Noche de líder para el antidivo Joselu en Getafe

Noche de líder para el antidivo Joselu en Getafe

La llegada de Joselu al Madrid, donde todos suspiran por un ‘nueve’ como se suspira al tocar las imágenes de las medallitas, era para el jugador un acto de fe. No le importaba, porque no está en el Madrid de llegada, como Brahim, alterado por el penalti que no le señalaron, sino de vuelta. Sabe cuál es su rol y sabe lo suficiente del oficio de delantero para saber que en el caladero ofensivo del Madrid hay mucha pesca. [Narración y Estadísticas, 0-2]

Marcaba o se lamentaba, pero cumplía, cuando le dejaban, hasta encontrar su noche en territorio comanche, porque el Coliseum de Getafe no es un sitio cualquiera. Marcó los dos goles del Madrid, gestionó y fue generoso con un Vinicius superado por el portero local. No fue un acto de fe. Fue el acto de un líder que hace líder a los suyos por delante del gran Girona. Esto no cambia nada en el equipo, en la jerarquía, pero cambia la manera de observar y hablar de Joselu. Con partidos como el jugado en Getafe se gana respeto. No es poco.

Quizás Bordalás siente que su equipo lo perdió un poco en el primer tiempo. Hay pocas cosas que a un entrenador puedan fastidiar más que el primer gol del Madrid, porque entre los méritos blancos, de Lucas Vázquez y Joselu, hubo deméritos gruesos de sus jugadores. Gastón no frenó al gallego, Domingos Duarte perdió la marca del delantero blanco y a Soria lo dejó en mal sitio la duda. Salgo, no salgo, el me quiere, no me quiere de los porteros. El denominador común de todos esos errores fue la falta de contundencia, de intesidad, justo la que define a este Getafe de autor.

Intensidad no es sinónimo de defensa, aunque lo fácil sea confundirlo. El equipo de Bordalás no se posicionó en el campo como lo haría un conjunto expresamente defensivo. No. Buscó la presión alta sobre el Madrid y adelantó su defensa para reducir los espacios donde el Madrid maniobra. El problema es que dejó al descubierto lo espacios donde pudiera correr.

Ancelotti lo vio desde el principio y por ello el Madrid buscó los balones largos, a la espalda de sus laterales. Buena parte partían de sus centrales, Rüdiger y Nacho. Vinicius era el receptor en la izquierda, como un running back en carrera. En esa suerte, es imbatible. Cuando se encontró mano a mano con Soria, sin embargo, perdió el envite por tres veces. En la segunda parte, Joselu le entregó el gol envuelto en papel de regalo, quizás como devolución de la asistencia que le permitió marcar el segundo, pero para Vini no era el día del gol.

Pese a ello, el brasileño estaba más calmado y menos histérico que otras veces, inlcuso cuando cayó en el área tras un posible contacto con Carmona. Vinicius no podía encontrar la sintonía con Rodrygo en un Madrid con cambios en el once, aunque con la misma sensación de seguridad. Valverde aparecía en la derecha, con Joselu en el centro.

Importante la jerarquía con la que se empleó Tchouaméni en los medios hasta que la lesión de Rüdiger le obligó a volver al puesto de central y en su lugar se colocó Camavinga. Profundo Lucas Vázquez por la derecha, como el soldado que siempre cumple, para asistir a Joselu, no únicamente en el gol, y preciso en sus remates el delantero.

Además de abrir el marcador y sellar la victoria cuando el Getafe parecía resucitar, Joselu envió al larguero, aunque en fuera de juego, y forzó al menos otra gran parada de Soria. Esa respuesta hace difícil distinguir entre suplentes y titulares, entre ellos de nuevo Modric, en este Madrid con todos sus futbolistas activados. Toda una garantía para lo que viene, el regreso de la Champions, y algo que vuelve a demostrar la inteligencia emocinal de su entrenador.

Nueva actitud

Bordalás tenía que utilizar la suya para cambiar la cosas cuando todos se fueron al vestuario, porque Lunin apenas se había metido en un pequeño lío, por culpa suya, en la primera parte. Nada que hiciera el Getafe le comprometió. Zarandeó Bordalás el banquillo, y es de suponer que el discurso en el vestuario, y el Getafe encontró lo que buscaba con más ritmo y velocidad de balón, y más intensidad en las disputas.

Greenwood, un tipo con mucho que aportar, lanzó a la base del palo. Mayoral volvería a encontrar la madera más tarde. Lo que parecía un aviso era también una advertencia, y es que el Madrid es más peligroso cuanto más amenazado se encuentra. Una de sus transiciones a campo abierto llevaron a Joselu al lugar perfecto, al que también llegó Brahim, derribado, sin que el VAR lo corrigiera. Incomprensible.

kpd