El inglés se retiró con molestias en el aductor pero “no peligra el clásico”, según Ancelotti / Tangana final entre Rüdiger y un asistente del Braga / Un directivo de los azulgrana atacó al brasileño.
En la zona mixta del Estadio Municipal de Braga, entre el hormigón y la piedra alrededor de los que se construyó esta joya arquitectónica, todo el mundo esperaba a Jude Bellingham. El inglés marcó el segundo gol del Real Madrid ante el Sporting, su tercer tanto en tres jornadas de Liga de Campeones, y volvió a ser de nuevo uno de los mejores futbolistas del conjunto blanco sobre el campo. Sin embargo, en los instantes finales del encuentro y en el enésimo esfuerzo físico por ayudar en defensa a sus compañeros, notó una ligera molestia en el aductor izquierdo. Intentó continuar, pero unos segundos después se sentó en el suelo para recibir atención médica. Sobre la hierba, la primera observación de los doctores provocó el cambio instantáneo por Lucas Vázquez.
Se retiró al banquillo con una ligera cojera y con el pitido final saltó de nuevo al campo para separar en la tangana que se formó entre Rüdiger y un asistente del Braga y para aplaudir a los aficionados madridistas que se habían desplazado a la ciudad portuguesa.
Por todo ello, el británico, ya de costumbre centro de atención para la prensa, era el más buscado entre los pasillos de la instalación. Tanto Carlo Ancelotti como Vinicius Júnior tranquilizaron al madridismo, pero faltaba por hablar Jude. “Bellingham tiene un poco cargado el aductor, pero el Clásico no corre peligro”, se apresuró a asegurar el italiano ante los medios. “El césped estaba un poco blando y ha sufrido, pero se va a recuperar bien. Está cansado, como todos. Hoy ha hecho un esfuerzo defensivo extraordinario”, elogió Carletto, que en defensa situó a Bellingham en la izquierda para liberar a Vinicius. “Se sacrifica mucho y así Vinicius puede estar más fresco para las transiciones. No sé cuántos kilómetros ha corrido Vini hoy, ha sido muy peligroso. Creo que trabajan muy bien juntos”, insistió.
En zona mixta, Vinicius admitía sobre Bellingham que “creo que está bien”, pero “todavía no he hablado con él”. El brasileño se dirigía en ese momento hacia el autobús del conjunto blanco. Eran las 22:50 en Portugal, 50 minutos después del final del encuentro. Por el pasillo de medios fueron pasando uno a uno los futbolistas del Madrid, menos dos, Kepa y el propio Bellingham, a los que les había tocado el control antidoping. El autobús madridista decidió no esperarles y arrancó hacia el hotel Vila Santa Cruz, donde iban a pasar la noche antes de salir este miércoles hacia Madrid.
Casi una hora y media más tarde, más de dos horas después del final del duelo, a las 00:10, Bellingham y Kepa abandonaron el estadio una vez pasado el test y se dirigieron en bus al hotel. Lo hicieron, para desgracia de los medios, por una puerta aledaña y no por la zona mixta, como obliga UEFA. El Madrid insiste en que el británico “está bien” y que pasará pruebas médicas el jueves para confirmar su estado de cara al clásico.
La tangana final
Uno de los primeros en subirse al autobús fue Rüdiger, bastante enfadado después de la tangana del final del choque. Según el club, un asistente del cuerpo técnico del Braga “insultó gravemente” al central alemán, al que tuvieron que sujetar entre varios compañeros para que la trifulca no fuera a más. “Un asistente del Braga lo ha agarrado y ha respondido. Pero ya está más tranquilo”, declaró Ancelotti sobre el tema.
Hasta Braga llegaron también las palabras del Mikel Camps, portavoz adjunto de la Junta Directiva del Barcelona, que escribió en redes sociales que Vinicius “se merece una colleja por payaso y vacilón“. “Qué representan estas bicicletas innecesarias y sin sentido en el centro del campo”, añadió. La declaración fue contestada por Rodrygo, que lo calificó de “lamentable”. “No puedo hablar más”, reconoció.