El Barcelona está tieso

El Barcelona está tieso

LaLiga Santander


Barcelona 0 Girona 0

Actualizado

El equipo azulgrana logra un esmirriado empate frente al Girona (0-0) en el Camp Nou, pero aumenta a 13 puntos su ventaja sobre el Real Madrid

Lewandowski lo intenta de tacón ante el Girona.J. MONFORTAP

El Barcelona está tieso. Aunque con una ventaja suficiente respecto al Real Madrid como para no temer por esa Liga que tanto ansía un club con la penuria como único hilo conductor en los últimos años. El esmirriado empate frente al notable Girona de Míchel sirvió para aumentar hasta 13 los puntos de ventaja sobre el Real Madrid a falta de diez jornadas para la conclusión del campeonato. Pero reforzó la desazón de un equipo minimizado por las bajas, extenuado, sin calidad suficiente entre líneas, y que languidece al ritmo desesperanzador de Lewandowski. Mientras, el Camp Nou se acostumbra a implorar por el regreso de Messi.

Poco podía agitar Xavi Hernández el equipo después del sonrojo del último clásico frente al Real Madrid y con Pedri, Dembélé, De Jong y Christensen atados a una camilla donde los pronósticos son cosa de meigas. Marcos Alonso, uno de los señalados en aquel derrumbe, se quedó en el banquillo esperando tiempos mejores. Compareció en su lugar Eric García, a quien, a buenas horas, intentan hacer creer que puede ser mejor mediocentro que central ante la ausencia de un heredero válido para Busquets. Kessié, cuya actuación en la Copa quedó empañada por un absurdo penalti, también perdió su sitio en un dibujo que se reconstruyó en el académico 4-3-3. Pudo así tener un hueco en la alineación Ansu Fati, al que sólo una confianza extrema, propia y de los demás, arrancará del limbo donde está.

El Barcelona, así, se reencontró con esos problemas en la construcción que le vienen acechando desde que llora la ausencia de Pedri. Ni hay finura, ni hay paciencia, ni ayudó esta vez que Xavi exigiera a sus futbolistas marcajes individuales por todo el campo como si le hubiera poseído el espíritu de Marcelo Bielsa.

Ese centro del campo en el que Gavi impone su aceleración sin que Sergi Roberto pueda seguirle el ritmo acabó por convertirse otra vez en una autopista sin peaje. Las soluciones , cada vez más escasas, pasaron por el robo y el zapatazo. Ansu trató de activar cuanto pudo a Raphinha, que dispuso de una buena ocasión mientras se tambaleaba y que le sacó Gazzaniga. El brasileño es un misterio en sí mismo, pero no en el regate, donde suele naufragar. Y la mejor opción del primer acto no la tuvo Lewandowski, otra vez desenfocado, sino Araujo, que metió el botín en un córner que dejó el balón a un dedo de traspasar por completo la meta. En la Liga española no existe la tecnología de la línea de gol, por lo que estas acciones continúan resolviéndose a ojo.

El Girona de Míchel, uno de aquellos equipos encomiables y a los que gusta ver por su insistencia en la negación del miedo, ya había dado muestras de lo bien parida de su propuesta en el Camp Nou. De hecho, su carta de presentación fueron dos ocasiones en los dos primeros minutos. En la primera llegó a tiempo Koundé ante el ariete Castellanos ;en la segunda, el ucraniano Tsygankov no logró orientar el pie en una volea que tocó el lateral de la red. Suficiente para que los azulgrana husmearan una inquietud creciente.

Xavi intentó corregirse dando entrada a Kessié por Sergi Roberto, como si el descontrol pudiera solucionarse así. Mientras que Míchel, que debió ver cómo el Barcelona tendía a dejar un océano entre la espalda de Busquets y el pecho de Eric García, pidió al talentoso Aleix García que explorara entre líneas.

Aunque fue el lateral Arnau, que se pasó el partido ocupando el interior, quien dejó solo al Taty Castellanos frente a Ter Stegen sin que Eric pudiera seguirle. El argentino no lo pudo hacer peor: se desentendió de Tsygankov, que hubiera podido marcar a placer, y remató cuanto mal pudo ante el suspiro agónico del Camp Nou. Míchel castigó a Castellanos con el cambio y echó mano de Stuani, un especialista de verdad. Pero con el reloj de arena como implacable enemigo.

Ferran Torres y Jordi Alba, soluciones de emergencia en los extremos, poco pudieron resolver. Araujo, desbocado y en todos los rincones, a punto estuvo de marcarse en propia puerta. Lewandowski, después de errar un sinfín de controles, buscó la heroica en su tacón porque no la encuentra en su puntera. Y el Barcelona mira a todos lados menos al frente, como si no hubiera manera de dejar atrás todos esos demonios que le acechan.

kpd