en el Wizink
Campazzo (18 puntos, nueve asistencias), Poirier (18 puntos, siete rebotes) y Deck (19 puntos) lideran el triunfo ante el campeón lituano (93-79).
La décima victoria consecutiva, tercera en Euroliga, la perfiló el pincel de Facu Campazzo y se ejecutó con el martillo de Vincent Poirier. En plena efervescencia, casi tocado por las hadas, el Real Madrid mandó a la lona al Zalgiris gracias también a la sorda labor de Gabriel Deck, a quien jamás le importaron las sutilezas. Sin embargo, más allá de cualquier mérito individual, el equipo de Chus Mateo mostró de nuevo un gran nivel en todos los órdenes. Inabordable para el campeón lituano, que llegaba invicto tras sus triunfos en Bolonia y ante Estrella Roja en Kaunas. [Narración y estadísticas (93-79)]
Campazzo (18 puntos, nueve asistencias), Poirier (18 puntos, siete rebotes) y Deck (19 puntos) fueron la vanguardia de un equipo disfrutón y atractivo, cuyo fantástico momento será examinado este mismo jueves por el Olimpia Milano de Nikola Mirotic. La próxima semana será el Barça, capaz de tomar dos plazas como El Pireo y Belgrado, quien desfile por el WiZink. Algo tendrán que inventar Ettore Messina y Roger Grimau para frustrar la racha de este Madrid.
Ante el Zalgiris, bastaron cuatro triples en dos minutos y medio, para virar el marcador de un 13-14 a un 25-16. Tres de ellos, en la muñeca de Campazzo, a quien tributaron una solemne ovación al dejar su sitio a Sergio Rodríguez. En nueve minutos, Facu ya acumulaba 14 puntos y dos asistencias, buena muestra de su excepcional momento de forma. En todo caso, este Madrid no sólo destaca en la navegación, sino que también abruma con su acierto anotador.
Excepcional acierto
Mediado el segundo cuarto, la segunda unidad de Chus Mateo, comandada por Rudy Fernández, presumía ya de una cómoda ventaja (43-30). Y eso que el capitán había salido para mantener a raya la fina zurda de Edgaras Ulanovas. Que ya no pasara tan fácil los bloqueos el ex alero del Fenerbahçe mérito fue del mallorquín. Más difícil resultó encontrar explicación congruente al 8/12 blanco en triples. O a esa acción de Poirier, recorriendo la pista de extremo a extremo, eludiendo rivales, antes de que lo frenasen en anti-deportiva.
El Madrid fluía en cada rincón de la pista, casi ajeno a la oposición del Zalgiris o a los avatares del marcador. Sus recursos ofensivos, variados, barrocos, desataron el entusiasmo del WiZink. La gente no encontró motivo de alarma ni siquiera ante Naz Mitrou-Long, un base de cintura ágil y cabeza aún más ligera. Tras recorrer botando dos veces la zona y anotar un estrafalario baby hook ante Sergio Llull, tras siete puntos casi consecutivos, Kazis Maksvytis tributó una bronca al base por su nulo compromiso colectivo.
El Zalgiris aún tendría opción de mostrar su verdadera entidad. Lo hizo tras el descanso, merced a un cambio defensivo radical, provocando cuatro pérdidas en cinco minutos, donde los locales sólo anotaron con dos tiros libres de Edy Tavares. Con el caboverdiano ya en el banquillo, por culpa de dos personales consecutivas en ataque, un 2+1 de Rolands Smits colocaría un amenazante 55-52.
Acierto de Manek
Ni siquiera podía mirar el aro el Madrid, que cerró el tercer cuarto con apenas 10 tiros de campo. Sin embargo, incluso transitando por un páramo yermo sabe encontrar alternativas. Por ejemplo, con Deck en el poste bajo. Siete puntos del argentino neutralizaron los ocho consecutivos de Brady Manek, para devolver la estabilidad antes del último cuarto (72-62).
Desde entonces ni siquiera hubo que arriesgar con Tavares o recurrir al hechizo de Campazzo, porque ya se bastaron sus sustitutos. Si Llull había dejado atónito al personal con dos canastas de la firma, el alley-hoop entre Poirier y el Chacho, rematado por el francés con la zurda, fue de otra dimensión. Cerrar una noche de Euroliga con 26 asistencias parece ahora mismo sólo al alcance de unos escogidos. Y visten de blanco.