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Atlético de Madrid – Sevilla (1-0)
Un solitario gol de Llorente sirvió a los de Simeone para recuperar la senda del triunfo en casa en un partido con nueve tarjetas, una de ellas roja.
Deseaban los atléticos unas navidades rojiblancas. Lo hacían desde un tifo en el fondo sur y también los 50.000 seguidores que, con el gorro de Papá Noel, animaban a su equipo en esta víspera navideña. Lucía el sol en la última cita del año, tiempo muy diferente al que obligó a trasladar el partido desde aquella lluviosa jornada 4. Cambió el tiempo y cambiaron las sensaciones. Quién sabe si la responsabilidad es del duende del que escribió el gran Antonio Agredano. Pero este Atlético tampoco ha cambiado y sigue siendo una roca en casa. [Narración y Estadísticas, 1-0]
El duende viajaba a velocidad de vértigo entre las dos áreas. Poca defensa y mucho ataque. Cinco minutos y una buena ocasión por equipo, aunque empujaban más los de casa, especialmente por la banda de Riquelme. El canterano viaja a otra velocidad, a veces excesiva y eso le aturulla.
El Sevilla, por contra, ha decidido limitar las enormes irresponsabilidades que le aturullaban en campo propio. Y, parece mentira, pero a veces no necesitas mucho más para salir de la situación comprometida en la que había quedado el equipo. Apenas cuatro puntos por encima del descenso. Quique Sánchez Flores sabe de resurrecciones.
Como el bloque que puso el entrenador sevillista había que masticarlo, Griezmann decidió intentar mandar obuses desde fuera del área. A punto estuvo alguno de sorprender a Dmitrovic. Morata, por su parte, lo intentaba a la carrera o atacando al segundo palo, pero la vigilancia de Gudelj y el buen hacer del portero serbio conseguían mantener el marcador inmaculado para el Sevilla.
Aunque, si hay un futbolista que ha reclamado para sí ese duende es Rodrigo De Paul, y no hablamos de sus tremendas trenzas. Tras su reivindicación respecto a la importancia que tiene en Argentina y en el Atlético, el cinco rojiblanco jugaba uno de sus mejores partidos esta temporada. Siempre está bien demostrar cosas con hechos y no con palabras y más si eres pupilo de Simeone, entrenador con el que no se regatea el esfuerzo.
De Llorente se podrán decir muchas cosas, pero su esfuerzo, juegue bien o mal, no se pone en duda. Así, el esforzado mediocampista rojiblanco se afanó para coger un pase en profundidad de Koke, centró, Ramos repelió en su dirección y el 14 aprovechó el regalo para poner el primero en el marcador. Eso sí que es entrar con duende a un campo. A los puntos, el gol caía del lado que tenía que caer.
El gol hundió un poco al Atlético y provocó que el Sevilla adelantase líneas. En los siguientes 10 minutos, los hispalenses pisaron más veces el área rojiblanca que en el resto del partido. Ocampos, Óliver y En Nesyri amenazaron, sin suerte, la portería de Oblak, pero las sensaciones habían cambiado en esta segunda mitad y Söyüncü quiso añadir más picante al partido.
Expulsión
Ni cinco minutos llevaba en campo el turco cuando cometió la misma imprudencia que Nacho ante el Alavés, roja de libro y otra vez a remar con 10 en el Metropolitano. Solo que esta vez, sin Griezmann. El francés era el elegido por el argentino para abandonar el terreno de juego para la vuelta de Reinildo. No le gustó, y se encargó de mostrárselo no solo a su entrenador, también a todo el estadio con varios gestos de disgusto. Volvía el asedio en casa.
Sin embargo, el partido se embarulló y se volvió bronco. Todo lo contrario que en el duelo contra el Getafe, lo que favoreció los intereses rojiblancos. Pasaron menos cosas productivas para el Sevilla cuando jugó contra 10 que contra 11, demérito hispalense. Así que, aunque este Sevilla es otro Sevilla, este Atlético es el mismo Atlético. Sólido en casa, donde no ha perdido esta temporada. Y eso, no es poca cosa.