos en todas las competiciones. Sólo Harry Kane puede mejorarlos, aunque de forma prácticamente centesimal, ya que ha marcado los mismos tantos con el Bayern, pero en dos partidos menos: 39 en 39. Vinicius ha conseguido la mitad (18), lo mismo que Lewandowski (20), mientras que Haaland se queda a casi a una decena de distancia (31). Pero a Mbappé no le sirve el granero, sólo el mejor grano, el de las ocasiones especiales. Es un jugador elegido y pagado para decantar las grandes noches. Lo es para quienes se sienten despechados en el Parque de los Príncipes por su anunciada marcha, como para quienes le aguardan ilusionados en el futurista Bernabéu. La última noche de París, en cambio, fue una noche cualquiera, gris, mediocre. La de Montjuïc le aguarda, hoy, entre la deuda de su pasado y el crédito de su futuro. Son sus dos Champions.
El nulo protagonismo de Mbappé ante el Barcelona en la ida de los cuartos ha hecho que las críticas arreciaran de forma exacerbada en su país en la última semana, amplificadas por el dolor que produce su partida entre los franceses. La única esperanza es esta Champions y su participación en los Juegos de París, algo que, como dijo el propio Mbappé, ya no está en su mano ni en la de Emmanuel Macron. Si es la mano de Florentino Pérez, es una mano dura. Sin embargo, no es únicamente dolor. Es la impresión de que siempre han estado por delante sus intereses personales, económicos, y los de su clan. En los días malos, eso pasa factura. También hay madridistas que lo piensan.
"Su actitud fue escandalosa"
De «falta de respeto» llegó a calificar su actuación en la ida el ex campeón del mundo Christophe Dugarry. «Se pueden fallar pases, regates, tener un mal día, pero la actitud de este muchacho fue escandalosa», prosiguió en una intervención en 'RMC Sport'. «Has escupido a la cara de la Champions, que al parecer quieres ganar. Tenías la oportunidad de jugar en un estadio tan hermoso, contra todo un Barcelona, y la actitud fue una vergüenza absoluta», añadió el ex campeón del 98 y ex azulgrana, que apeló a la dignidad y orgullo de la estrella ante el partido de vuelta.
Las duras, incluso insultantes, palabras de Dugarry no se reprodujeron en su textualidad entre el resto de los medios y creadores de opinión franceses, pero todos coincidieron en las críticas, también los que habían sido más próximos al jugador y su entorno. El PSG se ha liberado del divismo que representaban Neymar y Messi, y busca un nuevo camino con Luis Enrique, con el que Francia fue mucho más condescendiente que con Mbappé, pese a que su planteamiento fue ampliamente superado por el de Xavi. El propio Dugarry excusó de responsabilidades al asturiano por el adverso 2-3.
¿UN PSG SIN EGOS?
Luis Enrique, ayer en Montjuïc, dijo que tiene un «equipo unido, sin egos». Tuvo algo de interpretación la declaración del asturiano, que tuvo sus desencuentros iniciales con la estrella gala como también le pasó con Messi en el Barcelona. No mencionó a Mbappé ni una sola vez, pero quizás pensaba en él cuando dijo que «un gran jugador debe saber levantarse después de caer, como nos pasó a nosotros».
«Estoy seguro de que veremos a un gran Mbappé en la vuelta. Conociéndolo un poco, asumirá la responsabilidad y hará un gran partido. Es el jugador que más querrá clasificarse». La voz no es de Luis Enrique, sino de Javier Pastore, ex futbolista del PSG. Ha sido de las pocas contemporizadoras con Mbappé extramuros del Parque de los Príncipes. De hecho, el argentino puso por delante el acierto de Xavi al encontrar el antídoto contra el delantero: «Fue muy inteligente, al colocar a dos hombres para cerrarle los espacios. Pero al atraer defensas, Mbappé liberó espacio para otros, lo que explica que viéramos más uno contra uno de Dembélé en la banda opuesta».
Dada la ventaja de un gol con la que parte el Barcelona tras el 2-3 de la ida, Luis Enrique no espera un partido muy distinto. Tampoco debería hacerlo, pues, Mbappé, que necesitará del mejor desborde y hasta duplicidades ofensivas frente a un mejorado Koundé, un Araujo firme y el creciente Cubarsí.
Todas las cábalas colocan a Mbappé en el Madrid la próxima temporada. José Mourinho se ganó buena parte de su fichaje después de apear, como técnico del Inter, al Barça de Guardiola en unas semifinales de Champions en el Camp Nou. El francés no necesita ese refrendo, pero sabe que en este partido se juega más de una Champions, la de su pasado y presente como francés y jugador del PSG, y la del futuro.