El traspaso de Giorgi Mamardashvili al Liverpool no es la última operación del Valencia en el mercado de fichajes. El club quiere reforzar la plantilla de Rubén Baraja, eso sí, sin invertir ni un euro. Una temporada más, acude a operaciones de última hora con otros equipos para negociar cesiones. En esta ocasión había apalabrado con el Aston Villa el préstamo hasta junio del centrocampista argentino Enzo Barrenechea y con el Clermont de la segunda división francesa la del central belga de 27 años Maximiliano Caufriez.
Sin embargo, la llegada de Barrenechea, de 23 años, está paralizada. Se trata de un pivote que llegó al equipo de Emery el pasado mes de junio tras pagar a la Juventus ocho millones de euros. Los villanos, dada la buena relación de Emery y Damià Vidagany con Baraja, veían como opción interesante enviarle a Valencia para tener controlada su progresión y garantizarle minutos en una liga competitiva. Sin embargo, decisiones internas del Aston Villa relacionadas por el mercado en la Premier le han hecho paralizar un acuerdo que estaba apalabrado.
En el caso del central belga, su llegada se está ultimando. Caufiez salió de su país en 2022 camino del Spartak de Moscú para después recalar en Francia. La cesión podría llevar aparejada una opción de compra el próximom mes de junio.
Ahora bien, estas dos operaciones están cerradas de manera verbal, pero están condicionadas a la marcha de Cenk al Valladolid, que lleva días a punto de cerrarse, y la posible salida de André Almeida camino del Benfica o de algún otro jugador del centro del campo. Sólo en esos casos llegarían a Paterna.
El Celta se había preparado para la fiesta de su 101 aniversario y del liderato en LaLiga y la desató casi sin esfuerzo. Los festejos en Balaídos los eclipsó durante algunos minutos el gol de Diego López para el Valencia, que luego se mostró incapaz de agarrarse al resultado a favor por errores en las dos áreas. Mostró tantos agujeros en todas sus líneas que acabó castigado por Aspas, que encendió las velas que soplaron él mismo, Mingueza y Fran Beltrán.
Los gallegos saltaron erizados por los fuegos y el eco del himno de C. Tangana para el Centenario. Oliveira dos Cen Anos les atronó desde el gradas a las 19:23 cuando enfilaban el camino al césped para acosar a los valencianistas. Les arrebataron la pelota, los encerraron e intentaron probar a Mamardashvili con las amenazas de Williot Swedberg y el imprescindible Iago Aspas. Trataba el equipo de Baraja de estirarse por la derecha con las carreras de Thierry por la banda derecha. Lo que en ese momento pareció un arma ventajosa, acabó siendo una trampa mortal.
Pero antes, el Valencia había conseguido ponerse en ventaja. Llevó el balón al área y, tras mil intentos, acabó en las botas de Rafa Mir que, de espaldas, optó colocarlo de chilena en el área pequeña donde apareció para cabecearlo Diego López. El gol llegó en el minuto 14 y tardó en subir al marcador porque se quiso constatar lo que todo el estadio ya había visto, que no hubo juego peligroso del delantero murciano en su acrobacia.
Lo tenía el Valencia todo de cara y, de nuevo el lateral portugués se lanzó a pisar área y probar a Iván Villar con un derechazo más potente que colocado. Ese atrevimiento lo pagó el Valencia. Con déficit de extremos y el recién llegado Luis Rioja en el banquillo, Baraja volvió a escorar a Mir a la banda derecha, una maniobra bomba porque entre sus tareas no estaban las ayudas a Thierry.
Las costuras se vieron cuando un centro de Iago Aspas desde la orilla derecha acabó en la banda contraria reclamado por un solitario Mingueza para, de media bolea, colarla por la escuadra de Mamardahsvili. Apenas diez minutos le había costado al Celta empatar y, en poco más, le dio la vuelta al marcador. Lo quiso hacer Swedberg, a la carrera y con un doble regate en el área que Mosquera aguantó para que el sueco no pudiera ajustar su disparo. El agujero por la banda era ya muy evidente.
Pese a que Rafa Mir despejó en lugar de rematar en el área de Guaita, el Celta se aprovechó de otro robo. Conducía Mingueza desde su campo cuando vio incorporarse a la carrera a Aspas por el carril central y le asistió para marcar el segundo gol. El centro del campo valencianista fue transparente.
Al Valencia, con el marcador a favor, le habían remontado en cinco minutos con dos contras por haberse olvidado de protegerse. Meneó Baraja a sus extremos buscando cerrar vías de agua, pero el Celta tampoco era perfecto y pudo ver que su esfuerzo se quedaba en nada si Hugo Duro hubiera estado más ágil para rematar en el punto de penalti un centro de Jesús Vázquez. No sólo no marcó el empate sino que vio cómo le castigaban por unas manos en el área en el tiempo añadido. Es entonces cuando Mamardashvili, que se quedará en el Valencia una temporada más cedido por el Liverpool, se acercó a susurrarle a Aspas y el maleficio surtió efecto porque atrapó el lanzamiento, impropio de la veteranía del gallego.
Tuvo que volver a salvar el georgiano a su equipo al inicio de la segunda parte con un paradón a mano cambiada al envenenado golpeo del delantero sueco de los celtiñas. Sólo fue un aviso de que el equipo de Claudio Giráldez querían más y el tercer gol llevó con un obús de Fran Beltrán desde la medialuna del área.
Noqueado el Valencia, Baraja estrenó a Luis Rioja y Balaídos se encomendó a Borja Iglesias, que les regaló un taconazo que pretendía dejar solo a Bamba ante el meta valencianista. Con el marcador cómodo, el Celta alzó el pie y el Valencia quiso crecer a base de los chavales de Paterna. Eran los dos equipos el reflejo del potencial que tiene su cantera y las telarañas de sus cuentas, destinados a pelear por los mismos objetivos.
La mejor ocasión que tuvo el Valencia de acercarse estuvo en el balón llovido de Foulquier que Rafa Mir estrelló en el poste. El resto fue más corazón que cabeza y oportunidades y el Celta no sufrió.
El Valencia ha cerrado el fichaje del extremo del Alavés Luis Rioja, una operación deseada por Rubén Baraja desde el final de la pasada temporada y que llevaba todo el verano congelada. Se ha activado tras aclararse el futuro de Giorgi Mamardashvili, que se convertirá en la venta del verano que esperaba Peter Lim para dar luz verde a otros refuerzos, pero que no dejará de jugar en Mestalla.
El club ultima un acuerdo para la venta del guardameta georgiano al Liverpool por una cifra que rondará los 35 millones de euros. No era la pretendida por Lim, que lo tasó en 40, pero la operación acaba siendo ventajosa para el Valencia. La intención de los reds era firmar al jugador para que no se le escapara pero cederlo al Boremouth esta temporada, algo que la Premier no permite desde este año.
Ahí es donde el Valencia, y el propio Marmardashvili, ha optado por convencer al conjunto inglés para quedarse en Mestalla a cambio de rebajar el precio del fichaje, al que habrá que sumarle variables que siguen negociándose.
La luz verde a esta operación ha hecho también se acepte abonar el Alavés 1,5 millones de euros, más un millón en variables, y firmar a Rioja por tres temporadas. El futbolista ha llegado este mediodía a Valencia y, aunque no ha viajado con el equipo a Vigo, podría hacerlo en las próximas horas. Si así fuera, se daría el curioso caso de que se enfrentaría al Celta en dos jornadas consecutivas de Liga con la camiseta de dos equipos.
Rioja se suma como refuerzo a Rafa Mir y Dani Gómez, que llegaron cedidos de Sevilla y Levante, y a Tárrega, recuperado del Valladolid. Baraja celebró la llegada del futbolista para "apuntarlar" las bandas, pero es consciente de que cada incorporación es difícil porque el club "prioriza la economía".
"A veces no puedes firmar a siete jugadores por 50 millones de euros, pero sí que el club te dé alternativas y variantes, detalles o pequeños fichajes que hagan aumentar la competencia. Porque cuantas más armas tengamos, mejor", argumentó un entrenador que, aunque espera que el club lo diga públicamente, sabe que el objetivo es la permanencia.
No era una visita cualquiera. Después de cuarenta años sin poder ganar un título, el lunes, el Athletic cumplió con un compromiso que llevaba marcado en rojo en el calendario de los despachos de Lezama desde que la Copa volviese a Bilbao subida en La Gabarra. No faltó nadie. Como cada año, jugadores, cuerpo técnico y miembros de la junta directiva acudieron a entregar una ofrenda floral y, en esta ocasión, a ofrecer el título a la Basílica de Nuestra Señora de Begoña. La relación entre ambas instituciones es muy estrecha. Una costumbre llena de simbolismo y espiritualidad que conecta a la Patrona de Vizcaya con el club que hace vibrar a 'La Catedral' del fútbol.
"Es tradición. Para algunas personas puede incluso confundirse con algo religioso, pero no lo es, es sagrado. Es muy importante. Esto provoca una mezcla que en Begoña se da de una manera muy especial porque aquí se la denomina la Amatxu, que en euskera quiere decir: la madre querida", apunta el sacristán Enrique Franco. Una protección maternal que llega hasta el rincón más íntimo del vestuario rojiblanco, donde una estampa de la Virgen acompaña al equipo de Ernesto Valverde y al femenino antes de cada partido. Aun así y como les cuenta su sacerdote, hay ocasiones en las que el esfuerzo y el buen juego son el único camino para llegar a la victoria: "Cuando viene les suele decir que la Virgen no hace milagros, que también hay que entrenar y jugar bien".
Porque el fútbol, para los dirigentes, siempre ha tenido algo místico y espiritual que lo hace especial y más, cuando hay un título en juego. "Un día un presidente del Athletic vino a rezar faltando pocas fechas para que se jugara una final de Copa y cuando entró pensé: "¿A qué habrá venido?" Entonces, le hice una pregunta: "Si se va a tirar un penalti y se santiguan el portero y el jugador que lo va a lanzar, ¿a quién hace caso Dios?" Y el presidente respondió: "Dios no está para esas cosas", recuerda también Franco.
La figura del capellán
España ha sido históricamente un país muy ligado al catolicismo. Sólo hay que acudir a los libros de historia para comprobar la importancia que ha tenido la religión en la sociedad. Sin embargo, los datos del CIS recogidos anualmente por el Observatorio del Laicismo revelan que el número de creyentes en nuestro país habría descendido progresivamente hasta situarse en un 54,4%. Esta cifra contrasta con la realidad de la máxima categoría del fútbol español, donde al menos 14 de los 20 clubes mantienen algún tipo de relación institucional, según sus publicaciones oficiales, con alguna entidad religiosa cercana. Y son este tipo de actos como las ofrendas florales, sumadas a la figura de los capellanes, los elementos imprescindibles para entender cómo se desarrolla el vínculo.
Para algunos estos actos pueden resultar anecdóticos, banales y sin mayor trascendencia, pero la realidad es que su significado trasciende lo meramente futbolístico. El Valencia C.F y su relación con la Virgen de los Desamparados es un gran ejemplo de ello. "Lo más bonito es cuando llega un título" confiesa Álvaro Almenar, vicerrector de la Basílica, capellán oficial del club y declarado valencianista desde pequeño. Aquella última Copa del Rey ganada ante el Barcelona en el Benito Villamarín todavía continúa en el recuerdo.
Este distinguido sacerdote, que tiene el honor de recibir a los jugadores en las visitas, acude al estadio de Mestalla cada partido con una hora de antelación al pitido inicial. Dentro del túnel de vestuarios, se dirige a una pequeña capilla con la imagen de la Virgen y pregunta si algún jugador está disponible para acompañarle en un pequeño rezo: "Normalmente siempre hay alguien que desea hacer alguna pequeña oración. Rezamos un Ave María, entregamos un pequeño ramo de flores, le pedimos que no haya lesiones y que nuestro equipo gane. Con total libertad, a veces viene Jesús Vázquez, Gayá o los lesionados. Luego me subo a mi sitio a ver el partido como un aficionado más".
La búsqueda de la fe
En una plantilla con múltiples religiones y creencias, Almenar admite que siempre se fija en si algún jugador se santigua cuando salta al terreno de juego. Además, reconoce que siempre ha encontrado a alguien dispuesto a compartir con él ese pequeño momento de intimidad: "Es verdad que hoy las plantillas son plurireligiosas, hay quien cree, quien no cree...pero siempre hay un pequeño grupo". Sus homólogos en el Levante, con quienes comparte devoción, realizan una labor similar.
En una de las visitas, un jugador compartió con uno de los capellanes, José Luis Sánchez, un momento inolvidable. "Estando en la Plaza de la Virgen me dijo: "Padre, yo no soy creyente, pero para mí es muy importante buscar lo mejor. Y al igual que yo quiero ser más preciso en la técnica y marcar gol, a mí me gustaría que si usted tiene fundamentos serios para que yo pueda descubrir que sin Dios el hombre no tiene sentido, me los dijera porque soy un hombre abierto, libre y tengo capacidad de escuchar. Fue muy bonito", recuerda emocionado Sánchez.
Barcelona es otra parada obligatoria para entender mejor esta conexión. Desde la construcción del Camp Nou en 1957, los largos pasillos que llevan a los vestuarios escondían una pequeña capilla con la imagen de la Virgen de La Moreneta, patrona de Cataluña. En ese pequeño rincón, protegido a las visitas, se forjaba uno de los vínculos más bonitos de nuestro fútbol.
Òscar Bardají, director de comunicación del milenario santuario de Montserrat, explica cuál ha sido su uso durante las últimas décadas: "Antes se hacía una misa allí y dependiendo también del año, el 24 de septiembre, que es el aniversario de la inauguración del Camp Nou, iba un sacerdote que también estaba en la Masía y la oficiaba. Ahora se hace menos", matiza. Con el estadio en reconstrucción, el club ha confirmado en un comunicado que la mantendrá en su lugar. Lo único que queda entonces por saber es a qué lado del túnel estará. "Antes daba la casualidad de que la salida de los jugadores se hacía por la derecha, porque el banquillo que utilizaban estaba a ese lado saliendo del túnel. Luego cuando llegó Johan Cruyff lo cambió a la izquierda. Desde entonces, por esa parte pasa el equipo contrario y tiene mejor vista de la capilla. El pase más directo lo tienen ellos. Depende del jugador si tiene una fe religiosa o no", explica Bardají.
Desde el presidente José Luis Núñez, pasando por Sandro Rosell, Josep María Bartomeu y las dos etapas de Joan Laporta, el Barça se ha encomendado año a año a la Virgen para que le ayude a conseguir algunas de sus más increíbles gestas: "Cuando ganó 6-1 al Paris Saint Germain, remontando el 4-0 de la ida, hubo una gran cantidad de seguidores que al día siguiente subieron a Montserrat para dar gracias a la Virgen. Se hicieron hasta programas de radio desde aquí. La gente pensaba que era obra más de La Moreneta que de los propios jugadores", afirma.
Además, fruto de esa unión entre club y santuario, los más jóvenes de La Masía y los niños del coro de la Abadía mantienen una conexión especial más allá de lo futbolístico. "Los chicos más mayores de la escolanía con los de una edad similar de la Masía hacen un intercambio. Una vez suben a Montserrat y luego bajan a la ciudad deportiva y se hace una actividad, juegan un partido y después cantan o vienen aquí y les enseñan las instalaciones...", relata Bardají.
Continuidad en el tiempo
Son esos sentimientos, que solo pueden explicarse a través de la fe, los que llevan a los clubes a continuar con esta tradición ligada a valores como la solidaridad, el compañerismo o el sacrificio. Una filosofía que el Padre Ángel no duda en destacar. Desde su despacho en el madrileño barrio de La Latina, el presidente de Mensajeros de la Paz mantiene un estrecho vínculo con la mayoría de los equipos de fútbol del país.
Las continuas demostraciones de fraternidad y afecto de los clubes con los más necesitados son para él un ejemplo para la sociedad: "El deporte es un ente precioso de convivencia y creo que eso se valora mucho en el fútbol. Nosotros hemos estado con todos los equipos: Real Madrid, Barcelona, Atlético...", afirma el sacerdote.
Todos ellos continúan manteniendo una tradición que, a pesar de la tendencia, ninguno de sus protagonistas espera que desaparezca: "Yo creo que se va sustentando, pero no tiene la vitalidad que tenía antes", comenta Bardají sobre el posible abandono de la actividad. Las ya protocolarias celebraciones de los dos equipos madrileños en la Catedral de la Almudena cuando logran un título, la Gloriosa Virgen Blanca que acompaña los ascensos del C.D. Alavés, la canaria Virgen del Pino que cuida de la U.D. Las Palmas o la Virgen de las Angustias que reza por el Granada son solo algunas muestras de que estos sentimientos continúan latentes entre los aficionados. Sí, es cierto, los datos dicen que España está poco a poco dejando de ser católica, pero el fútbol continúa pidiendo a la Virgen que cuide de su destino.
Tradiciones y rivalidades religiosas en el fútbol europeo
Celtic vs Rangers: Es el derbi religioso por excelencia en Europa. El partido conocido como Old Firm, que enfrenta a los verdiblancos del Celtic y a los azules del Rangers, tiene todavía un enorme trasfondo espiritual. Fundados por un hermano marista católico y reconocidos por su apoyo a la República de Irlanda, los aficionados del Celtic guardan un enorme rechazo a los unionistas y protestantes del Rangers. Su animadversión dentro y fuera de los terrenos de juego sigue provocando algunos incidentes entre jugadores y aficionados.
Southampton y Everton: En la cuna del fútbol mundial también existen orígenes religiosos. El Southampton, conocidos como los "santos" del fútbol inglés y con origen en cinco integrantes de la iglesia de Saint Mary's, que da nombre a su estadio, han vuelto este año a la Premier League. Allí, les espera el Everton, cuyo nombre original fue Sto. Domingo F.C., en honor a la parroquia del distrito. En la actualidad, mantiene una estrecha vinculación con la iglesia situada justo al lado del estadio Goodison Park, San Lucas Evangelista.
Aston Villa: El club dirigido por Unai Emery resalta entre sus grandes tradiciones cada vez que juega como local, el vibrato de las campanas de la iglesia situada a pocos metros del estadio. Un gesto que anima a sus aficionados a entonar su famosa canción "The Bells are ringing" (Las campanas están sonando).
No hay quien lo ponga en duda: el Barça va a descansar en Lamine Yamal y en los goles de Lewandowski. Lo harán rodeados de Raphinha, de Dani Olmo, de Fermín y de otro puñado de canteranos novatos, pero siempre será él quien silencie los estadios e intimide a los rivales. Lo sabe y ayer, durante algunos minutos y con la carga anímica que lleva a la espalda tras la agresión a su padre, le costó liberarse. Su equipo sólo se volvió incisivo cuando se vio con el marcador, y el juego en contra, y él pudo deshacerse, por un instante, de la sombra pegajosa de Jesús Vázquez. Lamine pareció no haber pisado Mestalla hasta que en el último balón del tiempo añadido en la primera parte rescató un centro de Balde al segundo palo y le sirvió el gol a Lewandowski para los azulgrana salieran del ahogo. Mostró el delantero polaco un acierto que la afición azulgrana espera mantenga esta temporada impulsado por su complicidad con Hansi Flick.
Fue una reacción para golpear a un Valencia que se fue creciendo a medida que el equipo de Hansi Flick dudaba. Le dio el alemán la sala de máquinas a dos chavales, Casadó y Bernal, a sus 17 años, para que dirigieran el juego a las bandas donde Ferran y Lamine debían ser puñales y Raphinha, como enlace, y el polaco recoger las ocasiones. El plan apenas se dibujó. Tuvo el Barça más dominio y fue acorralando a los hombres de Baraja, que salían airosos pese a una defensa juvenil con Mosquera y Yarek y aún con la retaguardia cubierta por Mamardashvili. En dos jugadas intervino Yamal y un solo caracoleo en el área. Tampoco lo hizo el resto del ataque. La espesura en las ideas hizo que los valencianistas nunca se bajaran del partido. Pese a la falta de recursos y de inversión, jamás bajan los brazos. Había espacios para recuperar y correr, sólo había que intentar eligir bien.
Diego López lanzó a la carrera a Rafa Mir, que se apoyó el Hugo Duro antes de correr al área para rematar al primer palo un balón que olía a gol. Después fue Almeida quien le ganó el duelo a Casadó y su centro paralelo a la línea de fondo evitó Cubarsí que se paseara por el área buscando embocador. Hasta un cabezazo rozó el larguero. Mientras, Mamardashvili era un espectador que tan solo salvó un disparo.
Buscaba el Valencia un gol del que le privó Ter Stegen con una mano extraordinaria que enmendó un error de Cubarsí. Sabían los locales que tenían que tumbar a este Barça noqueado y lo logró con un centro de Diego López a la cabeza del 9 valencianista, que voló solo en el área. Era el minuto 44 y el momento en que el partido enloqueció. Casadó se animó con un lanzamiento en un barullo en el área que Yarek sacó bajo palos y después fue Cubarsí quien le devolvió el favor a su portero sacando en la línea de gol un remate de Hugo Duro.
En un alargue eterno parecía que el Valencia podía aguantar la ventaja en el marcador. Apareció Balde, renqueante por un golpe, y Lamine Yamal para servir a Lewandowski el empate. El paso por el vestuario electrificó al Barcelona. El abrazo de Hansi Flick a Lamine y Raphinha en la pausa de hidratación debió reproducirse en la caseta, porque ambos volvieron al campo con una marcha más. El campeón de Europa se plantó el área y estrelló en el guardameta georgiano un disparo que no tuvo tiempo de armar. Si hubiera podido hacerlo, habría acabado en la portería.
El brasileño se lanzó y le sacó un penalti por atropello a Mosquera. Una jugada gris que protestó Mestalla y que Lewandowski, pese a la estirada de Mamardashvili, envió al fondo de la red con un lanzamiento extraordinaria. Cogió aire el Barça, que se encontró también con el 'perdón' de la segunda amarilla a Cubarsí, y otra vez un endiablo Yamal lanzó a la carrera a Ferran para que se estrellara con el cancerbero valencianista.
Regreso de Pedri
Incapaz de cerrar el duelo, Hansi Flick no quería jugársela al intercambio de golpes y enmendó su propio once. Buscó el orden de Eric García en la medular y, sobre todo, la jerarquía de Pedri para catalizar el ataque. Recuperado el canario de su lesión en la rodilla en la Eurocopa, necesita el alemán que se active para alimentar las revoluciones de su ataque. El Barça , con una alta expectativa de mejora y el 1-3 erró Casadó, salió muy vivo de un duelo pegajoso e incómodo ante un Valencia que sigue librando cada batalla con una alarmante falta de recursos.
Hansi Flick se convertirá este sábado en el último técnico extranjero que se estrena en el fútbol español. Lo hará desde el banquillo de un Barcelona que en los últimos años ha sido una montaña rusa de emociones. Y, también, un potro de tortura. Dos leyendas de la entidad azulgrana, Ronald Koeman y Xavi Hernández, acabaron triturados por la exigencia de un puesto para el que no se tiene memoria. Ni paciencia. El primero, dejó la entidad por la puerta de atrás tras ganar una Copa del Rey. El segundo fue despedido tras sumar una Liga y una Supercopa de España y poco después de ser ratificado en su cargo.
El banquillo azulgrana supone un desgaste tremendo. Incluso a nivel físico. Basta con ver fotografías de Pep Guardiola, Luis Enrique o Ernesto Valverde, al inicio y al final de sus respectivas etapas, para comprobarlo de manera tremendamente esclarecedora. Para esta entidad que el primer equipo cierre una temporada en blanco es imperdonable. A sus seguidores no les importa lo más mínimo que la caja del club esté atravesando por un largo proceso de recuperación. Algo que condiciona las operaciones que pueden llevarse a cabo para conseguir los refuerzos adecuados para pelear por todo. Por lo pronto, el club ha cerrado este verano, hasta ahora, únicamente dos llegadas: Pau Víctor y Dani Olmo. Y, al menos hasta ayer, ninguno de los dos estaba convenientemente inscrito para jugar el sábado ante el Valencia en el estadio de Mestalla.
Cambios en el estilo
Las lesiones de Pedri o Frenkie de Jong, la Eurocopa y los Juegos Olímpicos han provocado que Flick se viera obligado a afrontar los primeros amistosos sin muchos jugadores clave. Y, cuando por fin pudo contar con algunos de ellos, sobre todo con uno que ha tomado tanta trascendencia como Lamine Yamal, llegó la derrota más dura y clara. Con el 0-3 encajado ante el Mónaco, el alemán escuchó los primeros pitos de una grada que va a ser muy exigente. Desde el primer minuto. Los seguidores barcelonistas quieren victorias y buen juego, y les trae sin cuidado que el libro de estilo del ex entrenador del Bayern (bajo su dirección derrotó 2-8 al Barcelona en la Champions de 2020) y de la selección germana (estuvo desde 2021 a 2023) tenga en principio poco que ver con aquello a lo que se han acostumbrado en las últimas décadas.
La preparación física es vital para un entrenador que exige a los suyos que desplieguen una presión asfixiante por todo el terreno de juego. Por eso, las cargas de trabajo están siendo muy fuertes. Ante el Mónaco, los azulgrana parecieron no tener fuelle suficiente durante muchos minutos. Puede que su equipo vaya a ir de menos a más. Pero, aun así, ganar ante el Valencia es vital. Si no, descubrirá muy pronto la peor cara de ser técnico azulgrana.
El día que Giorgi Mamardashvili apareció en la Ciudad Deportiva de Paterna para disputar la pretemporada con el Valencia que entonces dirigía José Bordalás, José Manuel Ochotorena (Hernani, 1961) sólo pudo fijarse en su altura. Nunca había entrenado ni en el Valencia ni en el Liverpool ni en sus muchos años en la selección española a «un bigardo de dos metros» del que además, nada sabía. «El club lo había firmado para el Mestalla y tenía una cláusula por la cual tenía que venir a la pretemporada», recuerda a EL MUNDO.
Cuando empezó a buscar información sobre él, no encontró nada. «No tenía trayectoria ni se le veía una formación de escuela. Eso nos sorprendió. Por su edad y por su físico, que es prototípico de portero moderno, pensamos que tenía potencial, que podía ser un diamante, y se apostó por él, pero era una incógnita. No sabíamos qué iba a salir de él». Pronto empezó a desenvolverse «por encima de nuestras las expectativas».
Para empezar, lo obvio: Mamardashvili paraba. «Era ágil en los balones rasos, algo no habitual en porteros de altura, y lo que más nos llamó la atención fue su uno contra uno. Era capaz de, en situaciones de ventaja para el delantero, achicarle los espacios y hacerse grande. Eso son cosas complejas y difíciles, y él con 20 años tenía ese dominio de la portería que le ves a guardametas de 28», advierte.
Pero también tenía carencias en el aspecto técnico, relacionadas con el juego colectivo, con la forma de leer el fútbol que exigen cada vez más los entrenadores a los guardametas. «Tenía muchas en el juego con los pies y en las salidas por alto, incluso en algunos blocajes. Lo había entrenado su padre, que había sido también portero, pero se notaba que no tenía conceptos técnicos de escuela, cosas sencillas que cualquier juvenil ya tiene asimiladas», cuenta Ochotorena.
Pulirlo iba a llevar un tiempo, del que al final no se dispuso. Todo se aceleró por las lesiones de Cillesen y Jaume Domenech. De filial a la titularidad que le dio José Bordalás sin apenas tener experiencia. El trabajo en los tres años ha sido duro y no exento de complicaciones, como el idioma. Mamardashvili no hablaba, ni habla, inglés, y el castellano le ha costado muchísimo y aún no lo domina. «Teníamos que hacerlo a base de vídeos, para que viera lo que queríamos de él y luego con repeticiones en el campo. De golpeo tras golpeo o de centros laterales uno tras otro para que mejorara», explica Ochotorena, no sin reconocer que el jugador lo ha puesto todo de su parte. «Es humilde para mejorar a la vez que competitivo y ambicioso. Siempre está dispuesto y receptivo. Repetir, insistir, ha sido clave para que empiece a sacar su potencial».
Otra pieza ha sido la comunicación, por su carácter introvertido y tímido. Como no sabía hablar, hacía «vida de monje: de Paterna a casa». «Era un poco vaguete con el idioma y tuvimos que apretarle, porque tenía que mandar a la defensa, y practicábamos con él ejercicios para que lo hiciera. Eso convirtió en muy duro su primer año. Ahora es más feliz y con Georgia no tendrá esos problemas», bromea el entrenador.
Derribar puertas
El rendimiento que ha dado en el Valencia -«es un portero que suma puntos», no se ha cansado de repetir Baraja- le puso en el foco, pero la Eurocopa, con sus 23 años y su corta experiencia, aún más. «Cuando vino estaba verde. Necesitaba cimientos, pero está derribando todas las puertas. En Europa lo empiezan a conocer, pero me está sorprendiendo hasta a mí», asegura el técnico, que le ve parecido con Courtois. «Por el físico y por agilidad que muestra para, de repente, hacer una parada que evita un gol».
Sin embargo, opta por la prudencia sobre el futuro de su todavía pupilo: «La posición de portero es súper exigente y siempre se le mira con lupa. En el Valencia y con Georgia le tiran mucho y para, pero en otros equipos le pueden pedir, además, otras cosas. Eso marcará su futuro, aunque él es consciente y tiene deseo de superarse».
El lateral izquierdo y capitán del Valencia, José Luis Gayà, no estará con España en la Eurocopa de Alemania. El jugador, que tenía hueco en la lista de 26 jugadores que el próximo lunes convocará el seleccionador Luis de la Fuente, se ha resentido de la lesión en el cuádriceps de la pierna izquierda y no podrá recuperarse antes de que arranque la competición.
El jugador se lesionó el pasado 18 de marzo en un duelo ante el Villarreal y, desde entonces, ha trabajado en su recuperación con vistas a la Eurocopa. Entró por primera vez en la convocatoria de Rubén Baraja para el duelo ante el Rayo en Mestalla, pero no salió del banquillo. Cuatro días después, ante la Real en San Sebastián, jugó 30 minutos en la segunda parte. Tampoco fue titular ante el Girona. Los planes, pactados entre técnico y jugador, era volver a darle media hora para que fuera recuperando sensaciones de cara a la llamada de la Selección. Saltó en el minuto 61 para sustituir a Cenk y, apenas 11 minutos después, fue sustituido por Almeida.
El jugador se marchó directo al vestuario y las sensaciones ya no eran buenas. Volvía a resentirse de la zona, las primeras pruebas señalaban que existía un edema y la resonancia ha confirmado que se trata de una rotura cuyo alcance aún no ha comunicado el club pero que le aparta de la convocatoria con España.
La mala fortuna vuelve a cebarse con Gayà. Tuvo que volverse del Mundial de Qatar en noviembre de 2022 por una lesión en un tobillo que Luis Enrique no quiso esperar a ver su evolución y también se perdió la Nations League de 2021, en la que España cayó ante Francia, y la de 2023 porque De la Fuente, tras una temporada de altibajos, no confió en él. Recuperada la fe del seleccionador, llega este varapalo.
La ausencia de Gayà se une a la de Balde y deja a De la Fuente una incógnita. Con Grimaldo apuntando a titular, Cucurella o Fran García han sido sus alternativas, pero el seleccionador podría tener que abrir el abanico.
Era un riesgo que Rubén Baraja sabía que iba a correr. El tramo final del temporada del Valencia, justo cuando coqueteó con Europa, acabó siendo un descalabro. Este equipo, con la salvación en el bolsillo desde hace mucho, intentó apretar el acelerador y perseguir el sueño que tenían en el vestuario, pero se le gripó el motor. Al Valencia valiente y peleón se la agotaron las fuerzas y se le vieron las costuras ante el Betis y el Girona, que ganó cómodo en Mestalla 1-3, pero también frente al Rayo y el Alavés.
Nadie salió a su rescate en enero, cuando Baraja clamaba por refuerzos para su quinta, consciente de que podía llegar el agotamiento, más aún cuando se perdieron a jugadores como Paulista o Diakhaby. El equipo era más débil pero el club no escuchó, Peter Lim no lo hizo. Por eso ayer alrededor de 6.000 personas decidieron quedarse fuera de Mestalla y protestar contra la gestión que les ahoga. Los colectivos que llamaron a la protesta, liderados por Libertad VCF, querían una imagen icónica del vaciado como la que lograron ante el Celta en 2022, pero no se produjo.
Muchos no entraron, 36.138 sí, según datos oficial. Es la peor entrada de la temporada porque había menos asistencia, pero no hubo imagen y sí algún enfrentamiento entre quienes estaban fuera y los de dentro. Las pancartas amarillas de Lim go home se vieron dentro y fuera, acompañadas de otras como Os sacaremos de nuestro club.
Mientras, la temporada se cerraba con el equipo estrellándose contra los palos, cometiendo errores y viendo cómo Savio, Dovbyk y Tsygankov, forzando el error de Yarek, colocaban al Valencia en su lugar desde que Meriton llegó hace 10 años: media tabla y muy lejos de Europa.
La peor noticia fue la lesión de José Luis Gayà, que no fue titular y apenas aguantó 13 minutos en el campo antes de que el cuádriceps le volviera a lanzar un aviso. La Eurocopa está en el aire.
Aún queda la visita a Celta, pero Mestalla ya ha podido visualizar cómo puede ser la vida a partir de agosto. Baraja, también.
La Real Sociedad despertó a tiempo. Alargó demasiado el dolor de la eliminación de Champions, se vio golpeado por lesiones y deambuló por la Liga poniendo en peligro su vuelta a Europa, pero justo cuando debía dar un paso adelante, lo dio. Venció al Valencia aguantando un resultado corto cincelado en el minuto 3 ante un rival que sólo espabiló cuando se vio derrotado y con la última esperanza de llegar a Europa enterrada por el cabezazo de André Silva.[Narración y estadísticas]
Nunca es fácil ganar a la Real, pero para el Valencia la tarea se antojaba casi titánica. El equipo ha perdido chispa, frescura y, además, se plantó en el Reale sin dos de sus pilares. Las bajas de Hugo Duro y Pepelu, dueños del gol y del equilibrio, obligaron a Baraja a inventar un poco más en un partido en el que podían morir definitivamente todos sus sueños europeos. Era la Real, también remendada por las bajas, quien más cerca acariciaba el regreso a Europa en una carrera codo con codo con el Betis, que se dejó dos puntos en el Insular de Las Palmas. A los valencianistas el fuelle se les agotó hace semanas.
Quiso asustar el Valencia con un primer disparo de Yaremchuk que sorprendió a Remiro, confiado en que el ucraniano había arrancado en fuera de juego, pero el golpe lo dieron los donostiarras. Se escapó Barrenetxea por la orilla izquierda, divisó a Kubo avanzando por el lateral del área contrario y se sirvió un balón que el japonés convirtió en una asistencia para el cabezazo de André Silva a bocajarro. Ese gol en el minuto tres de partido desintegró al Valencia.
Le arrebató el balón, se ordenó, cogió el mando Turrientes con total comodidad, y comenzó a lanzar a Kubo y Barrenetxea a encontrar la grieta en los costados. Sólo dejaban respirar a los valencianistas para tratar de sentenciarlos en una contra. Mientras, Remiro era un espectador viendo que el rival vivía encerrado en su propio campo. Ni una sola ocasión tuvo el Valencia en la primera parte mientras que fue Turrientes quien cazó un mal despeje de Cenk para armar la pierna desde la frontal tratando de sorprender a Mamardashvili. No había prisa porque la sensación era que el Valencia, desquiciado, volvería a caer de maduro.
No ocurrió porque el paso por el vestuario les alimentó. El Valencia volvió al campo con ímpetu y, comandado por un descarado Peter Federico, se plantó en el área donostiarra y buscó recordarle a su rival que aún no estaba muerto. Lo entendió Imanol Alguacil y buscó la artillería de Brais Méndez y de Sheraldo Becker. La reacción de Baraja tampoco tardó. Sacó del campo a Javi Guerra para retrasar a Almeida y acomodar en el campo a dos jugadores con capacidad de sorprender: Sergi Canós y Gayà, el capitán que volvía tras demasiadas semanas de lesión.
Se estiraban los dos equipos, los txuri-urdin para recuperar el mando y mantener la ventaja que los apuntala en Europa y los valencianistas buscando un empate que no se veía tan lejano como en la primera parte. De hecho, en el minuto 70 lo tuvo en sus botas Alberto Marí. Cabalgó Diego López por la banda izquierda, encontró a Canós en el área pero el zurdazo del castellonense lo salvó Remiro dejando una pelota muerta que el canterano encañonó al cuerpo agigantado del guardameta.
Rozaba el empate el Valencia que, si bien de poco le servía, sí complicaba la vida en exceso a los donostiarras. Por eso Imanol volvió a mirar al banquillo para rescatar a Traoré y Oyarzabal. Había que rematar el partido o dejarlo que se adormeciera lo más cerca posible del área del Valencia. Aunque los jugadores de Baraja mordieron para evitarlo, fue de nuevo Mamardashvili quien, a mano cambiada, evitó la sentencia de Sheraldo Becker ya en el añadido. La Real se jugará la sexta plaza el domingo en un mano a mano con el Betis mientras los valencianistas se tienen que conformar con cerrar una temporada que, en algún momento, fue brillante, a media tabla.