La carga de Andreas Christensen sobre Jose Arnaiz, que dio paso al 1-0 del Barcelona, seguía en las cabezas de los futbolistas de Osasuna en la zona mixta del Al-Awwal Park de Riad. “Fue la jugada que marcó el devenir del partido”, zanjó Jagoba Arrasate, molesto por la decisión de Alejandro Muñiz Ruiz y Carlos del Cerro Grande. Tanto el árbitro principal como el responsable del VAR dejaron sin castigo la acción del central danés.
“Nos sentimos perjudicados porque ha sido una falta muy clara. Y el árbitro no ha mantenido el mismo criterio todo el partido”, añadió el técnico de Osasuna sobre la labor del colegiado gallego. “No voy a decir que la victoria del Barcelona no sea merecida ni mucho menos, pero una jugada marca el devenir del partido”, subrayó Arrasate.
Este fue el mismo criterio esgrimido por David García, muy decepcionado por la suerte de su equipo en la semifinal. “Lo hemos visto todos. La cantidad de faltas que se pitan así y en la primera parte, todas a favor del Barça. Es muy evidente, falta clara para mí. Siempre que suceden este tipo de faltas se decantan para los mismos. No quiero ser populista, pero creo que hoy ha sido evidente”, clamó el capitán rojillo.
18 lesiones en cinco meses
Una decepción para el medio millar de hinchas navarros desplazados a Riad y un alivio para el Barça, capaz al fin de resolver un triunfo por más de un gol. No obstante, Xavi Hernández debió lamentar la lesión de Raphinha, que aumenta a 18 los problemas físicos de su equipo a lo largo de la temporada.
El delantero brasileño, que tuvo que dejar el terreno de juego antes del descanso, y Pedri, por su parte, se han visto obligados a parar ya en dos ocasiones por diversos problemas musculares. El primero estuvo casi un mes en el dique seco en el arranque del curso y, ahora mismo, la duración de su nueva baja es una incógnita, mientras que el canario ya brilló el jueves ante Osasuna. A esta nómina de infortunios cabe sumar a Frenkie de Jong, Jules Koundé, Robert Lewandowski, Alejandro Balde, Sergi Roberto, Ronald Araujo y Lamine Yamal, recambio del ex del Leeds y autor del 2-0.
Una enfermería en la que siguen Marc-André ter Stegen, Marcos Alonso, ambos con problemas en las lumbares que les obligaron a pasar por el quirófano, Joao Cancelo, con una distensión en el ligamento lateral interno de la rodilla izquierda, Íñigo Martínez y un Gavi que, con su rotura rotura completa del ligamento cruzado anterior, se perderá lo que queda de la presente temporada.
“La final será muy bonita”
“Espero que esto sea el inicio de ese clic que pedía el míster. Estamos mejorando, es un equipo con muchos cambios con respecto al año pasado, estamos teniendo muchas lesiones y estamos en ese proceso”, esgrimió tras el duelo un De Jong que ya arde en deseos de que llegue el domingo. “La final contra el Madrid será muy bonita”, aseguró el holandés, quien se congratuló por el hecho de que, al fin, su equipo lograra ganar por más de un gol de diferencia tras una racha que parecía que no iba a tener fin.
“Era difícil encontrar espacios, se cerraban bien atrás, necesitábamos mas movilidad, creatividad y en eso mejoramos en mucho en la segunda parte Y creo que los cambios nos ayudaron a conseguirlo”, señaló el centrocampista, para el que el hecho de contar con un día menos de descanso que el Real Madrid no debería tener influencia. “No tenemos que viajar y no hemos jugado prórroga, así que creo que estaremos preparados”, recalcó.
Uno de los primeros desafíos que Iñigo Pérez (Pamplona, 1988) debió afrontar en el comienzo de esta temporada fue el césped de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. La hierba no reunía los requisitos mínimos para un equipo profesional, así que el técnico tuvo que trasladar los entrenamientos al Estadio de Vallecas. Poco parecían interesar aquellas penurias, porque por entonces toda la atención se centraba en James Rodríguez, el fichaje estrella del verano. Sin embargo, el ínfimo nivel competitivo fue relegando al colombiano, que apenas disputó 205 minutos en siete partidos antes de hacer las maletas. Pérez no iba a ceder ante las pretensiones del ex madridista o el pésimo estado de Raúl de Tomás. Tampoco ante Óscar Trejo, su capitán, que sólo ha formado como titular en cuatro jornadas de Liga. El argentino, idolatrado por la afición franjirroja, sólo es siete meses menor que el técnico navarro, el más joven de Primera (37 años). Un tipo que no necesita alzar la voz para imponer su autoridad y que hoy visita el Bernabéu al frente de un Rayo a un paso de los puestos europeos.
«Allí por donde pasa deja una imagen de integridad, de alguien capaz de reunir a gente que quiera hacer camino junto a él. Cuando acabe de triunfar dirán que esto se veía venir, como ahora sucede con Xabi Alonso o Mikel Arteta», cuentan desde el entorno del pamplonés. Sin embargo, a diferencia de los entrenadores de Leverkusen y Arsenal, Iñigo no pudo cumplir las expectativas que había apuntado sobre la hierba.
Desde 2009 a 2022 disputó 87 partidos en Primera, repartidos entre Athletic y Osasuna. A los 34 años, cumplido su último contrato como rojillo, rechazó una oferta del Málaga. Sus horizontes se habían ensanchado. Ya no quería influir en cada partido con su pie izquierdo, sino a otro nivel, más integral. En El Sadar le ofrecieron un hueco en el cuerpo técnico de Jagoba Arrasate. Tras siete temporadas juntos, tres en el Numancia y cuatro en Osasuna, Iñigo ejercía no sólo como la prolongación de Jagoba sobre el césped, sino como su confidente. Sin embargo, una llamada de Andoni Iraola desde Vallecas iba a cambiarlo todo. Los lazos forjados en Lezama, durante su etapa común con Marcelo Bielsa, pesaron lo suyo.
En constante formación
«En el Athletic tuvo una relación muy especial con Marcelo, que continúa hasta hoy. De hecho, Bielsa ya le dijo que cuando finalizase su carrera como futbolista quería guardarle un hueco en su grupo de trabajo», confirman desde el círculo de Pérez. La obsesión de Iñigo por cada detalle, su estricta ética de trabajo y su formación constante, sólo pueden interpretarse como una prolongación de las enseñanzas de El Loco. Iñigo acude cada día a las ocho de la mañana a las instalaciones del Rayo, donde pasa casi 12 horas con su plantilla y sus ayudantes. Entre ellos destaca Adrián López, viejo camarada de Osasuna. A la manera de Bielsa, sólo entiende el oficio desde el compromiso total y el aprendizaje continuo.
Con apenas 21 años, Iñigo obtuvo la titulación de entrenador a través de Kirolene, un centro del Departamento de Educación del Gobierno Vasco donde se imparten enseñanzas de régimen especial de grado medio y superior. Allí se habían graduado, entre otros, Jagoba Arrasate y Gaizka Garitano. Él obtuvo una de las mejores notas gracias a La biomecánica en el fútbol, un trabajo donde analizaba de forma minuciosa cada golpeo, cada remate con el pie o con la cabeza. Grababa todo con una cámara slow motion y señalaba los errores.
«Desde mi primer día junto a él me di cuenta que era alguien diferente, que entendía realmente el juego y veía detalles invisibles para el resto», explica a este periódico Fran Mérida, compañero en Soria entre 2018 y 2020. «Siempre fue alguien muy maduro, responsable, tranquilo, inteligente, muy curioso en todo. Tenía madera de entrenador», desarrolla el ex del Atlético, que hace unas semanas se acercó a Vallecas para seguir un entrenamiento de su amigo.
DENNIS DOYLEGETTY
Siguiendo el patrón de Bielsa, Iñigo no concede entrevistas para no dar privilegio a unos en favor de otros. Su responsabilidad se circunscribe a las ruedas de prensa. «En las distancias cortas siempre ha mostrado un trato muy humano. Y con los periodistas sólo hay que escucharle: la educación con la que afronta incluso las preguntas más incómodas, el modo en que mantiene la calma...», reflexiona Mérida.
Una de las facetas que más ha preocupado siempre a Iñigo es la de las relaciones con el vestuario. En Bilbao ya se matriculó en Psicología y como primer ayudante de Iraola ejerció de nexo entre Andoni y los futbolistas. «Un entrenador debe convencer del mensaje que quiere mandar y si no tiene empatía o feeling, hay poco que hacer. No hay que irse de cañas con los futbolistas, pero cuando hablas has de tener credibilidad y saber enviar los inputs adecuados», relata a EL MUNDO un miembro del staff del Rayo.
«Iñigo tiene la cabeza muy bien amueblada, no le gustan las polémicas. Es un tío muy sencillo, que no trata de buscar tres pies al gato. Cuando le llega un problema trata de afrontarlo y buscar una solución», añaden desde el club presidido por Raúl Martín Presa. Casado, con tres hijos, su sensibilidad dista mucho de la de un entrenador al uso. No se trata solamente de lo aprendido desde la cuna, en el barrio pamplonés de Chantrea, o durante su bachillerato en el colegio Trueba de Bilbao. Entre lo heterogéneo de sus pasiones, sólo citar la filosofía, la poesía o el medio ambiente.
Soria como «sanatorio»
El amor por la naturaleza y los versos de Antonio Machado se exacerbaron en Soria, una ciudad que en 2014 ejerció como «sanatorio», según sus más allegados. A las orillas del Duero llegó después de una difícil etapa en el RCD Mallorca. Apenas unos meses de cesión que él mismo quiso cortar a causa del estrés. «Aquí encontró tranquilidad y cercanía. Era un chico muy educado, se le veía con las ideas muy claras», rememora César Palacios, director deportivo del Numancia. «Se ganaba a todos hablando desde el ejemplo, con valores como la humildad y el respeto», concreta el ejecutivo de un club perdido hoy en la Segunda Federación.
Aquella simbiosis, en la que el entorno ayudó a la hora de potenciar sus virtudes, se actualiza también hoy. En Vallecas cuentan con sobradas razones para dar por buena la traba burocrática que impidió a Iñigo seguir los pasos de Iraola en el Bournemouth. Porque la Federación Española (RFEF) no quiso convalidar su título de Kirolene para obtener la licencia UEFAPro. Tras un inicio titubeante, el Rayo despegó en diciembre con un 0-1 en Mestalla, enlazando nueve jornadas sin derrota, ofreciendo un fútbol muy vertical y vistoso, con permanentes llegadas hasta la línea de fondo, especialmente desde la banda derecha, gracias a Ivan Ratiu y Jorge de Frutos.
Sin embargo, las dificultades se multiplicarán hoy en el Bernabéu, donde el extremo segoviano no podrá jugar tras su roja frente al Sevilla. Tampoco llegan otros dos pilares como Abdul Mumim, lesionado en la rodilla izquierda, y Randy Nteka, con un desgarro en un abductor. Iñigo pretende extender su racha ante el Madrid, a quien arañó sendos empates en sus dos cruces previos. «Tengo mucha fe en estos chicos. Tienen humildad, no hay egos y los resultados llegan gracias a ellos», concluyó Iñigo tras la última victoria, hace un mes frente al Real Valladolid (1-0).
Vicente Moreno compareció en rueda de prensa este viernes, día previo al Valladolid-Osasuna del sábado (14:00 h.), aunque lo que menos pasaba por la cabeza del técnico valenciano seguramente era lo deportivo. El entrenador, natural de Massanassa, una de las localidades más afectadas por la dana, completamente emocionado, quiso comenzar su comparecencia con un mensaje para sus vecinos.
"Permitidme antes. Después hablamos de fútbol lo que queráis", pronunció Moreno, que necesitó varios segundos para articular palabras y que rompió después en lágrimas: "No sé si voy a poder".
"Quería mandar todo el ánimo y toda la solidaridad a todas las personas que se han visto afectadas por este desastre", lanzó el entrenador de Osasuna, que continuó, entre pausas de emoción: "A todas las personas que han perdido seres queridos. Y me vais a permitir que especialmente tenga unas palabras hacia mi tierra, hacia Valencia. Mi pueblo Massanassa, de L'Horta Sud. Es muy duro para ellos. Pero para los que estamos lejos y tenemos allí la familia, los amigos, vecinos... Tenéis que entender que está siendo muy duro no poder estar allí con ellos".
Braulio Vázquez, el director deportivo osasunista, también valenciano, sigue teniendo a toda su familia en la zona. El jueves llegó cargado con una furgoneta de ayuda. "Quiero mandar un mensaje de fuerza, porque somos gente trabajadora y dura. Todos juntos, aunque ahora parezca difícil, saldremos de esta. Disculpadme", pronunció Vicente Moreno antes de pasar a lo deportivo.
"Partido especial"
"El partido de mañana es importante y especial. Quiero dedicárselo a todas estas personas, especialmente a mi familia que está ahí sufriendo. Es lo más importante; más allá del tema profesional, es personal. Les pediré a mis jugadores para poder dedicárselo", ha continuado.
Pese a todo, Osasuna está listo: "El equipo está bien y el partido se ha preparado de la mejor forma posible, dentro de que podéis entender que para mí ha sido difícil. Tenemos gente alrededor y hemos preparado la cita en las mejores condiciones".
"Nadie es consciente de lo que está pasando allí; te lo puedo asegurar porque estoy en contacto constante con mis hijos. Es un caos que no podemos imaginar", ha apuntado un preparador que está deseando estar con sus seres queridos.
"Estamos en una situación buena. Sería un buen momento de volver a sumar de tres y sabemos la ilusión que tiene la gente de ver al equipo en una buena situación", ha finalizado una rueda de prensa que ha estado más marcada por la catástrofe natural que por lo meramente deportivo.
La buena racha del Barça en la Liga llegó a su final en El Sadar. Un Osasuna inasequible al desaliento supo sacarle partido al olfato goleador de Ante Budimir, autor de dos tantos, el segundo de ellos de penalti, a la calidad de un Bryan Zaragoza a quien se le dan muy bien jugar contra los azulgrana y que, además, marcó el 2-0, y a un zapatazo final de Abel Bretones para cortarle las alas al equipo de Hansi Flick. Pau Víctor, en su estreno como titular en el campeonato, y Lamine Yamal fueron los goleadores para un conjunto que escribió en Pamplona sus peores minutos en lo que llevamos de temporada. [Narración y estadísticas (4-2)]
Los azulgrana empezaron a condenarse a la derrota en la primera parte. Más allá de que Flick dejara en el banquillo a jugadores que habían sido clave como Raphinha, Íñigo Martínez o Lamine Yamal, lo cierto es que el Barça se vio desbordado a lo largo de la primera parte por un Osasuna dispuesto a dejarse la piel sobre el césped.
La actitud de los locales, además, se vio complementada por el buen hacer de un Bryan Zaragoza que el año pasado ya hizo estragos ante los barcelonistas vistiendo la camiseta del Granada en Los Cármenes. Suyo fue el centro con el que Budimir, ganándole la espalda a Pau Cubarsí, se encargó de abrir el marcador. Una acción notable que se vería seguida, 10 minutos más tarde, por una genialidad del malagueño para el 2-0.
Capacidad de destrucción
Tras una finta cargada a partes iguales de calidad y sutileza ante un Iñaki Peña al que encaró prácticamente solo tras una fabulosa asistencia de Pablo Ibáñez, sólo tuvo que empujar el balón a la red. De nada les sirvió a los azulgrana protestar una posible falta de Torró sobre Pau Víctor en el arranque de la jugada. Ni el árbitro, Cuadra Fernández, ni el VAR consideraron que la acción, por mucho que el centrocampista rojillo acabara pisando al joven delantero, fuera merecedora de castigo.
Pero, más allá de la falta de solidez en defensa, lo que más sorprendió de la primera parte del Barça fue su incapacidad para generar peligro genuino ante la portería contraria. Algo con lo que también tuvo mucho que ver, desde luego, el enorme desgaste en tareas destructivas que exhibió el equipo de Vicente Moreno a lo largo de unos 45 minutos en los que se vaciaron físicamente.
Tras el descanso, el Barça peleó por meterse en el partido acosando el área local. Pau Víctor, aprovechando la recuperación de Gerard Martín tras un mal saque de Sergio Herrera, tuvo toda la suerte que le faltó al meta osasunista para poner un 2-1 en el marcador que significaba su primer gol en la Liga y la mejor forma de celebrar su primera titularidad en el campeonato.
Los futbolistas del Barça, tras el 3-1 de Budimir.AP
Tras el tanto, Flick movió el banquillo para dar entrada tanto a Lamine Yamal como a Raphinha y los rojillos pidieron penalti por un forcejeo entre Eric García y Pablo Ibáñez que ni el árbitro ni el VAR consideraron punible. Lo mismo sucedió con una entrada contundente de Jules Koundé sobre Budimir en la que el francés, todo sea dicho, tocó el balón. Y, también, con un contacto de Gerard Martín con Bryan Zaragoza.
La zurda de Lamine Yamal
Lewandowski, mientras, entre todas esas acciones, había rozado el gol en un disparo finamente bien salvado por un Herrera que se emplearía más tarde a fondo para salvar una internada de Ferran Torres. Budimir, tras un penalti de Sergi Domínguez, acabaría por cortar el arreón visitante desde los 11 metros. Un golpe definitivo para el líder, que aún debería sufrir un último sopapo. Bretones, en la recta final, largó una volea de zurdas que pilló desprevenido a Peña.
El Sadar enloquecía ante un resultado histórico, aunque aún tuvo que sufrir en los siete minutos del añadido. Todo por la inspiración de Lamine Yamal, que se inventó un golazo a la escuadra desde la media luna. Pese a los dos goles de margen, los nervios atenazaron a la defensa local, que tampoco supo detectar a Ferran Torres en el segundo palo. En ese cabezazo al palo derecho se extinguió definitivamente la noche para el Barça.