Supercopa de España
Real Madrid – Valencia (1-1)
El belga salva a los blancos en la prórroga y detiene un penalti a Gayà para ganar la tanda y meter a los suyos en la final de la Supercopa de España. Benzema y Lino, goleadores de los 90 minutos.
El Real Madrid lleva varios años sustentando su salud sobre dos pulmones: Karim Benzema y Thibaut Courtois. Sobre ellos levantó la Copa de Europa y la Liga y sobre ellos volvió a apoyarse en el desierto de Arabia, casa del fútbol español esta semana, donde el conjunto blanco salió vivo de una tanda de penaltis agónica contra el Valencia. Fallaron Cömert y Gayà, éste a parada de Courtois. Anotó Benzema, repitiendo el gol con el que abrió el marcador. Sobrevivió el Madrid.
Comentaba estos días Carlo Ancelotti que necesita «tiempo» para analizar si el Mundial está afectando física y psicológicamente a sus jugadores. Y la respuesta, si no estaba clara con los partidos ante Valladolid y Villarreal, fue contundente en Riad. El Madrid está en un pequeño shock mental, físico y futbolístico. Puede ser la minipretemporada de Pintus, puede ser que estos días en suelo saudí sean más un compromiso que un deseo, puede ser que sólo tenga ganas y ojos para las grandes noches de Champions, pero la realidad es que con esa actitud pocos rivales le perdonan. Se salvó en Pucela, cayó en La Cerámica y el Valencia le hizo sangre hasta los decisivos once metros.
Benzema fue el protagonista del inicio y del final del primer gol. A cinco minutos del descanso, vio el espacio a la sombra de Cenk, dibujó un desmarque perfecto al pase largo de Militao y se plantó en el área de Mamardashvili para definir a gol. Cuando iba a rematar, Cömert le encimó para evitarlo y le derribó. Penalti y tercera Supercopa seguida marcando. Arabia es su jardín.
Antes de que su capitán le pusiera por delante, el Madrid estaba cuajando una irregular primera parte. Arrancó cómodo y dominando, con Kroos manejando el timón y Rodrygo, Vinicius y Valverde sueltos para correr con Benzema como eje. Le funcionó por momentos y pudo abrir el marcador en un disparo alto de Rodrygo, que se movió bien entre líneas para recibir un pase del uruguayo. Fueron 20 buenos minutos del conjunto de Ancelotti, con opciones para Militao y Valverde desde fuera del área, pero sólo fueron 20.
Reacción del Valencia
Los de Gattuso, imparable en el banquillo, empezaron a jugar tarde, cuando se les pasó el pequeño miedo escénico de Arabia. Lo hicieron bajo los pies de Almeida, fino centrocampista con buen toque de balón. Él guió el despertar ‘ché’. Primero avisó Cavani con un cabezazo que rechazó Courtois, después Lato, equivocándose para forzar el penalti ante el portero belga, y más tarde Kluivert, con varios regates dentro del área que no terminaron en un buen disparo. El gol previo al intermedio, psicológico como dicen, no hundió al Valencia, sino que le enrabietó. Dignos pupilos de Gattuso. A los 20 segundos de la segunda parte, Samuel Lino, fichado por el Atlético y cedido a Mestalla el pasado verano, voleó a la red de Courtois un centro exquisito de Lato.
El silencio inundó el Estadio Rey Fahd, más madridista que ‘ché’, y el Madrid cayó redondo a la lona saudí, haciendo denso el camino hasta la prórroga. Sin ocasiones claras, horizontal y con lesiones, los blancos sufrieron. Lucas, con un problema en el peroné, y Militao, mareado tras un balonazo, se tuvieron que retirar y dejaron la defensa en cuadro. Con tanto parón, no hubo suficiente ruido para despertar al Madrid, condenado a un tiempo extra que intentó evitar demasiado tarde.
Alentado por el recuerdo de la épica continental, los de Ancelotti tuvieron en los cinco últimos minutos todas las ocasiones que se le habían olvidado antes. Perdonó Benzema y perdonó Vinicius. El galo de cabeza y su compañero en la oportunidad más clara del choque. El brasileño recibió completamente solo dentro del área y esperó demasiado para rematar ante Mamardashvili, que le encimó evitando el gol y regalando la prórroga al público saudí.
En la media hora del tiempo extra, Courtois y Mamardashvili evitaron la eliminación de sus equipos y no quedó más remedio que librarlo todo a los penaltis. Ahí reinó la experiencia de Benzema, Modric, Kroos y Asensio y Courtois fabricó un oasis en el desierto del Madrid.