Leo en ‘Mil ojos esconde la noche’, el libro monumental de Juan Manuel de Prada, la llegada de las tropas de Hitler a París. Aquellos muchachotes arios, de mandíbula cuadrada, que hacían que a las francesitas se les fuera el miedo al invasor y les entraran ganas de otras cosas. (Y que Ruanito contara de las bondades del Fuhrer y de la magnanimidad con la que el Reich trataba a los derrotados). Muchos años después hay que imaginar cómo serían esas
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Hay jugadores que, en torneos tan importantes como las Eurocopas, tienen estrella. No son muchos, sólo unos pocos son los elegidos, pero aquellos que la poseen son capaces de decidir, con su magia, ese tipo partidos que tanto hacen sufrir a sus aficionados. Arda Güler es de esos jugadores y quizás por eso, Ancelotti le ha elogiado tanto y ha podido hoy ser decisivo para que su selección se hiciera con la victoria. [Narración y estadísticas (3-1)]
El partido comenzó con el equipo de Montella, conocido por su paso por Sevilla y ahora entrenador de los otomanos, dominando claramente la posesión ante una Georgia que esperaba paciente atrás para ser contundente y directo en ataque.
Tras un primer aviso de Ayhtan al palo, un centro desde la derecha, que había quedado suelto en la frontal, lo voleó Muldur a la escuadra de Mamardashvili. Perder la dama no significaba la derrota, aunque Turquía estuvo muy cerca del jaque mate a la jugada siguiente cuando el VAR anuló, por fuera de juego, un remate de Yildiz tras un pase del jugador del Real Madrid al primer palo.
Salvado el susto, los georgianos abandonaron el enroque y una brillantísima jugada de Kochorashvili por la izquierda, la culminaba Mikaudatze para volver a las tablas.
En la segunda parte nada cambió. Turquía mandaba y Georgia respondía con ataques rápidos para intentar dar la sorpresa en el BVB Stadion. Pero, como decíamos, esa estrella tenía que aparecer y lo hizo dejando una gran estela a su paso. En el minuto 65, Güler encaró hacia dentro desde la frontal del área y con una rosca perfecta, enviaba el balón a la escuadra para ponía a su país por delante. Una genialidad propia de un astro emergente.
Ya en el 85, Mamardashvili impidió que Yazici sentenciara y en un caótico final, Georgia estuvo muy cerca de cambiar la historia. El portero del Valencia subió a rematar el último córner para obrar el milagro, pero el despeje del guardameta turco lo aprovechó Akturkoglu para marcar a puerta vacía el tercero en el 97.
Celebración por todo alto de lo alto de los turcos que tienen en su joven talento, una ilusión a la que aferrarse.
El Madrid ya no es sólo vergonzoso. Es un equipo monstruosamente mediocre. Otra noche más del patetismo blanco, contra un Milan que parecía un candidato a la Champions cuando actualmente está en crisis en el Scudetto. Es una situación muy grave la del Real Madrid.
Llevo anunciando la muerte de un entrenador al que ya no le queda ni sentido futbolístico. Ancelotti es culpable de convertir a un montón de estrellas en un montón de estiércol. Conviert
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Si buceamos en la hemeroteca deportiva de Eurocopas y Mundiales, hubo un gol en 1966 que cambió el rumbo de la final que medía las fuerzas de la Inglaterra de Bobby Charlton y la Alemania de Beckenbauer. El marcador estaba igualado a dos goles y, en la prórroga, el futbolista inglés Geoffrey Hurst anotó un gol que dio en el larguero pero que nunca llegó a entrar en la portería. Ese tanto hizo que la selección inglesa se adelantara y finalmente se alzara con el título de campeona del mundo, el único que tiene en su haber.
Resulta obvio decirlo pero esto no habría ocurrido de contar con el aclama
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