Las claves de la España campeona: un ‘big bang’ sincronizado de talento

Actualizado Martes, 16 julio 2024 - 00:27

Nadie les hubiera puesto en el once de mejores jugadores de la Eurocopa el 14 junio. Quizá sólo Rodri hubiera podido hacerse hueco. Del resto de futbolistas españoles podía esperarse un buen rendimiento, pero no que salieran de Alemania convertidos en estrellas. Y menos todos a la vez. Una de las claves del éxito de España es, precisamente, un big bang sincronizado de talentos que han ido repartiéndose el galardón de MVP en los siete partidos del torneo.

Alguno, como Lamine Yamal con 16 años, ha sido absolutamente inesperado. También Marc Cucurella, pese a los años de experiencia. De otros se venía esperando un paso al frente para convertirse en estrellas y saltar al mercado con una etiqueta con muchos ceros. Es el caso de Nico Williams, Dani Olmo o Fabián Ruiz. Los tres han desempeñado un papel indiscutible en sus clubes, pero han asombrado al continente con la camiseta roja. De hecho, el futuro del navarro y del catalán está por definirse, porque todo apunta a que cambiarán de aires.

Todos han dado su mejor rendimiento en el momento oportuno y en un escaparate que, en lugar de pesar, les ha impulsado. Ha ocurrido con veteranos como Laporte, cuestionado desde su marcha a Arabia Saudí, Carvajal, incombustible, o Nacho. Los tres se han hecho mejores en este campeonato. También Rodri, si es que eso era posible.

Un eje llamado Rodri

El mejor pivote del mundo, en palabras de Pep Guardiola, aún no había tenido su momento con España. Eclipsado por Sergio Busquets, vio cómo era reconvertido a central en el Mundial de Qatar porque nadie dudaba que había que hacer hueco en el once. El problema era dónde. Luis de la Fuente lo ha tenido claro desde el principio: eje fundamental en la medular. El resultado es que se ha visto al mejor Rodri y se ha activado el runrún de si debería ser Balón de Oro.

Junto a él, otro que ha subido del notable al sobresaliente. Fabián ha catalizado el juego, marcado goles y siendo una figura más esencial que en sus buenos momentos en el Nápoles o esta temporada, a pesar de ser un fijo de Luis Enrique. Con España se ha convertido en indetectable para los rivales, dejando imágenes como el regate a tres alemanes con un solo movimiento. Su futuro está en el PSG, certeza que no tiene Dani Olmo.

El Bota de Oro del torneo con tres tantos -galardón compartido con Harry Kane y otros cuatro trigoleadores- no va a continuar en Leipzig. Su brillante campeonato, en el que partió como suplente, ha marcado goles decisivos e incluso los ha salvado bajo palos, hace que su cláusula de salida, fijada hasta el 30 de junio en 60 millones, se considere muy ajustada a mercado. A su agente, el ex internacional Juanma López, se le vio el domingo en la grada de Berlín meditando ya sobre el futuro. Puede ser el Bayern, el Barça o incluso el City, pero Olmo saldrá de su actual equipo.

Una amenaza determinante

Quien también tendrá que definir su porvenir es Nico Williams. No le gustó al presidente del Athletic, Jon Uriarte, que le preguntaran al jugador por el Barça y la posibilidad de continuar junto a Lamine, pero su protagonismo en el mercado se antoja inevitable. Su temporada en San Mamés, con la Copa del Rey, ha sido brillante, aunque sólo ha descorchado en la élite durante la Eurocopa.

Eso mismo le ha sucedido a Cucurella, que será mirado de manera diferente en el Chelsea. Llegó a esta Eurocopa por las lesiones de Alejandro Balde y José Luis Gayà, encontrando el foco tras años en el Getafe y un fugaz paso por el Brighton. Menos horas de vuelo traía Lamine. Vio su talento Xavi Hernández y lo convirtió en titular indiscutible, como De la Fuente. Así se explica por qué su padre buscó al seleccionador durante las celebraciones para fundirse en un abrazo. En el Barça Lamine ayudó, pero en la selección se ha convertido en una amenaza determinante. Y aún no se le ve el techo. Es el diamante sobre el que Hansi Flick tratará de construir.

Hay actores más secundarios que también han desempeñado un papel imprescindible y ambos comparten equipo. Mikel Oyarzabal ha ejercido como relevo de Morata en una posición en la que le educó Imanol Alguacil y que le ha llevado a marcar un gol histórico. Su compromiso como capitán de la Real Sociedad le mantendrá en el club, algo que hay dudas de que ocurra con Robin Le Normand e incluso Mikel Merino, otro jugador que deja el histórico tanto en prórroga ante Alemania. El rendimiento ha sido tan perfecto que nadie ha perdido su momento de gloria.

Una selección en nombre de una sociedad: el 87,5% de los españoles se siente identificado con La Roja

Una selección en nombre de una sociedad: el 87,5% de los españoles se siente identificado con La Roja

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 20:45

La euforia por la selección, más allá de lo atribuible al éxito deportivo, encuentra su razón de ser en un grupo de jugadores que ha convertido la pequeña pantalla en el espejo en que se mira la sociedad española. Tanto es así que, según un sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO, el 87,5% de los españoles reconoce sentirse identificado con La Roja: uno de cada dos considera que los jugadores de Luis de la Fuente le representan "totalmente", otro 27% dice que "bastante" y el 11% ,"algo". Solo el 8% reniega de quienes se alzaron campeones de Europa.

Así, frente a la polarización y el ruido que acostumbran a inundar el debate público, la aventura de la selección en Alemania ha sido un oasis de consenso, incluso en los temas más polémicos. Que dos de las jóvenes estrellas de esta España, Lamine Yamal y Nico Williams, sean hijos de un marroquí y una ecuatoguineana y de dos ghaneses, respectivamente, contribuye positivamente a la cohesión social. Así lo consideran tres de cada cuatro ciudadanos, que apuntan a la diversidad de orígenes en la selección como algo beneficioso para combatir el racismo. Solo el 13% de los encuestados se opone a esta afirmación, una tasa que se eleva hasta el 17% entre los más jóvenes -18 a 29 años-. Además, ocho de cada 10 españoles están de acuerdo con que los jugadores puedan representar a un país diferente al de su nacimiento, una vez obtenida la nacionalidad. De nuevo, las generaciones más mayores se muestran más favorables a esta opinión: el 85% de las personas entre 45 y 64 años así lo apunta, casi 10 puntos más que en la franja anterior.

Con esto, "diversidad e inclusión" son los valores que elige el 24% de los españoles a la hora de definir al grupo que el domingo se alzó campeón de Europa, solo por detrás de "excelencia y esfuerzo" -el 26% considera estos como los más representativos-. Por detrás, la "competitividad", el "juego limpio" y el "orgullo por España", que solo el 6% de los encuestados sitúa en primer lugar.

Ya en términos deportivos, la victoria de la selección en el torneo continental ha sido una sorpresa para casi tres de cada cuatro ciudadanos, que reconocen que el desempeño de este grupo ha superado sus expectativas. A este respecto, las diferencias se acentúan según el género y la edad: La Roja ha conseguido más de lo esperado para el 78% de los hombres, frente al 69% de las mujeres, y las generaciones jóvenes presentan menor grado de sorpresa con el éxito alcanzado por el combinado nacional. Queda la duda de saber qué ha fallado para el 1,7% de los españoles que considera que el rendimiento de la selección ha estado por debajo de sus expectativas.

También parece haber consenso en la valoración de De la Fuente, pues más del 92% de los encuestados considera su desempeño en esta Eurocopa "bueno" o "muy bueno". Los más mayores se muestran especialmente eufóricos con el papel del seleccionador, con el 58% de quienes superan los 65 años otorgándole la máxima puntuación, frente al 43% de los menores de 29. Respecto a los jugadores, la opinión vuelve a ser bastante unánime: para tres de cada cuatro españoles, Lamine Yamal está en el top tres de futbolistas de La Roja. Completan el podio, aunque a cierta distancia, Nico Williams y Dani Olmo, elegidos entre los mejores por el 48% y el 43% de los encuestados, respectivamente. También tienen una posición destacada en el ránking Marc Cucurella (un 25% considera que fue uno de los tres top), Rodrigo Hernández (19%), Morata (18%) y Carvajal (15%).

Más allá de favoritos, de lo que no cabe duda es del calado social que ha tenido esta Eurocopa en España. El 87% de la población reconoce haber seguido el desarrollo del torneo, la mayoría de ellos a través de la televisión (96%), aunque con un importante papel de la prensa, la radio y las redes sociales, en las que uno de cada cinco se ha informado. Así, en casas, bares o plazas, La Roja ha sido centro de todas las miradas.

Ficha técnica

Universo: Personas de 18 y más años residentes en España con derecho a voto

Técnica de recogida de información: A través del Panel Sigma Dos by Trust Survey. Metodología online (CAWI) / RRSS.

Muestra: 1.628 entrevistas.

Selección de las unidades muestrales: En la entrevista telefónica mediante selección aleatoria de hogar y aplicación de cuotas de sexo y edad en la selección de la unidad última. En el caso del panel se ha aplicado asignación proporcional por sexo y grupo de edad. La distribución de la muestra ha sido proporcional por comunidad autónoma en ambas muestras.

Margen de error: El error de muestreo absoluto se puede acotar por ±2,4% para un nivel de confianza del 95,5%, y en el supuesto de variables con dos categorías igualmente distribuidas.

Fecha del Trabajo de Campo: 12 a 15 de julio de 2024

Realización: SIGMA DOS, S.L. Calle Velázquez 50, 6ª Planta (28001-Madrid)

Dirección técnica: José Luis Rojo Gil / Ignacio Javier Clemente Sierro

Españoles distintos divirtiéndose juntos

Españoles distintos divirtiéndose juntos

España ha ganado la Eurocopa e Inglaterra no, y estamos felices. Mariano Rajoy, filósofo estoico, tenía razón: en el fútbol y en la vida no sirve de nada ser un cenizo. Su precursor Séneca razonó el absurdo del pesimismo sostenido aunque experimentemos la desgracia, porque si el dolor es profundo no será duradero y si es duradero no será tan profundo. Gracias a los jóvenes héroes de Luis de la Fuente ahora sentimos una alegría que quiere durar, h

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España cierra en Berlín la hermosa epopeya de su cuarta Eurocopa venciendo a Inglaterra

España cierra en Berlín la hermosa epopeya de su cuarta Eurocopa venciendo a Inglaterra

Berlín no es Madrid, ni Viena, ni Johannesburgo ni Kiev. Ni falta que hace. Berlín es Berlín, y desde este domingo el nombre permanece ya para siempre en la historia de un país, España, como la ciudad donde la selección culminó una epopeya maravillosa, la de su cuarta Eurocopa, tejida desde la diversidad más bonita, desde la fe, ciega, en un imposible, desde la humildad, sincera, de quien se reconoce en el compañero, más allá de su color y el de su camiseta, desde la convicción, firme, de que el camino era el correcto, desde la seguridad, en fin, de que esto era real. Vaya que sí. España, la reina, recupera el trono de Europa 12 años después, nadie tiene más Eurocopas, cuatro, nadie la quiso más en Alemania, expulsando en su camino a cuatro campeonas del mundo, ganando los siete partidos, llevándose todos los trofeos individuales (el mejor joven y el mejor jugador) deleitando la vista unas veces y mordiendo los labios otras, como ayer, cuando desmanteló a Inglaterra en un cuarto de hora sublime, pero se levantó con la mandíbula firme del gol del empate. [Narración y estadísticas (2-1)]

España ha sido el equipo más completo, el mejor. Luis de la Fuente ha construido una familia que, además, observa el futuro con una sonrisa, pues los niños, los fabricantes del primer gol, son insultantemente jóvenes, y el corazón del grupo ronda los 27 años. Ríe hoy España y mira a los que nunca le dieron ni el pan ni la sal, pero los mira con el corazón limpio, sin reproches. España es campeona de Europa con todas las letras, nadie se ha acercado siquiera a ella desde el pasado 15 de junio, cuando debutó en este mismo estadio, en esta misma ciudad, Berlín, que no es Madrid, ni Viena, ni Johannesburgo ni Kiev. Berlín es Berlín, qué carajo.

El Olímpico vio a una selección madura, respetuosa, tranquila, con los niños sentados en el sofá sin pedir de comer en casa ajena, pero mirándose con la picardía de quien no va a aguantar mucho y termina levantándose sin permiso para coger una chuchería. Eso hicieron Lamine Yamal y Nico Williams nada más comenzar la segunda parte, desmontar el partido con una trastada, y de ahí nació el partido que enseñó, escrito está, todas las versiones de este equipo: la brillante, hasta el empate, y la madura, desde él, para levantar el trofeo con una sonrisa mestiza, millenial, una sonrisa que reconoce al diferente como igual, una lección de fútbol, y de vida, para todo un país.

Enredados en la tensión

En fin, que el saque de inicio correspondió a Inglaterra. El balón fue directamente a Pickford sin pasar por nadie, y el portero del Everton mandó una pelota larguísima que salió por línea de fondo. Ese saque lo hizo España en corto, de Unai Simón a Le Normand, y la jugada salió limpia para morir, como todas las de la primera parte, en la maraña que los ingleses montaron en el balcón de su área. Fueron las dos primeras jugadas del partido, algo así como una presentación de intenciones.

Dos no se pelean si uno no quiere, y como hubo uno que no quiso, pues no hubo pelea en la primera parte. Inglaterra salió a que no pasara nada. Pero nada era nada. Ella estaba dispuesta a no atacar, y se metió tan atrás que impidió a España hacerlo. Enredados los dos equipos en la tensión propia de una final, en lugar de un partido de fútbol aquello devino en una partida del Risk, por no recurrir al tópico del ajedrez. Cada movimiento de España era contrarrestado por Inglaterra. Southgate empleó a Foden para perseguir a Rodrigo, y a Mainoo para atosigar a Fabián. Rice vigilaba con el cogote los movimientos de Dani Olmo.

Como quiera que los extremos no podían recibir en ventaja, la cosa se atascó de mala manera. No hubo que contabilizar ni una sola parada de los porteros. España tuvo más el balón, sí, pero fue para nada, mientras que Inglaterra se fue acomodando en esa monotonía en la que metió la noche. Ninguno de los entrenadores había inventado, quizá no había que hacerlo (Southgate metió a Saw en lugar de Trippier, pero vaya), y ninguno de los jugadores quiso pasar a la historia como el tipo que se equivocó en una final. Jugaron todos con miedo, agarrotados, y de ese modo salió un tostón muy serio hasta el descanso.

Nico Williams festeja el 1-0 ante Pickford.

Nico Williams festeja el 1-0 ante Pickford.AFP

Inglaterra no quería jugar, y España no quería arriesgar, confiada en que el paso de los minutos validase el día más de descanso que había tenido por jugar su semifinal el martes. El partido, así las cosas, necesitaba que ocurriese algo. Lo que fuera, algo que agitase las cosas en cualquier dirección. Y lo que ocurrió fue que Rodrigo se marchó llorando al vestuario, lesionado, y el faro de España se quedó sin luz. En su lugar apareció Zubimendi, en otra demostración más de que, si falla el titular, aquí juega el suplente. Sin más. Pero claro, en el caso del mejor mediocentro del mundo, la baja podía ser más grave.

No dio tiempo a reflexionar mucho sobre ello pues a los dos minutos llamaron a la puerta los niños con el ímpetu de quien quiere jugar a la pelota en el parque. La cogió Lamine en su banda, tiró la diagonal hacia dentro amagando con la cintura, atrajo la basculación de los ingleses y descargó, justo a tiempo, para la llegada de Nico, que cruzó abajo, imposible para Pickford y sus florituras. Pudo sentenciar Olmo un minuto después, con Inglaterra grogui, pero el caso es que lo que necesitaba el partido, ya había ocurrido, y encima había sido bueno para España.

Ya por delante, la selección, claro, empezó a jugar más suelta y mereció sentencia. Quitó Southgate a Kane, inmóvil, pero el cambio que le dio la vuelta al partido fue la entrada de Palmer. En una mala salida a la presión de Cucurella, Inglaterra armó su mejor ataque y un disparo incontestable del futbolista del Chelsea igualó el partido a falta de 20 minutos, ya con Oyarzabal por Morata en el campo. Pero esta España es mucha España. Agarró de nuevo la pelota, tranquilizó al personal y fue acumulando ocasiones hasta que Cucurella, un catalán que vive en Londres, encontró a Oyarzabal, un vasco sin complejos, para poner el punto y final a una preciosa historia de amor por el fútbol y por la vida. La vida de todos para todos. La vida en España.

Los Beatles cantan en español

Los Beatles cantan en español

El impacto que produjeron los Beatles en la sociedad británica de los sixties, los años 60, anclada en muchos sectores en los principios victorianos, fue como un movimiento sísmico, similar al que, al otro lado del Atlántico, provocaban los golpes de cadera de Elvis Presley. La razón estaba no sólo en el talento y la creatividad del grupo de Liverpool, también en la irreverencia y rebeldía que tanto tienen que ver con el inconformismo de la juven

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La catarsis para los demonios de Álvaro Morata

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 00:06

El 29 de junio de 2008, Álvaro Morata vio a Iker Casillas recoger el trofeo que reconocía a España como campeona de la Eurocopa a través de una pantalla gigante instalada en su barrio. Tenía 15 años y acababa de salir de la cantera del Getafe para firmar por el Juvenil B del Real Madrid. Por entonces, el mero hecho de imaginar que él podría alcanzar algún día ese privilegio suponía casi una quimera. Igual que el 1 de julio de 2012, cuando La Roja conquistó su tercera corona continental en Kiev. Morata jugaba ya en el Castilla y José Mourinho lo había hecho debutar con el Real Madrid. Dos años después, en noviembre de 2014, Vicente del Bosque le hizo vestirse por primera vez la camiseta nacional. Liderar a la selección y recoger como capitán la Copa Henri Delaunay seguía siendo una aspiración casi inalcanzable. Esta noche, en el Olímpico de Berlín, Morata podrá hacerla realidad para, quién sabe, completar un círculo y decir adiós. Ese es, a día de hoy, su plan.

La despedida supondría la catarsis que Álvaro necesita. Su condición de capitán la ha asumido con una responsabilidad que le ha hecho ganarse al vestuario. Ejerce como padre de los jóvenes y se sabe el centro de las críticas que evita a los demás. Eso fuera del campo, porque dentro tiene más galones. Es el cuarto goleador histórico de la selección, con mejor promedio que Raúl y Fernando Torres. Suyo fue el primer tanto de España en el torneo. Ante Croacia, en el minuto 29. Y aunque no ha vuelto a marcar, sigue siendo vital para Luis de la Fuente. En él empieza el trabajo defensivo del grupo, en sus recuperaciones y en su presión.

«Corre por los tres», admitía Dani Olmo. Esos tres son él mismo, Nico Williams y Lamine Yamal. Al tridente de ataque les hace las coberturas, les arrastra defensas y les abre espacios. Ese trabajo se lo reconoce hasta una leyenda inglesa: Gary Lineker. «Son demasiadas críticas. Es muy difícil jugar de '9'. La gente no lo entiende, porque hay que trabajar mucho, jugar para el equipo... Creo que Morata es importante para este equipo. Quizá no marca goles, pero hace un gran trabajo», puntualiza. De nuevo, como diría el propio Morata, se le respeta más fuera que en España.

«prácticamente entre lágrimas»

Permeable a la crítica que le acompaña casi en toda su carrera en LaLiga y con la selección, arrastra en esta Eurocopa el peso de una responsabilidad autoimpuesta. No concibe el fútbol, ni la vida, de otra manera. «Acaba el partido prácticamente entre lágrimas. Más comprometido no puede estar», revelaba hace unos días Dani Vivian. Dos muestras de ello fueron el temor de perderse la semifinal ante Francia, por una tarjeta amarilla que no registró el árbitro en el acta, y la mismísima final, tras el golpe involuntario de un miembro del staff. A este compromiso, su verdadera motivación sobre la hierba, se suma otro factor: la emoción.

Hace unos días, Morata confesó en EL MUNDO que medita dejar la selección. Una reflexión que le ha generado infinidad de críticas. Enésima prueba de que vive permanentemente en el ojo del huracán. Intentarán convencerle de que no lo haga, empezando por los compañeros, pero vive todo como si fuera la última vez. De ahí nacen las lágrimas.

«Prestar atención a muchas cosas»

«Es pura emoción. Cuando me sustituyen soy un aficionado más, como los padres de los jugadores que lo ven desde la grada», asegura en una entrevista a la UEFA. Durante esa misma charla admite también que aún no ha tenido tiempo de «disfrutar» del torneo. Y eso que ha llegado a la final y puede ser el hombre que alce el título, otra foto para la historia del fútbol español. Él lo puntualiza: «Tienes que prestar atención a muchas cosas. Ya habrá tiempo para divertirse y ser feliz».

Por eso, para Morata la final puede tener un efecto catártico, liberador de los demonios que ha ido acumulando durante años. Cuando ha sentido más el puyazo de la crítica que el reconocimiento. Con su futuro pendiente de resolver, Morata quiere meditar su adiós a España con una copa que nadie cuestione.

Una maravilla de Yamal obra la remontada ante Francia y conduce a España a la final

Una maravilla de Yamal obra la remontada ante Francia y conduce a España a la final

En una semifinal de Eurocopa, contra el equipo más poderoso del mundo en lo físico, finalista en los dos últimos Mundiales, España salió, vio cómo le metían un gol, se sacudió el polvo de los hombros, silbó, aceleró para marcar dos goles, remontar, y luego decidió que allí, en una semifinal de Eurocopa, con una hora por delante, ya no iba a pasar nada más. Como si fuera su potestad elegir los caminos de los partidos, también los de una semifinal de Eurocopa, como si dispusiera de un mando a distancia para darle al play, y luego al pause, y luego hacia delante, y luego hacia atrás, y luego al stop. España, en una semifinal de Eurocopa, gobernó la noche como le dio la gana, decidió lo que ocurría y lo que no, y agarrada al maravilloso descaro de un niño de 16 años, dueño de un gol estratosférico, le dio la vuelta al tanto francés y echó la persiana. Hasta aquí, dijo. Y hasta ahí. Luis de la Fuente y su muchachada han llevado a España a su quinta final continental, a las puertas de un título impensable hace no mucho, posible, probable, hoy. En una semifinal de Eurocopa, hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Esta es España. [Narración y estadísticas (2-1)]

Para saber más

Para saber más

Una España nacida de la desconfianza, forjada en la ignorancia, cuando no en la mofa, de una parte de la afición, que miraba con displicencia a un grupo de jugadores que permaneció callado, cabizbajo, rumiando, eso sí, algo parecido a una venganza, agarrados todos ahí dentro a la esperanza de darle la vuelta a todo y poner al país a sus pies, un país obligado hoy a reconocer el trabajo y el talento de un grupo humano que, más allá de lo que ocurra en la final, se ha ganado el respeto que hasta ahora no tuvo. Honor para España, finalista de la Eurocopa. Y honor para Lamine Yamal, el niño de 16 años, hijo de inmigrantes, que personifica esta nueva realidad española, tan diferente, tan cambiante, tan rica.

A estas alturas de torneo, los jugadores no entrenan. Ni españoles ni franceses habían hecho nada desde el viernes, cuando obtuvieron el billete a la semifinal. De hecho, se intuía un partido calmo, con los dos midiendo muy bien sus esfuerzos y los del rival. Sin embargo, en este juego de detalles que es el fútbol, y más llegados a este punto del torneo, Francia se puso por delante poco después de que lo hubiera podido hacer España. Fabién envió alto un cabezazo que parecía fácil, pero Kolo Muani sí acertó. No habían pasado ni 10 minutos y Francia estaba por delante casi sin haberse desperezado, y además Jesús Navas con amarilla por frenar una contra con pinta de 2-0.

Como quien se levanta de la siesta

Era la segunda vez que la selección estaba por detrás en el marcador. La otra vez fue contra Georgia. Y claro, Francia no es Georgia. O sí, porque lo que ocurrió desde ese momento es muy difícil de explicar. Cuando encajó, España mantuvo la calma. De hecho, tardó bastante menos en empatar, y no necesitó ni de coraje, ni de empeño, ni de suerte, ni de una jugada maravillosa. Bastó que un crío que acaba de aprobar la ESO cogiera la pelota, levantara la cabeza y pusiese en órbita un disparo maravilloso. Lamine Yamal es un niño, un puñetero niño que juega como un mayor, que levanta la cabeza, que pasa, que centra y que, sí, también regatea, pero que, ante todo, juega al fútbol como los dichosos ángeles.

La parábola de su disparo, inalcanzable en diez vidas de Maignan, catapultó a España, un equipo en trance que, cinco minutos después, se adelantaba porque Dani Olmo hizo un quiebro delicioso a Upamecano cazando el rebote de un centro. Su tiro, que iba a portería, lo desvió Koundé por si acaso, como para asegurarse de que entraba sí o sí. Había remontado España como quien se levanta de la siesta. Aguantó a pie quieto los intentos franceses, que no fueron pocos en la primera parte. El equipo de Deschamps trató de hacer daño a España en dos facetas: los cambios de orientación y las jugadas a balón parado.

Olmo festeja el 2-1 en Múnich.

Olmo festeja el 2-1 en Múnich.AFP

Mbappé, sin máscara, fue menos Mbappé que Dembélé. El ex futbolista del Barça molestó a ratos a Cucurella, y Nico Williams tuvo que ayudar lo suyo ahí. Navas, entretanto, en el duelo que se presumía tan desigual, se mantuvo con bastante más que dignidad hasta su lesión. Al equipo, en algún momento, le costó llegar a la presión porque las piernas están como están, y eso permitía a Francia encontrar alguna vía, sin éxito.

Jugar a que no pase nada

De modo que España, la España donde De la Fuente se limitó a poner a los suplentes de los sancionados y lesionados, ni más ni menos, llegó al descanso por delante y confiada, consciente, más que nunca, de la diferencia física con su rival. Era el momento de no ir al choque. Había que jugar a otra cosa. Había que jugar, por ejemplo, a que no pasara absolutamente nada.

Eso fue lo que hizo España a la vuelta del descanso, buscando trastear con la paciencia, y el físico, del rival, y al rival, claro, cuando le toca proponer, suda tinta. No pasaba nada, ni bueno ni malo, así que Deschamps quitó del campo a Rabiot y a Kanté para meter a Griezmann y a Camavinga. Mbappé ya era delantero centro, porque también se fue Kolo Muani para dar paso a Barcola, que se instaló en la izquierda. Para desgracia de Deschamps, siguió sin pasar nada.

España jugó toda la segunda parte como si fuese el tiempo de descuento. No hizo mucho por atacar, pero como tampoco le hacían daño, fue dejando pasar el tiempo en un ejercicio de madurez algo inquietante. Tanta tranquilidad en una semifinal de una Eurocopa asusta. De la Fuente debió pensar que no fueron tan buenos los cambios contra Alemania, y sí, metió a Merino y Oyarzabal, pero dejó en el campo a Nico y a Lamine por si acaso. Deschamps echó mano de Giroud como quien reclama al Cid, pero allí seguía sin pasar nada. En una semifinal de Eurocopa, hasta España pitó el final del partido.

Lamine Yamal, el Mbappé que viene

Lamine Yamal, el Mbappé que viene

En el país de los enfrentamientos, eso no ha cambiado, un grupo de futbolistas vuelve a sacar a la gente a las calles sin señalarse. Ha pasado poco tiempo desde que otros lo consiguieron, porque 12 años no es nada, pero olvidamos pronto lo bueno para revolcarnos en la ciénaga. Esta selección no se parece a aquella. No imprime estilo, no la dirige un líder moral, no es dependiente del duopolio Madrid-Barça, por mucho que en su mascarón de proa rum

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La ‘Generación Z’ se pega a la tele por España: de la emoción a la identificación con Nico y Lamine

Actualizado Lunes, 8 julio 2024 - 23:04

La Eurocopa ha enganchado a una Generación Z que parecía desengañada con el fútbol. Las audiencias reflejan que, en todo el continente, el público joven se está pegando a la televisión durante el torneo. Las cifras globales indican que ha habido un incremento de un 10% en la cuota de pantalla de los partidos con respecto a la edición de 2020 entre los jóvenes de 18 a 24 años. En el caso de España, la emisión en abierto y, sobre todo, la irrupción de jugadores como Lamine Yamal y Nico Williams, con los que esta generación se identifica plenamente, han sido claves.

Si hace dos años un estudio de la European Club Associations (ECA) arrojaba que dos de cada cinco jóvenes entre 16 y 24 años no tenían interés por ver un partido de fútbol en televisión, el pasado viernes, los cuartos entre España y Alemania batieron récords. Ante la pantalla de La1, con la narración de Juan Carlos Rivero, se congregaron 11,7 millones de espectadores, con una audiencia media del 67,9%, que se disparó durante la prórroga hasta el 71,8%. Se trata de la mayor cuota de toda la década. Fue lo más visto en todas las comunidades autónomas, con especial seguimiento en Murcia (78), Castilla y León (78), Madrid (77,1) y Baleares (74).

De estos espectadores, ocho de cada 10 (82,3%) se encuadraban en la franja de edad entre los 13 y los 24 años. España ha sentado ante el televisor a quienes no tenían especial interés por el fútbol. La magnitud de estas cifras se puede comparar con un evento de gran interés para las generaciones más jóvenes, como es Eurovisión. La edición de 2024, también emitida en La1, fue vista por 4,8 millones de espectadores y una cuota media de pantalla del 41,8%, que se elevó hasta el 52,1% en las votaciones. Pero en la franja de edad entre los 13 y los 24 años fue del 66,3%, muy lejos de los datos registrados por la selección.

«Hablan su lenguaje»

Aunque no hay datos de seguimiento auditados por las empresas de medición de audiencias, la King's League es otro de los fenómenos que, a través de redes sociales, tuvo un pico de seguimiento de dos millones de espectadores, cifras superadas en la Eurocopa.

¿Por qué este giro en las preferencias de consumo audiovisual durante este campeonato? Al fútbol le faltaba atractivo para las generaciones más jóvenes, acostumbradas a mayores impactos. En un campeonato de Liga, hay pocas sorpresas y apenas un puñado de aspirantes a los títulos. Eso, en el lenguaje juvenil, se traduce en poca emoción, más allá de cuál sea el formato de la competición y si la emisión es en abierto o en cerrado.

Sin embargo, en un torneo como la Eurocopa hay emoción y aparecen otras variantes, que en España tienen nombre y apellido: Nico Williams y Lamine Yamal. «Que los más jóvenes puedan seguirles e interactuar con ellos es un factor de proximidad e identificación fundamental. Hablan su lenguaje», advierte Àlvar Peris, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universitat de València.

«Repunte de la identificación»

Sólo hay un futbolista en España ajeno a todas las redes sociales, Rodri, pero es una rara avis en un mundo donde exhiben su trabajo -y sus patrocinadores- y en muchos casos sus vidas. En el caso de Williams y Yamal, lo hacen con una naturalidad que atrapa a su generación. La complicidad que han desarrollado, sus juegos infantiles en el campo, sus bailes en TikTok y hasta la forma que se expresan -del bro al padreo- atraen a sus iguales, que se sientan ante la tele a verles jugar con descaro, pero también con la expectativa de las reacciones que tendrán, que rápidamente se viralizan. «Sin duda podremos analizar con mayor precisión las razones de este atractivo en los próximos meses», apunta el experto.

Lamine Yamal y Nico Williams festejan el pase a semifinales.

Lamine Yamal y Nico Williams festejan el pase a semifinales.EFE

Peris menciona otro factor: «Hay un repunte de la identificación de los más jóvenes con España y la identidad española que puede reflejarse también en el seguimiento de los partidos de la selección», asegura. El «Yo soy español» hace que se pongan ante la pantalla quienes habitualmente ya no se han criado en la fan culture, porque los clubes de LaLiga llevan años olvidándose de crear afición entre los más jóvenes, convirtiendo a los aficionados sólo en clientes.

A la selección ese fenómeno aún no ha llegado y la fidelización, al menos en los grandes campeonatos, aparece de manera espontánea, aunque luego se diluya. Así viene ocurriendo históricamente. La etapa entre 2008 y 2012, con el triunfo en dos Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica, provocó una exhibición de la bandera nacional hasta ese momento sin precedentes. Los chicos de De la Fuente pueden volver a conseguirlo sumando a la generación que parecía perdida para el fútbol.

Fútbol es fútbol y política

Fútbol es fútbol y política

A Francia e Inglaterra les ha pillado la Eurocopa en plenas elecciones. No parece que, en general, a sus chicos (¿votaron por correo?) les interese, y mucho menos les preocupe, el tema. Mbappé, él sí, capitán de Les Bleus, instó a no votar a las extremas derecha e izquierda. Que sepamos o recordemos, ninguno de sus compañeros secundó su llamada, y eso que en el equipo hay mayoría de piel oscura. En la prórroga ante Portugal, todos los jugadores,

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