Ana Peleteiro ha denunciado en sus redes sociales que ha recibido comentarios racistas hacia su persona al posar con el uniforme de España, por lo que ha decidido publicar algunos de ellos.
La atleta gallega, quien representará al país en el XXVI Campeonato Europeo de Atletismo y que se llevará a cabo en Roma del 7 al 12 de junio de 2024, ha subido a su cuenta de Instagram el uniforme con el que competirá por España. Tras ello, varias personas le personas le comenzaron a escribir señalando que parecía ser una persona de otras nacionalidades.
Peleteiro ha recibido infinidad de comentarios racistas sobre su piel. Por ello ha decidido eliminar los comentarios y compartir una nota en sus historias.
"Desde ayer, que empecé a crear contenido con la ropa de mi país, ESPAÑA, estoy recibiendo innumerables comentarios racistas en las redes sociales. Han sido muchos los que he ido borrando y bloqueando, pero por supuesto continúan dejando mensajes de odio y desprecio cada vez que subo cualquier tipo de vídeo con la ropa de mi selección", ha escrito la deportista.
"Me da mucha rabia e impotencia, pero sobre todo PENA, que a día de hoy sigan existiendo este tipo de personas y que además se sigan permitiendo este tipo de comentarios en las redes sociales, sin ningún tipo de represalia", continúa en el mensaje.
"Hoy tengo el corazón un poco dolido, pero sé que estas emociones las convertiré en fuerza para que todos aquellos que se burlan o ponen en causa nuestra nacionalidad, se pongan la mano en el pecho al escuchar el himno de España gracias a nuestros éxitos", finaliza.
Posteriormente del comunicado, ha compartido dos capturas de pantalla con algunos de los comentarios que ya había eliminado en sus publicaciones más recientes.
Sin duda el enfrentamiento a este tipo de posturas es destacable por parte de la atleta, ya que ha representado con éxito a su país y ha obtenido varias medallas en sus competiciones.
Por si no fuera suficiente, también ha recibido críticas porque su uniforme no era lo suficientemente rojo, ya que tiene con degradado que va del anaranjado al amarillo, cambiando un poco las tonalidades de la bandera.
La Guardia Civil ha investigado a un jugador de fútbol por un delito de odio y otro de lesiones, y a otros cuatro jugadores más por un delito de lesiones, tras una discusión violenta ocurrida al finalizar un partido de fútbol celebrado en la localidad de Trujillo (Cáceres) el pasado 7 de abril, durante un partido perteneciente a la Tercera categoría de la Real Federación Española de Fútbol.
En concreto, se disputaba el choque entre el Club de Fútbol Trujillo y el Moralo Club Polideportivo en el estadio Joaquín García de Guadiana de la localidad de Trujillo. El jugador afectado por los insultos denunció que un rival se dirigió a él con esta frase: "Puto negro, vete a tu país". El partido finalizó con 3-2 para el equipo local.
Al finalizar el partido comenzó una pelea entre dos jugadores de ambos equipos, y a continuación se produjo una invasión de campo por parte de numerosos aficionados que se encontraban en la grada, entablándose una discusión violenta entre jugadores, aficionados y miembros de los equipos técnicos de ambos equipos, teniendo que intervenir agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local que se encontraban en el lugar.
Finalizada la pelea, uno de los jugadores del Moralo Club Polideportivo se dirigió al árbitro manifestando que un jugador del Club de Fútbol Trujillo le había proferido insultos racistas durante el desarrollo del partido, circunstancia que, según la investigación, habría dado origen a la discusión entre jugadores y aficionados ocurrida tras finalizar el encuentro.
En concreto, fue el jugador del equipo visitante, el marfileño Ben Azize, y el futbolista local Satu los que se enzarzaron tras la disputa de un balón dividido. El colegiado, Botello García, amonestó a los dos jugadores con cartulina amarilla pero justo al término del partido, segundos después, el enfrentamiento fue a más entre ambos y se produjo una trifulca con jugadores de ambos equipos, entrenadores e incluso espectadores que saltaron al campo, produciéndose empujones, insultos y peleas dentro del terreno de juego, que provocó la intervención de la Guardia Civil.
Ese mismo día, una aficionada presentó denuncia ante la Guardia Civil, por un supuesto delito de lesiones causadas por el mismo jugador que supuestamente había proferido los insultos de carácter racista. Igualmente, el jugador acusado interpuso, a su vez, una denuncia por un supuesto delito de lesiones contra otros cuatro jugadores del equipo contrario, entre los que se encontraba la supuesta víctima de los insultos racistas.
Por tal motivo, los agentes instruyeron diligencias contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, contra cinco jugadores.
Asimismo, la Guardia Civil en contacto con la Fiscal Delegada de Delitos de Odio de Cáceres, continuó con la instrucción de las diligencias, investigando penalmente al jugador que supuestamente había proferido los insultos, por la presunta comisión de un delito de odio y otro de lesiones.
Los otros cuatro jugadores, entre los que se encuentra el que habría recibido los insultos racistas, han sido investigados por sendos delitos de lesiones frente al jugador investigado por el delito de odio.
Este operativo se enmarca dentro del Plan de Actuación de la Guardia Civil ante los delitos de odio y conductas que vulneran las normas legales sobre discriminación. La operación ha sido desarrollada por agentes de la Guardia Civil, pertenecientes al Equipo de Respuesta a los Delitos de Odio (REDO) del Grupo de Información de la Comandancia de Cáceres.
El Comité de Apelación de la Real Federación Española de Fútbol ha decidido aceptar el recurso del Atlético de Madrid contra la sanción impuesta al club por los insultos racistas a Nico Williams en el Metropolitano y ha revocado el cierre parcial de dos encuentros así como la sanción pecuniaria impuesta por el Comité de Disciplina.
Así, el sector del fondo sur desde donde se lanzaron los gritos de imitación de un mono contra el jugador del Athletic de Bilbao estará abierto para los partidos ante el Celta y el Osasuna. Además, se ha retirado la sanción de 20.000 euros que se había impuesto al club por tales hechos.
El Comité de Disciplina había calificado de infracciones muy graves tipificadas en los artículos 69.1.c), 69.2.d) y 76.2, apartados b) y d), ambos del Código Disciplinario de la RFEF los insultos a Williams.
El club respondió en su recurso que existen numerosos avisos contra el racismo en todas las instalaciones del estadio, que se activó el protocolo tan pronto como se produjeron los hechos y que desde sus canales públicos emitió un mensaje de condena contra cualquier acto de intolerancia.
Además, arguyó que su colaboración con la policía en la localización del individuo fue total y que dispone de numerosas cámaras por todo el estadio para garantizar la seguridad y vigilancia del mismo.
A su juicio, no cabe sanción para un club, según el artículo 15 del Código Disciplinario de la RFEF, que acredite "el cumplimiento diligente de sus obligaciones y la adopción de las medidas de prevención exigidas por la legislación deportiva para evitar tales hechos o mitigar su gravedad". Y recuerdan que, tras el anuncio de la megafonía, no se volvieron a producir ningún tipo de cánticos ofensivos.
El club no niega los hechos ocurridos, pero reitera que las medidas que adoptaron fueron adecuadas y mantiene que, concurriendo adicionalmente las circunstancias atenuantes recogidas en el artículo 27 de la Ley 19/2007, de 11 de julio, y atendiendo al principio de proporcionalidad, considera que se les puede exonerar de la sanción adoptada.
Diligencia debida
El Comité recoge que esta colaboración activa, la identificación del responsable y el hecho de que fuera un incidente aislado, protagonizado por un único sujeto, según ha resultado acreditado y no por un colectivo indeterminado, permite afirmar, que concurre la máxima diligencia posible por parte del Club.
Así, concurren sus actuaciones dentro del artículo 15 del Código Disciplinario que permite exonerar a la entidad por actuar con la mayor de las diligencias posibles.
Nuevo episodio de insultos racistas en el fútbol español. Ahora en la categoría de Tercera División. Ocurrió en la tarde del domingo justo cuando el colegio del partido entre el Trujillo y el Moralo, dos equipos de la provincia de Cáceres, en el último minuto del encuentro (3-2 como resultado final).
En ese momento, el jugador del equipo visitante, el marfileño Ben Azize, y el futbolista local Satu se enzarzaron tras la disputa de un balón dividido. El colegiado, Botello García, amonestó a los dos jugadores con cartulina amarilla pero justo al término del partido, segundos después, el enfrentamiento fue a más entre ambos y se produjo una trifulca con jugadores de ambos equipos, entrenadores e incluso espectadores que saltaron al campo, produciéndose empujones, insultos y peleas dentro del terreno de juego, que provocó la intervención de la Guardia Civil.
Según la versión del Moralo, su jugador Ben Azize recibió insultos presuntamente racistas del futbolista local, aunque el colegiado no reflejo estos hechos en el acta del partido pues al parecer indicó que ningún componente del equipo arbitral lo escuchó. Sin embargo, la versión del jugador afectado es que hubo graves insultos, que según esta versión sería: "Puto negro, vete a tu país".
El presidente del Moralo, Horacio López: "Presuntamente ha habido un jugador del Trujillo que ha insultado a un jugador de nuestro equipo con expresiones racistas, que es por lo que viene toda la tangana final, que es lo que me ha contado mi jugador, que estaba llorando después del partido".
Por su parte, el entrenador del Trujillo condenó que se haya producido una situación de "violencia incontrolable, que lo único que hace es llevarte un mal sabor de boca porque son cosas que no deberían de darse en este deporte". El Trujillo se remite al acta arbitral, que no refleja esos presuntos insultos racistas por los que reaccionó el jugador marfileño.
Un nuevo bochorno del fútbol español, que todavía tiene muy presente el incidente entre el jugador del Rayo Majadahonda Cheikh Sarr con un aficionado y la continuas reivindicaciones de un Vinicius que vive ataques racistas en muchas ocasiones.
Al observar a Cheikh Sarr saltar hacia la zona del público en el estadio de Las Llanas por haber escuchado «corre, negro de mierda», recordé de inmediato un partido al que acudí hace más de 30 años, cuando empezaba en esta profesión, para cubrir un encuentro del entonces Español, todavía con ñ, frente a un Sestao que en aquella época tampoco llevaba el apellido de River. Era el Sestao Sport Club. El portero visitante también era negro, como Sarr.
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Los New York Red Bulls se retiraron del torneo juvenil Generation Adidas Cup (GA Cup) después de que algunos de sus futbolistas aseguraran haber sufrido insultos racistas por parte de jugadores de equipos rivales.
"Los New York Red Bulls han decidido retirarse de los torneos sub-15 y sub-17. No hay lugar para la discriminación en torno al juego competitivo. Como organización, apoyamos a nuestros jugadores dentro y fuera del terreno de juego", dijo el equipo neoyorquino este viernes en un escueto comunicado.
Por su parte, MLS NEXT, organizadora de este torneo, aseguró que, después de "tres acusaciones de lenguaje discriminatorio" en dos partidos de la GA Cup, investigó y suspendió a esos jugadores cuya identidad no reveló por ser menores de edad.
"MLS NEXT se mantiene firme en su compromiso de erradicar los incidentes discriminatorios y raciales en todos los niveles de este deporte", indicó en una nota de prensa.
Para saber más
Según el portal The Athletic, los Red Bulls sostienen que Eric Tai, defensa del conjunto sub-17, recibió un insulto racista por parte de un jugador del Hajduk Split de Croacia. Ese futbolista fue expulsado del partido por el árbitro.
Días antes, Joshua Grant, portero del equipo sub-17, aseguró haber sufrido un insulto racista por parte de un futbolista del Monterrey de México.
El equipo sub-17 de los Red Bulls quedó eliminado tras la derrota contra el Hajduk Split pero el sub-15 tenía que disputar los cuartos de final contra el Toulouse pero no jugó ese encuentro.
"Lo que ha sucedido en estos dos partidos es completamente inapropiado y ha cambiado nuestro equipo para siempre", dijeron los jugadores del conjunto sub-17 en un comunicado recogido por The Athletic y la cadena ESPN.
"La extrema falta de acción por parte de la liga es inaceptable y deja un sentimiento de desconfianza e incertidumbre sobre nuestra seguridad y bienestar cuando jugamos (...). Esperamos que esta situación saque a la luz este problema persistente en el fútbol y en nuestro mundo", añadieron.
El Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) sancionó ayer con dos partidos de suspensión al portero del Rayo Majadahonda Cheikh Kane Sarr por el incidente ocurrido ene el estadio de Las Llanas en el que se enfrentó a los aficionados locales del Sestao River que le insultaban, durante el partido de Primera RFEF disputado el pasado sábado. Además, por «conducta contraria al buen orden deportivo» le impuso una multa de 600 euros y 90 a club, en aplicación del artículo 129 del Código Disciplinario de la RFEF.
El Juez Disciplinario Único de la Federación también decidió otorgar la victoria por 3-0 al Sestao River después de que el encuentro se tuviera que suspender en el minuto 87 con 2-1 a su favor en el marcador. El Rayo Majadahonda, además, perderá tres puntos más en la competición, por lo que su salvación [es último a dos puntos del penúltimo, el Logroñés] será ya imposible.
Por los insultos racistas a Cheikh Sarr, el Sestao River tendrá que disputar dos partidos a puerta cerrada y abonar 6.001 euros en concepto de multa. Ayer mismo, el club vasco, mediante un comunicado negó que hubiese «cánticos racistas», y pidió que se respete la «presunción de inocencia» y que no se levanten «acusaciones veladas que aún no han sido probadas por la justicia». «En ningún momento, durante la celebración del encuentro de fútbol, se produjeron cánticos racistas hacia ninguno de los protagonistas: la prueba es que en las actas del partido, tanto la arbitral como la de la Ertzaintza, no se refleja nada al respecto, ni tampoco a través de las imágenes de televisión», señaló.
El acta arbitral, clave
La decisión del Comité de Competición responde al acta del colegiado Francisco García Riesco después del partido. En ella, el árbitro asegura que los insultos que denunció el portero, al que habrían llamado «puto mono» y «puto negro de mierda», no pudieron ser escuchados por el equipo arbitral.
En cambio, García Riesco notificó al órgano sancionador de la RFEF que Sarr saltó la valla para sujetar a un espectador y después se acercó al propio colegiado con intención de agredirle, por lo que le mostró la tarjeta roja. El futbolista lo negó en una entrevista en este periódico y volvió a insistir en ello en una rueda de prensa. «Sólo quería hablar con él, pedirle explicaciones por la expulsión», manifestó.
Según la normativa, Sarr podría haber sido sancionado con hasta 22 partidos de inhabilitación por la acumulación de actos reflejados en el acta.
El juez, en su resolución, entiende que el jugador, pese a ser "el sujeto pasivo ofendido gravemente, y titular del máximo derecho de defensa", debería haber ejercitado ese derecho siguiendo los cauces legales específicos, y en tiempo y forma, cuando comenzaron los insultos racistas en el minuto 50 como él ha manifestado.
"Debería haberlo puesto en ese momento en conocimiento del árbitro, y éste hubiera activado el Protocolo de Actuación sobre Incidentes de Público", que conlleva la detención del partido, el aviso por megafonía y de persistir los insultos decretar incluso la suspensión definitiva del encuentro.
"El jugador no puede tomar ninguna iniciativa antijurídica ni tomar la 'justicia por su mano' tomando a un espectador por la bufanda, a riesgo, además, de agravar las posibilidades de que los incidentes deriven en otros de mucho mayor calado, poniendo incluso en riesgo su propia integridad física", añade.
Leve violencia
Para el juez, la defensa de su dignidad debe realizarse sin vulnerar la normativa deportiva aplicable, siguiendo por tanto los cauces legales adecuados y por supuesto, en definitiva, respetando el estado de derecho.
"Su actuación, saltando la valla de separación y actuando con cierta leve violencia -aunque no que conste haya llegado al insulto ni a la agresión- es plenamente reprochable, actuación soliviantada que prosiguió cuando el árbitro le mostró la tarjeta roja lo que nos obliga a considerarle autor de la infracción leve de conducta contraria al buen orden deportivo", añade.
El juez explica que este comportamiento podría sancionarse con hasta cuatro partidos, de acuerdo al artículo 129 del Código Disciplinario, pero le impone solo dos al entender que no llega a constituir una infracción grave por "la existencia de una indudable provocación".
El fallo apunta que la retirada del Rayo Majadahonda del terreno de juego "es una infracción cometida consciente y voluntariamente, contemplada en el artículo 82 Código Disciplinario, por lo que multa al equipo con 3.006€; le da el partido por perdido por 3-0 y le descuenta tres puntos en la clasificación.
Reincidencia
Respecto al Sestao, que no ha remitido alegaciones, el juez le sanciona con disputar a puerta cerrada los dos próximos partidos que juegue como local y a pagar una multa de 6.001 euros, por no haber pedido, a través de su capitán, la activación del protocolo de incidentes de público, "pasividad" que deriva en el presente caso.
El juez argumenta su decisión de cerrar el campo en que la clausura parcial del mismo, medida adoptada hasta ahora en casos similares, "carece del necesario efecto disuasorio", ya que los autores de los insultos racistas pueden ubicarse libremente en otros sectores del estadio, que no suele completarse en Sestao.
"La medida punitiva de clausura parcial pierde la necesaria eficacia y ello, amén de constatarse una y otra vez, la extendida ausencia de medidas de control específicas para que, en cada partido, se identifiquen y se repriman, de inmediato, actitudes que conculcan derechos humanos elementales, lo que sin duda justifica que haya de modificarse el criterio, sustituyéndole por medidas como la de celebración de partidos a puerta cerrada, medida coercitiva que será que será reproducida, e incluso ampliada, en el indeseado supuesto de repetición de hechos similares que se produzcan en el futuro", agrega.
El Comité de Competición afronta a partir de hoy una de las decisiones más controvertidas de los últimos tiempos, como es la de imponer una sanción a una presunta víctima de un ataque racista, el portero Cheikh Kane Sarr, al valorar únicamente su reacción a partir del acta del colegiado Francisco García Riesco en el partido entre el Sestao River y el Rayo Majadahonda.
El colegiado reflejó en el acta que los insultos que denunció el portero, al que habrían llamado «puto mono» y «puto negro de mierda», según su testimonio, no pudieron ser escuchados por el equipo arbitral. En cambio, escribió que saltó la valla para sujetar a un espectador y después se acercó al propio colegiado con intención de agredirle, por lo que le mostró la tarjeta roja. El futbolista lo negó en una entrevista en este periódico y volvió a insistir en ello, ayer, en una rueda de prensa. «Sólo quería hablar con él, pedirle explicaciones por la expulsión», manifestó.
El Rayo Majadahonda ha basado en ello buena parte de las alegaciones que ha dirigido al Comité de Competición, en las que indica que la apreciación del colegiado es totalmente subjetiva y que de las imágenes no puede desprenderse que intentará agredirle.
Artículos 99 y 105
Según la normativa, Sarr podría ser objeto de una acumulación de sanciones, al quedar reflejadas en el acta las dos situaciones. «Insultar, ofender o dirigirse en términos o actitudes injuriosas al árbitro principal, asistente, cuarto árbitro, directivos o autoridades deportivas, salvo que constituya falta más grave, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos», según el artículo 99 del Código Disciplinario.
Por otra parte, en el artículo 105 se dice: «Incurrirán en suspensión de cuatro a diez partidos o multa en cuantía de 602 a 3006 euros aquellos cuya conducta sea contraria al buen orden deportivo cuando se califique como grave». Este artículo sería, pues, el aplicable en el caso de su salto a la grada, donde agarró por la bufanda al aficionado que le había insultado, según su denuncia.
Tras salir del estadio de Las Llanas, el jugador puso una denuncia en una comisaría de la Ertzaintza y, a su vez, fue denunciado posteriormente por el aficionado al que agarró. Ello debe dar apertura al inicio de un proceso en vía penal que podría llevar a los miembros del Comité a aplazar la decisión en vía deportiva, dado que la disciplina deportiva es una función pública delegada por el Estado a la Federación, en virtud del principio de prejudicialidad, que da prioridad a la vía penal, siempre que después de ambas denuncias se hayan abierto ya las pertinentes diligencias.
«Un aficionado inglés, condenado a 14 semanas de cárcel por los insultos racistas a varios jugadores durante la Eurocopa». «Condenan a seis meses de cárcel a un aficionado inglés por insultos racistas a Ferdinand». «Condenado a tres meses de prisión condicional un aficionado francés por injurias racistas a un jugador del Valenciennes». «Le quitan un punto al Toulouse por los comportamientos xenófobos de sus aficionados con el portero rival». «171 ultras de la Juventus, vetados y multados por cánticos racistas contra Lukaku»... Durante los últimos años, el fútbol europeo ha sido cada vez más contundente contra la lacra del racismo, pero España, ahora en el foco de las críticas, parece caminar por un laberinto a la hora de sancionar con dureza los cánticos e insultos que se sirven de la raza de alguien para hacerle daño.
El problema social está claro: hay cada vez más personas que acuden a un estadio de fútbol y deciden realizar insultos racistas contra un futbolista o un entrenador. Los datos están ahí, y también las denuncias. LaLiga, sin competencias sancionadoras, es la gran impulsora de los reclamos contra estos hechos, evidenciando cómo desde 2020 los insultos y las denuncias por la vía penal se han multiplicado. Son ya más de 20 desde hace cuatro años.
El artículo 510 del Código Penal establece penas de prisión de uno a cuatro años por «promover o fomentar el odio sobre un individuo por su raza» y de seis meses a dos años a quienes «lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito» por su raza. Pero los papeles parecen caer en saco roto. ¿Por qué?
«Lentitud y falta de medios»
Todavía hoy, en abril de 2024, Iñaki Williams sigue esperando la sentencia sobre los insultos racistas que recibió el 25 enero de 2020, hace más de cuatro años. El caso, la primera causa penal de la historia de España por racismo durante un partido de fútbol, se encuentra en los Juzgados de Cornellà a la espera de juicio oral. La Fiscalía pide dos años de prisión para el acusado, la prohibición de acceso a estadios durante cinco años y más de 5.000 euros de multa.
Pero el desarrollo judicial, lento pero constante, del proceso de Cornellà dista de otros que se produjeron meses después en el fútbol español. La Fiscalía archivó en septiembre de 2022 la denuncia por los insultos racistas a Vinicius en el Camp Nou, en octubre de 2021, al no poder identificar la Policía al responsable. Fue el inicio de la guerra del brasileño contra el racismo en el fútbol español, una lucha que enfureció al delantero al ver también archivada la causa tras los insultos que recibió en Son Moix en marzo de 2022.
«El sistema judicial español es un sistema bastante garantista para el reo. Tiene que haber una certeza de que ha cometido ese delito. Y ese sistema implica lentitud, también por falta de medios», explica Nicolás de la Plata, profesor en Derecho Deportivo de la Universidad Europea, que analiza los diferentes ámbitos sancionadores del deporte español: «Por un lado, la vía penal. Por otro, la vía deportiva, mediante el Comité de Competición, que no puede ir contra un aficionado porque no tiene licencia federativa, sólo contra el club. Y por otra, la vía administrativa, a través de la Comisión Antiviolencia, que puede proponer una sanción a la subdelegación de Gobierno».
¿Vía penal o vía administrativa?
Y es ahí, en el laberinto de los sistemas sancionadores, donde el racismo en el fútbol español no encuentra su salida. «La vía administrativa es rápida, pero si en paralelo se lleva a la vía penal, en la mayoría de los casos debe esperar», insiste De la Plata. Es decir, antes de esperar archivos de causas, investigaciones sin demasiadas herramientas y procesos eternos en los juzgados, los expertos prefieren las multas económicas y las sanciones de los clubes a sus socios. «Salvo cuestiones graves, el racismo en el deporte en España se tiene que arreglar por la vía disciplinaria deportiva y administrativa. Es más efectiva que la vía penal. Multas económicas y cierre de gradas. Que todos los aficionados vean que les afecta», añade.
Mientras, una decena de denuncias siguen sobre la mesa de los juzgados españoles. Los fiscales deslizan que son demasiadas, muchas con pruebas de audio pero sin imagen, o viceversa, lo que hace tortuosa la investigación. Y mientras, también, los racistas replican sus vergonzosas actuaciones en otros estadios.
Europa, el sueño de millones de africanos, era más real para el adolescente Cheikh Kane Sarr (Dakar, 2000) gracias a la pelota. No hay muchas formas de llegar a nuestro continente con garantías. Las demás conducen a un destino incierto que nada tiene que ver con un sueño, como son la explotación, el desamparo o hasta la muerte. Sarr era un privilegiado. El fútbol le permitió cumplir el suyo con 18 años. Aunque el camino que le esperaba no era el de una estrella, pese a ser ya internacional con la selección sub'20 de Senegal, era al menos un camino, un porvenir. Había pensado en todos los riesgos, pero jamás creyó que un grito pudiera convertir aquel sueño en una pesadilla. El grito que dijo escuchar en Sestao fue «¡puto negro de mierda!».
En silencio, absoluto silencio, por decisión propia y consejo de su club, el portero del Rayo Majadahonda se encuentra superado por las circunstancias. A pesar de haberse ejercitado en el gimnasio, ayer, en la primera sesión tras lo sucedido el sábado en Sestao, Sarr se sorprendía de que las cámaras intentaran perseguirlo en unas instalaciones sin los cortafuegos de los grandes clubes. El Rayo Majadahonda juega en Primera RFEF y utiliza instalaciones ajenas, en el barrio de la Oliva de la población madrileña, para algunos entrenamientos.
Los compañeros intentaron en todo momento arroparlo, especialmente el capitán Jorge Casado, el mismo que saltó a la grada de Las Llanas cuando Sarr agarraba por la bufanda al aficionado que presuntamente le había insultado. «Esto no hay que olvidarlo, pero vamos a intentar centrarnos en el siguiente partido, el sábado», dijo Casado. Al capitán y a todo el equipo les sorprendió, ayer, la llegada de la Guardia Civil. «Han venido a ofrecernos asesoramiento y a resolver las dudas que tuviéramos, no únicamente a Cheikh, y les estamos muy agradecidos», añadió.
Preocupado por su familia
La presencia de los agentes asustó un poco más al portero, que desde las horas posteriores a lo sucedido temía por las repercusiones que pudiera tener el episodio. Se mezclaban en su interior la rabia y una parte de vergüenza por su reacción, según observaron sus compañeros en el vestuario. También le preocupaba que el hecho pudiera alarmar a sus familiares en Senegal. Arrancó su coche y salió disparado del entrenamiento.
Sobre la cabeza del senegalés pesa una dura sanción, dado que el árbitro reflejó en el acta su actitud pero dijo no escuchar los insultos. Cada paso es importante, y más en un club al que llegó hace meses, en agosto, y en el que intenta asentarse después de una diáspora por clubes modestos desde que, en 2018, llegara al juvenil del Nástic de Tarragona, procedente del Ndagane de su país.
Por el club de Tarragona ha tenido varios pasos y también ha pasado por el Vetusta, filial del Oviedo, Recreativo Granada o Castellón, antes de llegar al Rayo Majadahonda al principio de esta temporada.
Contrato hasta junio
En el vestuario hablan de Sarr como de un «chico siempre dispuesto», un «buen tipo» al que creen capaz de inventarse nada semejante. El sábado, cuando todos se retiraron a la caseta tras negarse a continuar, el guardameta se derrumbó, abatido. Ayer continuaba del mismo modo, en shock.
El jugador, que tiene contrato con el club madrileño hasta junio, ha disputado únicamente seis partidos esta temporada, por lo que tampoco en el Rayo Majadahonda ha encontrado la regularidad que busca y ahora teme que este episodio pueda perjudicarle. Los próximos días serán clave, por lo que decida el Comité de Competición y las conclusiones de la Ertzaintza.