Real Madrid
El brasileño explota con cinco goles y cuatro asistencias en tres partidos después de 73 días sin marcar. El cariño del técnico, clave.
Entre el 12 de agosto y el 24 de octubre pasaron 73 días y 11 partidos disputados por el Real Madrid. 11 encuentros, con sus 90 minutos en cada uno, en los que Rodrygo Goes no consiguió anotar ni un solo gol. En otra temporada ese dato hubiera sido sólo una estadística más, pero este verano ha cambiado la realidad del conjunto blanco y del delantero brasileño. Rodrygo ya no es ese joven prometedor que acompañaba a Benzema, Vinicius o Asensio. Es, tras las salidas del francés y el español y las lesiones de su compatriota, principio y fin del ataque del 14 veces campeón de Europa. Una responsabilidad que con apenas 22 años el ex del Santos ha tenido que gestionar como ha podido, aguantando el temporal, apoyándose en los suyos y rompiendo el cascarón cuando más dudas había sobre él.
Son cinco goles y cuatro asistencias en los últimos tres partidos, justo en el momento más complicado para el Madrid, presionado por las lesiones de Vinicius, Camavinga, Tchouaméni, Güler, Militao, Courtois y Kepa y pendiente de las molestias en el hombro de Bellingham. «Rodrygo va a meter más goles que Jude», advertía Ancelotti hace unas semanas, en plena efervescencia goleadora del inglés y en mitad de la sequía del brasileño. Y es que la confianza del italiano en el atacante es una de las razones de su última explosión. «Siempre le ha dicho que no se preocupe, que con su fútbol todo iba a llegar», cuentan desde Valdebebas.
En verano, el técnico asumió que la solución al ‘adiós’ de Benzema era la llegada de Bellingham, un cambio de sistema que potenciara las virtudes de su centro del campo y una delantera que diera minutos para la consagración de Vinicius y la explosión definitiva de Rodrygo, clave en la hoja de ruta de la dirección técnica del Bernabéu. No en vano, el Madrid se dejó casi 100 millones entre los dos cuando apenas habían debutado en el fútbol profesional. «El hombre de esta temporada es Rodrygo», se deslizaba en la ciudad deportiva en los meses de verano.
«Todo el cariño del mundo»
Rodrygo había sido capital en Champions, donde ya es el cuarto máximo goleador de la historia del club (17) por detrás de Cristiano, Benzema y Raúl, pero en Liga no había terminado de ser del todo regular. En Europa sus actuaciones y goles ante el Chelsea y el City pusieron al Madrid camino de la 14ª, pero en la competición nacional apenas acumulaba 16 goles en cuatro temporadas. ¿Tenía sentido poner los goles del Madrid sobre sus hombros?
Sin Benzema, a la eterna espera de Mbappé, rechazado el fichaje de Kane y descartadas otras opciones de menos calidad y más precio, Ancelotti se centró en potenciar a sus jóvenes. Pero las cosas no salieron en algunos puntos del inicio de la temporada. Ni a Vinicius ni a Rodrygo, pero la aparición de Bellingham lo eclipsó casi todo. Las dudas, como siempre, llegaron cuando no se consiguieron victorias. Tras el 3-1 del derbi madrileño en el Metropolitano, después del 1-1 del Pizjuán y tras el 0-0 ante el Rayo.
«A Rodrygo le damos todo el cariño del mundo», insistía Ancelotti mientras el brasileño acumulaba un gol en Liga y otro en Champions. Ya metidos a finales de octubre, era el jugador de las cinco grandes Ligas que más disparos había realizado sin marcar. Marcó en Braga, casi de rebote, pero seguía con una pequeña nube negra.
«Calma mental»
En ese momento, presionado por el entorno madridista, Rodrygo encontró la paz en casa. «Sus mayores apoyos son sus padres, Eric y Denise. Están siempre con él», explican los que mejor le conocen. En ellos, que le tuvieron de adolescentes, acude para tener «calma mental» en los momentos felices pero también en los más preocupantes. Y no ha sido un año cualquiera para Rodrygo. En lo deportivo ha firmado una importante renovación hasta 2028 y en lo personal fue padre de gemelos a finales de 2022, fruto de una relación con una influencer brasileñoa con la que ahora comparte custodia.
Para ayudarle a gestionar su carrera, Rodrygo, aconsejado por su padre, contrató hace unos meses a un famoso coach mental brasileño, Joel Jota, que ya había colaborado con otros futbolistas como Gilberto Silva y que cuenta con 3 millones de seguidores en redes sociales y 5 millones de libros vendidos. Pero eso sí, el mejor coach lo tiene en Valdebebas: «Ancelotti le ha insistido en que no quería una cifra de goles, sino su imaginación y asociación en los últimos metros. El resto llegaría», explican fuentes cercanas al vestuario blanco, donde vuelven a poner al italiano como ‘padre’ de todos los jóvenes de la plantilla.
La renovación con el Madrid, además, ha llegado en un momento interesante para el entorno del brasileño, que está en plena búsqueda de una nueva agencia de representación. Su valor de mercado, 100 millones, le convierte en un tesoro.