Real Madrid 2 Chelsea O
Benzema y Asensio completan una victoria de autoridad del conjunto de Ancelotti (2-0) que pudo cerrar el pase a semifinales de Champions
La historia duerme tranquila después de un ejercicio de solvencia del campeón frente a un grande de la Premier afectado por el peor virus del fútbol, el que carcome la autoridad y la identidad. El Madrid fue lo suficientemente ganador para atravesar el puente de Stamford Bridge, el próximo martes, camino de otra semifinal contra Pep Guardiola, si la lógica de los resultados y la jerarquía no dice lo contrario. Nunca se sabe. Ganador pero no depredador tras jugar un tercio de la ida de cuartos en superioridad numérica. La salvadora pierna de Rüdiger, al final, le recordó que el Bernabéu es un templo del fútbol, no del perdón. [Narración y estadísticas]
El Madrid eligió la presión y el Chelsea prefirió la espera, como si cada uno lo hiciera después de tomarse el pulso. El de los primeros es regular, acompasado como ninguno con la música de la Champions; el de los ingleses, tembloroso y tibio. Por si acaso, Frank Lampard situó la ambulancia cerquita de Kepa. La línea de cinco supone un cambio con respecto a su inicio en la Premier, aunque es tan incipiente que no puede hablarse de cambios. Lo han llamado como se llama a los bomberos y éstos siempre llegan junto a la ambulancia.
El Chelsea es un equipo que ha perdido la hoja de ruta, con tres entrenadores en una temporada y un propietario americano que querría organizar antes de cada partido el show de la Superbowl. Esto es otra cosa. El desmadre mina la conciencia colectiva pero no erosiona la calidad individual, incuestionable en una plantilla donde se suman muchos títulos, Champions entre ellos. Por ello era necesario que el Madrid se impusiera en todo aquello en lo que, hoy, es claramente superior, en táctica, alma y atmósfera, en un Bernabéu siempre distinto en la Copa de Europa, aunque el sorteo le haya hurtado la erótica de las remontadas. Con su cubierta metálica ya visible, tiene aspecto de platillo volante, pero le gusta el oleaje que zarandea a las viejas naves.
La presión alta del Madrid
La presión era parte de esa autoridad, alta, sobre la salida del balón del Chelsea. Sin embargo, un fallo inesperado de un resorte dio el primer mano a mano a Joao Félix nada más empezar. El físico de Militao hizo lo suyo en la carrera, y haría mucho más durante el partido, y la mano de Courtois, el resto. El jugador cedido por el Atlético perdió un foco excepcional para ponerse en el escaparate con todos los ingredientes ideales. No volvió a tenerlo de forma clara, menos intenso que Sterling, su compañero en el ataque, ya que Lampard tomó una decisión sorprendente, al prescindir de Havertz entre los titulares. Más tarde puso en liza al alemán, junto a Mount.
Dominó el Madrid y basculó en los tres cuartos hasta meter en su área al Chelsea, aunque sin opciones claras para filtrar balones hasta que Carvajal lo hizo por encima del bosque. Vinicius llegó para tocar lo justo, en escorzo, Kepa sacó la mano y Benzema empujó el rechace. El brasileño se había convertido ya en la referencia ofensiva, en busca de las acciones de uno contra uno que pudieran romper la línea. Es de ese modo partido tras partido. La tarjeta amarilla que vio Fofana, uno de los tres centrales del Chelsea, le beneficiaba, aunque en su banda tenía el conjunto inglés a uno de sus mejores jugadores, Reece James, en especial cuando se incorporaba. A sus 23 años, es un futbolista interesante.
Lesión y expulsión
Fofana resistió, pero la falla de la defensa de Lampard llegó de otra forma, por la lesión de Koulibaly, que había vencido duelos clave en velocidad. Cucurella fue su sustituto en una posición que no es extraña para el catalán, pero que no es en la que muestra sus mejores cartas. A la primera, una mala medición dejó el espacio a Rodrygo y Chilwell lo tuvo que derribar antes de entrar en el área. La expulsión dejó al Chelsea en inferioridad con mucho tiempo por delante.
Para el Chelsea empezaba un partido distinto, en el que Lampard retiró a Joao Félix y Kanté en busca de más energía. El portugués no la tuvo nunca en el partido y al segundo se le acabó. Ya no podía agitar el duelo como hizo antes y después del gol de Benzema, incluso inmediatamente, cuando Courtois puso una de sus manos salvadoras, largas como las alas de un cóndor, al remate de Sterling después del centro de James desde la derecha. Una vez más, Camavinga era superado en el lateral, donde volvió a colocarlo Ancelotti después de su buen partido en el Camp Nou. Esta vez no fue su día, con errores de posición que dieron ventajas a James y Sterling. Fue prudentemente sustituido.
La superioridad numérica era una ocasión que el Madrid no podía dejar pasar, por lo que ante la falta de ocasiones claras y las buenas decisiones de Kepa, un portero que bloca balones como los de la vieja escuela y deja pocas opciones a la segunda jugada, Ancelotti llamó a Asensio, el jugador que mejor gatillo tiene a media distancia. A la primera, recibió desde atrás de Vinicius y puso una ventaja importante para viajar a Stamford Bridge, aunque un gol más la habría convertido virtualmente en definitiva.