Carlos de Andrés: "Como el lince ibérico, los especialistas somos una especie en vías de extinción"

Carlos de Andrés: “Como el lince ibérico, los especialistas somos una especie en vías de extinción”

¿Qué es el verano sino Carlos de Andrés (Barcelona, 1965) y Perico Delgado disertando sobre lo humano y lo divino en TVE mientras unas vacas observan el paso del pelotón por cualquier valle francés de postal? ¿Cómo de infelices seríamos si el narrador no respondiera a la enésima invocación de Monsieur Massó por parte de su socio con su ya legendario "qué duro es este deporte, Pedro"? Fue director de Teledeporte 12 años, esta temporada cumple 25 narrando el Tour y La Vuelta y, aunque no se da importancia, pocos periodistas deportivos generan tanta unanimidad como él. En un país de tradiciones, Carlos de Andrés es una de las buenas.

Hay vida y éxito profesional más allá del fútbol.
Básicamente, sólo en la tele pública. Hace unos años me pidieron dar una clase en la universidad sobre retransmisiones deportivas y la primera foto que puse en la presentación era un lince ibérico. Pregunté a los estudiantes que tenía que ver ese animal conmigo y, claro, no caían. La respuesta era que soy una especie en extinción. Un especialista es caro, sobre todo si es un empleado fijo como es mi caso. Incluso muchos de los especialistas técnicos de fútbol, gente como Axel Torres por ejemplo, son freelance. Una de las grandes suertes de mi vida es haber caído en TVE porque me ha cuidado mucho y me ha dado la oportunidad de tener una carrera centrada en un deporte como el ciclismo. Eso implica un apoyo enorme que ahora intento devolverle. Sé que en otros medios habría sido imposible porque los especialistas no somos rentables.
Pero aportáis muchísimo.
Sí, pero no todos los días. Al final, una empresa quiere gente polivalente. Que yo pueda localizar en un segundo a Gianni Bugno o, obviamente, a Miguel [Indurain] en muchas empresas no sirve de nada. El deporte en los informativos de las televisiones es fútbol, fútbol y fútbol. En un periódico está muy bien llevar una entrevista con Indurain, pero eso te soluciona un día de 365. Por eso ya no encuentras especialistas en plantilla de casi ningún medio. Soy un privilegiado, lo asumo y lo agradezco.

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Tienes 60 años y llevas desde los 23 en las bicis. Es una barbaridad.
Sí, sí, sí. Entré en TVE en 1988 y fue un poco casualidad que acabara en el ciclismo. En realidad, yo hacía fútbol. Venía de la revista 'Don Balón' y había trabajado haciendo entrevistas en Europa Press. Al entrar, pasé por la escuela de los informativos, que es un aprendizaje importantísimo, y hacía de todo, pero también empecé ahí a hacer el ciclismo en catalán para Cataluña y me ofrecieron incorporarme al equipo de Pedro González en Madrid para hacer la moto en las carreras. Yo encantado, claro, pero esos primeros años hice muchas otras cosa: entrevistas en Euroliga y en ACB, presenté informativos y programas... Me siento muy feliz de estar donde estoy porque me han dado oportunidades. Luego, lógicamente, en la vida uno tiene que saber aprovecharlas, pero hay gente muy buena a la que nunca se las dan.
Se suele hablar poco de lo que importa la suerte en cualquier carrera.
La suerte la tienes un día, es necesaria esa primera oportunidad, pero no creo ni en la buena suerte ni en la mala suerte. Eso es un día. Luego tú tienes que hacer tu trabajo y hacerlo bien. En lo que luego también he tenido suerte es en que el ciclismo es un deporte que se ha quedado en la tele en abierto y eso es lo que te hace más popular. La gente te reconoce más porque el ciclismo mantiene unas audiencias muy buenas en La 1. Las motos y los coches, cuando estaban en Telecinco, en Atresmedia o con nosotros, tenían unas audiencias brutales, pero por políticas de los organizadores decidieron ir al pago y esas grandes audiencias desaparecieron. Eso es algo que el ciclismo no ha querido hacer. ASO, que organiza el Tour y La Vuelta, tiene un doble contrato con nosotros y Eurosport que económicamente les vale, mantiene sus carreras en abierto y hace que el ciclismo sea uno de los deportes que mejores audiencias tiene en España.
Bueno, el ciclismo...
Sí, cierto. Siempre digo que en el ciclismo en España están las dos grandes vueltas y, luego, el resto. A mí me encantan las clásicas, pero no existen para el público en general. A veces hay gente del mundillo que se enfada o que no se lo quiere creer, pero... De verdad, ¿en qué mundo vivís? El ciclismo en España es el Tour y La Vuelta, el resto está a años luz. ¿Y por qué está a años luz? Porque el Tour y La Vuelta se emiten por La 1 y lo que te da la fuerza es el canal en el que sales. Deportes tan fuertes como el fútbol, el baloncesto o las motos han decidido ir al pago. Eso supone muy buenos ingresos, pero una merma de audiencia muy importante. Es lo que hay.
O eres un gran actor o, viéndote narrar, da la sensación de que aún te apasionan las carreras.
Tuve un momento difícil cuando me ofrecieron la dirección de Teledeporte. Puse como condición seguir haciendo el ciclismo, porque he hecho muchas cosas en la tele y lo que más me gusta es comentar carreras, pero tenía demasiado trabajo. Aunque llegó un momento en que ya solo comentaba Tour y Vuelta, me di cuenta de que no estaba haciendo mi trabajo tan bien como debería porque, a veces, estaba de reuniones todo el día y no me daba tiempo a prepararme las carreras bien. Hubo un día que estábamos planificando el operativo para los Juegos Olímpicos y cuando llegué a comentar la etapa del Tour no sabía ni cómo iba. Me dije: "Esto no puede ser, no vale de excusa que tengo mucho trabajo". Así que a partir de ahí, me machaqué y fueron años duros. Tras dejar la dirección del canal en 2020, llevo unos años que me siento en mi mejor momento comentando carreras. Estoy muy tranquilo, muy seguro y estoy teniendo un mayor punto crítico que me gusta. Es una parte fundamental de nuestro trabajo que a veces olvidamos y creo que es importante. La crítica no tiene por qué ser siempre negativa, pero es importante posicionarse a veces.
Te toca más ese papel porque a Perico y a Purito, como ex ciclistas, a veces les cuesta ser críticos.
Al final yo tengo la ventaja de que llevo mucho tiempo y, al final, lo importante no es mi nombre, no es Carlos de Andrés, lo importante es el puesto que ocupo. Yo tengo una silla que me da fuerza, como antes se la dio a Pedro González, que es la de comentarista de ciclismo en TVE, que jamás me ha presionado para decir una cosa u otra. Y eso es clave porque, lógicamente, de quienes sí he tenido muchísimas presiones es de equipos, de organizadores y de mánagers, pero eso es algo con lo que hay que convivir y la fuerza para poder hacerlo te la da la empresa. Siempre he tenido muy claro que lo importante no soy yo sino el puesto que ocupo, que me permite opinar con mucha libertad. Hay gente que estará más contenta y otra menos contenta, pero es mi trabajo.
¿De los ciclistas no has recibido presiones?
Sí, pero muchas menos. A veces, ahora ya no tanto, me venía un ciclista y me decía: "Me han dicho que has dicho esto malo sobre mí". Yo respondía: "¿Lo has escuchado o te lo han dicho?". Y, claro, siempre se lo había dicho su novia, su hermano, su madre... Pronto asumes que a una madre nunca le va a parecer suficientemente bueno lo que digas de su hijo. El elogio tendría que ser eterno y eso no puede ser. También a veces he sido muy crítico y me he equivocado, pero tampoco me importa pedir perdón. Aún me equivoco, por supuesto, pero ahora tengo una seguridad muy grande y ya digo siempre lo que pienso y creo. Eso sí, sigo siendo de aquellos periodistas antiguos que cuando sé que voy a decir algo intento contrastarlo y dar la oportunidad al implicado de que venga a la tele a hablarlo y rebatirme. El año pasado fui duro, por ejemplo, con lo que pasó con Ayuso en el Tour y luego le di la oportunidad en La Vuelta a Matxín de que viniera. Tuvimos una entrevista tensa, pero a mí me gusta mucho que el entrevistado me ponga en un aprieto.
Tu choque más sonado fue, seguramente, el que tuviste con Marc Soler en el pasado Tour. Él se molestó con un cámara que iba en moto y le llamó retrasado, tú se lo afeaste en la tele ("tratar a alguien así me parece impresentable") y él se cabreó mucho.
Ahí me he mantenido muy claro. Un ciclista no tiene por qué insultar y llamar retrasado a un cámara. Sin más. El problema fue que en la retransmisión en directo no lo entendí bien, pensé que había dicho que se había retrasado y, al acabar, le pedí a unos compañeros que lo escucharan. Todos vimos lo que decía en realidad y al día siguiente lo denuncié. Sé que a él no le gustó mucho, pero me da igual. Nos hemos vuelto a ver y nos hemos hablado con educación, pero no tenemos la misma relación que teníamos antes. Qué se le va a hacer. Conozco a Marc desde pequeño, siempre le he tratado muy bien y si se enfada porque un día diga que ha hecho algo mal, no es mi problema.
¿Cuánto miedo has pasado en la moto durante las carreras?
Ningún miedo. El tema es que tienes que confiar en tu piloto y olvidarte. Además, yo conocí una moto que ya no es la de ahora, que está todo regulado. Hacía lo que me daba la gana, iba hacia adelante, hacia atrás, era apasionante y me enseñó mucho. La facilidad que tengo para reconocer corredores y situaciones de carrera me la dio esos años de moto, porque estaba tan cerca de ellos que lo veías todo. También es verdad que aquello te produce cierto síndrome de Estocolmo. Te mojas con ellos, te tratan como a uno de ellos y te acabas sintiendo uno de ellos. Al final es un error y lo pagué. Estaba demasiado cerca de los ciclistas y lo primero que tiene que hacer un periodista para hacer bien su trabajo es apartarse un poco de la gente sobre la que habla. Con los años lo he hecho y es una buena lección para los periodistas. Son etapas y es normal. Entonces yo era más joven que ellos y ahora algunos ciclistas son más jóvenes que mis hijas. Todo es crecer y aprender.
Eres, de largo, el comentarista de ciclismo que menos se equivoca al identificar ciclistas en los planos generales. ¿Cuál es el truco?
La edad y el oficio, la tele lo exige. Por ejemplo, Javier [Ares] todo el tiempo que estuvo en la radio no lo necesitaba. Él hacía la parte final, con la carrera más definida, y era más tertulia. Tenía más tiempo para analizar. En mi caso es muy importante que tardes poco en reconocer a un ciclista y en leer la situación de carrera. Insisto a los realizadores en que cuando se forma una fuga necesito rápido un plano de pelotón porque, según quién tire detrás, sabré cuánto va a durar esa escapada. Si tira el equipo del líder, si se pone a tirar otro equipo que no ha metido a nadie en la fuga... Todo eso me permite saber las posibilidades de éxito. La moto me enseñó mucho y lo demás es fijarte aunque cada vez es más difícil. Por ejemplo, antiguamente iba a las salidas de las etapas y me fijaba en las zapatillas y las gafas de los corredores porque todas eran diferentes. Ahora los equipos tienen sus marcas y hay que buscarse otros trucos para ser ágil en la identificación. Es puro descarte. El equipo eran nueve, han abandonado dos, por morfología quitas otros tres, por el momento de carrera un par más... He ido mejorando y la última semana del Tour y La Vuelta podría comentarlas ya con los ojos cerrados. Eso es oficio, como el panadero que sabe exactamente el momento en que sacar la hogaza del horno.
Hablas de Ares. En un deporte con unos periodistas de referencia tan marcados, ¿existe rivalidad entre vosotros?
Ninguna, al contrario. Yo he convivido en La Vuelta y en el Tour con Javier, con Juanma Castaño, con Pepe Gutiérrez, con Josu Garai, con toda la gente de mi generación. Entonces viajábamos tanto y estábamos tanto tiempo juntos que realmente se creaba un vínculo. Ahora ya casi nadie viaja y los que viajan son, la mayoría, porque el organizador se lo paga. Todo ha cambiado mucho y les costará mucho más tener los contactos que nosotros teníamos. Es algo que me preocupa del periodismo. Entiendo que con la mejora y el avance de la tecnología a lo mejor ya no hay que ir a todos sitios, pero a alguno hay que ir. A mí Contador me coge el teléfono no porque me llame Carlos de Andrés, sino porque me veía cada día constantemente allí, en los sitios. Yo aún me puedo manejar porque ya tengo los contactos, pero a la persona que venga detrás de mí le costará mucho más tener esa capacidad de influencia en el deporte.
Con Perico Delgado llevas trabajando 30 años, pero ¿qué tal te llevas con Indurain y Contador?
Con Miguel sigo teniendo relación, nos conocemos muchísimo y hablamos de vez en cuando y siempre me sentí muy bien tratado por Alberto cuando era corredor. Yo no era mucho de molestarle cuando estaba en carrera, pero las pocas veces que lo hice siempre respondió y jamás me hizo nunca un reproche por alguna crítica ni nada similar. Miguel tampoco, pero en su época sí que tuvimos nuestras broncas con José Miguel Echávarri, pese a que es una persona a la que respeto muchísimo. Al final es inevitable porque si todo el mundo estuviera contento conmigo, es que no estaría haciendo bien las cosas.
¿Y los aficionados? El ciclismo tiene una comunidad de fans puristas que suelen ser muy duros.
Creo que Pedro [Delgado] y yo somos una pareja muy bien recibida en general por el aficionado, pero lógicamente hay gente a la que no le que no le gustamos o directamente le caemos mal. Es ley de vida. La gente siempre me ha dado bastante igual. No soy muy de redes sociales y todo esto porque tengo la edad que tengo y hago una reflexión muy sencilla: si alguien me critica desde el anonimato y sin que yo sepa cuánto sabe él de esto, me preocupa muy poco. Recuerdo el día del famoso ataque de Contador desde muy lejos para ganar La Vuelta en Fuente Dé. Nadie se lo esperaba y la retransmisión no estaba prevista tan pronto, pero empezaron a machacar a TVE en redes por no conectar. Esto no va así, no chasqueas los dedos y aparecen aviones y helicópteros, es una crítica tan absurda que no puedes preocuparte por eso. Explícales que estamos todo el año planificando hasta las horas de repostaje... Entiendo que al espectador eso le da igual, pero a mí no puede afectarme. Es como si yo llevo el coche al taller y le empiezo a hablar al mecánico de la junta de la culata. Me dirá: "Tío, ¿tú qué sabes?".
Hay otra batalla perdida para el periodista de un medio grande: que el entendido asuma que no te diriges a él sino al aficionado medio.
Claro. Yo mismo caí en eso. Una de las cosas de las que estoy muy satisfecho es de que he ido evolucionando mucho en mi manera de comentar. Cuando murió Pedro González y me dieron la responsabilidad de sustituir al insustituible, tenía muy claro lo que quería hacer y cómo lo quería hacer. Tenía esa imprudencia de la juventud de sentirte muy seguro de lo que piensas y de que ibas a cambiar mil cosas. Por suerte me di cuenta de que me estaba equivocando porque, al final, el deporte es entretenimiento y mi labor es que la gente se lo pase bien cuando estamos comentando. El primer año preparé unas estadísticas llenas de gráficas, un currazo que no te puedes imaginar sobre estados de forma, tendencias de ataque... ¿Sabes qué? A la gente no le interesaba nada. Hay que saber muy bien para quién comentas, no es lo mismo estar en Teledeporte o Eurosport que en La 1. El espectador de La 1 maneja conceptos básicos y le tienes que hablar de sufrimiento y no de abanicos.
Es increíble qué claro ha tenido siempre eso Perico, viniendo de ser profesional.
Sí, lo tiene innato. Yo no, pero supe cambiar. Al principio comentaba para la gente del ciclismo y yo no trabajo para ellos, trabajo para el espectador y el espectador del Tour es mi vecino y no un loco del ciclismo. Una vez vi una pancarta en una salida que ponía: "Perico, te regalo un jamón por un chiste". Pensé: "Hostia, me estoy equivocando porque con todos estos datos que doy no me ofrecen ni una cerveza". Asumes que al final esto es entretenimiento y no es peor, al contrario. Eso es algo que me ayudó a entender Pedro. Desgraciadamente, desde que murió Michael Robinson somos la pareja de comentaristas más antigua de la tele deportiva. Eso te da mucha confianza y lo que intentamos es que la gente en su casa sienta que estamos ahí hablando con ellos.
Indurain es el rey y Contador también ganó más, ¿pero qué sería el ciclismo en España sin Perico? Él lo resucitó en los 80 y lleva 30 años siendo su voz en la tele.
Es fundamental. Lo gracioso es que la gente ya le conoce más por la tele que por ciclista, lo notamos cada vez que vamos a alguna carrera. Perico se hace muchas más fotos en las salidas que el 95% de los corredores, hasta el punto de que a veces no vamos porque es agobiante. Cómo será el influjo de la tele que incluso me pasa a mí. Tengo la suerte de que mi fama es muy acotada y que aquí, en Barcelona, el ciclismo no es un deporte que se siga mucho, pero lo noto cuando estoy comentando en Madrid o cuando vuelves del verano. Perico es un símbolo, eso es evidente, pero lo es aún más por la cadena en la que trabajamos. Hay un hábito de consumo del Tour y La Vuelta durante el verano que lleva inamovible en la sociedad española 40 años. Cada inicio de Tour se repiten los tuits diciendo que ya empiezan a hablar Perico y Carlos en la tele y eso es que llega el verano cuando yo llevo hablando desde febrero, sólo que lo ven cuatro [risas].

David Ramírez (Araba Press)

¿Cómo fue tener que sustituir a una leyenda como Pedro González, tras su muerte por un infarto el 1 de enero de 2000?
Muy doloroso, sobre todo porque Pedro era muy joven, tenía 48 años cuando falleció. Aún recuerdo la llamada de Mari Carmen Izquierdo a mi casa. Estaba en el comedor y me quedé helado. Pedro fue la persona que me ayudó a progresar y era mi amigo. Incluso ahora, tantos años después, no me gusta hablar de esto porque es una sensación un poco extraña que la muerte de un amigo te lleve a conseguir lo que habías soñado. No sé, en cierto modo te sientes culpable. A veces me consuelo pensando que Pedro vivió muy intensamente y prefirió vivir 48 años como los vivió que cien más aburridos. Era una persona con un carácter muy fuerte, me pegó algunas de las broncas que más me han dolido, pero por encima de todo era muy buen tipo. Me ayudó muchísimo. Si no me propone incorporarme al equipo de ciclismo en castellano, ¿dónde estaría yo ahora? No tengo ni idea. Él había tenido un problema de salud ya en el Giro anterior, le tuvo que ver el médico de Banesto en una meta porque se había mareado y quizá fue un primer aviso, pero se hizo revisiones al volver y las pasó. No sé... A veces pienso si hubiera entendido esta transformación de comentar desde Madrid. Creo que les hubiera mandado a paseo, a él le gustaba vivir las cosas.
Hemos hablado de las ventajas de TVE, pero también suele ser una empresa con muchos conflictos internos tanto entre compañeros como por injerencias políticas.
Sí, he leído algunas de tus entrevistas a compañeros de la casa contándolo y me han sorprendido un poco, porque yo no he tenido esa sensación siendo, incluso, directivo con varios gobiernos. A lo mejor es que el deporte es menos importante de lo que nos pensamos los periodistas deportivos. Además, tengo la sensación que la sede en Madrid es más dura que la de Barcelona, estamos algo más alejados de las polémicas. Nunca nadie me ha dicho lo que tengo que decir, te lo aseguro, pero supongo que la versión de cada uno depende de cómo te haya ido. Yo llevo 25 años comentando con Perico sin ningún problema. Igual han estado a punto de echarme un día y ni me he enterado, pero no tengo esa sensación.
¿Qué tal fue tu experiencia como directivo?
Complicada. Estoy contento porque cuando fui director de Teledeporte [2008 a 2020] aprendí muchas cosas. No soy mejor periodista después de haber sido directivo, pero sí soy mejor profesional porque aprendes a tratar con dueños de derechos, a negociar cosas y a manejar equipos. Eso sí, si me proponen volver a ser directivo de la tele no aceptaría, como periodista no te mejora. Ahora me encuentro en una situación muy buena, comentando lo que a mí me gusta y deseando que llegue la París-Roubaix, que es uno de los mejores días del año. Y el día que no comenté. haré lo mismo que ahora: verla y disfrutar.
Además, estás pudiendo contar el mejor momento del ciclismo en 35 años, al menos para mí.
Y para mí seguramente también. Ahora la gente se queja de que Pogacar ataca muy pronto y se acaba la carrera. Alucino.Nos hemos pasado los años de Froome y Armstrong cagándonos en que nadie atacaba hasta el último kilómetro y ahora nos va a parecer mal que se hagan heroicidades de 100 kilómetros. Lo de Pogacar en el último Mundial me pareció una pasada y siempre es mejor que no se vaya en pelotón. Tenerle a él, a Van der Poel, a Van Aert... es un lujo y hasta los españoles están más activos y se mueven más. Me gusta mucho esta generación que está saliendo de Juan Ayuso, Iván Romeo o Pablo Castrillo porque son chicos que disfrutan siendo protagonistas. Ha habido unos años en los que a veces tenía la sensación de que a los ciclistas españoles no les gustaba ser ciclistas, estaban siempre como tristes y muy enfadados. Ya no. Por favor, no nos quejemos de vicio.
Necesita urgentemente el ciclismo español una estrella.
A ver, todos querríamos tener un Indurain y un Contador, pero no podemos pretender tener todo el rato un ciclista que te lo gane todo. Si analizas el nivel medio del ciclismo español de los últimos 30 años es espectacular. Ahora hay muchas esperanzas con Ayuso y ahí creo que hay que poner un poco de distancia porque, siendo un fantástico corredor, tiene el problema de que coincide en su equipo con el mejor ciclista de la historia que, además, sólo tiene 26 años. Pogacar es increíble. Un escalador que el otro día casi gana la San Remo y veremos qué pasa con la Roubaix. Sólo le aguanta la comparación Merckx y hay que recordar que él competía con gente buena, pero no tan buena como los rivales que Pogacar ahora. Con lo que está haciendo, la edad que tiene y lo que le queda, se va a colocar como el mejor de la historia sin duda. Va de exhibición en exhibición, además, no gana de cualquier manera, le da igual el Mundial que la Clásica de Jaén. Que le reprochen que domina demasiado es un poco de risa. Todas las carreras con él son divertidas. Todas.
La verdad es que es increíble que se le critique.
Me hace gracia. Leo a esos tuiteros que van de superentendidos y todo les parece mal y me pregunto para qué ven ciclismo entonces. Hombre, no hay que ser Bambi y hay que tener un punto crítico, pero en general estamos viendo un ciclismo muy bonito en todas las carreras. Hay cosas a mejorar, por supuesto. Lo que más cuestiono yo sobre el ciclismo actual es que se paran demasiado rápido las carreras, que se está informando tarde y mal de las tarjetas amarillas a los ciclistas y que hay un VAR que prácticamente no se utiliza porque los comisarios no quieren tomar ninguna decisión. Al final, es un deporte que vive mucho de la tradición y es verdad que es imprescindible porque el ciclismo sin el Alpe d'Huez o sin el Tour no sería nada. ¿Por qué no salen adelante todos esos proyectos de independizarse y hacer sus carreras que intentan los equipos? Porque no tienen Tourmalets ni Anglirus. Tú puedes organizar la mejor carrera del mundo en China con todas las estrellas, pero si no es verano y no escalan los Alpes, no va a tener ningún éxito. La gente necesita referentes y los referentes son los puertos.
Es el deporte con más literatura.
Para la prensa escrita, por ejemplo, ha sido maravilloso porque permite un tipo de crónica poética que el resto de deportes no soportan. Ahora quizás algo menos porque se ve todo, las etapas se transmiten completas y hay menos espacio a la imaginación. Egoístamente, porque trabajo en la tele, a mí me va bien que hayamos llegado a este punto en la sociedad en el que lo que no se ve no existe. Por eso me parece tan importante esa decisión del ciclismo de mantenerse en el abierto porque es un deporte al que se compite al mediodía, cuando mucha gente está trabajando incluso en julio. ¿Cuánta gente se abonaría a una plataforma por un deporte que de lunes a viernes probablemente no pueda ver? Es un deporte con unas connotaciones especiales que no se puede trasladar al prime time, aunque se intente con los prólogos a las 20, porque la gente ya está acostumbrada a verlo a las tres. Lo pones a las ocho y ni se plantea que haya ciclismo.
¿Podemos creer en que esta Edad de Oro es limpia o el dopaje es intrínseco al ciclismo?
Yo quiero creer. El ciclismo hizo cosas terribles. Me cuesta mucho entender que alguien se juegue así la vida y por lo que he ido averiguando había ciclistas que se la jugaban de verdad. Al principio, creo que los ciclistas lo hacían sin ser conscientes del riesgo y culpo mucho a algunos médicos. Piensa que eres un chico de un pueblo del interior del País Vasco, de Cataluña, de Castilla, que tu futuro no es poder estudiar una buena carrera y desde los 15 años has estado montando en bici y eres mínimamente bueno. Llega un tío que te dice: "Oye, ¿tú quieres ganar en el Tour? Si haces lo que te diga, yo te hago ganar". Es tentador y es humano porque al final, no lo olvidemos, doparse es como ser ladrón de bancos. La gente no se dopaba por prestigio y por victorias, se dopaba por dinero. Porque ganabas una etapa en el Tour y al día siguiente te firmaban un contrato de un millón de euros. Y a un chico de un pueblo eso le solucionaba la vida.
¿Por qué crees que ahora es diferente?
Porque el ciclismo se ha profesionalizado, se está ganando mucho dinero y hay cosas de aquella época que es imposible que hoy pasen. Cuando he sabido que se iban a pisos y se hacían allí transfusiones de sangre...Había padres que trasladaban sangre en sus coches en una nevera enchufada al mechero para ponérsela a sus hijos. Es increíble. Otra cosa que me indigna es la excusa de que lo hacían todos. ¿Y a mí qué? Mi hija también me decía que el fin de semana salían todos sus amigos sin hora y yo le decía que todos menos ella. Cuando otros ciclistas defienden a Armstrong diciendo que era el mejor igual, pues que lo hubiera demostrado. ¿Y los médicos? Cuando vi el piso de Eufemiano Fuentes con una nevera como la de mi casa para guardar la sangre... ¿A él no se le iba nunca la luz? ¿Qué sistema tenía para asegurarse de que no se fastidiaba nada? Era terrible. Quiero pensar que ahora han aprendido, pero creer que el dopaje no existe es imposible. Ni en el ciclismo, ni en el fútbol, ni en la natación, ni en ningún deporte. Donde hay dinero hay tentación, ambición y tramposos. Eso, desgraciadamente, siempre va a existir, pero ahora el ciclismo ha entendido el daño que hizo y lo persigue en vez de taparlo
¿Y los periodistas, que viajabais con ellos, de verdad no os dabais cuenta de nada?
Yo sí era consciente de que pasaba algo, pero ni por asomo imaginaba que la gente se estaba jugando la vida de esa manera. A posteriori leí todo el informe de la Operación Puerto que me hizo revivir situaciones que había vivido y en aquel momento no había entendido. Por ejemplo, he entrado en la habitación de una auxiliar de equipo y he visto que faltaba un cuadro. Ahora sé que es porque en esa alcayata colgaban las bolsas para inyectarse. Llámame tonto, pero entonces no caía en esas cosas. El nivel al que se llegó supera todos los límites que una persona normal pueda imaginar. Lo que a veces me planteo es qué otro deporte hubiera soportado una cosa así, porque hubo un momento que todo era un cachondeo y un escándalo increíble, sin embargo aquí seguimos.
Las audiencias nunca se resintieron.
Exacto. Siempre se mantuvieron altas. El Tour y La Vuelta forman parte de una costumbre, un hábito, una tradición. Llega el verano y la gente lo pone. ¿Cuánta gente ve el Tour por los paisajes? Muchísima. No todo el mundo tiene la suerte de poder viajar por el mundo y es una carrera espectacularmente realizada. Estás un jueves de julio después de comer sin nada que hacer y pones el Tour porque siempre lo has hecho y se ve fácil incluso en las etapas llanas. No sé cuántas siestas habré acompañado ni la de veces que me han dicho lo bien que se duerme con nuestra voz [risas]. Esto ya es una broma entre nosotros. Hubo un Tour en que Perico pegaba un grito cada rato para despertar a la gente de la siesta.
A ver, una siesta de sofá y etapa aburrida es insuperable.
Es el horario. A mí también te pasa cuando veo ciclismo que no hacemos nosotros. Estoy viendo una etapa larga del Giro y caigo. Encima con más conocimiento, que me permite calcular cómo va a ir la carrera y pensar: "Vale, con que me despierte para los últimos 40 minutos, basta".
¿Miras al periodismo futbolero, tan ruidoso, con cierta superioridad?
En realidad, con cierta envidia. A veces me gustaría que hubiera más polémica en el ciclismo, creo que le vendría bien al deporte, no tanto corporativismo. Cuando hago una tertulia tras las etapas me encanta que haya discrepancias y que incluso me cuestionen a mí. Eso es bueno, lo que pasa es que a veces el fútbol se pasa. Soy muy futbolero y creo que algunas cosas las debería controlar como el teatro de los jugadores y ese endiosamiento que se ha ido alimentando. Obviamente el ciclismo es más cómodo y más tranquilo. Una vez me dijo un compañero una cosa que es verdad: "No sabes la suerte que tienes de que no haya Barça-Madrid en las bicis". Aquí la gente es muy de corredores y en la época de Contador-Valverde también me acusaban de ir con uno y con otro, pero es una polémica más light. Sin embargo, a veces escucho las tertulias de fútbol y pienso que me gustaría ser tertuliano. Me encantaría defender una posición y adelante con todo. Un poco de salseo. Otra cosa es que algunos programas ves que están hechos sólo para el show, pero si la gente los ve, el programa es bueno. No voy a juzgar a nadie por ver lo que quiera.
¿Tampoco te molesta que casi todo sea fútbol en los medios?
Leo 'L'Équipe' cada día y claro que siento envidia cuando hace portadas de rugby, de judo o de natación, pero eso va con la idiosincrasia de la gente y la cultura deportiva de cada país. No puedes pedir a los periódicos que se apuñalen a sí mismos. Si hacen portadas de fútbol será porque es lo que vende y todos en esta profesión le damos a la gente lo que quiere. Yo también, como te decía antes, supe entender que tenía que cambiar mi manera de comentar y ahora buscamos esas pequeñas polémicas para debatir con Pedro y con Purito. Y lo hago porque creo que es la mejor manera de comentar y que entretener es tan necesario como informar.
¡Todo te parece bien!
No. La edad me hace ser más reflexivo y últimamente pienso que el gran problema al que se enfrenta el periodismo es que hoy todo es noticia. Tú has tenido que luchar seguro en tu periódico porque te den un espacio para contar algo, es lo normal, pero las redes y las webs permiten que todo sea noticia, que todo tenga hueco. Un equipo manda una entrevista a su ciclista hecha por ellos mismos y los medios la publican. No, esto no puede ser, ese es nuestro trabajo. Los periodistas teníamos dos funciones, decidir qué es noticia y contrastar la veracidad de las informaciones, que ya no se cumplen. Si no podemos decidir qué es noticia porque todo lo es y, luego, vemos cómo se publican mentiras constantemente sin que pase nada, ¿para qué servimos? Esta es la gran crisis de nuestra profesión. Una de las pocas cosas que me alegra de tener 60 años es que me ha permitido vivir la época buena del periodismo y me quedará sólo un poquito de la mala, de las fake news, del no salir de la redacción... Veo a los chavales que llegan ahora y me da mucha pena. Por eso me siento tan agradecido a TVE, que me ha permitido ir a los sitios y ser alguien al que ahora, cuando habla, la gente me escucha y me respeta. El futuro de la profesión es complicado.
José Félix Díaz: "No tengo la viralidad de otros periodistas deportivos porque yo digo lo que veo sin que la bufanda me tape los ojos"

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Un periodista que cubre la información del Real Madrid para otro medio y es, sin faltar, bastante más joven, me habla sorprendido de José Félix Díaz (Madrid, 1966): "Está ahí todos los días como si acabara de empezar, no se relaja". El aludido, redactor jefe de ‘Marca’ y tertuliano en ‘El Chiringuito’, asume la descripción con una visión del oficio que quizás suene ya más propia de otra época, una mejor: "La gente se extraña cuando me ve haciendo una guardia o cubriendo cualquier reunión, pero el periodismo es estar en la calle y dar noticias, no lo concibo de otra manera aunque sé que ya no es lo que se lleva".

De todos modos, navegas con soltura entre dos aguas, dar noticias en el periódico y ser parte del show en la tele.
Pero tengo claro lo que es cada cosa. No tengo el don que tenéis otros compañeros de escribir como los ángeles, pero he tenido una perseverancia tremenda, que es la clave para dar noticias. No es tanto talento como echarle muchas horas. Cuando empezaba, me enseñaron que tienes que estar peleando en la calle y eso llevo haciendo 35 años. Luego, como tú dices, está la parte del show, que evidentemente te da una popularidad que ya no te pueden dar los periódicos. Formo parte de ello y muy orgulloso, pero siempre intentando trasladar a la tele mi manera de entender el periodismo.
¿Pueden convivir show y periodismo sin enfrentarse?
Sin duda. Sinceramente creo que la gente critica ‘El Chiringuito’ desde la distancia y se equivoca porque hay sitio para todo. El periodismo ya no es tan académico como era antes y hay que asumirlo. No tiene nada que ver con cuando empecé. Cuando cumplí 18 años, mi padre me regaló ser socio del Real Madrid y, al empezar a trabajar en esto, me borré porque en aquel entonces no se concebía que un periodista deportivo se identificara o estuviera asociado con un equipo.

Para saber más

Hoy no te borrarías.
Claro, eso ahora sería impensable, nadie lo haría e, incluso, se presumiría de ello. Todo ha cambiado y el show ahora forma parte de nuestro día a día como periodistas deportivos. Personalmente, me jode haberme borrado porque ahora mi hijo podría ser socio, que no hay manera, y no se habría perdido el esfuerzo que hizo mi padre para poder pagarme aquello. Me estrené con una eliminación europea del Madrid contra el Sparta de Praga en primera ronda. Estos niños de ahora, que sólo le han visto ganar, no se lo creen, pero el Madrid se iba a casa en Europa como cualquiera. El caso es que dejé de ser socio y lo hice con convencimiento. Otros tiempos.
Ahora ser madridista es parte de tu personaje público. ¿Te ha costado quitarte el corsé?
Sí, de hecho Pedrerol me sigue vacilando con que nunca he dicho de qué equipo soy. No quiero sonar pedante, pero en todos mis trabajos intento trasladar lo que veo y lo que sé sin que la bufanda me apriete ni me tape los ojos. Es lo que persigo y quizá por eso, por no decir barbaridades y decir lo que veo, no tengo esas cuotas de viralidad que logran otros periodistas. No pasa nada, es un precio que pago a gusto. No me cambia lo que pienso ser de un equipo o de otro yo. Se lo digo a algunos compañeros de programa: "¿Por qué decís que no es penalti lo que estáis viendo que sí lo es? No neguéis lo evidente, lo que ve todo el mundo". No me hacen mucho caso [risas]. La tele es un complemento que me gusta, pero mi veneno es dar noticias. Ojalá cada día pudiera dar una.
Cada día se dan menos noticias en el periodismo deportivo.
Porque se valoran muy poco. En el periodismo actual importa más un vídeo de un aficionado saliendo de un estadio, una opinión polémica o una rueda de prensa cualquiera. Las ruedas de prensa explican bien la involución: se ha pasado de despreciarlas y no darles ni un breves a buscarlas para abrir las webs. Noticias hay pocas y, además, al momento de darlas pasan a ser de todo el mundo y contra eso es imposible pelear. Pero mi lucha es seguir dando noticias, seguir estando ahí y seguir picando piedra. Me considero un privilegiado porque me dejan seguir haciendo lo que me gusta aunque no sea lo que está de moda. Las tertulias las considero un divertimento, tanto con Rubén Martín como con Pedrerol, con el que llevo muchos años y jamás he tenido ningún problema ni me ha presionado.
¿Por qué crees que es una persona tan controvertida?
Porque cualquier profesional tan exigente y con tanto éxito acaba generando opiniones a favor y en contra. Yo puedo hablar por mí y sé que es superfiel con los suyos. Hace tres años estuve a punto de dejar el periodismo, porque tuve una propuesta muy seria en otro ámbito, y la persona junto a mis hijos que más me insistió en que me quedara fue él porque sabía que no iba a ser feliz en otra cosa. Más allá de los años que llevamos trabajando juntos, no hay una relación íntima, pero le noté muy próximo en esos días en los que yo tenía que decidir si cambiaba mi vida. Eso me demostró que hay un Pedrerol que la gente no conoce.
¿De verdad no ibas a ser feliz con un sueldo más alto y una vida más tranquila?
No, jamás. El día que tenga la tentación de acomodarme diré que hasta aquí he llegado. No me llama. He vivido esa transformación de muchos periodistas que llegan a ciertas edades y se van refugiando en los cuarteles. Más redacción y menos viajes. Yo no sería capaz, no entiendo la palabra desconectar, si es que eso es aún posible en esta era del teléfono móvil. Quiero estar en la calle y viajando hasta el último día que esté trabajando. Siempre hago la misma broma, con todos los días que estoy fuera, igual Hacienda tendría que mirar si aún tengo que tributar en España [risas]. Tengo una vida familiar perfecta, pero la profesional no la entendería sentado en una redacción. Se lo digo a todos los chavales que estudian Periodismo y me preguntan: "Que os conozcan, pero para que os conozcan tenéis que estar en la calle".
¿Alguien te aconsejó a ti para ser periodista?
No, en mi familia nadie tenía el más mínimo contacto con el gremio. Mi padre trabajaba como técnico de aire acondicionado y mi madre era ama de casa. Mis hermanos, tampoco. Yo no tenía pasión por el periodismo, tenía pasión por el ‘Marca’. No me hables del ‘As’ ni de cualquier otro periódico, sólo el ‘Marca’. Con 10 y 11 años, cada día iba a un quiosco, a otro y a otro hasta que lo encontraba, lo escondía en la carpeta y lo llevaba al cole. Me sentaba en la última fila, lo leía y se lo pasaba a los compañeros. Luego, casualidades de la vida empiezo, un compañero de la universidad entró en ‘Marca’, me dijo que había algún hueco, hice un examen para entrar en prácticas de verano… y no me llamaron.
Giro de guión.
Sí, porque pasó una cosa rarísima. No me cogieron para la beca, pero el 30 de agosto me llamaron para entrar en la redacción a trabajar llamando a los clubes de Segunda B y Tercera para que me dieran los resultados. Yo ya cubría el Vicálvaro, que fue mi primera casa, y luego pasé a hacer el Atlético Madrileño y el Castilla, de donde mantengo grandes amigos como Juanma López, Mariano Aguilar o Alfonso Pérez Muñoz. Era otro periodismo, otro trato. Yo he estado comiendo un 31 de diciembre con un supercrack del fútbol, son cosas impensables ahora. El caso es que cumplí mi sueño de trabajar en ‘Marca’ y… [se emociona]. La lástima fue que no lo viera mi padre, falleció dos meses antes y me queda ese peso.
¿Qué porcentaje de culpa tenemos los periodistas en que ya no haya casi relación con los futbolistas?
Originalmente, la culpa fue de los clubes, que nos separaron. Fueron poniendo cada vez más distancia y los jugadores se han ido sintiendo cómodos en esa situación. Ahora hay mucha gente alrededor de los jugadores que tiene que justificar lo que gana y el circo ha cambiado. Pero no podemos excusarnos sólo en eso porque han ido apareciendo periodistas, o gente que juega a ser periodista, que han perdido los códigos de respeto que solía tener la prensa, hacen sentirse indefenso al futbolista y hacen mucho daño. Aunque suene duro y antiperiodístico, piensan que, una vez que ya no tienes trato con ellos, ¿qué más da decir cualquier cosa o hacer críticas muy agresivas? Eso ha roto cualquier posible puente. En la selección es en el único sitio donde aún siento que se pueden crear esas relaciones.
Los periodistas de ‘Marca’ siempre habéis tenido cierta fama de no integraros mucho con el resto en los viajes y las concentraciones.
Sí, y te reconozco que durante mucho tiempo fue verdad. Hacíamos muchos exámenes antes de incorporar a alguien a nuestro grupo y eso a veces nos ha perjudicado un poco porque parecíamos lobos pero, en realidad, no teníamos dientes. Fuimos dejando de ser así y yo tengo grandes amigos en otros medios. Los viajes son lo más divertido de esto y a veces ves cosas que morirán conmigo por el secreto profesional.
Siempre puedes escribir un libro cuando te jubiles.
Manuel Saucedo, que fue mi director y es una de las personas que más admiro y más me ha ayudado junto a Amalio Moratalla, me decía que yo era un pedazo de cabrón, que a ver si llegaba el día en que contase todo lo que sabía. Siempre le respondía lo mismo: "Ese día dejaré de ser periodista". El periodista a veces vale por lo que calla y no por lo que cuenta. Ese silencio, esa confianza, es lo que te abre puertas. Eso ahora se ha perdido. Antes había más jerarquías y ahora las llaves del periódico las tiene cualquiera. El de redes, el de web, cualquier redactor en sus cuentas… Antes te tenías que ganar paso a paso llegar a publicar representando a un medio. Ahora no hay tanta meritocracia de por medio. Todo se publica y cualquiera representa al periódico. Eso hace daño. En cuanto a lo de las noticias y los secretos, tienes que saber hasta dónde puedes llegar. A veces te equivocas, pero lo que te cuentan tienes que saber administrarlo, guardarlo y esperar el momento. Y no es fácil.
¿Cuál ha sido tu mayor equivocación?
El error con el que me han dado por todos lados fue el famoso fichaje de Mbappé del verano de 2021. Anuncié un "Mbappé inminente" que luego no fue. Yo estaba en Estambul y me dijeron desde el Madrid que el PSG parecía que iba a negociar. Llamo al periódico, lo cuento y me dicen que más o menos por ahí irá la información. Sigo llamando a gente del Madrid y me confirman que están preparando ya todo, comunicados, presentación, etc. Hasta el día de la presentación. Entonces, en ese momento yo tengo una información que es que Mbappé está prácticamente cerrado. ¿Qué ocurre? Pues que con esa inmediatez que hay ahora me piden un vídeo y digo lo que me estaban contando por todos lados, que estaba muy cerca. Luego la gente va pasando de lo cercano a lo inmediato y de ahí a que dije que estaba firmado, que no lo dije. El error fue de precipitación, pero lo volvería a hacer porque tenía una información fiable y la transmití.
Es un oficio ingrato en ese sentido porque ninguna noticia está libre de un giro inesperado y un error se recuerda más que cien aciertos.
Es así, pero el que no sepa vivir con esta presión que se dedique a otra cosa o lo va a pasar muy mal. Siempre y cuando sepas moverte por el lado correcto, el error lo asumes como parte del trabajo y sigues. No concibo que ningún periodista se invente cosas y no lo concibo porque yo no lo he hecho. Otra cosa es que te puedan engañar y te puedan utilizar. Eso pasa siempre y tú tienes que calibrar las intenciones ocultas de cada fuente, la fiabilidad de la información y contrastar. Esa es la parte delicada, claro. Si no, valdría cualquiera.
¿La noticia de la que más orgulloso estás?
Siempre de la última que he dado. Hoy, por ejemplo, la lesión de Casadó. Pero hablar de mis logros me da mucho reparo, siempre me han dicho que me he vendido muy mal. Puede ser pero es que lo que yo vendo es mi trabajo, no soy una agencia de publicidad. Mi trabajo es mi aval y el que quiera verlo, pues ahí está. La vanidad no va conmigo o, al menos, he pretendido que no vaya. Soy bastante vergonzoso.
José Félix Díaz posa en la sede de 'Marca'.

José Félix Díaz posa en la sede de 'Marca'.Sergio González Valero

Ahora estás muy encima de la remodelación arbitral. ¿Es o no es un berrinche del Madrid?
Primero hay que entender que todo viene marcado por el descubrimiento del caso Negreira. A mí lo que me duele es que desde Barcelona lo justifiquen, porque esos pagos no hay manera de justificarlos. A partir de ahí, el Madrid se pone serio en su protesta y todo desemboca en aquella reunión de la Federación, los clubes menos el Madrid, LaLiga y los árbitros en el Retiro, en la que estuve presente, y que para mí es la reunión de la hipocresía porque de los clubes que firman contra lo que había hecho el Real Madrid con sus vídeos y piden un castigo, ocho o nueve han hecho lo mismo a su manera después. Se quejan todos. Esto es más viejo que el fútbol. Creo que es necesario un cambio, pero tú no vas a ir al mercado a comprar árbitros, van a seguir siendo los mismos, y eso lo tienen que tener claro el Madrid y todos. Hay que cambiar el procedimiento, hacerlo todo más transparente y el CTA lo asume.
¿Cómo es tu trato con Florentino Pérez?
De amistad, no voy a negarlo. Me ayudó en uno de los momentos más difíciles de mi vida. Mi hijo pequeño nació con problemas graves, los médicos no nos daban soluciones, lo supo Florentino y no sé qué llamadas hizo, pero aparecieron especialistas por todos lados y salvaron la vida de mi hijo. Yo conozco a ese Florentino alejado de su imagen de empresario frío e implacable, que sé que transmite. El Real Madrid forma parte de mi vida porque llevo cubriendo su información 30 años y ahora mismo veo que está contra todo y contra todos. En muchas cosas tiene razón, pero antes de llegar a posturas extremas tendría que intentar dialogar porque muchas de sus reclamaciones las compartirían el resto de clubes si el ambiente no fuera de confrontación. Fíjate que luego el Real Madrid tiene gestos con otros equipos que no se aprecian. Es el primero en volcarse con Valencia, muchas veces paga de más en las cláusulas por no garrapiñar… Eso no lo traslada bien y le puede penalizar un poco.
Pese a tu declarado amor por ‘Marca’, en 2009 te despiden.
Hablemos claro, me despide Eduardo Inda. Lo que me da rabia es que yo no soy idiota y lo veía venir. Tres semanas antes de que me echara, le dije: "Oye, ¿hay algún problema? Vamos a hablar, vamos a llegar a un acuerdo y, si es necesario, me voy". Me mintió a la cara: "¿Cómo puedes pensar eso? Para nada…". Y luego, a la calle. Es un capítulo pasado, pero me jodió la vida porque mi vida era ‘Marca’. Suena muy dramático, pero es así. Y me lo quitó sin otro motivo que los celos y que le caía mal.
¿Fue sólo eso? ¿No hubo ningún enfrentamiento?
No, no hay nada más. Desde mi punto de vista, fue una sinrazón, pero él sabrá. Yo tengo la conciencia muy tranquila. Ese episodio me destrozó porque desde la universidad todo lo que había conocido era aquel periódico, aquellos compañeros, aquellos amigos… Al menos tuve la pequeña victoria de que el día que me fui, toda la redacción se levantó a aplaudirme y eso le reventó por dentro. Ese agradecimiento a los compañeros lo llevaré dentro toda mi vida. Ahora se han perdido un poco las relaciones que había en las redacciones, son más frías, pero en ese momento éramos una piña, la gente lo sentía por mí y yo me fui llorando. Lo que me hizo Inda lo tengo grabado, no se me va del disco duro y no se va a ir nunca. Me tiré días buscando el motivo y nunca lo encontré más allá de lo personal.
Luego habéis trabajado los dos en ‘El Chiringuito’.
Hemos trabajado en el mismo programa, pero no hemos coincidido nunca el mismo día en el plató porque puse una cláusula de conciencia que Pedrerol siempre me ha respetado. Si va él, no voy yo porque quiero evitar situaciones que puedan dañar al programa y no pretendo no llevar lo personal a lo profesional. Aquellos años de Inda fueron muy dañinos para el periodismo. ‘Marca’ dejó de ser ‘Marca’, era su cortijo. Por suerte, ya pasó y no merece darle más vueltas.
El tiempo te dio la razón y, tras cinco años al frente de los Deportes en ‘El Confidencial’, volviste.
Sí. A veces me sentía raro esos años porque iba a los viajes y la gente me consideraba como uno más de ‘Marca’ cuando ya no lo era. Estuve muy bien en ‘El Confidencial’, donde creo que logramos hacer una muy buena sección de Deportes, pero cuando se abrió la puerta a volver a casa, no lo dudé. Me llamaron justo el día que llegaba a Washington para cubrir el Mundial de Brasil 2014 y después del verano se cerró mi regreso a un ‘Marca’ distinto. Fue cumplida venganza, por así decirlo. Sé que está mal hablar de venganza, pero…
Es humano.
Claro. Por ejemplo, mi madre estaba ya mayor, no le conté el tema y recuerdo que me preguntaba: "Hijo, ¿por qué ya no te veo escribir en el ‘Marca’?". Volví también un poco por ella y por mi hija. No tuve obsesión por regresar, pero sí disfruté del hecho de poder hacerlo.
¿Por qué dices que es un ‘Marca’ distinto?
Completamente distinto. Las relaciones que había entonces ya no las hay. Me di cuenta en el primer minuto de la vuelta, aunque eso también está bien porque idealizaba demasiado lo que había. Es otra realidad, otro periodismo, otros tiempos…
En la radio, has colaborado muchos años en Onda Cero y, ahora, en Radio Marca.
Sí. Iñaki Cano fue mi padre de radio y siempre le estaré agradecido porque hasta ese momento sólo aparecía esporádicamente cuando estabas en algún viaje y me llamaban. La primera vez que entré en la radio fue con José María García, en una pretemporada del Madrid en Suiza, más cagado que todas las cosas. Luego me preguntó dos cosas fáciles, pero yo estaba sudando. Con Iñaki no tengo un trato personal, pero sí muy buen rollo profesional y mucho agradecimiento.
De todos modos, lo que de verdad te apasiona son los caballos.
También, también [risas]. Siendo un enano, me llevó mi hermano a apostar a un Gran Premio de Madrid en el hipódromo de la Zarzuela y me fascinó el paseo de los caballos. A partir de ahí, salía del colegio con 11 o 12 años y me iba andando desde Francisco Silvela a Felipe II para comprar la revista de caballos que salía los viernes. Me lo sabía todo. Mira, aquí quiero recordar a Enrique Martín [periodista y antiguo jefe de Prensa del Real Madrid recientemente fallecido], que me enseñó mucho de la vida, del periodismo, de lo que era el Real Madrid y de carreras de caballos. Soy un friki orgulloso.
Tu hija es periodista. Dime la verdad, ¿la animaste o intentaste espantarla?
Y viene otro en camino, porque mi hijo también. ¿Cómo voy a espantarles de la profesión más maravillosa del mundo?
Bueno, no te quiero deprimir, pero mirando los índices de paro, los horarios, los sueldos…
Pero ninguna profesión te garantiza nada y esta es muy bonita. Lo que pasa es que hay que diferenciar el periodismo y lo que hay alrededor del periodismo. Por ejemplo, las redes sociales no son periodismo ni todas esas personas que dan supuestas noticias allí son periodistas. El problema es que los propios medios a veces les damos una credibilidad y un peso que no tienen. Supongo que mis hijos me han visto trabajar como un cabrón, darlo todo por la gente que me rodea y por los medios que me pagan y disfrutar mucho. Saben lo bueno y lo malo y no les voy a quitar nunca la idea de la cabeza. Es una profesión que a la gente le llama la atención. Somos muy criticados, pero es curioso que ahora todo el mundo es periodista. Es un gran oficio.
Rocío Martínez: "Las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible"

Rocío Martínez: “Las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible”

Rocío Martínez (Burgos, 1977) lleva año y medio haciendo historia. A principios de la temporada pasada se convirtió en la primera mujer en presentar uno de los grandes programas deportivos nocturnos (‘Radioestadio Noche’, en Onda Cero, junto a Edu Pidal). Los datos han respaldado la apuesta y tendría todos los motivos del mundo para sacar pecho y presumir un poco, pero aun así se piensa mucho si hacer la entrevista. "No soy muy de rajar y a lo mejor te voy a decepcionar. No me gustan los líos, soy una mujer de paz", explica entre risas cuando finalmente se sienta ante la grabadora. Spoiler: no decepciona.

¿Cuántas veces te han llamado pionera durante estos meses?
He perdido la cuenta ya. Supongo que lo soy, pero no pienso mucho en ello aunque es una gran responsabilidad porque, al final, la realidad es la que es. Hace unos días entrevistaba a Sara Monforte, del Espanyol femenino, que es la única entrenadora mujer de la Liga F. Es un dato que llama la atención y ella decía que el hecho de ser la única supone una gran responsabilidad porque sabe que tiene que ser un referente e intentar dejar el listón alto para abrir esa puerta a más mujeres. Eso sí me pasa un poco a mí con la radio. Soy la primera a la que le han dado la oportunidad y, como pionera, tengo que hacerlo bien por mí, por mi empresa y, también, por todas las mujeres.

Para saber más

¿Cómo valoras que hasta 2023 nunca hubiera llegado una mujer a esas alturas?
Ha sido tarde, pero era inevitable. La radio deportiva era uno de los pocos lugares en los que aún no había llegado la mujer a primera línea y lo normal es que acabase sucediendo. Se debe ver como un paso lógico. Para mí, el problema, lo que de verdad me interesa, no es que no hubiera sucedido hasta que he llegado sino que no vuelva a suceder. He sido la primera, pero lo que deseo es no ser la última. Ese es el reto y supone una exigencia enorme.
¿El margen de error es el mismo para las mujeres que para los hombres?
No. A nosotras todavía se nos mira con lupa más que a los hombres porque nos cuesta más llegar a los sitios, el nivel de exigencia es superior y por eso tienes que ir con cuidado con lo que dices, con lo que haces... Por ejemplo, en estas entrevistas veo que los hombres se atreven más a rajar que las mujeres, eso no es casual. Nos cuesta más llegar y tenemos más miedo a perderlo. Tampoco te voy a pintar un mundo del periodismo machista donde a las mujeres no nos dejen estar, porque eso a mí no me ha pasado y mi carrera profesional es una prueba de que de que sí podemos llegar, pero sería faltar a la verdad si dijera que lo tenemos igual de fácil que los hombres. Desde que empecé en la radio me han escrito muchísimas estudiantes de Periodismo porque querían entrevistarme. No me siento un referente de nada, pero sí me gusta pensar que las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible.
Eso te convierte en referente…
Puede ser, sí, pero es que me da corte hasta pensarlo. Supongo que es la suerte de trabajar en la casa donde he trabajado. Atresmedia ha demostrado con su apuesta que no pasa nada, que puedes poner a una mujer al frente de tu programa deportivo y no sólo sale adelante sino que, incluso, los datos del EGM han subido. Animo a otras empresas a que apuesten por las mujeres también.
La confianza es doble porque, de lunes a viernes, antes de la radio presentas los deportes en el 'Noticias 2' de Vicente Vallés.
Vivo aquí por la tarde y por la noche. Te diré que la radio deportiva nocturna tiene un gran coste personal, tu vida tiende al caos. Es un horario que requiere de muchas renuncias a nivel personal. Yo no tengo hijos y supongo que eso me hace un poquito más fácil poder llevar esta vida y trabajar seis días a la semana en algo que me gusta mucho, pero supone un gran desgaste. Los horarios son bastante incompatibles con llevar una vida normal. Dejas de pasar tiempo con tu familia, con tu pareja, con tus amigas… Es muy difícil conciliar porque también las mujeres que no somos madres tenemos una vida personal que nos exige. Pese a todo, creo que he conseguido un equilibrio y aprovechar bien el tiempo libre que tengo para afrontar este doble reto profesional que me hace tan feliz y con el que no me atrevía ni a soñar cuando era joven.
Si antes hablábamos de referentes, ¿cuáles eran los de esa Rocío joven? No abundaban las mujeres en el periodismo deportivo de los 80 y 90.
María Escario y Olga Viza fueron mis dos grandes referentes. Además, soy de Burgos como Mari Carmen Izquierdo. En realidad, empecé a soñar con ser periodista escuchando a José Ramón de la Morena y ahora estoy haciendo el programa que estuvo haciendo él en Onda Cero. En aquella guerra García-De la Morena, yo era claramente de José Ramón. Mis primeras prácticas en la radio fueron en la Cadena SER y el primer día nos sentó en el estudio y empezó ‘El Larguero’ saludándonos. Todavía recuerdo los nervios que pasé.
En aquel momento, De la Morena era una estrella del rock entre los jóvenes.
Sí, sí. Me compré ‘Los silencios de El Larguero’ y me lo empollé, escuché mil veces las cintas que venían con el libro. En realidad, mi referente deportivo ha sido mi padre. Tengo una hermana un poco más joven y a las dos nos encanta el deporte porque hemos visto fútbol en casa toda la vida junto a mi padre. El fútbol siempre ha sido parte de mi vida, era socia del Burgos en los años 90, cuando estuvo en Primera División, ganó al Madrid y empató un par de veces en el Camp Nou. Mi ídolo era Balint.
¿Ya entonces querías dedicarte al periodismo?
Claro, ¿no ves que no me callo? Me encanta hablar. Soy una persona muy extrovertida. Tengo una relación fantástica con mi hermana, pero ella es rubia con ojos azules y de pequeñas todo el mundo se fijaba en ella, así que tuve que desarrollar una simpatía extraordinaria para que la gente me mirara un poco a mí [risas]. Creo que eso me ha traído al periodismo. Cuando estudiaba en Pamplona, estaba en un colegio mayor religioso, alguna misa coincidió con partido de Copa de Europa y me escondía el pinganillo para escucharlo en la iglesia [risas]. Por eso me fastidia tanto que me digan, en plan sorprendidos, eso de "ah, ¿pero tú eres futbolera?". ¿Tú has visto que os pregunten eso a algún periodista hombre?
No.
Pues a nosotras, a todas. ¡Claro que soy futbolera! No envidio nada la vida de los jóvenes y las jóvenes de ahora, pero hay una cosa que sí cambiaría con ellos y es que las niñas ya pueden jugar al fútbol con normalidad. En mi época, en Burgos no había ningún equipo femenino. Soy malísima, pero me hubiera encantado formar parte de uno, poder tener esa experiencia.
Profesionalmente siempre has hecho Deportes.
Sí, aunque en algún momento de mi carrera no me importaría hacer otra cosa porque a mí no me interesa sólo esto. Me interesa el mundo, me interesa la cultura, me interesa la política… Hay muchos ejemplos de periodistas deportivos que, precisamente por la capacidad de improvisación que tenemos, han dado el salto a otras cosas. Olga Viza, Matías Prats, Vicente Vallés, Manu Sánchez… No descarto dar ese paso algún día.
Tu salto a la tele fue en Real Madrid TV, donde trabajaste diez años. ¿Es defendible periodísticamente un canal de club?
Por supuesto, pero sin lugar a dudas. Es una televisión que no engaña a nadie, tienes el escudo del Madrid en pantalla y lo llevas en el micrófono. Es una televisión para madridistas y entendiendo ese contexto, que no es un secreto para nadie, hace lo que se espera que haga. Es una vía de comunicación del Real Madrid hacia sus seguidores y lo que no tiene mucho sentido es que se juzgue desde una perspectiva que no sea madridista.
Pero también se usa como arma, lo estamos viendo ahora con los célebres vídeos de los árbitros.
Personalmente, yo no haría esos vídeos, pero me parece fenomenal y comprensible que los hagan porque se dirigen hacia sus aficionados. Todo medio de comunicación genera el contenido que demanda su público, es normal. Además, estoy convencida de que esos vídeos no condicionan en nada a un árbitro profesional.
Al final, también en los medios convencionales, la información deportiva está siendo devorada por la opinión.
Ahora es más difícil hacer periodismo deportivo porque tienes mucho menos acceso a los deportistas y, especialmente, a los futbolistas de los grandes equipos. Es una pena para los aficionados que conocen menos a sus ídolos. Es verdad que ahora tanto los clubes como los deportistas tienen sus propias vías para llegar a la gente y ahí controlan más el mensaje, pero creo que lo han llevado al extremo. Es una pena porque el deporte es de las cosas bonitas de la vida y, sin personajes, a veces se va más al lado de la crispación y la polémica. Las tertulias me gustan, pero siempre con buen talante y sentido del humor. En la vida todos sufrimos cosas muy feas y el fútbol ayuda a mucha gente. Siempre se ha dicho que es pan y circo o el opio del pueblo como algo malo, pero a mí esa capacidad de distracción y de escapar de lo malo me parece una labor fantástica. Las emociones que genera el deporte son muy difíciles de encontrar en la vida. Luego tus problemas siguen ahí, pero ese ratito de felicidad es impagable.
La presentadora de 'Radioestadio Noche' posa en la sede de Atresmedia.

La presentadora de 'Radioestadio Noche' posa en la sede de Atresmedia.Sergio Enríquez-Nistal

Según cogiste ‘Radioestadio Noche’, estalló el caso Rubiales, que ahora se acaba de resolver. ¿Qué nos ha enseñado sobre el mundo del fútbol y del periodismo deportivo?
Que había que aprender a no normalizar actitudes que no son normales. De todos modos, no voy a juzgar cómo lo cubrieron los demás porque cada uno hace lo que puede, lo que sabe y lo que le gusta. Eso sí, al final ha habido un juez que ha dictaminado que Rubiales era culpable. Es verdad que hay mucho debate con el término de si eso es una agresión sexual, pero eso lo define la ley y punto. Más allá de cómo lo quiera llamar cada uno, lo realmente importante y lo que ha logrado Jennifer Hermoso es que, a partir de aquí, el día que un jefe esté eufórico porque le ha ido muy bien a su empresa y le plante un beso en los labios a una subordinada o a una compañera, todos tengamos claro que eso es un delito y no es de recibo. También te digo que si Rubiales hubiera reconocido su error y hubiera pedido perdón en vez de dar aquel discurso infame en la Asamblea, todo hubiera sido más sencillo para él. En cualquier caso, una persona que hace eso no puede estar al frente de la Federación.
¿Cómo de machista es el periodismo deportivo?
Pues como todo… Yo no he sufrido mucho machismo, la verdad. En general he tenido suerte con la gente que me ha rodeado y los responsables que he tenido me han permitido lograr muchas cosas en esta profesión, pero algún episodio sí he vivido, claro, sería imposible lo contrario, aunque ninguno muy dramático. Yo no soy periodista deportiva mujer, soy periodista deportiva exactamente igual que mis compañeros. A lo mejor hay gente que piensa que he llegado hasta aquí por cuota, eso nos pasa siempre a las mujeres, pero a mí me avala mi trabajo. Cuando Atresmedia apuesta por mí, no apuestan por una mujer sino por Rocío Martínez, periodista con 20 años de carrera. ¿Por qué cuando apuestan por un hombre nadie piensa que es por su género?
En muchos casos también lo es: hombres promocionando a hombres.
Por eso. Yo soy mujer, soy de Burgos y tengo 47 años. Ser mujer es una de las cosas que me define, pero ni la única ni la más importante. Al menos hoy en día ya no me mandan a fregar.
¿Antes sí?
Alguna vez, pero ese sexismo tan bestia hacia las mujeres que hablamos de fútbol se ha rebajado, aunque sigue habiendo cierto machismo, sobre todo con comentarios un poco paternalistas en algunas tertulias. En las redes tengo suerte porque no tengo muchos haters y, además, esas cosas no me afectan. Agradezco la crítica constructiva y el cariño que mucha gente me muestra, pero a los cafres no les hago ni caso. Cuando llegué a Antena 3, como venía de Real Madrid TV, me consta que la gente estuvo buscando en mis redes sociales a ver si me sacaban el típico tuit polémico, metiéndome con el Atleti o con el Barça, y no encontraron nada. Lo único que sacaron fue una foto mía con una camiseta del Madrid en una entrevista sobre running [risas]. Yo trabajo en Antena 3 y en Onda Cero y jamás olvido que hablo para aficionados de todos los equipos.
Ahora que hablas de running, te machacas a hacer deporte. ¿Cuánto influye la presión con el físico que sufrís las mujeres en televisión?
Principalmente, hago deporte porque me encanta, pero se juzga mucho más la imagen de la mujer que la del hombre. Eso es así en la tele y en la calle. Los hombres que trabajan en televisión se cuidan cada vez más, pero para nosotras, sobre todo según cumplimos años, es el físico. Yo soy periodista, no soy modelo y llegué a Antena 3, la cadena más vista de España, con 39 años, no con 25. Es evidente que fue mi trayectoria profesional y mi forma de trabajar lo que me trajo aquí. A partir de ahí, me gusta cuidarme porque me hace sentir bien, pero es un peligro que a las mujeres nos valoren tanto por nuestro físico por el efecto que tiene en las chicas jóvenes, quiero decirles que es mentira que no puedas trabajar en la tele si no eres guapa.
Pero influye.
Sí, pero también es verdad que tú te labras en buena medida tu imagen. Yo me cuido, pero no oculto la edad que tengo y soy una chica bastante normal. Como decía mi madre, soy resultona [risas]. Mi tarjeta de presentación es que soy una hormiguita que trabaja mucho y le encanta lo que hace. Ni tengo altura ni tengo cuerpo de modelo, ese no es mi trabajo. Si me cuido, es por mí.
¿Qué balance haces de este tiempo al frente de ‘Radioestadio Noche’?
Soy muy feliz, pero pienso mucho en mi padre. Para mí, el gran salto fue la llegada a Antena 3, pero no pude disfrutar mucho porque justo coincidió con que mi padre se puso enfermo y se murió muy poquito después. Tengo la emoción especial de que, aunque fuera desde el hospital, me vio llegar a Antena 3, pero el primer día de la radio lo que pensé es que mi padre se acostaba todas las noches escuchando la radio deportiva. Todas. Y que ojalá hubiera podido escuchar a su hija presentando un programa así. Eso lo habría hecho perfecto.
Muere el periodista deportivo Enrique Martín, ex jefe de Prensa del Real Madrid

Muere el periodista deportivo Enrique Martín, ex jefe de Prensa del Real Madrid

Actualizado Martes, 11 marzo 2025 - 23:17

El periodista Enrique Martín Casado, que fue durante once años jefe de prensa del Real Madrid y a lo largo su trayectoria profesional trabajó en medios como Radio España, Cadena SER o Telemadrid, ha fallecido este miércoles, informó la Asociación de la Prensa Deportiva de Madrid (APDM).

"Pionero en Comunicación, periodista polifacético, en nuestro recuerdo tu paso por Radio España, SER, Real Madrid, TVE... Nuestro abrazo más fuerte, Enrique Martin", escribe la APDM en su perfil de X sobre el periodista que se definía en sus redes sociales como un amante de las carreras de caballos y el fútbol.

Iñaki Cano: "Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza"

Iñaki Cano: “Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza”

Iñaki Cano (Madrid, 1957) es periodista, marido de periodista (Toni Martínez, de ‘Herrera en COPE’) y padre de periodistas (Iñaki, en Movistar+, y Dani, en 'As'), pero no se suma a esa visión vocacional del oficio que tanto nos gusta vender para disimular sus miserias. "No, no, de vocación nada, yo llegué a esta profesión por amor. Por estar con mi mujer y que los buitres no se la llevaran", cuenta con su voz de trueno y remata con una carcajada que lo mueve todo excepto su bigote, esa imagen de marca que mantiene intacta desde sus tiempos en TVE. Allí se hizo famoso en los años 80 y 90 y siguió hasta 2006, cuando dio el salto a Onda Cero para conducir ‘Al primer toque’. La aventura, como explicará luego, acabó pronto y mal por motivos turbios y desde entonces ha sido un trotamundos laboral con El Chiringuito y Radio Marca como escaparates actuales.

Tras todas las vicisitudes que has vivido en el periodismo, especialmente las últimas dos décadas, ¿no intentaste disuadir a tus hijos?
Sí, sobre todo a Iñaki, que es el mayor. Nosotros queríamos un médico o un abogado, pero en unos Reyes le regalamos un radiocasete con micrófono para cantar, porque se sabía todas las canciones de Los 40, y unos días después nos despertamos mi mujer y yo y nos encontramos al niño con un partido de fútbol en la tele y narrándolo con el cacharro ese. Dijimos: "A tomar por culo el médico". De todos modos, en mi casa, por salud, no hablamos de periodismo y Toni y yo somos muy críticos con ellos. Estamos muy orgullosos de lo que hacen, pero no regalamos el elogio y ellos, al parecer, están agradecidos.
¿Orgullosos pero preocupados?
La profesión ya no está tan bonita como estuvo. Doy clase en un máster y la primera pregunta que hago es quién quiere ser famoso o millonario. A los que levantan la mano, les digo que se dediquen a otra cosa. Los que quieren ser Paco González, Manolo Lama o, ahora, Rubén Martín van muy mal porque esos ya existen. Es una profesión cada día más vocacional, porque es difícil ganar dinero, pero sin embargo da una satisfacción enorme al ególatra que todos los periodismos llevamos dentro, como es que alguien te reconozca y te diga que lo que has hecho es bueno, pero ahí siempre recuerdo lo que me dijo Paco Vela, uno de mis primeros jefes: "El éxito solo figura delante del trabajo en el diccionario". Y aún así, en esta profesión currar mucho casi nunca garantiza el éxito.

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Tú sí pillasteis una época en la que el periodismo deportivo era un chollo: trabajo, buenos sueldos, viajes, dietas…
Sí, y eso que llegué un poco tarde. En Radio España empecé con la música y los magazines y hasta mediados de los 80 no pasé a deportes, con Andrés de Sendra y J.J. Santos. Tuve la suerte de que rápidamente empezaron a confiar en mí y ya me empecé a tomar en serio lo de ser periodista.
¿Qué plan de vida tenías hasta entonces?
Era disc jockey en la Gran Vía y en unas cuantas salas más y, además, jugaba muy mal al fútbol, pero estaba en Tercera y ganaba mi dinerito. Te daban hasta 5.000 pelas por partido ganado, que entonces era un pastón. Y luego me iba a la discoteca y me pagaban 300 0 400 pesetas por noche y las copas gratis. Vivía como dios [risas]. Y me lo pasaba muy bien, porque era el Madrid de los 80 y he sido muy canalla.
Era la época en la que periodistas y futbolistas salíais juntos por la noche.
Mira, ahora que mi hijo Iñaki ha escrito un thriller (‘Si te digo mi nombre, tendré que matarte’), si yo le contara todo lo que he vivido tendría para hacer una saga, pero he valido siempre por lo que callo y no por lo que cuento. Nunca me ha interesado la vida personal de la gente, sólo la vida profesional, y eso lo he tenido muy, muy, muy, muy en cuenta a la hora de relacionarme con los futbolistas. Los de aquella época me apreciaban porque sabían que era un tío legal y de fiar.
¿Con quiénes tuviste más trato?
Lo increíble es que con casi todos los del Madrid y el Atleti. Tenías la gran ventaja de que al acabar el entrenamiento en la Ciudad Deportiva o en el Calderón, íbamos a tomar cañas o un café con ellos. Con Juanito, con Vicente del Bosque, con Camacho, con Adelardo, con Ufarte, con Luis Aragonés... Había dos bares, uno en la Castellana y otro en Pirámides, donde te reunías con ellos y hablabas de que los niños no dormían porque tenían fiebre o de dónde ir de vacaciones. Los entendías un poquito más y, aunque teníamos nuestras enganchadas, formabas una relación. Eso es lo que la gente echa ahora en falta del periodismo deportivo.
¿Nos lo hemos cargado entre todos?
No. Principalmente se lo han cargado los clubes. Es cierto que entonces éramos ocho periodistas y ahora son 800, pero los clubes se empeñaron en tener su Comunicación, que me parece muy lógico, y controlarlo todo ellos como si los medios no fueran necesarios. Ahí es donde se equivocan, creo, porque no todos los aficionados del Atlético de Madrid, del Real Madrid o del Barça ven la televisión de su club, entran en la web oficial o están en redes sociales. La mayoría está escuchando la radio, viendo la tele o leyendo un periódico. Creo que el futbolista no es tan gilipollas como parece, son como tú y como yo, con momentos mejores y peores, virtudes y defectos. Si tú te sientas con ellos a hablar, puedes sacar cosas bonitas que les hacen humanos, pero al encerrarlos en una burbuja todo eso se pierde. Lo peor es que no creo que tenga ya vuelta de hoja.
Ese alejamiento de los protagonistas ha derivado en que, en radio y tele, el periodismo deportivo sea en un 90% tertulias, más o menos encendidas.
En eso quiero defender a algunos porque hay tertulias y tertulias. Hay algunas en las que la bronca es constante, pero en las buenas se mezcla la bronca con mucha información. Lo que sucede es que esta es una profesión de ególatras y envidiosos que se cabrean cuando otro saca una noticia y no le dan importancia o, peor, se dedican a atacar al que lo ha hecho mejor.
¿Esto va por las críticas que recibe ‘El Chiringuito'?
Sí, pero no sólo. En las tertulias de la SER, la COPE o Radio Marca también se sacan muchas noticias. Lo peor que podemos hacer en esta profesión es sentarnos en un plató para hacer una tertulia sin tener información. Si haces eso, pensar que con opinar basta, la vas a cagar. Sé que con cualquier defensa que haga de ‘El Chiringuito’ más de uno va a decir: "Joder, ¿cómo no lo vas a defender si estás ahí currando?". Es verdad, pero podría callarme y fuera. Te digo una cosa con total sinceridad: me gustaría o me hubiera gustado tener el equipo que tiene Pedrerol, gente joven que lo ve, lo huele, está y tiene atrevimiento. Mira, ‘El Chiringuito’ es conocido en todo el mundo y no triunfas a ese nivel sólo por hacer ruido. Recomendaría a todo el que critica a Pedrerol que le viera en directo hacer un programa. Mira que he hecho tele en directo y me da envidia cómo maneja todo. No es casualidad que sea el programa al que todos han imitado luego y ahora todos esos que envidian, protestan y rajan siguen la corriente de las informaciones que da ‘El Chiringuito’.
Retrocedamos 60 años. Te aficionaste al fútbol… en Suiza
Sí. Yo soy emigrante, hijo de emigrantes y por eso me duele toda esta ola antiinmigración que vivimos. Tengo un respeto bestial por todos los que vienen a buscarse la vida porque sé lo mucho que se sufre intentando sacar las castañas del fuego. Soy de un barrio de aquí al lado, de Manoteras, y nos tuvimos que ir a Suiza cuando yo tenía tres años. Mi padre era un madridista acérrimo, vi la sexta Copa de Europa del Real Madrid, la de los yeyés, a través de una ventana, subido en un barril de cerveza fuera del Centro Español de Grenchen. Mi padre era un enfermo de aquel Madrid. Una de las cosas bonitas que me ha dado esta profesión fue que, muchos años después, ‘Marca’ celebró en el Ritz una fiesta homenaje a las primeras Copas de Europa y, junto con Juan Manuel Gozalo, hice una entrevista conjunta a Alfredo Di Stéfano, Paco Gento y Ferenc Puskas. Les comenté que me tenían hasta el gorro porque mi padre no paraba de hablar de ellos durante toda mi infancia. De ellos y de Amancio, que es el futbolista que más me ha enganchado. Amancio, luego Cruyff y Maradona.
Muy ecléctico el podio.
Sí, sí. Amancio era la hostia, ahora con los highlights sería trending topic cada fin de semana. De Cruyff me enamoré porque en Suiza veíamos mucho a Beckenbauer y a Johan porque eran las ligas que ponía la televisión alemana. Cuando he estado a su lado, me he vuelto loco. Y Maradona, es otra cosa, es el genio, el mito… Para mí es el mejor, aunque en estas cosas siempre es fundamental lo que tú hayas vivido y a qué edades. Veía a Maradona y… Joder, ¿cómo este tipo embarrado hasta el cuello y recibiendo patadas a la altura de los dientes es capaz de esto? Hacía cosas maravillosas.
Te escuché una vez que hay dos personajes capitales en el inicio de tu carrera periodística: Pepe Domingo Castaño y Joaquín Prat.
Pepe trabaja mucho tiempo con mi mujer, primero en la SER y luego en la COPE y es... Joder, sigo hablando de él en presente. Era un amigo excepcional que siempre te daba muy buenos consejos. Le adoro, le admiro y ojalá hubiera podido imitarle. Y Joaquín Prat es el que me ficha para la COPE desde Radio España y, luego, me voy con él a Radio Nacional. Eran dos personas maravillosas, como lo es José Ángel de la Casa, que sería el tercero en esa lista.
Puede ser la única persona en este mundillo de la que nadie habla mal.
Es que es muy difícil hablar mal del Tofo [De la Casa]. En esta vida he defendido a Pepe aunque la cague, a Joaquín aunque la cague, a Juanma Gozalo, que he llegado a estar sin hablarme con él y teníamos bronca diaria, aunque la cague... Pero a José Ángel ni siquiera he tenido la necesidad. Entre lo callado y lo buen tipo que siempre ha sido es muy difícil hablar mal de él. Creo sinceramente, y desde aquí lo pido, que merece y necesita un gran homenaje del periodismo español, pero que se den mucha prisa porque lo necesita ahora. Lo tiene que vivir y disfrutar mientras aún pueda. En este país todos somos muy buenos cuando hemos muerto, pero José Ángel ha sido la hostia y se merece ese homenaje en vida. Ahora ha cambiado la narración, con internet todo está ahí, pero cuando viajabas con 200 periódicos para intentar saber de qué jugaba Fulano, allí estaba el Tofo con su libreta y su calma tensa. No perdía nunca los papeles, salvo aquel día por culpa del Señor. Es un tipo sensacional.
En RTVE es donde te haces popular. ¿Cuánto contribuyó ese bigotazo?
Teresa Vega, que es la viuda de Pepe Domingo, siempre me decía que, hiciera lo que hiciera, cambiara lo que cambiara, para la gente Pepe siempre tenía su pelo largo, sus canas, sus gafas y su sonrisa, que esa es la imagen con la que siempre se le va a recordar. A mí me pasa lo mismo con el bigote, la perilla de mosquetero malo y el pelo tirando a largo.
Mantienes pelazo
Sí, si no me enfocan desde arriba [risas].
Eres parte de una generación de reporteros de tele y radio que vivistes en la banda las tensiones de la guerra García-De la Morena.
Con eso estoy muy quemado.
¿Por qué?
Porque me joden los pacificadores falsos. Te lo digo así de claro. Mira, perdono a José María García porque es mayor y ya no quiere líos, no porque trabaje con él en los Megacracks del Inter Movistar, que me lo paso de maravilla y me lo pagan muy bien. Tuvimos muchas broncas en su día, pero hemos hablado, nos hemos calmado bastante y ahora nos llevamos de maravilla. Sin embargo, que ahora él y José Ramón de la Morena quieran pacificar el mundo con la que liaron es una vergüenza. El daño que se hayan podido hacer entre ellos y a sus respectivas familias, que se lo perdonen ellos si quieren, pero el daño que han hecho a la profesión es imperdonable. Fue una época terrible, desagradable y nada edificante.
Iñaki Cano posa para la entrevista.

Iñaki Cano posa para la entrevista.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

¿Os afectaba también a los que no trabajabais con ellos?
Yo estaba en terreno neutral, pero era imposible apartarse de aquello porque todo el rato había dos bandos y, aunque tú te limitases a hacer tu trabajo, era conmigo o contra mí. Cuando estaban en la guerra con Clemente, en la guerra con Florentino, en la guerra con Mendoza… Cualquier cosa te posicionaba en una batalla que no iba contigo. Ellos creen que han levantado la profesión, pero lo único que levantaron seguro fue sus cuentas corrientes. El fútbol y el deporte le habrían interesado lo mismo a la gente con ellos que sin ellos.
Siempre has tenido fama de ser bastante beligerante.
No he sido nunca un pacificador. En la banda, aunque Roberto Gómez me llame Poulidor porque dice que llegaba siempre el segundo, peleaba por mi empresa como el que más y cuando he tenido que reprocharle algo a otro periodista, no me he escondido, lo he cogido, me lo he llevado aparte y se lo he dicho a la cara. Pero este tipo de batallas sucias nunca me ha interesado. Estoy muy agradecido a esta profesión y a lo que he conseguido viniendo de donde vengo y a base de currar, pero a mí esto de las pacificaciones de cara a lavar tu imagen no me gusta un pelo.
Presentaste ‘Estudio Estadio’ con otro clásico, Juan Carlos Rivero. ¿Qué tal fue vuestra convivencia?
Rivero no me ha perjudicado, pero tampoco me ha beneficiado. Él va a lo suyo, es un corcho que siempre flota, pero no tengo ninguna queja sobre él. Ahí su conflicto es más con Paco Grande, que es un tipo con el que tuve grandes enfrentamientos y, sin embargo, ahora sé que tengo que estarle muy agradecido porque aprendí muchas cosas de él y, con el paso de los años, he visto que es uno de los mejores profesionales que tenemos en España. Poco valorado.
¿Por qué en TVE siempre hay bronca?
Televisión Española tiene un problema y es que se dirige políticamente. Gana Pepe las elecciones y el Gobierno decide que Juanito sea el nuevo director, Juanito a su vez coloca a su amigo Curro de jefe de Deportes y a partir de ahí hacen unas cosas que uno no llega a entender. Esto es tan viejo como la democracia, no es cosa de este Gobierno, por eso no he entendido ese lío con Broncano, que es un fenómeno, que hace un trabajo excelente con naturalidad y ha enganchado a mucha gente que ni soñaban que iban a encender la tele. ¿Que cobra un dinero? Coño, pues claro, como todos. Las cosas raras en TVE son otras. Por ejemplo, yo aún no sé porque me quitaron de ‘Estudio Estadio’.
¿Qué te dijeron?
Nada, no le gustaría al nuevo jefe de Deportes, que era Pedro Barthe. Por política no fue porque yo soy de izquierdas y me quitaron cuando llegó Zapatero. Que vienen los míos, cuerpo a tierra [risas]. Lo que sí sé es que ‘Estudio Estadio’ nunca ha vuelto a tener las audiencias que hacíamos nosotros ni los protagonistas que llevamos nosotros: Florentino Pérez, Ronaldo, Valdano… Al final me fui de RTVE porque Barthe me sentó en una esquina como una planta, no me ofreció hacer ninguna otra cosa.
Y también porque Onda Cero te ofrece presentar su programa nocturno, ‘Al primer toque’.
Sí, lo que pasa es que aquello, que parecía una aventura estupenda, acabó siendo una de las experiencias más duras y desagradables de mi carrera.
¿Por qué?
Me sacan del programa tras sólo un año porque me niego a entrar en una guerra contra José Ramón de la Morena. Me pedían que le diera de hostias cada noche y yo le dije a [Javier González] Ferrari, que era el presidente de la radio, que yo no estaba allí para eso, que a mí me habían fichado para hacer un programa de deportes nocturno con muy buenas audiencias. De hecho, cuando lo ficharon, De la Morena me parece que no superó nuestras cifras de audiencia. Las económicas, sí… por mucho. Yo tenía buen rollo con De la Morena, no éramos íntimos ni he pasado la Nochevieja en su casa como tantos poderosos, pero me niego a hacer eso porque no estoy en esta profesión para dar hostias a los compañeros, yo no utilizo el micrófono para hacer daño a la gente.
¿Qué te dijo Ferrari?
Que a ver cómo lo solucionábamos y le respondí que muy fácil, que me pagara lo que me tocaba y me iba a la puta calle sin ningún problema. Y me fui. En ese momento, y esto sí que quiero que conste en acta, de este maravilloso mundo que somos los periodistas sólo me llamaron para ver en qué podían ayudar Elías Israel, Paco García Caridad, Guillermo Salmerón y Josep Pedrerol, que fue el primero. Eso no lo puedo olvidar porque el palo que me llevé fue muy gordo, me quedé en el paro sin haber hecho nada nada mal. ¿Sabes quién no me llamó nunca?
¿Quién?
De la Morena. Ha sido muy cruel conmigo porque en todo este tiempo jamás me ha agradecido que me negase a ir a por él a costa de mi trabajo. Y ahora ya me da igual, pero entonces lo necesitaba y él era el tío más poderoso de la radio. Al mes o así, sí que le mete un palo muy grande a Onda Cero y a Ferrari explicando mi salida, pero a mí nunca me llamó para ver cómo estaba la situación o si me podía ayudar en algo, porque yo me quedé boquerón en ese momento. He seguido trabajando todos estos años porque soy bueno, pero ni nóminas fijas, ni estabilidad ni nada. Por eso, ahora que va reuniéndose con unos y con otros como si fuera Nobel de la Paz, me pregunto cómo puede ser así una persona. Será todo lo bueno que se pueda ser como periodista, pero como persona no merece la pena. De hecho, he coincidido varias veces con él desde entonces y, siendo yo el dañado, le aparto la mirada. Como no soy creyente, no voy a andar con disimulos para no ir al infierno.
¿Lo pasaste muy mal esos meses?
Fatal. Desaparecí tres meses de la vida porque tenía un bajón de cojones. No llegó a depresión, creo, pero no veía tele, no escuchaba radio, no quería saber nada de este mundo porque no entendía que había hecho yo mal para verme así. Por suerte, me quedaba toda una vida por delante y vuelvo a dar las gracias a estas cuatro personas que, pese a que a Pedrerol le dejé tirado al principio en Punto Radio, me llamaron y me dijeron: "Iñaki, tú no te preocupes, tú conmigo". Y aquí sigo, gracias a ellos, pero el que me tenía que haber sacado del hoyo no lo hizo.
Aquí sigues gracias a ellos y a los médicos.
Sí, hace ya ocho años tuve un infarto. Estuve muerto y me reanimaron con varias descargas del desfibrilador, pero ahora estoy perfectamente. Gordo, pero bien. Tengo tanto que agradecerle a mis hijos, que han comprendido mis ausencias, y a mi mujer, que siendo la mejor periodista de la familia me ha comprendido, me ha ayudado y ha sabido soportar mi ego... Así que estoy empezando a adelgazar para intentar gustarle otra vez, se lo debo [risas].
Héctor Fernández: "Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente... y así me fue"

Héctor Fernández: “Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente… y así me fue”

Desde 2019, Héctor Fernández (Vitoria, 1979) ya no es periodista o, al menos, ha metido en el sótano esa faceta. Ahora es director general de By & For, la agencia de representación de Antoine Griezmann (entre otros), y asesor personal de Thibaut Courtois. Acaba de volver de Nueva Orleans, donde ha estado en la Super Bowl, no puede ocultar que está disfrutando y resulta difícil discutir el acierto de su decisión, pero antes de cruzar al otro lado fue estrella ("y estrellado", ríe) de la radio, uno de los más jóvenes en dirigir y presentar uno de los tres grandes programas deportivos nocturnos (‘Al primer toque’, de Onda Cero). Lo hizo hasta que el desembarco de José Ramón de la Morena le atropelló y empezó a hacerle pensar en otras aventuras.

¿Echas de menos el periodismo o estás en la gloria?
Estoy muy bien. Puntualmente aparecen las ganas de volver a hacer algo periodístico, pero se me pasan rápido. Siento que lo que tuve que vivir ya lo viví y cada vez que me apetece, pienso en lo que hice, me pongo un trozo de algún programa de entonces y con eso ya me siento reconfortado. Es un impulso efímero,
¿En qué momento dijiste: "Hasta aquí hemos llegado"? ¿Por qué lo dejaste?
Fueron un cúmulo de circunstancias. Principalmente que llegó un punto en el que sentía que mi vida, de manera orgánica, se iba hacia el otro lado y que así no podía ser leal con la empresa que me pagaba, que era Onda Cero. Yo estaba compaginando las dos cosas, periodismo y asesoramiento a deportistas, pero lo hacía sólo como amigo, sin cobrar un euro. Sé que hay muchos periodistas que han hecho eso durante toda su vida cobrando de las dos partes, pero eso implica ser juez y parte y no creo que sea ético, al menos a mí no me salía y yo no me sentía bien en esa posición. Para mí, ayudar a Antoine [Griezmann], Thibaut [Courtois] o Niko [Mirotic] no era una cuestión profesional, era amistad, pero al final manejaba información, sabía cosas que iban a pasar y no me sentía honesto con mi empresa al no contarlas. Evidentemente, jamás iba a ser desleal a mis amigos, pero tampoco podía serlo a una empresa que me había hecho todo lo que yo era como profesional y me había dado tanta confianza. Ese fue el punto principal para dejar el periodismo.

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¿No influyó que te quitaran el programa para dárselo a De la Morena?
Me puedo perder en cositas, detalles, tonterías que pasaron todo ese tiempo, pero yo tomé la decisión porque sentía que podía crecer profesionalmente yéndome al otro lado. Sí es cierto que quería ser yo quien tomara la decisión sobre mi futuro y me pesaba que la salida de ‘Al Primer Toque’ la decidieron por mí. Sentía que eso podía repetirse y no quería que me volviera a pasar.
Lo cierto es que pudiste decidir dejar el periodismo con 40 años, porque tu carrera había ido rapidísimo. Con 32 ya estabas al frente del programa estrella de una de las grandes radios.
Fue increíble porque a mí me gusta mucho visualizar lo que puede pasar para anticiparme y prepararme para no tomar decisiones precipitadas ni hacer el tonto. Bueno, pues con cuando tomaron la decisión de que sustituyera a Ángel Rodríguez, que es una persona a la que quería muchísimo personal y profesionalmente, no sirvió de nada esa preparación. Me cegué y no pensaba en nada más que en hacerlo. Ni en contratos ni en condiciones ni en nada. Me regalé. No renegocié nada, firmé lo que me presentaron porque era el sueño de mi vida. Cuando va pasando el tiempo te das cuenta de que igual no era tanto sueño, pero en ese momento era lo máximo a lo que podía aspirar. Luego, claro, descubres que cuanto más cerca de la cima estás, más cerca estás de que te quiten de ahí. Hay mucha más gente revoloteando a tu alrededor con una actitud más hostil que quiere tu sitio, pero en el momento fue increíble. Nunca podré estar suficientemente agradecido a Onda Cero por la confianza que me dio.
Eso es en 2012 y tú habías llegado a Madrid en 2006.
Sí, estaba en Onda Cero en Vitoria y me trasladan cuando despiden a Pipi Estrada. Llego a Madrid y la primera cobertura que me mandan hacer es la llegada de la selección tras ganar el Mundial de baloncesto. ¿A quién me encuentro allí? A Pipi. Me daba un corte de cojones y me dijo: "Pichón, la culpa no es tuya, es del hijoputa de tu jefe". Y yo me quería morir, claro porque, desde Vitoria, a Pipi, Alejandro Romero, Iñaki Cano o Corrochano, yo no los veía como compañeros sino como ídolos. Yo estaba allí con mi papel y mi boli para apuntar y aprender todo lo rápido que pudiera. Me habían traído para coordinar el fin de semana, ser una especie de alter ego de Javier Ares, pero la verdad es que era un absoluto inconsciente y no tenía ni puta idea de lo que iba a hacer. Así de claro.
Cuando te dan ‘Al Primer Toque’ sí tenías muy claro lo que ibas a hacer: un tipo de programa que no se hacía, más polideportivo, menos gritón, más fresco…
Para mí, claramente la apuesta tenía que ser esa, algo joven, diferente y puro. Igual la palabra no es puro sino inconsciente. Ninguno de los que formamos el equipo venía intoxicado por la experiencia de haber estado en otro programa de la noche. Me acuerdo perfectamente de que una de las primeras preguntas que me hicieron los jefes fue: "Bueno, ¿vamos a fichar a gente? ¿Qué firmas fuertes podemos ver por ahí?". Y respondí: "No, vamos a hacer contrato a todos los becarios". Me dijeron que estaba loco, pero es en lo que yo creo y lo que he hecho toda mi vida. A la hora de hacer equipos, apuesto más por la gente que quiere crecer y va a matar por ti que por la que te va a dar un salto de calidad inicial, pero no tiene esa implicación. Yo sabía que haciendo eso por ellos, ellos iban a estar conmigo. Eran buenísimas personas y podían ser muy buenos profesionales. No eran los mejores, pero no venían intoxicados por nada y yo quería hacer lo que creía sin dejarme influir. Apostamos fortísimo por eso y creo que salió bien.
Sin embargo, tras cuatro temporadas, te cambian por De la Morena, que era una superestrella y establishment puro.
Cuando se produce el cambio era un punto de inflexión en que la cadena tenía que apostar por hacernos crecer o ir a lo aparentemente seguro. Decidieron cambiar y apostaron por Joserra, pero si en ese momento la casa decide aumentar el presupuesto del programa y meter un par de cambios, el programa hubiera crecido. ¿Por qué? Porque todo aquello que se sembró esos cuatro años de ‘Al primer toque’, lo he recogido después yo personalmente. Onda Cero apuesta por mí y el beneficio no lo recogió la radio porque cuando empezó a llegar ya no estábamos.
¿Tu cercanía con las estrellas del deporte surgió ahí, por ese tono que usabas?
Sí. A partir del segundo año, cuando ya nos habíamos presentado y sabían lo que hacíamos, nos era muy fácil llegar al personaje. Eso también implicaba tomar decisiones que estoy convencido de que en otra redacción nos hubieran tomado. Yo tuve la oportunidad de entrevistar a un jugador que iba a confesar algo que iba totalmente contra su carrera, un tema de drogas, y estando ya con él decidí suspender la entrevista y llamar a Luis Villarejo, que estaba en el CSD, para intentar ayudar a esa persona porque tenía la sensación de que a le iba a destrozar la vida si le ponía el micrófono delante. Esas cosas se van sabiendo entre los deportistas. Por ejemplo, nos permitió conseguir la primera entrevista con Anna Tarrés en mitad de un tsunami terrible en el que yo le tuve que preguntar si había obligado a sus nadadoras a tragarse su propio vómito. Recuerdo que Brotons dijo esa noche en la COPE que habíamos pagado por la entrevista. Le mandé un mensaje dándoles las gracias por creer que teníamos tanta fuerza y tanta pasta [risas]. Lo hicimos a base de trabajo y de inconsciencia.
¿Cómo te enteras de que llega Joserra a sustituirte y cómo te lo tomas?
Mal. Me lo tomo mal porque me entero de que aquello se está tramando meses antes de que suceda y hay una sensación que cuaja en las redacciones que es cuando la gente te empieza a mirar con pena. Yo veía que aquello iba avanzando, que se estaban dando movimientos y nadie me decía nada. Hay un día que la empresa hace un comunicado interno que me llega sin que me hayan comunicado nada y en el que se habla de esos rumores dando por hecho que se va a hacer. Me sentó fatal y me enfrenté a mis jefes por enterarme así. Ahora lo veo diferente porque recuerdo una frase de Ramón Osorio [director general de Atresmedia Radio], al que tengo mucho cariño personal. Me dijo: "Estas cosas casi siempre se hacen mal". Luego, cuando me he visto yo en esa situación, he intentado que no sea así, pero he visto que tenía razón y muchas veces pasa. Ahora puedo llegar a entender cómo se hizo aquello.
¿Intentaste vengarte de alguna manera?
No, pero por mi inconsciencia pudo parecerlo. Días antes de dejar el programa, entrevisté a Clemente y me metió en un lío en directo terrible, porque dijo que se había enterado de que llegaba De la Morena y, teniendo en cuenta el cariño que se tienen, empezó a atacarle. Tuve que pararle cómo pude y no sé cómo salí de esa. Y el día que Onda Cero anuncia que ficha a José Ramón, estoy entrevistando a José María García para la revista Panenka y subo a las redes sociales una foto con él. De verdad que no hubo ninguna mala intención, pero, joder, Clemente y García, sus dos grandes enemigos. Qué inconsciente, tío. Y a pesar de todo eso, Joserra me trató de puta madre.
¿Te lo esperabas?
No, porque Joserra podía haber llegado a Onda Cero y haber dicho: "Este tío ya no pinta nada aquí". Porque además teníamos diferencias de criterio. Me echó bastantes broncas, discutimos, él no entendía algunas cosas que yo hacía y en otras yo creo que él no estuvo acertado, pero vi llegar a una superestrella y me encontré a un tío muy humano pese a todos los choques que tuvimos, que fueron más de los que yo hubiera querido pero me sirvieron para ver el Joserra auténtico. Si él no hubiera sido así, yo no le hubiera conocido. Creo que lo que más nos chocó de todo el proceso, tanto a él como a mí, es que hubiera tomado la decisión de venir a Onda Cero, porque saltó de un yate para subirse a una barca y creo que no lo calculó del todo bien. Tras el primer EGM, que subió pero no lo que esperaba, me metió en su despacho y me pidió perdón. Asumió que se había equivocado en cosas. Ese es Joserra.
¿No le conocías de antes?
Cuando empecé a hacer ‘Al primer toque’, le pedí a Mario Torrejón, que es mi amigo y estaba trabajando con él, que nos presentara porque tenía que conocer al puto amo de esto y saber cómo funciona. Quedamos a comer y mi conclusión fue que yo no podía ser como él. Jamás. Es un artista de la radio, un orfebre con una atención al detalle absoluta y con una presión… Yo no soy así, pero me gustó mucho conocerle y me ayudó. Luego en el reencuentro, con otras circunstancias, seguí viendo a un buen tío que entendía las cosas de una manera diferente a la mía. No era nada personal, era profesional: él era el que mandaba allí y quería las cosas a su manera. Lo que pasa es que a mí, como es normal cuando has mandado tú, me jodía que viniera otro a dar órdenes. A pesar de eso, me protegió, la primera entrevista que hizo en el programa fue a mí y cuando luego decide cambiar a Javier Ares en ‘Radioestadio’, me pone a mí. Es curioso porque fue allí donde sentí que estaba en mi sitio, que ese era el programa que yo tenía que hacer.
Y aun así, te vas.
Sí. Llegué y fue como ascender el Everest. Dije: "Vale, ya he subido, este era el sitio, es la hostia y ya me puedo bajar tranquilo". La gente no entendía nada, pero me fui lleno y feliz. De hecho, ahora me he dado cuenta de que toda mi trayectoria en la radio era para acabar allí y que me fui cuando tenía que hacerlo. Por eso, cero reproches. Ni a Atresmedia ni a De la Morena ni a nadie.
Lo que sí implicó vuestro final fue la derrota del intento de modernizar la radio deportiva nocturna. Ahora todo sigue en la línea que estableció Joserra hace 30 años. ¿Es lo único que funciona?
No lo sé, la verdad. Yo creo que nosotros funcionamos bastante bien, pero ahora está todo condicionado por el tema de no poder tener a los protagonistas. Es decir, si el protagonista del día es Baena porque ha renovado por el Villarreal, no te hablo ya de Madrid, Barça y Atleti, y no lo puedes entrevistar, ¿qué margen tienes para hacer un programa que no sea todo tertulia?
Ahora que estás al otro lado, ¿por qué el protagonista ya nunca está disponible?
Porque hubo un periodo de desgaste brutal en el que los medios vieron que no necesitaban hacer esfuerzos por llegar al protagonista porque con sus propios recursos podían hacer un programa que funcionara. ¿Y cómo lo hacen? Con el barullo, con el ruido, hablando de cosas superfluas y otras que, a veces, ni siquiera han sucedido. En ese momento, la crítica se vuelve superácida y los jugadores deciden que tienen sus recursos y sus canales para llegar a la gente y que tampoco necesitan a unos medios que sienten que les están tratando de manera injusta. Hay un punto de ruptura total.
Siendo eso cierto, ¿no tiene el futbolista la piel demasiado fina?
Puede ser, pero yo ahora les entiendo perfectamente porque les veo las 24 horas y no sólo las dos que juegan un partido. Cuando tú haces una crítica, tienes que ser consciente de que esa llega a una persona y esa persona la recoge y la procesa en un punto equis de su vida que tú, seguramente, no conozcas. Puede estar durmiendo mal porque tiene un bebé, porque el entrenador no le está dando confianza o por lo que sea. Hay mil circunstancias alrededor de la persona que hacen que en ese momento una crítica entre mejor o peor. Y es cierto que hay una parte que va con su trabajo, pero se han colocado auténticas dianas sobre ciertos jugadores con críticas muy duras y, sobre todo, en algunos casos absolutamente infundadas. Entonces, el jugador ha dicho: "Bueno, pongo aquí un muro, yo me distancio y tengo mis recursos para decir lo que quiera".
Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.

Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.ÁNGEL NAVARRETE

¿Es un punto sin retorno?
No lo sé. Creo que es probable que haya un punto en el que los medios y los deportistas puedan volver a entenderse porque todo son tendencias y la moda del ruido se acabará. La gente también se va a cansar de esto. De hecho, ahora me gusta ver a Pedrerol haciendo entrevistas personales porque, con la trayectoria que tiene haciendo el producto que hace, es un giro importante. Pedrerol ha decidido que una de las partes de su business es ahora sentar al mejor protagonista posible y entrevistarlo. Puede ser el inicio de un cambio.
Ya, pero Pedrerol es Pedrerol y tiene un acceso a esos protagonistas del que la mayoría carece. Por ejemplo, ¿cuántas entrevistas ha dado Griezmann desde que volvió al Atleti en 2021?
Ninguna.
¿Por qué?
Muchos factores. Estratégicos, al principio, y luego también hay que ver un poco como es la persona. Qué le gusta, en qué se siente cómodo, de qué cosas no quiere hablar… Y, sí, es cierto, en general no les apetece o desconfían. Pero eso puede cambiar si ven que el tono cambia. Yo es lo que siempre buscaba con las entrevistas en ‘Al primer toque’. Eran muy largas porque se buscaba el clima en el que el tío estuviera muy cómodo.
Te funcionó. Te llevas muy bien con los más grandes: Rafa Nadal, Pau Gasol, Fernando Alonso… ¿Cuál fue el secreto?
Ser insistente, pero respetuoso. Por ejemplo, a Fernando le insistí muchísimo, pero él había tenido alguna movida con Atresmedia y no lo lograba. Hasta que un día me escribe él por Instagram y me dice: "Te van a llamar porque lo vamos a hacer ya". Y me regaló un programa increíble en su museo lleno de gente. Él estaba entrenando en Barcelona, cogió un avión privado para la entrevista y estuvo agradable, simpático... Yo nunca podré agradecerles el regalo que ha sido poder tener ese tipo de conversaciones con ellos. Joder, con Pau hay un respeto mutuo y una admiración descomunal por mi parte porque hemos tenido vidas muy paralelas.
Varios de ellos te escribieron cuando se acabó el programa.
Sí. Rafa me escribió dos días después pidiéndome perdón por no haber escrito antes. Es la hostia [risas]. En ese momento que te sientes tan solo, tan mal y con tantas dudas sobre el futuro, que llegue un tío como Nadal y te diga "seguro que va a ir bien"... Buff, aunque sea una frase hecha le di muchísimo valor. Me escribieron también Iker Casillas, Iniesta, el Guaje Villa. Gente a la que tengo un cariño enorme y me lo devolvieron cuando más lo necesitaba.
Cuando coincidisteis en Atresmedia, se rumoreaba que Pedrerol quería ‘Al primer toque’. ¿Fue así?
Sí. No fue una convivencia fácil. Yo no entendí su llegada a Atresmedia porque opinaba que la línea transparente y tranquila del grupo se iba a alterar. Al final los que decidían tomaron esa decisión y, mira, obviamente fue acertada porque cuando un programa se perpetúa tanto tiempo no puedes decir que les están regalando nada. Pero esto es algo que he tenido que entender después, porque en ese momento yo era muy combativo con esa manera de hacer periodismo y lo suyo no me gustaba nada. Soy muy radical y creo que me equivoqué, que no tenía que haber sido tan talibán, aunque hay cosas que han hecho mal y que han hecho daño a la relación que hablábamos antes entre el jugador y los medios. La primera noche que llegaron, coincidimos en el comedor, nos dimos un abrazo y ya está, pero luego tuve movidas bastante serias con Quim Domènech, aunque ahora tenemos una relación muy buena. Al Pedrerol persona no lo conozco, solo he tratado con el profesional y en ese momento yo noté que había maniobras por detrás para ver qué cuota podía ganar. Me sentí atacado y me defendí, aunque me defendí con un palo y una piedra. Era una batalla perdida, pero ahora lo veo de un modo menos radical.
¿Cómo surgió esa relación con Griezmann y Courtois que te decide a dejar el periodismo?
Yo ya tenía una amistad muy grande con Mirotic y, cuando viene al Atleti en 2015, él ya es muy fan de la NBA y un día le cuentan que yo tengo un amigo jugando en los Bulls, que era Nico, y ahí se pone en contacto conmigo y se produce una conexión a partir de la cual ha venido todo después, una amistad que ha crecido hasta ser casi familia. Con Thibaut también hice una relación muy buena cuando él estaba en el Atleti. De hecho, en la previa de la final de Champions de Lisboa yo tuve juntos a Casillas y a Courtois, algo que ahora es inimaginable. Las relaciones fueron creciendo y, al final, decidí que trabajar con ellos era lo que quería hacer. Recuerdo que, por circunstancias de unos viajes, al último que le dije que me iba fue a Joserra y lo primero que me dijo fue: "¿Pero te vas por mí?". Me dio mucha ternura y, aunque le aseguré que no, volvió a llamarme un par de días después para preguntármelo otra vez.
Antes de irte de Onda Cero, fuiste la mente detrás de ‘La Decisión’, el documental en el que Griezmann acaba diciendo que no al Barça… producido por Gerard Piqué. ¿De verdad no sabíais cómo iba a acabar el asunto?
No teníamos ni idea. Todo está hecho con mucha inocencia y mucha inconsciencia, sin tener en cuenta qué dirán o qué puede pasar. Fue todo muy natural, pensamos que la gente iba a querer ver cómo un futbolista de élite toma una decisión así de verdad. Eso es lo más importante de esa historia, que es verdad, que todo lo que se ve ahí es real. Yo lo viví con mucha naturalidad y, también, con mucha tensión porque no sabíamos cómo iba a acabar la historia y sí que podía ser un problema para Piqué si, como pasó, Antoine decidía quedarse en el Atleti. De todos modos, esto lo ha explicado muy bien Gerard: hay un Piqué jugador y un Piqué empresario y el uno no condiciona al otro. Ya está. Él siempre ha tenido muy clara esta dicotomía y el que no lo ha entendido es porque no lo ha querido entender.
Al que sí perjudicó fue a Antoine, que fue un año más tarde al Barça y aún había gente muy dolida por el documental
Sinceramente, creo que todas estas cosas son mucho más naturales y menos conspiranoicas y tensas de lo que parece. Si alguien estaba molesto, se resolvió de una manera directa, tranquila y normal. No pasó nada. De verdad creo que fue un pelotazo y que cambió la forma de hacer comunicación en el fútbol español. Decían que lo habíamos copiado de LeBron James, pero es mentira porque lo que él hizo fue un programa en directo anunciando que se iba a Miami. Esto era otra historia. De hecho, la inspiración me la dio Derrick Rose, que estaba grabando una cosa con ‘The Players’ Tribune’ y, en mitad de la grabación, le llamó su agente y le comunicó que le traspasaban a los Knicks. Lo vimos y dijimos: "Esto es la hostia". Sigo pensando que lo fue y que se magnificaron una serie de problemas que no fueron tanto.
¿Cómo ves desde fuera el periodismo deportivo actual?
Está mal en el sentido de que a la gente ya no le interesa ir a perseguir historias. Va al consumo rápido, a la noticia anecdótica y hacer un mundo sobre ello. No hay un interés real en buscar el porqué de las cosas. ¿Por qué un jugador se comporta de una manera o de otra? No lo critico porque entiendo, y hablo de los programas de radio nocturna, que Manu [Carreño], Juanma [Castaño], Edu [Pidal] y Rocío [Martínez] hacen lo que el mercado de este momento demanda. Es que fui un absoluto trastornado porque me salí del mercado completamente. Me decían que tenía que ir a fiestas y a eventos porque no era un personaje EGM y yo no iba nada porque no me gustan los saraos ni el postureo, me siento incómodo y violento. El público ahora lo que quiere es debates con ruido y gente que diga una barbaridad y otro le grite que se calle. A mí no me gustaba eso. Me pasó tres veces en el programa y corté de raíz. Me salí del mercado completamente… y así me fue [risas]. Aunque me podía haber justificado con números porque hubo un momento en el que el EGM decía que éramos, de largo, el programa nocturno más seguido por los menores de 35. Joder, estábamos haciéndolo bien.
¿Aún te duele?
No, pero creo en lo que hacíamos. Buscábamos la historia, llegar a ese punto interior que la radio te ayuda por ecosistema a crear, un poco lo que se hace ahora con los podcasts, Era como crear minipodcasts dentro del programa y me encantaba hacer eso, pero no era lo que se buscaba en ese momento que ya estaban funcionando ‘Punto Pelota’ y, después, ‘El Chiringuito’ y los debates en las demás cadenas eran muy duros y con mucha más gente. No pasa nada, lo intentamos, lo disfrutamos y a otra cosa.
Vamos, que no vuelves.
No lo veo factible y ha podido pasar, porque he tenido ofertas, pero yo hablo con mis amigos y, joder, de verdad veo que la gente malvive en el periodismo. Siempre he sido un poco Robin Hood, nunca renegocié mi contrato pero sí el de la gente que trabajaba conmigo, y ahora lo veo desde fuera y es que hay gente que está consumiendo su vida por el sueño de hacer periodismo y la recompensa es casi inexistente. Además, ahora que estoy en el otro lado entiendo cosas que antes no entendía como que las noticias son sólo un eco, cuando se cuentan ya han pasado y suceden mil cosas de las que como periodistas haríamos un mundo y nadie sabe.
¿Te cuesta guardar esos secretos? ¿No te sale el colmillo del periodista ante la exclusiva?
No, para nada. He asumido muy bien mi rol y me siento muy cómodo en el segundo plano, sin tener que ser el que opinar de todo. Ahora soy Suiza, me llevo bien con todo el mundo, no tengo problemas con casi nadie y estoy en la gloria. Soy más feliz ahora que como periodista, esa es la verdad.
Enrique Ortego: "Me echaron de un periódico en un coche y de otro, por teléfono el día de mi cumpleaños. Ya nada me asusta"

Enrique Ortego: “Me echaron de un periódico en un coche y de otro, por teléfono el día de mi cumpleaños. Ya nada me asusta”

Enrique Ortego (Madrid, 1956) aparece con su tradicional pinta de despistado, de actor secundario del cine español, pero principal del periodismo deportivo de los últimos 50 años. Repasemos: ha escrito en ‘El Imparcial’, ‘Ya’, 'Diario 16’, ‘Marca’ (dos veces), ‘Claro’, ‘ABC’, ‘Sport’, ‘Mundo Deportivo’, ‘As’ (otras dos), ‘El País’ y, ahora, ‘Relevo ', y ha hablado en Radiocadena, SER, COPE, Onda Cero, Gol TV, Bein y La Sexta. Prometo que no me he inventado ningún medio. Como le debía sobrar tiempo, ha escrito los 15 libros oficiales del Real Madrid. "Puede que tenga el currículum más variado de la prensa española, lo que no sé es si eso es bueno o es malo", sonríe.

Eso te iba a preguntar, porque una vida así implica fichajes y despidos.
He tenido siete vidas. La gente siempre me dice: "Joder, qué bien, sigues trabajando con tu edad". Y sí, eso está muy bien, pero también he sufrido mucho. He disfrutado del periodismo, pero me he llevado un montón de disgustos: vi el cierre de ‘El Imparcial’, donde empecé del 77 al 80, y de ‘Claro’. Luego me pilló un ERE en el ‘ABC’ y, aunque me dieron varias opciones, opté por la salida. Y tanto de AS como de Marca también salí de una forma un tanto extraña. Al final siempre he caído de pie, pero todo lo bueno que he conseguido me lo he currado porque no ha sido fácil mi carrera. Mi vida ha sido muy movida y nunca he sido cobarde para cambiarme de proyecto. Donde más estuve fue en ‘ABC’, es el medio que más siento como mi casa porque fueron 17 años como redactor jefe y adjunto al director y siempre cumplieron lo que me prometieron.
¿Qué se te ha quedado sin hacer?
Diría que nada. He cubierto nueve Mundiales y nueve Eurocopas, he coordinado todos los grandes eventos y he sido muy polifacético en el sentido de no tener un género especializado. Me gusta tanto una crónica como una entrevista como una información. Y he sido un jefe muy de calle, de hecho cuando llegué a ‘ABC` puse la condición de que no me pensaba meter en una mesa como todos los redactores jefe, porque era mucho más joven y quería seguir escribiendo y haciendo cosas. No había soñado con ser periodista para quedarme en una redacción.

Para saber más

¿Siempre quisiste dedicarte a esto?
Sí. Estudié el antiguo Bachiller y cuando llegábamos a 4º había que elegir ciencias o letras. Nos hicieron unos tests y contesté que quería ser periodista deportivo, fui el único que especificó exactamente a qué se quería dedicar. En mi casa, cuando mi madre quería castigarme no me dejaba leer el ‘Marca’ y el ‘As’ ni ir al fútbol el domingo. Lo que pasa es que mi padre me levantaba siempre el castigo los domingos para que fuera con él.
¿A qué campo? Dilo, que siempre has sido escurridizo con esto.
Al Metropolitano, porque mi padre era muy del Atleti. También iba al Bernabéu con un familiar que era acomodador. Íbamos dos o tres horas antes del partido, me colaba, me aparcaba en un sitio, él se iba al vomitorio que le tocase y me recogía cuando se vaciaba el estadio. Así que todos los domingos iba al fútbol, a ver al Atleti o al Madrid, al que tocase.
Ya me estás regateando. ¿Eres del Atleti o del Madrid?
Soy del equipo que le venga bien que gane al medio donde trabajo. No niego que vengo de una familia atlética, pero no he tenido nunca problema para trabajar en cualquier sitio ni he ejercido de hincha de nadie. Como escribo los libros del Real Madrid, la mayoría cree que soy madridista, pero si he llegado hasta aquí sin entrar en ese barro de las bufandas, no voy a empezar ahora.
¿Cómo has compaginado ejercer de periodista con trabajar para un club?
Es que yo no considero que escriba libros de club. Es decir, cuando empecé a hacerlos, en 2008, fue justo en la época de mi vida que dejé de pertenecer a una empresa con una nómina y un contrato laboral. Era autónomo, se me se me ocurrió esa colección de libros de la historia del Real Madrid e, igual que hubiera podido proponérselo a una editorial, se lo dije a Florentino. Él me preguntó si eso no se había hecho nunca, le dije que no y le gustó la idea. Sólo le pedí empezar con uno de Cristiano Ronaldo, que acababa de llegar, porque pensé que eso ya ponía alto el listón de acceso que podía solicitar. Aceptó y, aunque Jorge Mendes se resistió, porque quería que pasara un año y hacer ellos su libro, José Ángel Sánchez le dijo que el presidente quería que el primero de esta colección fuera Cristiano Ronaldo y no hubo más que discutir.
¿Cuándo surgió tu conexión con Florentino?
En la Eurocopa del 2000, en Ostende, que es la playa de Brujas. España estaba concentrada allí y Florentino era candidato a la presidencia del Madrid. Joaquín Maroto le llevaba la prensa y le convenció de ir un fin de semana para conocer a todos los jefes de Deportes de los periódicos que estábamos allí. Hizo una presentación y, al acabar, se acercó a mí, me dio la mano y me dijo: "Yo te leo todos los días porque el ‘ABC’ siempre ha sido el periódico de mi casa". Y añadió: "Ah, y que sepas que el dueño de tu compañía me apoya en las elecciones" [risas].
Que te quedase claro.
Sí, me lo dijo en buen tono, pero me lo dijo. Ese fue mi primer acercamiento con él y es verdad que, a partir de ahí y durante años, le llamaba continuamente ante cualquier duda y él me atendía siempre. Lo llamaría cercanía o, mejor, confianza, pero no amistad. Yo sé lo que es la amistad y nuestra relación nunca ha llegado a tanto. Después, esa cercanía se me ha vuelto en contra en algún momento de mi vida, pero reconozco que me ha ayudado mucho con el tema de la colección. Es una experiencia tremenda poder escribir los libros de Cristiano, de Casillas, de Sergio Ramos, de Zidane, de Raúl, de Ronaldo, de Butragueño o de Gento y tener acceso a todos ellos.
¿Cómo reaccionan los futbolistas cuando necesitas que colaboren?
Las dos palabras que más he escuchado son "no" y "pesado" [risas]. Pero cuando asumieron que había que hacerlo, todos se abrieron, me ofrecieron su casa y me dejaron hablar con sus familias. El que más me sorprendió fue Zidane, que se lo leía todo, me aportaba detalles y me ayudó muchísimo. Al final, a todos les gusta verse en la portada de un libro.
¿Cuándo te perjudicó la cercanía con Florentino?
Lo sabes perfectamente, trabajabas allí. Pregunta directamente [risas].
¿Te refieres a cuando Alfredo Relaño te echó de ‘As’?
Sí. Hay que poner en contexto cómo fue mi llegada a ‘As’. Mi salida de ‘ABC’, en 2008, es un poco extraña porque el director me ponía como ejemplo de tío del periódico con presencia en otros medios, que no era muy habitual allí. Yo llevaba desde 1996 con De la Morena en la SER. Sin embargo, al volver de la Eurocopa me llaman, me dicen que va a haber un ERE y que necesitan rebajar sueldos como el mío, pero que quieren mantener mi firma. Me ofrecen varias posibilidades para continuar y, también, pagarme lo que me corresponde e irme a mi casa. Elijo esta porque sabía que iba a poder irme con Relaño a ‘As’.
Porque erais amigos.
Desde hace muchísimos años. Habíamos escrito juntos ‘Gracias, vieja’, la biografía de Di Stéfano y habíamos ido a la final de la Copa de Europa del 81 en París, Madrid-Liverpool, en su coche, que se estropeó a la ida y a la vuelta. Además, en el 96 cuando Prisa decidió fundar un periódico deportivo y se lo encargó a él, me eligió como director adjunto y me encargó que montara la redacción, me pasé la Eurocopa del 96, en Inglaterra, en la sauna del hotel fichando gente. Lo que pasa es que al final Prisa prefirió comprar ‘As’ en vez de montar uno nuevo, se quedó a su redacción y decidí quedarme en ‘ABC’, aunque sí me uní a la SER con José Ramón [de la Morena], que era parte de la oferta que me hicieron. Entonces, Relaño y yo llegamos al acuerdo de que si en un momento determinado de nuestra vida nos necesitábamos, nos llamaríamos. Y eso hice en 2008.
Y respondió.
Sí, en octubre de 2008 me lleva a ‘As’ de adjunto al director, un cargo de confianza, con contrato fijo y me encuentro una redacción en la que conocía a mucha gente y que se porta conmigo maravillosamente. La verdad es que era feliz, pensé que iba a estar allí mucho tiempo, pero pronto empieza a haber choques con el director por mi confianza con Florentino, con quien la relación de Alfredo no era buena. Y todo esto estalla en marzo de 2009 una comida con gente del Madrid. Era la etapa de Boluda, que vino a los postres, como presidente, pero ya se sabía que volvía Florentino. Estaban José Ángel Sánchez, Carlos Bucero, Pedja Mijatovic y, por parte nuestra, Relaño, Tomás Roncero, Pedro Pablo San Martín y yo. El caso es que empezaron a vacilar en voz alta con que, al volver Florentino, en ‘As’ iba a haber que empezar a llamarme a mí, que tenía mano, en vez de a Alfredo.
¿Y tú qué decías?
Nada, porque además veía que Relaño se iba mosqueando cada vez más, de hecho les dijo: "En ‘As’ mando yo. No manda ni Florentino ni este ni nadie". Ahí queda la cosa y volvemos al periódico los cuatro en el coche de Pedro Pablo. Alfredo iba donde Luis Moya y Roncero y yo, detrás. Se fue calentando otra vez con que a ver si se creen que Florentino iba a poner en su periódico un enlace, que "aquí sólo mando yo" y que yo estaba muy equivocado si pensaba otra cosa. Y de repente me suelta: "Bájate del coche, que estás despedido". Textual.
¿Te bajaste?
No. Le dije: "Mira, Alfredo, primero el coche no es tuyo y, segundo, no me puedes abandonar en un semáforo". Fuimos el resto del viaje todos en silencio, al día siguiente me llamó al despacho y me dijo que el tema de Florentino le ponía enfermo e iba a ser muy difícil trabajar así, nos dimos una tregua por Semana Santa y a la vuelta me despidió definitivamente. De todos modos, lo que más me duele no es que me echara de ‘As’, es que hizo que me echaran también de la SER.
Seguíais coincidiendo en ‘El Larguero’.
Claro, nos veíamos dos o tres noches a la semana y Relaño le comentó a José Ramón que le daba cierto remordimiento de conciencia verme después de haberme echado y que no estaba cómodo cuando me veía porque no le saludaba. Así seguimos unos meses hasta que un día me llamó De la Morena en persona y me dijo: "Quique, te tienes que ir de la SER porque Relaño dice que no quiere estar así". Me consta que José Ramón luchó mucho porque siguiera pero no hubo manera. Una de las cosas que he entendido con el tiempo, es que esa salida tan traumática de ‘As’ y la SER supuso que ya nunca volviera a tener un contrato laboral con una empresa. No me ha faltado el trabajo nunca, todo lo contrario, pero me pilla la crisis de la profesión y nunca vuelvo a tener una nómina. Tuve suerte y me he apañado bien como autónomo, pero me pudo joder la vida totalmente.
¿No lo habéis hablado en estos 16 años?
No. Estuve un año sin saludarle porque me mosqueó mucho. Hasta que en un cóctel de Navidad del Madrid en el que regalaban mi libro, vino y me pidió que se lo firmara. Como pasaba de montar una escena, lo hice y ahora, si nos vemos, nos saludamos, pero ya. No voy de víctima por la vida, pero, joder, pudo acabar con mi carrera.
Ortego posa para la entrevista.

SERGIO ENRÍQUEZ-VALERO

Sin embargo, encontraste trabajo de nuevo muy rápido.
Sí, a la semana de salir de ‘As’ me llamó Inda para empezar en ‘Marca’ y el mismo día que cogí el talón del finiquito de la SER, bajé por Gran Vía, cogí el autobús y, cuando voy en el 19, me llama Paco González y me dice: "Quique, me acabo de enterar, nunca te dije que vinieras a la COPE porque eras más hombre de José Ramón, pero ahora vente, no te vas a quedar en la calle". Y ese mismo día me fichó. Al final creo que la gente de la profesión me quiere, eso es un lujo porque esta profesión a veces es muy cainita y hay gente a la que has ayudado mucho que te traiciona, pero he hecho muchísimos amigos. Tengo hecho hasta un once de la profesión con gente que admiro y quiero.
¿Quiénes son?
4-2-3-1. Axel Torres; José Miguel Mata, Óscar Campillo, Carmelo Ruiz, Kike Gozalo; Paco González, Edu García; Pepe Sámano, J.J. Santos, Orfeo Suárez, y De la Morena. Tengo hasta banquillo: Miguel Rico, Manolo Lama, Roberto Palomar, José Luis Carazo, Eduardo Torrico y Luis Nieto. Y de entrenador, José Ángel de la Casa. Seguro que se me olvida algún lesionado. Llevo trabajando desde el año 77, al final he conocido a mucha gente.
En ‘Marca’ pasaste una etapa muy larga.
Sí, casi diez años con contratos bianuales. Tengo un episodio curioso con [José María] García del día que me ficharon.
Cuenta.
Siempre había tenido una relación muy extraña con él porque, durante mucho tiempo, tres noches a la semana decía públicamente en su programa que cómo era posible que [Luis María] Anson permitiera que yo trabajara en el imperio del monopolio, que un redactor jefe de ‘ABC’ nunca podía trabajar en la SER. Y me pegaba y me pegaba y me pegaba. Hasta que un día fui a hablar con Anson y le dije que, si de verdad era un problema para el periódico, dejaba la radio y me dijo que de eso nada, que para él y para la marca era un orgullo estar en la SER. Al final, García se aburrió y dejó el tema, pero a mí me preocupó. El caso es que el día que voy a firmar por ‘Marca’, me cita Inda en una cafetería de La Moraleja y él estaba allí. Se levanta de su mesa, nos da la mano y le dice: "Fíchale ya, hombre, que es uno de los mejores que hay en España". Y se fue. Pensé: "No tendrá cojones de creer ahora que me han fichado gracias a él". Sólo me faltaba [risas].
¿Qué tal fue la experiencia con Inda?
Estuve a gusto con él y, luego, con Campillo y con Juancho Gallardo, lo que pasa es que se fue complicando la cosa progresivamente: había menos dinero, me bajé el sueldo y, el 1 de diciembre de 2017, me llamó Gallardo y me dijo que no me iban a renovar el contrato porque ganaba mucho y no podían pagar esas cantidades. ¿Sabes qué día es el 1 de diciembre? Mi cumpleaños. Me han despedido de un periódico en un coche y de otro, por teléfono el día de mi cumpleaños. Ya nada me sorprende ni me asusta [risas]. Pero también me ha ayudado mucha gente. Esta peripecia que te cuento, sería imposible sin ellos.
¿Ha merecido la pena?
Sí, porque me gusta mucho mi profesión y me apasiona de lo que escribo. Soy un enamorado del fútbol, nunca he perdido eso. El juego me encanta y cada vez más. Soy un loco. La gente cree que tengo muy buena memoria porque escribo tantas historias del pasado, pero la realidad es que me preparo muchísimo cada una porque me encanta leer, investigar y recordar cualquier cosa que tenga que ver con el fútbol.
Habiendo vivido tanto, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor en el periodismo deportivo?
Sí, principalmente porque antes había dinero y ahora no. Mientras tenga trabajo, seguiré porque no puedo vivir sin esto, pero me da pena lo que veo alrededor. Muchas veces me quedo mirando a los periodistas jóvenes y pienso: "Joder, pobrecillos, no les pagan ni 700 euros, no les dan medios, no viajan, no tienen seguridad y aquí siguen esforzándose". Hay gente buenísima con una formación que nosotros ni soñábamos y sin oportunidad alguna de salir y mostrarlo. Antes, si quería escribir algo especial sobre el Milan, el ‘Marca’ me mandaba dos semanas allí. Me permitió conocer medio mundo y a Sacchi, a Pelé, a Di Stéfano… ¿Cómo no voy a estar agradecido? Pero todo eso se ha perdido ahora. Ahora no hay medios y el futbolista te ve como un enemigo, así que poco puedes hacer. Nosotros tuvimos muchísima suerte.
Algo malo habría…
De lo único que me arrepiento es de que no vi crecer a mi hijo, porque era un momento de mi vida profesional tan intenso que no supe frenar. Nació en el 86 y me pasé sus primeros años de viaje por el mundo. Lo lamento ahora, pero entonces no me daba cuenta.
¿Cuál de esos viajes es el que más te impresionó?
La tragedia de Heysel del 85. Desde donde estábamos, veíamos el caos pero no entendíamos la magnitud. Creíamos que todos esos bultos que veíamos en el suelo eran mochilas o abrigos, pero eran cadáveres. Obviamente aún no había móviles y los únicos teléfonos en el estadio eran los que llevábamos los periodistas para transmitir. Nos dimos cuenta de lo que pasaba cuando empezaron a llegar hinchas de la Juve y nos los quitaban para llamar a su casa: "Sono io, non sono morto" ["soy yo, no estoy muerto"].
¿Y tu personaje preferido?
Los cuatro que más he disfrutado conocer han sido Di Stéfano, Luis Aragonés, Luis Suárez y Vicente del Bosque. Me hubiera encantado juntarlos para comer. Y el quinto, Maradona, que siempre se portó de diez conmigo.
¿Con qué te quedas de todo este periplo?
Con la gente que he conocido y lo feliz que me siento todavía haciendo una crónica. Cuando crees que ya estás de vuelta de todo, aún encuentras una persona nueva que hace que merezca la pena todo este lío.
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