Aston Martin confirmó que Dan Fallows dejará su puesto de director técnico "desde noviembre", aunque permanecerá dentro del grupo hasta que se le encuentre un nuevo rol. El británico había llegado a la escudería de Silverstone en abril de 2022 procedente de Red Bull y construyó un coche con el que Fernando Alonso pudo subir ocho veces al podio en el Mundial 2023. Desde entonces, el monoplaza verde no ha vuelto a pelear con los mejores.
"Ha llegado el momento de que pase el testigo, pero espero ver el éxito futuro del equipo, que estoy seguro de que llegará pronto", comentó el ingeniero a través de un comunicado. El despido de Fallows se produce después de que el AMR24 se haya visto superado por McLaren, Ferrari y Mercedes. Tras 21 carreras, Aston Martin ocupa la quinta posición en el Mundial de Constructores, con 86 puntos.
De este modo, Fallows se marcha sin poder colaborar con Adrian Newey, que ya ejerció como su superior en Red Bull. De hecho, el fichaje del gran gurú de la aerodinámica podría haber acelerado su despido. El futuro de Fallows parecía sentenciado desde el pasado julio, cuando Lawrence Stroll, propietario del equipo, incorporó a Enrico Cardile como máximo responsable técnico.
A partir de ahora, los esfuerzos de Aston Martin se centrarán en el Mundial 2026, cuando Newey podrá exprimir su creatividad en el marco de una nueva normativa técnica. El ingeniero más laureado de la historia, de 65 años, comenzará a trabajar de forma oficial en marzo de 2025 al frente de las futuristas instalaciones de Silverstone, que incluyen la fábrica y el túnel del viento.
Dentro de tres semanas, Max Verstappen se proclamará campeón del Mundial 2024 si cruza la meta del GP de Las Vegas por delante de Lando Norris. En caso de que el piloto de McLaren quiera mantener alguna opción de cara a las dos últimas carreras, deberá sumar tres puntos más que el líder de Red Bull. En cualquier caso esa tarea se antoja una quimera a tenor del momento de Norris, que a última hora del domingo ya llevaba el desencanto pintado en la cara, al tiempo que Mad Max se permitía varias bromas con la prensa.
"Max era claramente más rápido que nosotros, así que creo que si [hubiera salido] desde delante, probablemente nos habría doblado. Nuestro ritmo era similar al de George [Russell], pero el Red Bull era mucho más rápido", admitió el piloto de McLaren, lógicamente decepcionado por su sexto puesto tras partir primero en la parrilla. De sus siete poles en 2024, Norris sólo ha sabido traducir tres en victorias (Miami, Países Bajos y Singapur).
En esta ocasión, la bandera roja provocada por un choque de Franco Colapinto en la vuelta 32, decantó la suerte de la carrera. "No hicimos nada mal. No me importa lo que diga la gente, quedarnos fuera no era lo correcto. No debería haber bandera roja, pero obviamente al final hubo un accidente que la provocó. Así es la vida, a veces. Te la juegas y les ha salido bien. No es talento, sino suerte", añadió Norris, en referencia a Verstappen y los pilotos de Alpine, los únicos que prefierieron mantenerse en pista y no pasar por el garaje.
27 años después
En esa decisión se dilucidaría la suerte de la carrera, que permitió a Esteban Ocon y Pierre Gasly lograr un hito para el automovilismo de su país. Desde el GP de España de 1997, dos pilotos franceses no subían al mismo podio. Aquel domingo nublado en Montmeló Olivier Panis (Prost Honda) y Jean Alesi (Benetton Renault) escoltaron a Jacques Villeneuve (Williams Renault) ante los micrófonos. La alegría en el box de Alpine, escenario hasta hace muy poco de una cruenta batalla entre sus pilotos, parecía más que justificada.
Aunque ninguna euforia tan llamativa como la de Verstappen, que salió del GP de Sao Paulo con 31 puntos, que incluyen su cuarto puesto de la sprint race y el bonus de la vuelta rápida. El segundo mejor botín del año para el holandés, sólo por detrás de los 33 del GP de China. En Interlagos, Mad Max sumó más puntos que el global de su compañero Sergio Pérez en las siete últimas carreras. La importancia de este paso para el cuarto título mundial se comprendía mejor observando y escuchando al holandés durante sus compromisos ante los micrófonos.
"Os agradezco que estéis aquí, pero no veo a ningún periodista británico. ¿Han tenido que salir corriendo al aeropuerto? ¿O no saben dónde es esta rueda de prensa?", preguntó Max con tono sarcástico, ante la carcajada general del auditorio. En verdad, de las ocho preguntas lanzadas al tricampeón mundial, siete correspondían a medios brasileños y la otra era del diario francés L'Equipe.
Hubo que esperar a última hora para asistir a la única buena noticia del domingo para Norris, sobre cuya cabeza recaía la amenaza de una hipotética sanción por "salir de la parrilla pese a que se había dado la señal de salida abortada. "El Director de Carrera inició el procedimiento de salida abortada indicando que los pilotos no debían abandonar la parrilla. Este mensaje era necesario ya que había un coche fuera de pista en la curva 4 (Lance Stroll) que debía ser recuperado. Aunque la señal se dio correctamente, el panel luminoso se encendió según lo prescrito y los equipos fueron notificados por el sistema de mensajería, el piloto abandonó la parrilla y procedió a dar una vuelta que supuso que era una vuelta de formación extra", explicaron los comisarios en su escrito.
Según el citado texto, rubricado por Gerd Ennser, Andrew Mallalieu, Johnny Herbert y Luciano Bur, Norris "precipitó la acción de los pilotos de la parrilla situados justo detrás de él", por lo que fue penalizado con una reprimenda y 5.000 euros de multa. Se da la circunstancia de que Russell y Liam Lawson también fueron investigados por este mismo episodio. Mientras el piloto de Mercedes fue penalizado con la misma sanción que la impuesta a Norris, el neozelandés de Visa Cash APP RB se libró de cualquier tipo de castigo.
No podía tener más cosas en contra. Una penalización de cinco posiciones por cambio de motor, una vuelta incompleta en clasificación por una bandera roja, un decimoséptimo puesto en parrilla, una carrera con lluvia, poca visibilidad, necesidad de adelantar, obligación de asumir riesgos y a su principal rival en la pole. Max Verstappen tenía frente a él, justo antes de empezar el GP de Brasil, un infierno, una pesadilla, un reto a su capacidad de
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Hubo escenas muy similares a las del GP de Brasil 2003, cerrado con aquel brutal accidente de Fernando Alonso, tercero en el podio. Una vorágine de desconcierto, un asfalto deslizante como el cristal y una serie de controvertidas decisiones de la FIA. En el GP de Sao Paulo 2024 se mezclaron de nuevo esos ingredientes para mayor gloria de Max Verstappen, que al fin acabó con su mala racha. 10 carreras sin victoria se antojaban demasiadas para el próximo campeón del mundo, que destrozó la moral de Lando Norris en Interlagos. Con 86 puntos en disputa ahora cuenta con 62 de ventaja.
Desde el GP de Japón 2005, con aquella remontada de Kimi Raikkonen, ningún piloto subía a lo más alto del podio tras partir decimoséptimo. Ese fue el nuevo registro de Verstappen para la historia de la F1. Norris, autor de varios disparates sobre el asfalto empapado, pasó de la pole a la sexta posición en la meta. Tras casi dos horas y media apretando los dientes, el tricampeón enseñó al aspirante cómo se gana un título, vuelta rápida incluida (1:20.472).
McLaren no pudo asomar siquiera a un podio completado por Esteban Ocon y Pierre Gasly. Un éxito sin precedentes para Alpine, que se lleva 33 puntos en una carrera, cuando en las 20 anteriores apenas sumó 16. El riesgo de su estrategia, retrasando al máximo la entrada a boxes, se tradujo en bingo para Oliver Oakes, su flamante team principal. También para Verstappen, beneficiario de esa misma bandera roja. El jaque mate de Mad Max.
"La espalda me duele mucho"
Lástima que a la épica de Interlagos no pudieran sumarse Carlos Sainz y Fernando Alonso. Tras su triunfo del pasado domingo en México, el madrileño se marchó de vacío, tras un accidente en la vuelta 40. Tampoco hubo razones para la sonrisa del asturiano, penúltimo de los 15 supervivientes. "Voy a acabar por nuestros mecánicos, que han hecho un trabajo increíble. Pero la espalda me duele mucho. El rebote del coche no es normal", subrayó el bicampeón por radio.
El desgobierno de la FIA se hizo palpable desde antes incluso de arrancar. Cuando Lance Stroll, camino de Descida do Lago, sufrió un trompo inadmisible para el que encontró un remedio aún más absurdo. Atrapado en la grava, la baja del canadiense se sumaba a la de Alex Albon, para quien Williams no pudo recuperar el coche dañado en la qualy. Los mecánicos de Ferrari también disponían de poco más de dos horas, así que bastante hicieron para que Carlos Sainz saliera desde el pit-lane.
El caos al que nos referíamos se concretó cuando los comisarios mostraron la señal de salida abortada. Norris, desde la pole, se puso en marcha sin la pertinente luz verde, mientras otros, como Valtteri Bottas o Max Verstappen, seguían en sus posiciones. «Aquí se han infringido todo tipo de procedimientos», le dijeron por radio al líder del Mundial. Los pilotos no sabían si iniciar otra vuelta de formación o mantenerse en la salida abortada. Para redondear el delirio, el incidente de Norris iba a resolverse una vez terminada la carrera.
Tras 17 minutos de espera, dio comienzo una carrera a 69 vueltas, dos menos de las programadas. Nada más apagarse el semáforo, el habitual error de Norris, incapaz de contener a Russell, que un minuto antes se había quejado de la fría temperatura de sus frenos. Por entonces no llovía, pero sólo los elegidos mantenían el rumbo sobre un asfalto tan deslizante. Verstappen, por ejemplo, ganó cinco posiciones en la primera vuelta. Unos metros más adelante, Sergio Pérez hizo un trompo que le dejaba como farolillo rojo.
De esa dualidad palmaria también sabían en Mercedes. El liderato de Russell, a un paso no demasiado rápido, contrastaba con los padecimientos de Lewis Hamilton. "La conducción es realmente mala. El coche rebota mucho", lamentaba el heptacampeón, que en las horas previas había disfrutado al volante del McLaren MP4/5B de Ayrton Senna. Una de las afrentas que hubo de soportar fue verse sin recursos ante un novato como Oliver Bearman, que ha sustituido a Kevin Magnussen.
Los colores de Haas volvieron a hacerse notar en la vuelta 28, cuando Nico Hulkenberg patinó de mala manera en la curva 1, desencadenando el virtual safety car. Un momento de singular importancia, acrecentado además por la lluvia, que multiplicó su intensidad. Norris aprovechó la tesitura para adelantar a Russell bajo una cortina de agua.
En un domingo tan delicado, Liam Lawson era uno de los hombres a seguir. Si el neozelandés había cumplido cediendo el paso ante Verstappen, cuando llovió de verdad volvió a recurrir a sus peculiares astucias frente a Hamilton y Oscar Piastri. Mientras tanto, una bandera negra frustraba cualquier opción de Hulkenberg. Justo castigo al modo en que sacó el coche de la curva 1, gracias al empujón de un par de comisarios.
Aún no se había cumplido el ecuador de la prueba cuando Franco Colapinto chocó violentamente contra las protecciones la última curva. La gota que colmaba el vaso de la FIA, que ordenó de inmediato la bandera roja. Por entonces, Esteban Ocon, Verstappen y Pierre Gasly, los únicos que no habían completado un pit-stop, rodaban en cabeza. Todos se apresuraron a bajar del coche en busca de cobijo, implorando por que amainase la lluvia.
Tras 20 minutos de espera, la salida lanzada iba a dejar impactantes estampas. La visibilidad era muy precaria, claro, pero Norris cometió otro error de cálculo, que le condenó a muchos metros por fuera. Verstappen esperó su momento para devorar a Ocon y Sainz acabó contra las protecciones de la curva 8. Otro safety car para ese último tercio de carrera, convertido en mero trámite para Verstappen.
Ni los rebufos en la salida, ni las insensatas artimañas de Max Verstappen, ni el bajón postrero de Charles Leclerc ante Lando Norris importunaron la victoria de Carlos Sainz en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Fiel a su espíritu, como un smooth operator, el madrileño condujo su Ferrari hasta la meta con una eficacia demoledora. Su segundo triunfo del Mundial 2024 resultó tan concluyente como el primero, allá por marzo en el GP de Australia.
Sin embargo, a diferencia de entonces, Ferrari perdió el doblete por culpa de Leclerc, incómodo desde el viernes, errático como en sus peores tardes. Mientras Sainz enarbolaba la bandera roja, el monegasco terminó perdiendo fuelle ante Norris. A su falta de ritmo se sumó un lamentable descuido a falta de ocho giros para la bandera a cuadros. Cuando Lando afilaba el machete, Charles perdía el control en la célebre Peraltada. Bajo un cielo encapotado, sin amenaza de lluvia, Sainz levitaba hacia la meta, sin que nadie le asomara su alerón delantero en las tres zonas de DRS.
El ritmo inabordable de Carlos, rodando con regularidad en 1:20, hizo de la victoria casi un trámite. Sólo se le escapó la vuelta rápida, anhelada por Norris y finalmente en poder de Leclerc (1:18.336). Aún pueden darse por satisfechos en McLaren, porque su jefe de filas descontaba 10 puntos a Verstappen. Un logro para el aspirante, que mantendrá viva la llama durante las cuatro últimas carreras.
Primer abandono de Alonso
Como era previsible, la recta se hizo eterna para Sainz, que tuvo que ceder paso a Verstappen, más ágil a la hora de soltar el embrague cuando se apagó el semáforo. Por la parte sucia, Mad Max llegó con algo de ventaja al vértice y no cedió ni un centímetro ante Carlos, obligado a una excursión por la pradera y a devolver la posición. Por entonces, el choque entre Yuki Tsunoda y Alex Albon hacía obligatorio el safety car.
Otro revés para el nipón tras su percance en la Q2 del sábado que había impedido cualquier mejora a Fernando Alonso. Algún margen, en las tandas largas, pudo intuirse a su Aston Martin durante los últimos libres. Con un Williams y un Visa Cash APP fuera de combate, había que seguir las huellas de los Haas. Sin embargo, en la decimosexta vuelta, los ingenieros de Mike Krack optaron por retirar el coche del asturiano, que venía avisando de los riesgos de sobrecalentamiento. Unas pequeñas impurezas taponaron el conducto de su freno delantero izquierdo. El primer abandono de 2024. Una lastimosa manera de festejar su 400º GP en la F1.
En la décima vuelta se desataron las hostilidades. Verstappen se las veía y deseaba para llegar con un hilillo de batería a final de recta, así que Norris se lanzó por el interior de la curva 4, metiendo el coche con casi un metro de ventaja. Sin miramientos, Max echó el candado como hace siete en Austin. Mucho debía de escocer la inferioridad al tricampeón, que traspasó los límites de la deportividad en la curva 8. Los comisarios penalizaron la primer maniobra con 10 segundos, por empujar a Norris, y la segunda con otros 10 por abandonar la pista y ganar ventaja.
Pérez, tampoco en casa
Un golpe a la línea de flotación de Red Bull. Su jefe de filas debería cumplir el castigo en su pit stop, de donde saldría noveno. Con 44 vueltas por delante, se reincorporaba penúltimo sólo por detrás de su compañero Sergio Pérez. Por entonces, la afición local se tiraba de los pelos ante la ineficacia de su ídolo, penalizado por colocar mal el coche en los tacos de salida y envuelto en un absurdo duelo con Liam Lawson.
Ante esta tesitura, McLaren hizo cábalas para Norris, que podría conformarse con un podio. Verstappen ni siquiera debía acercarse a Lewis Hamilton y George Russell, enzarzados en un pulso de exquisitas maneras. El liderato del Mundial de Constructores quedaba un poco más cerca para la gente de Woking gracias a la remontada de Oscar Piastri, quien tras partir decimoséptimo aún pudo incrustarse octavo entre los Haas.
Con 39 giros por delante, cuando cedía casi nueve segundos ante Sainz, Ferrari paró a Leclerc. Una vuelta más tarde, el líder cumplió en boxes con exquisita puntualidad. No hubo problemas para retirar los neumáticos medios y montar los duros. Desde el Foro Sol, miles de gargantas alentaban al español, que se sentía como en casa. Ese adelantamiento ante Verstappen había coronado un domingo de gloria para Sainz.
Lando Norris luchaba por adelantar a Max Verstappen y su gran oportunidad llegó a cuatro vueltas para el final del GP de EEUU. Entonces, el piloto de McLaren usó el DRS en la recta de atrás de Austin y se colocó por el exterior al acercarse a la curva 12. En ese momento, Verstappen frenó más tarde y ambos negociaron el giro a izquierdas casi rozándose, con el líder del Mundial ligeramente por delante al llegar al vértice. Sin espacio para más, ambos se salieron a la escapatoria. Norris, con aparente normalidad, completó la maniobra para ganar la posición. Pero sólo unos minutos después, los comisarios le impusieron cinco segundos de castigo que no sólo le alejaron del podio, sino que le apartaron, quizá de forma definitiva, de su lucha por el título.
¿Cómo justifica la FIA su sanción?
"[Norris] estaba adelantando [a Verstappen] por el exterior, pero no estaba al mismo nivel que [Verstappen] en el vértice", explicaba el escrito firmado por Garry Connelly, Loïc Bacquelaine, Derek Warwick y Dennis Dean. "Por lo tanto, bajo las Directrices de Normas de Conducción, [Norris] había perdido el derecho a la curva. En consecuencia, como [Norris] salió de la pista y regresó delante de [Verstappen], se considera un caso de abandono de la pista y de obtención de una ventaja duradera", desarrollaron los comisarios.
Asimismo, los jueces de la FIA quisieron detallar el motivo por el que no se habían decantado por un castigo aún mayor. "Se impuso una penalización de cinco segundos en lugar de 10, que es lo que realmente se prescribe. Esto se debe a que el coche número 4 [Norris] no tuvo otra opción que salirse de la pista, porque el coche número 1 [Verstappen] estaba muy cerca de él a la izquierda".
¿Hubo incidentes similares en Austin?
Durante la carrera, los comisarios impusieron también cinco segundos a Yuki Tsunoda y Russell, aunque en ambos casos por forzar a un rival hasta sacarle de la pista. Es decir, por un motivo que bien pudo haber costado una sanción a Verstappen. El japonés de Visa Cash APP expulsó a Alexander Albon en la curva 12, exactamente en el mismo punto que el británico de Mercedes lo hizo con Valtter Bottas.
Tanto con Tsunoda como con Russell, los comisarios justificaron su argumento de este modo: "Las Normas de Conducción establecen que, al adelantar por el interior, el conductor no debe forzar al otro coche a salirse de la pista y debe dejar una anchura justa y aceptable para el coche que está siendo adelantado. Esto no ocurrió en esta ocasión".
Asimismo, se da la circunstancia de que Verstappen ya había perdido un podio hace siete años en el Circuito de las Américas por culpa de un incidente similar ante Kimi Raikkonen. Entonces, Mad Max fue penalizado por ganar ventaja fuera de pista al intentar adelantar al finlandés en la curva 16.
¿De qué se queja McLaren?
"Hice todo lo que pude. Lo incorrecto es lo que hizo Max, que se ha defendido de más por salirse de la pista", relató Norris durante su atención a los medios televisivos. "Son las reglas, pero parece que cambian. Es bastante incoherente respecto a lo que sucedido en Austria, donde Max no fue penalizado y se salió de la pista, ganando ventaja", apuntó Norris, pasando por alto que su adversario sí fue castigado con 10 segundos en el Red Bull Ring, aunque ese tiempo no repercutiese, finalmente, en la clasificación de una carrera resuelta en favor de George Russell.
"Se trata de una medida precipitada. Sólo quieren tomar una decisión en caliente, para no alterar los puntos y los podios, pero deberían hacerlo después de la carrera", completó el íntimo amigo de Carlos Sainz. Por su parte, Andrea Stella, director de McLaren, tampoco perdió oportunidad de lanzar un dardo a la FIA. "Mi opinión es que los comisarios interfirieron en un bello espectáculo de automovilismo. Y lo hicieron de un modo inapropiado, porque ambos coches se habían salido de la pista", aseguró el ex jefe de Fernando Alonso en Ferrari.
¿Cómo se defiende Red Bull?
"Está bastante claro en el reglamento: no puedes adelantar por fuera de la línea blanca", argumentó, por su parte, Verstappen. "No tengo nada más que decir. Es doloroso, pero ese momento habíamos tenido una batalla realmente buena", relató el líder del Mundial, que había sufrido mucho con la falta de agarre de su RB20, un coche demasiado nervioso, subvirador y poco efectivo en las frenadas.
Cuando le preguntaron por si comprendía el razonamiento de McLaren, el tricampeón mundial replicó con un "no" de lo más tajante. "Creo que se quejan de muchas cosas últimamente", deslizó, en referencia a las reclamaciones de Zak Brown, CEO de la escudería de Woking, sobre el uso de un componente aerodinámico de Red Bull que considera ilegal.
Por último, Christian Horner, team principal de Red Bull, se limitó a definir el incidente como "duro", aunque perfectamente encuadrado en el Reglamento de la FIA.
Volaba Max Verstappen en busca del mejor crono en Austin, pulverizando los datos en el primer sector, pero un accidente de George Russell en la curva 19 impidió cualquier mejora, regalando la pole a Lando Norris (1:32.330). Tres horas antes, el líder del Mundial había destrozado la moral de su gran adversario durante la sprint race, así que Norris iba ya a la desesperada. Con 54 puntos de déficit, el chico de McLaren necesitaba reaccionar en el Circuito de las Américas. El mensaje por radio de Will Joseph, su ingeniero de pista, supuso el mejor de los presagios: "Confía en el coche. El tiempo llegará".
A Norris se le notaba más bien ansioso tras su grosero error ante Carlos Sainz en la última vuelta de la sprint race. Así que esta pole interruptus bien merecía ser celebrada en el garaje de Zak Brown. En la Q1, el aspirante al título ya cedía medio segundo ante Verstappen, mientras su compañero Oscar Piastri se dejaba ocho décimas. La siguiente criba fue más propicia, con Lando al frente de la tabla (1:32.851), limando 18 milésimas a la pole del viernes.
Por entonces, el único que parecía importunar a los favoritos era Sainz, que hoy partirá tercero en la parrilla. "Hemos dado un buen paso en la dirección correcta", valoró el madrileño, 88 milésimas más rápido que Charles Leclerc. Si Ferrari logra consolidar el ritmo de carrera que ha venido apuntando, el podio no debería escaparse.
"No creo que pudiese repetirla"
Eso sí, el Circuito de las Américas, con su asfalto renovado y su exigente cuerda, supondrá todo un desafío. También para Verstappen, que desperdició su primer intento de Q3 en la curva 19. Será la última bala para McLaren. Norris, de momento, ha salvado los muebles con lo que él mismo ha definido como "la mejor vuelta" de su vida. "No creo que pudiese repetirla", subrayó. La primera pole para McLaren en suelo estadounidense desde 2007, con un debutante Lewis Hamilton en Indianápolis. Quién lo iba a pensar viendo ayer al heptacampeón.
En la curva 12, Sir Lewis bloqueó la rueda delantera izquierda, repitiendo su error del viernes en la SQ3. El gran sheriff de Texas, con cinco victorias entre 2012 y 2017, se quedaba fuera en la Q1. Según su primer diagnóstico, se vio mermado por una avería en las suspensiones que hoy le podría condenar a una salida desde el pit-lane. Para mayor escarnio, los comisarios borraron su tiempo por superar los límites de pista. Un hueco extra para Aston Martin, muy necesitado de favores.
Vistos los precedentes del viernes y la sprint race, el único objetivo al alcance pasaba por superar ese primer corte. Lejos de los Haas y los Visa Cash App, Fernando Alonso y Lance Stroll debían jugársela ante Williams, que venía asomando desde la víspera gracias a Franco Colapinto. Sin embargo, el argentino se dio un buen susto en las Esses, mientras Alex Albon, especialista a una vuelta, tampoco rindió a su nivel.
Sin mucho donde rascar en el AMR24, Alonso repitió otra pequeña hazaña en la Q2. Veía como referencia el 1:33.5 de Yuki Tsunoda y el asturiano, en el momento de la verdad, supo arañar una décima al crono. Mientras, Nico Hulkenberg dio un feo volantazo en la primera curva y Liam Lawson, muy entonado en la Q1, se enredaba dando rebufos a su compañero japonés. Por no mencionar a Stroll, con buen ritmo en los dos primeros sectores, aunque bastante manazas en el tramo final.
Así que Alonso saldrá hoy octavo, favorecido por el accidente de Russell, que no permitió cerrar su vuelta a Kevin Magnussen y Sergio Pérez. El bicampeón mundial aún podría ganar una plaza si los comisarios castigan a Pierre Gasly, liberado de modo peligroso por Alpine, para susto del mismísimo Verstappen. De momento, según el propio Fernando, todo viene rodando mejor de lo esperado. Porque los ingenieros de Mike Krack aún experimentan con su paquete de actualizaciones aerodinámicas. "Hoy no estaba contento con el coche, así que sumar puntos va a estar duro", vaticinó el español.
El fuego cruzado de reproches entre McLaren y Red Bull aumentó en Austin con tal grado de crudeza que la FIA tuvo que intervenir de urgencia. Zak Brown, jefe de la escudería de Woking, hablaba de una "violación masiva" de las reglas y Helmut Marko replicaba con su habitual acidez, refiriéndose a las "lagunas mentales" de Lando Norris. Así que Nikolas Tombazis, jefe de monoplazas de la FIA, quiso salir al paso para aclarar la postura del organismo rector. "No tenemos ningún indicio ni prueba de que haya ocurrido nada indebido". Sin embargo, el estruendo de la tormenta aún azotaba ayer sobre el paddock del Circuito de las Américas.
El caso de la quilla delantera, un truco que habría permitido a Red Bull una sustancial ventaja al variar la altura de su coche, supone el último ejemplo de cómo los equipos de la Fórmula 1 intentan doblegar al reglamento. Desde su misma génesis, esta lucha ha formado parte de las carreras. Lo hizo Brabham en 1978 con un ventilador que literalmente succionaba a su coche contra el asfalto, lo hizo McLaren en 1998 con un sistema de frenado que incluía dos pedales en el cockpit y lo hizo BAR Honda en 2005 con un depósito extra de combustible que le permitía competir por debajo del peso mínimo. Sin embargo, en el inabarcable catálogo destacan tres casos emparentados con la célebre pieza del RB20.
Probablemente, el más genuino sea aquel Benetton B194 construido por Ross Brawn y Pat Symonds. Un monoplaza que incluía un modo oculto en su menú, llamado Opción 13, con el que Michael Schumacher podía activar el control de tracción, prohibido por entonces. Al igual que ahora, la investigación de la FIA no pudo demostrar que ese software se hubiese utilizado. De nada sirvieron las quejas de Ayrton Senna. Tampoco los comentarios sobre las irregularidades en sus repostajes. No hubo sanción alguna y El Kaiser, a las órdenes de Flavio Briatore, acabaría conquistando el primero de sus siete títulos.
Cambiar a mitad de temporada
Unos años más tarde, la figura de Briatore también se vio salpicada por culpa del mass damper, un sistema de amortiguación que hacía volar a Fernando Alonso en el Mundial 2006 (seis victorias y tres segundos en las nueve primeras carreras). Aquel peso suspendido dentro del Renault optimizaba su rendimiento en las zonas bacheadas. Era la conjunción perfecta con los neumáticos Michelin. Por supuesto, Ferrari y McLaren copiaron la idea. Y como no encontraron resultados similares, cuestionaron su legalidad.
En el GP de Alemania, los comisarios dieron el visto bueno, pero sólo tres semanas después, el Tribunal de Apelación de la FIA desautorizó su uso. Tras esta decisión se intuía un trato de favor hacia Schumacher, que venía de enlazar tres victorias seguidas. Retirarse con una octava corona quedaba más cerca gracias a una reinterpretación de la norma a mitad de temporada. Renault, que cifró su déficit en tres décimas por vuelta, se vio perdida, pero Alonso impuso su coraje en las cinco últimas carreras.
Quizá ningún coche campeón se mostró tan vulnerable como aquel R26. O quizá Jenson Button, campeón del mundo en 2009, piense lo contrario. El británico, bajo la tutela de Ross Brawn, protagonizó una de las temporadas más asombrosas de la historia gracias a un dispositivo aerodinámico: el doble difusor. Brawn había usado el dinero de Honda para desarrollar un monoplaza innovador y terminó comprando su estructura por una libra. Sus ingenieros japoneses encontraron una zona gris del reglamento para multiplicar la carga aerodinámica en la parte trasera del coche. Aunque Williams y Toyota empezaron también el Mundial con ese doble difusor, sólo Brawn GP encontró un equilibrio crucial para la estabilidad. Button se impuso en seis de las siete primeras carreras. En las 10 últimas apenas hizo dos podios. Suficiente para alzarse con el título ante Sebastian Vettel, el joven estandarte de Red Bull.
"Para satisfacer algunas paranoias"
"Si reflexionamos sobre la temporada, el daño se produjo en el primer tercio. Y el doble difusor tuvo un gran impacto", lamentó entonces Christian Horner, jefe de la escudería austriaca. Dos años después, la FIA eliminaba cualquier rastro de ese elemento en la parrilla. Este fin de semana, el team principal británico justificaba la inclusión de la quilla en el RB20 con cierto sarcasmo: "Figura en una lista de código abierto, a disposición de todos durante los últimos tres años. Quizá todo esto sirva para satisfacer algunas paranoias en otros lugares del paddock". Parecía más que satisfecho con las explicaciones de Tombazis: bastará un sello que cubra el dichoso dispositivo para facilitar una futura detección.
Mientras tanto, sobre el asfalto texano, Verstappen elevaba el listón con la pole del viernes y el triunfo en la sprint race del sábado. Casi tres décimas de ventaja en el ritmo de carrera sobre McLaren, donde Lando Norris volvía a cometer otro error en la última vuelta ante Carlos Sainz. Ahora queda por ver si Mad Max logra volver a la senda de la victoria, después de ocho carreras de sequía. En toda la historia de la F1, el único campeón con una racha tan larga sin victorias fue Button.
A falta de seis carreras para el cierre, la pelea por el título de la F1 no sólo se juega sobre el asfalto, donde Max Verstappen deberá exprimirse para mantener sus 52 puntos de ventaja sobre Lando Norris. Otra batalla, también cruenta, se dilucida en las fábricas y las computadoras de los ingenieros, que apenas descansaron durante estas tres semanas de parón en busca de alguna mejora del rendimiento. Por pequeña que sea, puede resultar decisiva. Así que la tensión ya se palpa en el paddock del Circuito de las Américas, donde este fin de semana se reanuda el Mundial entre murmuraciones y sospechas.
En las últimas horas, la FIA ha tenido noticia de que un equipo viene utilizando un descarado truco con el que modificar ilegalmente su monoplaza. Por el momento se desconoce la identidad de dicha escudería, pero varios de sus rivales ya han dado parte al organismo rector. Según adelantó el miércoles Motorsport, esa artimaña permitiría ajustar la altura del coche entre el sábado y el domingo. En ese periodo, denominado Parc Fermé (parque cerrado), que separa la clasificación de la carrera.
Durante esas horas, ningún mecánico puede tocar la configuración aerodinámica del coche, salvo el alerón delantero. Sin embargo, según las citadas filtraciones, algún equipo habría montado un mecanismo en el habitáculo que podría activarse a hurtadillas de los comisarios. Un cambio en la altura incrementaría exponencialmente las prestaciones del vehículo, que podría partir el sábado con una configuración muy agresiva para atacar la vuelta con poco combustible y ajustarse el domingo a las necesidades de un coche con 100 kilos de gasolina.
El precedente de 2023
«Aunque no hemos recibido notificación de que ningún equipo emplee un sistema de este tipo, la FIA se mantiene vigilante en sus esfuerzos para mejorar el control del deporte», explicó el miércoles un portavoz del organismo presidido por Mohammed ben Sulayem. «Ya hemos aplicado ajustes en el procedimiento para asegurar que el espacio libre de la quilla no pueda ser modificado fácilmente», añadió esta fuente. Gracias a los ajustes en esta pieza, denominada T-Tray, el piloto no sólo pisaría los pianos durante la qualy sin miedo a dañar el suelo, sino que también optimizaría la ventana de funcionamiento ideal de los neumáticos durante las casi dos horas de la carrera.
Aun sin pruebas concluyentes, la intriga y los recelos se han instalado en Austin, donde hace sólo un año Lewis Hamilton y Charles Leclerc ya fueron descalificados por un desgaste excesivo en el plank, la plancha de madera instalada en el fondo plano. Precisamente esa zona que ahora acapara las polémicas. Desde el cambio de normativa de 2022, con la reintroducción del efecto suelo, el fondo plano se ha convertido en la principal fuente de carga aerodinámica. Y los ingenieros se devanan los sesos para multiplicar su eficiencia.
Tres victorias seguidas
Por extraño que pueda parecer, durante el citado GP de EEUU 2023, los comisarios ni siquiera investigaron a George Russell y Carlos Sainz, pese a ocupar los mismos asientos que habían hecho perder la plaza del podio a sus respectivos compañeros en Mercedes y Ferrari. Aquel domingo, Verstappen firmaría su triunfo más apurado del curso, víctima del sobrecalentamiento en los frenos y la degradación de sus neumáticos. Ahora queda por ver si Red Bull aprendió algo de todo aquello y si ha logrado evolucionar su RB-20.
Tras varias carreras muy lejos de Norris, Mad Max pudo reconducir el rumbo en Singapur, un circuito donde nunca se había sentido cómodo. Este fin de semana debería suponer un alivio para quien ya se impuso en las tres últimas carreras sobre ese mismo asfalto bacheado. Norris, por contra, no cuenta con margen para más errores. El ritmo de su MCL-38, irresistible desde junio en todo tipo de trazados, supone su mejor baza. No obstante, ese dominio quedaría ahora en entredicho en caso de desplome repentino. Por si acaso, la FIA observará con lupa en Austin la quilla del monoplaza papaya.
La primera de las 51 victorias de Alain Prost en la Fórmula 1 apestó a pescado. Aquel 5 de julio de 1981, la lluvia descargaba con fuerza sobre el circuito de Dijon, pero ni siquiera así los mecánicos de Renault podían refrigerar el motor de su RE30, un coche turboalimentado que ya les había traído por la calle de la amargura durante las dos primeras citas del Mundial. «Debíamos enfriar la entrada de aire, pero no teníamos hielo seco en el circuito, así que salimos a comprar hielo en una pescadería», relató años después Bernard Dudot, jefe del programa Turbo en Renault Sport. Así se las gastaban aquellos jóvenes ingenieros salidos de Viry-Châtillon. Tipos audaces que hicieron de aquella fábrica uno de los santuarios del automovilismo. Hoy, cuatro décadas después, Renault acaba de confirmar que su factoría ya no producirá más motores de F1 a partir de 2026. Toda Francia, obviamente, ha quedado estupefacta.
Se trata del final de una era para el automovilismo galo, ya que la marca del rombo había suministrado unidades de potencia al Gran Circo desde 1977. Incluso durante las dos etapas en que la escudería Renault no formó en la parrilla (1986-2001 y 2002-2015), los motores de Viry-Châtillon propulsaron a varios monoplazas campeones. Sin ir más lejos, Renault conquistó cinco títulos con Williams (1992, 1993, 1994, 1996, 1997), uno con Benetton (1994) y cuatro más con Red Bull (2010-2013). Por no mencionar las dos coronas mundiales de Fernando Alonso a las órdenes de Flavio Briatore (2005, 2006).
El italiano, en cambio, se ha erigido ahora como el adalid del cese de actividad en la fábrica. Harto de los paupérrimos resultados sobre el asfalto, el actual asesor ejecutivo de Alpine presentó el pasado julio un proyecto para que su escudería compre unidades de potencia en lugar de desarrollar las suyas propias. Según estas estimaciones, los gastos en materia de motores pasarán de 100 millones de euros anuales a menos de 20. Durante el pasado GP de Hungría, Briatore quiso fotografiarse en público junto a Toto Wolff, team principal de Mercedes, dejando muy claras sus intenciones: Alpine pretende convertirse en equipo cliente de las Flechas de Plata a partir de 2026.
«agujero en los bolsillos»
«Dos años más así y el proyecto iba a colapsar por completo», admitió el pasado viernes Luca de Meo, director general de Renault. Durante una cruda entrevista en L'Equipe, el máximo responsable del fichaje de Alonso en 2021 subrayaba que la decisión del cierre le había resultado «desgarradora» aunque inevitable, dado que su división de F1 tiene «un agujero en los bolsillos».
De momento, tras 18 carreras, Alpine deambula penúltimo por del Mundial de Constructores (13 puntos), su peor puesto desde 2016. Pierre Gasly y Esteban Ocon poco han podido hacer con un monoplaza sin prestaciones y víctima de numerosos problemas de fiabilidad. Especialmente en lo relativo a la refrigeración del motor. Desde marzo, en el paddock se rumorea que el equipo dirigido por Bruno Famin ni siquiera puede suministrar piezas nuevas durante algunas carreras.
En apenas tres meses, los ánimos en Viry-Châtillon han pasado de la incredulidad a la indignación. De hecho, su comité de empresa (CSE) ya puso el grito en el cielo ante la posibilidad de una reducción de plantilla (de 500 a 334 trabajadores) a partir del próximo 1 de enero. Ese enfado quedó en evidencia hace un mes durante el GP de Italia, donde algunos trabajadores de la factoría lucieron brazaletes negros mientras hablaban de «traición» y de «vergonzoso abandono al legado del equipo y a 50 años de historia y experiencia en alta tecnología». Renault ha de manejar este conflicto con mucho tino, dado que el Gobierno de Emmanuel Macron aún controla el 15% de su capital.
El reglamento de 2026
De momento, la única tabla de salvación para De Meo y Briatore parece situarse en 2026, con la entrada en vigor del nuevo reglamento técnico, donde los motores ocuparán un lugar de privilegio. Esa normativa de la FIA obligará a un aumento la potencia del motor eléctrico, para compensar la pérdida de rendimiento propiciada por los combustibles no fósiles. Asimismo, los propulsores serán más simples, más baratos y dispondrán de un modo, denominado override, que se active durante los adelantamientos. Un sustituto del actual DRS, pero alimentado por las baterías eléctricas.
Será tiempo para evaluar el esperadísimo desembarco de Audi, la evolución de Honda bajo el capó de Aston Martin, el estreno de Red Bull Powertrains o la hipotética presencia de Ford. Alpine, del mismo modo que McLaren y Williams, comprará las unidades de Mercedes, mientras en Viry-Châtillon seguirán resonando los ecos de aquel visionario llamado Dudot. «En nuestra época estábamos tan seguros de nosotros que logramos convencer a Bernard Hanon, presidente de Renault, de que debíamos entrar en la F1. En ese momento era una idea muy loca, pero él nos siguió la corriente».