Un cuarto centrocampista blanco pisó el domingo el césped del Santiago Bernabéu en el encuentro ante el Real Betis y no era un jugador cualquiera. Toni Kroos volvía a Chamartín en las botas de Fede Valverde. El Pajarito lucía el nombre y una bandera alemana en su recuerdo. No es el uruguayo el único que echa de menos al genial futbolista alemán.
La temporada pasada, el que fuera el ocho del Real Madrid, completó muchos más pases que cualquier miembro del equipo, 2291. Valverde, curiosamente, fue el segundo, pero con 1901 y menor porcentaje de acierto 91,5% frente a 89,8%. Así parecía lógico que la ausencia de Kroos iba a ser un gran problema en la construcción del juego blanco.
El verano previo a la temporada 2023/24, Carlo Ancelotti tuvo que ‘inventarse’ un cambio de sistema, el famoso rombo con Jude Bellingham en el pico, para suplir la ausencia de Karim Benzema, con una despedida exprés rumbo a Arabia. El italiano tenía claro que este año, con la llegada de Kylian Mbappé, se imponía un nuevo cambio de rumbo.
No hablamos sólo de volver al 4-3-3 que tanto rédito dio a la generación de la BBC (Bale, Benzema y Cristiano) con el alemán, Casemiro y Modric en la sala de máquinas sino de tratar de construir un cambio de estilo al haber perdido a dos de esas piezas y tener a una tercera con 38 años y con una presencia ya más honorífica que trascendental en las alineaciones del equipo blanco. Además, Luka Modric, no ha tenido el mejor de los inicios este año.
El croata, que sólo ha disputado 132 de los 450 minutos posibles esta temporada, ha mostrado ciertos signos de cansancio y de debilidad en los duelos propios de su edad y del intenso verano que ha tenido, Eurocopa mediante.
Ahora, Carlo Ancelotti se encuentra ante el reto de volver a cambiar de nuevo el paso del club más exigente del mundo. Si antes se podía hablar de un equipo a medias entre el control y el vértigo, las características de los jugadores actuales, más físicos y potentes, debía imponer un nuevo rumbo que el técnico italiano no ha terminado de encontrar.
“El juego es lento, no hay movilidad, el balón llega a los delanteros cuando el rival está cerrado, nos cuesta encontrar espacios entre líneas… El problema es bastante claro, hay que buscar la solución”. Explicó en la rueda de prensa posterior al empate ante Las Palmas en el estadio de Gran Canaria. Se pudo ver un equipo algo más compacto ante el Betis en casa, pero el juego sigue sin fluir sin un metrónomo en la sala de máquinas como fue el alemán.
Sin verticalidad
No se puede decir que esta temporada sea un equipo más claramente vertical, no al menos estadísticamente hablando. El año pasado el Real Madrid daba 609 pases por partido de los que acertaba algo más del 90%. Este año, en los cinco encuentros que lleva, el equipo promedia 617 con medio punto menos de acierto.
Lo que parece evidente es que Tchouameni, el jugador blanco con más pases este año con 278, no maneja el fútbol como lo hacía el alemán y la construcción ofensiva se está resintiendo respecto al año pasado. El francés, además, ha dejado la concentración de Francia con una lesión en el pie.
Los rivales se encierran y, sin espacios, cuesta mucho a los delanteros conectar con los medios. Además, el equipo comienza partido desde el pitido inicial con delanteros con poco sacrificio ofensivo.
En los cinco partidos de esta temporada, el Real Madrid sólo ha repetido centro del campo en dos ocasiones. Tchouameni, Valverde y Bellingham debían de ser los dueños del centro del campo. Sin embargo, la lesión del inglés, ha obligado a Ancelotti a realizar pruebas en las que han entrado Modric, Güler y Brahim, este último ante Las Palmas en una especie de 4-2-3-1.
Ante el Betis fue Dani Ceballos el elegido para suplir al británico en ese 4-3-3, pero el utrerano, como Bellingham y Camavinga, ha pasado de celebrar su primera titularidad este año a la enfermería con un esguince de grado III en los ligamentos de su tobillo derecho que podrían costarle entre cuatro y seis semanas de recuperación.
A cuatro puntos del liderato que ostenta un intratable FC Barcelona, el Real Madrid necesita encontrar pronto una alternativa al juego que lleva desarrollando los últimos años. Tras el parón le espera una secuencia de seis partidos en 15 días entre los que hay un derbi en el Metropolitano y dos partidos de este nuevo formato de Champions (en casa ante el Stuttgart y fuera frente al Lille).