Jakub Mensik: el sacador precoz que frustró el 'centenario' de Djokovic

Jakub Mensik: el sacador precoz que frustró el ‘centenario’ de Djokovic

A la espera de mejores noticias de Carlos Alcaraz, que ha vuelto de vacío de la gira primaveral de pista dura por primera vez en cuatro años, y del regreso de Jannik Sinner tras cumplir su sanción a medida por dopaje, aparece un gigante de 19 años con aparentes argumentos para agitar el circuito. Jakub Mensik arruinó en sendos tie breaks la fiesta de Novak Djokovic, dispuesto a ganar por séptima vez en Miami e ingresar así en el selecto club de los cien, donde le aguardaban Jimmy Connors (109 títulos) y Roger Federer (103).

Cierto es que el serbio, que cumplirá en mayo los 38, casi doblaba la edad de su adversario, pero pese a ello, o precisamente por eso, salía como claro favorito en su 59ª final de un Masters 1000, más aún después de desplegar un tenis que no se le había visto en este curso, que sigue teniendo para él tono crepuscular.

Frente al poso y el control del ganador de 24 títulos del Grand Slam, el jugador de Prostejov se manejó con la misma eficacia y templanza que en los partidos precedentes del torneo, como si no se tratase tan sólo de su segunda final, tras perder el pasado año ante Karen Khachanov en Doha. Sale del torneo con 111 aces, 14 de ellos frente a Djokovic, y la diáfana estadística de contar por éxitos los siete desempates que ha disputado, dos de ellos ante Jack Draper, reciente campeón en Indian Wellls.

«Soy capaz de mantener la calma y estar concentrado. Creo que soy fuerte mentalmente en este tipo de situaciones. Esa es la razón por la que he ganado todos mis tie breaks», se congratuló.

Dos campeones inesperados

Los dos primeros Masters 1000 del curso arrojan un mensaje renovador, si bien tanto las expectativas de Draper, 23 años, como las de Mensik han de contemplarse con la debida cautela. El checo, que según confesó en la conferencia de prensa posterior a la final estuvo a punto de no jugar el torneo debido a los problemas en la rodilla derecha, es ya 24º del ranking, un salto de 30 puestos. Antes del inicio de la competición se dirigió a la oficina de los jueces árbitros para oficializar su retirada, pero acudió justo en la pausa del desayuno y no quiso esperar. Decidió probarse. Ganó a Roberto Bautista en tres sets e incorporó entre sus víctimas a Taylor Fritz, cuarto en el escalafón, y Arthur Fils, 15º. «Día tras día mi rodilla mejoró y también lo hizo mi juego», explicó.

Desde Jan Kodes, ganador de tres títulos del Grand Slam en los años setenta del siglo pasado, la República Checa, entonces aún Checoslovaquia, goza de una notable tradición tenística. Ivan Lendl consiguió sus ocho títulos del Grand Slam antes de decantarse por la nacionalidad estadounidense. Tres Copas Davis (1980, 2012, 2013) respaldan la competitividad de sus jugadores, también en el terreno colectivo.

Mensik, con su trofeo de campeón en Miami.

Mensik, con su trofeo de campeón en Miami.EFE

Si en 2012 fueron Tomas Berdych y Radek Stepanek quienes frustraron la ilusión de España en la final de Praga, título refrendado un año después contra Serbia, en Belgrado, la República Checa tiene de nuevo derecho a soñar. Ahí están, además del protagonista de este artículo, Tomas Machac, 24 años, el hombre que le precede en el ránking, ganador esta misma temporada del ATP 500 de Acapulco, y Jiri Lehecka, 29º, 23, vencedor a comienzos de ejercicio del ATP 250 de Brisbane.

Mensik es el tercer checo que levanta un Masters 1000, después de que lo hicieran Karel Novacek, en 1991, en Hamburgo, Petr Korda, en 1997, en Stuttgart, y Berdych, en Paris-Bercy, en 2005. Es el segundo tenista más joven en alzar el título en Miami, tras Alcaraz, que lo hizo en 2022 con 18 años. Es el quinto más precoz en hacerse con un torneo de este rango, después de Michael Chang, Rafa Nadal, Alcaraz y Holger Rune.

Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

Rafael Nadal, el hombre que trascendió al deporte

A la hora de glosar la carrera de Rafel Nadal, que este jueves anunció su retirada del tenis el mes próximo en las Finales de Copa Davis, me resulta inevitable evocar nuestra primera conversación. Fue el 15 de agosto de 2004, tras dejar sobre la tierra de Sopot la huella prístina de una carrera difícilmente homologable, que registró, con el decimocuarto Roland Garros, el último de sus 92 títulos 18 años más tarde. En aquella charla, a través del teléfono, surgía la voz tenue de un muchacho que, como explicó en el vídeo testamentario de su adiós, estaba lejos de imaginar el viaje que iba a trazar en la historia del deporte.

No por esperada, desde que su cuerpo se negó a obedecer su apetito de insaciable competidor, deja de estremecer una noticia capaz de imponerse en las cabeceras de todos los diarios e informativos, de arrinconar por unas horas el impacto del fragor de las guerras y la tormenta política de su país. Se marcha uno de los más grandes deportistas de siempre, cuyos logros, entre los que se encuentran nada menos que 22 títulos de Grand Slam, cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1, un oro olímpico individual y otro en dobles, trascienden el puro valor del éxito y estarán siempre unidos a la forma de lograrlos.

Para saber más

Porque la figura de Nadal está asociada a un espíritu incombustible, a ese never say die que le acompañó también en la vocación de un cierto espíritu nietzschiano por su afán de reescribir un eteno retorno. Fueron muchas las ocasiones con motivos suficientes para firmar la rendición, y desde muy pronto, con la temprana aparición, a los 19 años, de los problemas endémicos en el escafoides del pie izquierdo que amenazaron con cortar el seco el majestuoso vuelo de su raqueta.

Pero el jugador al que ya hace tiempo echamos de menos, resignados al azote contumaz de los percances físicos que sólo le han permitido disputar 19 partidos esta temporada y únicamente tres el pasado año, se reveló capaz de abrirse paso una y otra vez, de reivindicar su nombre frente al empuje de las nuevas generaciones y de mantenerlo vivo en esa pugna irrepetible con Roger Federer, que le precedió a la hora de dejar caer la hoja roja, hace ya dos cursos, y con Novak Djokovic, aún en danza, agotando las últimas reservas de su combustible.

Nunca el tenis disfrutó de tres protagonistas tan ilustres conviviendo en un mismo y largo período, prolongado durante casi cuatro lustros, algo que proyecta aún más lejos su legado. Nadal fue el primero en cuestionar la rapsodia de Federer, de discutir con sus propias armas su reinado. Lo hizo ya derrotándole por sorpresa en el Masters 1000 de Miami, en 2003, y llevándole al límite en la final de ese mismo torneo un año después, y proclamó en voz muy alta, meses más tarde, superándole en las semifinales de Roland Garros, en la antesala de la primera de sus copas de los mosqueteros, que este juego entraba en una nueva era.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.

Lin Cheon, una foto del Big Three, Djokovic, Federer y Nadal.Lin CheongAP

Nadal y Federer caminaron de la mano, separados por la red pero juntos a la hora de enviar un mensaje de profundo calado en su exclusiva narrativa, que incorporaba, al lado del hermoso contraste de personalidades y estilos, los principios de una sana disputa puramente deportiva que alcanzó los 40 partidos. En ella se detuvieron escritores como David Foster Wallace, autor de El tenis como experiencia religiosa (Ramdom House), donde, sin disimular su fascinación por Federer, a quien dedicó el libro, recoge la capacidad de retroalimentación que siempre hubo entre ambos.

Resulta difícil contar la historia de Nadal sin la figura del estilista suizo, como fue inevitable acudir a su némesis a la hora de enfrentarse al también delicado ejercicio de despedir al ocho veces campeón de Wimbledon. También allí, precisamente allí, aconteció uno de los episodios medulares en la historia del zurdo, que es simultáneamente parte de la mejor historia del tenis. En una final, la de 2008, con la impronta de Alfred Hitchcock, sacudida por los azares de la climatología británica, interrumpida y dilatada hasta que la noche insinuó seriamente su aplazamiento, Nadal puso fin a la autocracia de Federer en su territorio sagrado y se convirtió en el primer español capaz de ganar el torneo en el cuadro masculino desde que lo hiciera Manolo Santana. Aquel partido fue considerado entonces como el mejor de siempre. Y diría que tal catalogación mantiene aún toda su vigencia.

Si Santana, a quien tampoco nunca terminaremos de decir adiós, puso al tenis español en el mapa, Nadal trascendió todas las categorías fronterizas. El chico que se inició bajo la estoica tutela de su tío Toni, cuyo nombre aparece en lustrosas versales en la construcción de todos sus logros, como un aparente especialista sobre tierra batida, devino en un profesional capaz de reinventarse para imponer su discurso en todas las superficies.

No sólo ganaría en dos ocasiones sobre el pasto del All England Club, sino que su constante deseo de aprendizaje y superación le llevarían también a tomar el poder en cuatro ocasiones en el Abierto de Estados Unidos y otras dos en el Abierto de Australia, la última de ellas, en 2022, en una plasmación catedralicia de su ardor y resiliencia, levantando un partido imposible a Daniil Medvedev cuando acababa de regresar de otro de sus largos períodos recluido en el arcén. Forma, junto a Donald Budge, Roy Emerson, Fred Perry, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer y Novak Djokovic, la ilustre nómina de quienes han logrado inscribir su nombre como campeones de los cuatro grandes.

Amor por la Davis

Ese permanente viaje de ida y vuelta sólo ha sido posible gracias al amor y la pasión por aquello que aún seguirá haciendo hasta que ponga el definitivo cierre en Málaga, precisamente en la Copa Davis, en la competición que le alumbró como un entonces insospechado líder. Hace dos décadas, en Sevilla, frente al Estados Unidos liderado por Andy Roddick, con la valentía y complicidad del equipo de capitanes formado por José Perlas, Jordi Arrese y Juan Avendaño, Nadal transgredió el guion para llevar a España a la conquista de su segunda Ensaladera, aunando voluntades junto a Carlos Moyà, el hombre que tomó el relevo de Toni en su rincón.

Su carácter inspirador tuvo un efecto inmediato en nuestro tenis, al frente de jugadores tan importantes como David Ferrer, que será su último capitán, Feliciano López, Roberto Bautista, Fernando Verdasco o Pablo Carreño, todos ellos nutridos por cualidades de las que no sólo adolecía el tenis sino el deporte español en su globalidad. Sin Nadal sería difícil entender un fenómeno como el de Carlos Alcaraz, tan distinto en su manera de desenvolverse en la pista, tan parecido a la hora de interpretar la esencia del juego. Pronto vio en él a alguien armado para tomar su relevo, incluso antes de someterle en su primer enfrentamiento, en Madrid, el día que el murciano ingresó en la mayoría de edad.

Nadal tocó de lleno el corazón de los aficionados de todo el mundo como ahora, con su propia singularidad, lo hace Carlos Alcaraz. Pudimos disfrutarles juntos en los Juegos de París, después de que el mallorquín recibiese el emocionante homenaje de la ciudad y el recinto donde luce su efigie como uno de los portadores de la antorcha olímpica. Aún nos queda un postrero disfrute a partir del 19 de noviembre, con su hasta ahora negada alianza en la Copa Davis, escenario elegido por Nadal para su último baile, quien sabe si para clausurar el formidable relato con un desenlace tan brillante como aquel que le dio comienzo.

Nadie gobierna en la tierra: "Demasiados torneos importantes, demasiado largos y demasiado juntos"

Nadie gobierna en la tierra: “Demasiados torneos importantes, demasiado largos y demasiado juntos”

Novak Djokovic, número 1 del mundo y tricampeón del Masters 1000 de Madrid, se dio de baja en esta edición, al igual que sucedió el pasado año. Hizo semifinales en Montecarlo, su único torneo sobre tierra hasta la fecha. Se le espera en Roma a partir del 9 de mayo. El italiano Jannik Sinner, número 2, decidió no disputar los cuartos de final frente a Felix Auger-Aliassime. Arrastra problemas en la cadera desde Montecarlo, donde también fue semifinalista. Está inscrito en Roma. Carlos Alcaraz, número 3, defensor del título y doble campeón en la Caja Mágica, perdió en cuartos ante Andrey Rublev, condicionado po r la lesión en el antebrazo que le impidió jugar en Montecarlo y Barcelona. También figura en la lista de Roma.

Los principales candidatos a ganar Roland Garros, que se jugará del 27 de mayo al 9 de junio, y al posible premio añadido de una medalla olímpica en el mismo escenario, del 26 de julio al 11 de agosto, se tientan la ropa, guardan fuerzas y reducen el rodaje en la superficie.

«Son torneos demasiado importantes, demasiado largos y demasiado juntos en el calendario», comenta a través del teléfono Marc Boada, fisioterapeuta de Maria Sakkari, número seis del mundo, y hasta hace pocas semanas de Grigor Dimitrov, décimo en el ránking y finalista del Masters 1000 de Miami. Djokovic cumplirá 37 años el día 22. Sinner tiene 22. Alcaraz entra en los 21 el próximo domingo. El serbio, que no ha ganado título alguno esta temporada, administra energías en el tramo final de su carrera. El italiano y el español arrastran la exigencia del curso: Sinner suma tres títulos en 2024, Alcaraz revalidó la corona en Indian Wells y fue cuartofinalista en el Abierto de Australia y en Miami.

«El calendario es cada vez más exigente y los jugadores que se preparan para ganar un Grand Slam tienen muy difícil jugar para ganar dos torneos importantes de dos semanas, como son ahora Madrid y Roma. Hay algunos top 10 que disputan estos torneos sólo como preparación, haciendo simultáneamente sesiones más largas de físico», agrega Boada.

El precedente de Nadal

Nadie gobierna la tierra como durante tres lustros Rafael Nadal, capaz de hacer cumbre en París tras dejar su huella en los torneos precedentes. El 14 veces campeón de Roland Garros, que el 3 de junio cumple 38 años, vive una situación excepcional. Sólo ha podido disputar nueve partidos en los últimos 18 meses debido a las lesiones y trata apresuradamente de afinar su puesta a punto para intentar aproximarse a un nuevo mordisco en su torneo favorito. Octavofinalista en Madrid, también disputará el torneo de Roma, donde tomará la decisión sobre su presencia en la gran cita de la arcilla.

Sólo dos de los 10 primeros cabezas de serie llegaron a este jueves en el torneo. Entre las víctimas más significativas se encuentra también Alexander Zverev, quinto en el ránking y bicampeón, sorprendido en octavos por Francisco Cerúndolo.

«La evolución general en todos los deportes es hacia un competidor más físico. Los tenistas son más altos, le pegan más fuerte y se someten a un mayor desgaste. La intensidad ha crecido mucho, de ahí que también los equipos sean más amplios, con especialistas en todos los ámbitos, también en el nutricional», prosigue Boada.

Desde que hace dos temporadas los torneos de Madrid y el pasado año el de Roma ampliaron su duración, el escenario ha cambiado. Ya no es factible aspirar a pelear por todo en todos los puntos de la tierra. Como hacía Nadal.

Un poco de Alcaraz basta para arrollar a Shevchenko en su estreno en el Mutua Madrid Open

Un poco de Alcaraz basta para arrollar a Shevchenko en su estreno en el Mutua Madrid Open

Hubo un tiempo en el que el tenis llegaba a tener, por así decirlo, un carácter más asambleario. No existía el abismo que ahora se percibe entre el número dos del mundo, por mucho que se llame Carlos Alcaraz y venga protagonizando una carrera de ensueño, y el número 59, Aleksander Shevchenko, a quien este viernes, sin necesidad de exigirse demasiado, asestó un 6-2, 6-1, en una hora y ocho minutos, en la segunda ronda del Masters 1000 de Madrid.

Entonces, quien más y quien menos podía sentirse coyunturalmente protagonista, ganarse su fecha de gloria y saltar a las cabeceras de las páginas deportivas. Porque el nivel, globalmente, era más alto que el de ahora. En su primer partido de la temporada de tierra batida europea, en su reaparición tras unas semanas lesionado, con menos gente en la Caja Mágica de la congregada para ver el jueves el debut de Rafael Nadal, Alcaraz, fino con el revés, cauteloso con la derecha y menos preciso de lo habitual con las dejadas, se deshizo de un plumazo del tenista kazajo, finalista en Metz en el último otoño, y se las verá este domingo con Thiago Seyboth Wild, 63º, quien, tal vez, sólo tal vez, exhiba una propuesta más alegre y solvente.

Reaparición

El ya penúltimo partido de Carlos Alcaraz databa del 29 de marzo, cuando perdió frente a Grigor Dimitrov en cuartos de final del Masters 1000 de Miami. El español, que venía de llevarse en Indian Wells su quinto Masters 1000, decimotercer título de su carrera, se bajó de Montecarlo y Barcelona por una lesión en el antebrazo derecho que aún le impide competir en plenitud y de la que se protegió durante el duelo ante Shevchenko con un vendaje más extenso que el que lucía en los entrenamientos.

Vencedor en las últimas ediciones en la Caja Mágica y aspirante a convertirse en el primer jugador que gana el título en tres ocasiones consecutivas, Alcaraz llamó a la prudencia en las manifestaciones previas al inicio del torneo, decidido, como todos los candidatos a la victoria en la gran cita de la arcilla, a llegar en las mejores condiciones a Roland Garros, donde el pasado año le pudo la responsabilidad en las semifinales frente a Novak Djokovic, en las que fue víctima de calambres tras el segundo set.

Desde que se llevó en blanco, al resto, el primer juego, Alcaraz vislumbró que no iba a tener complicaciones para ganar su decimosegundo partido consecutivo en Madrid, donde no pierde desde que cayó ante Nadal en la segunda ronda de 2021, en la que es de hecho su única derrota en sus cuatro participaciones en este torneo.

Darwin Blanch, el júnior que entrena con Alcaraz y quiere ganar a Nadal

Darwin Blanch, el júnior que entrena con Alcaraz y quiere ganar a Nadal

Cuando Darwin Blanch vino al mundo, Rafael Nadal ya había ganado 23 títulos, entre ellos tres de sus 14 Roland Garros. El jugador que se enfrentará este jueves (16.00 h., Teledeporte y Movistar) en la pista Manolo Santana con el pentacampeón del Masters de Madrid en la primera ronda, tiene 16 años y en 2023 fue semifinalista júnior en Roland Garros y Wimbledon en categoría júnior. Disputa su segundo encuentro en un torneo ATP tras jugar hace pocas semanas en el Masters 1000 de Miami, donde cayó ante Tomas Machac.

«Tiene gran proyección, posee un buen saque y una buena derecha, pero es un tenista aún por formar. Lleva con nosotros desde los 14», comenta a este periódico Antonio Martínez Cascales, fundador de la Academia Equelite Juan Carlos Ferrero y entrenador del ahora técnico de Carlos Alcaraz a lo largo de toda su carrera.

Zurdo, con 1,90 de estatura y un notable parecido con el emergente Ben Shelton, Blanch, hijo de Eduardo, un alto directivo oscenses de Coca Cola, nació en Deerfield (Florida) en 2007 y vivió parte de su infancia en Tailandia, para trasladarse a Buenos Aires y pasar después un año en Taiwan, antes de recalar en el centro de Villena tras un fugaz paso por la academia de Rafael Nadal. Su madre biológica es puertorriqueña, pero quien le ha criado y a quien considera su progenitora es china. Habla inglés, español, chino y tailandés.

«Es el prototipo del tenista norteamericano, muy agresivo que busca el punto desde la primera bola», comenta su entrenador, Fran Penalva, después del segundo entrenamiento de este martes, que realizó junto al español Roberto Carballés. Darwin, amante de los grandes escenarios, aún asimila la gran experiencia que se le presenta. «No se deja intimidar con facilidad. En Miami también jugó en la central. Es con poco público cuando puede bajar su rendimiento», apunta Penalva. «Si tuviera que buscar alguna analogía con un tenista del circuito, sería Jack Draper, en quien suele fijarse bastante».

Carlos Alcaraz y Darwin Blanch

Carlos Alcaraz y Darwin BlanchAcademia Equelite

Las redes sociales

Hijo de su tiempo, tiene en el móvil y las redes sociales una de sus principales distracciones. «Procuro apartarle de él durante determinadas horas. Es disciplinado, pero se trata de una lucha continua, que a veces se convierte en una batalla perdida», asume su entrenador.

Sus dos hermanos mayores, Ulises y Dali, también entrenan en la academia, por donde pasó su hermana Cristal antes de sufrir una lesión. Blanc es el segundo jugador más joven en obtener su primer punto ATP, y se afana en lograr el estatus que, a modo de simpático estímulo, le han pedido para poder compartir comedor con los jugadores más destacados de la academia. De momento, aún almuerza con la clase de tropa.

Acostumbrado a hacer guantes con Carlos Alcaraz, estudia online cuando concluyen las exigentes jornadas de entrenamiento. «Fuera de la pista es simpático, abierto, y hace amigos con facilidad. Le gustan, los animales, aunque no puede jugar cuanto desearía con Lima, la perrita de la academia, porque tiene alergia», cuenta Iñaki Etxegia, gerente de la Equelite Juan Carlos Ferrero.

Los 37 años de Nadal frente a los 16 de Blanc representan la mayor diferencia de la historia en un partido de rango Masters 1000, la quinta en cualquier encuentro del circuito. Les separan 21 años y 17 días.

Sinner arrolla a Dimitrov en Miami y ya es el número dos del mundo

Sinner arrolla a Dimitrov en Miami y ya es el número dos del mundo

Fue una hora huracanada, un vendaval en Miami. Jannik Sinner se proclamó campeón del Masters 1000 estadounidense en una final desigual con su rival, Grigor Dimitrov, rendido a su tenis, a la perfección de sus golpes, a su brillantez actual. Un 6-3 y 6-1. Nada más. No hubo competición porque el italiano no quiso: se comió la pista desde el primer juego y evitó que Dimitrov entrara en el partido en todo momento. Apenas le concedió una oportunidad de ruptura, fue muy superior.

Fue el Sinner de este 2024, simplemente. En su lista del año ya tres títulos, el Open de Australia, el ATP 500 de Rotterdam y este Masters 1000 de Miami, y sólo una derrota, la sufrida ante Carlos Alcaraz en Indian Wells. Es el dominador actual del circuito, sin discusión, el favorito para los próximos torneos y para el próximo Grand Slam, Roland Garros. De hecho, en el ranking ATP ya es el número dos tras arrebatarle el puesto al propio Alcaraz y sólo por detrás de Novak Djokovic.

"Estoy muy orgulloso no solamente por el resultado, he sabido sufrir a lo largo del torneo. No he tenido demasiado tiempo para adaptarme a la pista y ha sido complicado. Mi nivel de hoy ha sido muy, muy bueno. Estoy orgulloso de cómo he manejado la situación. Intento mejorar y disfrutar el momento. Es una racha especial, nunca sabes si va a este torneo va a ser el último. Ahora llega un nuevo capítulo con la tierra batida", comentó el ya campeón de Miami en la pista.

La resurrección de Dimitrov y el fin de la "maldición" de ser el nuevo Federer: "Quiero ganar en mis términos"

La resurrección de Dimitrov y el fin de la “maldición” de ser el nuevo Federer: “Quiero ganar en mis términos”

En su autobiografía Unstoppable: My life so far, publicada en 2017, Maria Sharapova ya advertía sobre el problema que más tarde hundiría la carrera de su ex novio, Grigor Dimitrov. «Grigor está llamado a ser el próximo Roger Federer, tiene mucho potencial. Su tenis es fantástico. La forma en la que golpea, cómo se desliza... es capaz de hacer cosas increíbles. Tiene un don, pero también una maldición. No sólo debe ganar, debe hacerlo bonito. O juego perfecto o no juega. O es increíble o cae eliminado. Eso le está frenando», advertía la rusa con precisión. En las temporadas siguientes, Dimitrov, entonces un joven fantástico, campeón de las ATP Finals de aquel 2017, incluso número tres del ranking, desapareció de la élite. De sucesor del Big Three a verse fuera del Top 50. De unas inolvidables semifinales contra Rafa Nadal en el Abierto de Australia a ser completamente olvidado. ¿Qué le pasó?

Una lesión de hombro o un covid severo son las explicaciones más sencillas. El motivo real de su crisis está en el libro de Sharapova: su don era una maldición. Aquellas comparaciones con Federer por su estilo -sobre todo por el revés a una mano- no le hacían ningún bien.

Ahora, a los 32 años, Dimitrov ha vuelto. Este domingo disputará la final del Masters 1000 de Miami contra Jannik Sinner (no antes de las 20.00 horas, Movistar) y mañana volverá a estar entre los 10 mejores tenistas del mundo, un hito que no alcanzaba desde 2018. En semifinales ante Alexander Zverev completó una actuación notable, pero en cuartos ante Carlos Alcaraz desplegó un juego extraordinario, preciso, brillante. No fue el Dimitrov de antes, fue un Dimitrov mejor.

La sencillez, motivo de su mejora

La confirmación de su regreso a la cima. El pasado otoño ya lo anunció, con unas semifinales en el Masters 1000 de Shanghai y una final en el Masters 1000 de París, donde cayó contra Novak Djokovic, pero esta primavera lo ha certificado. En la segunda línea que va detrás de Djokovic, Carlos Alcaraz, Jannik Sinner y Daniil Medvedev asoma su figura, único treintañero en ese grupo. En Roland Garros nunca brilló, pero en la cercana gira de tierra batida es igualmente candidato a todo.

Y todo gracias a hacerlo simple. Durante varios años, Dimitrov se bloqueó en un juego que buscaba el preciosismo y, lejos de la plenitud física, los mejores tenistas del circuito casi siempre le ganaban. Antes de derrotar a Zverev en Miami había caído siete veces contra él, por ejemplo. Pero en la temporada pasada recuperó a sus dos entrenadores de los inicios, el venezolano Dani Vallverdu y el inglés Jamie Delgado, y entre todos acordaron un plan de juego: primeros servicios, dominio con su derecha y reveses cortados. Se acabaron los trucos, se acabaron los inventos, se acabaron los problemas. Dimitrov ya no quiere ganar como Federer, sólo quiere ganar.

«Ahora quiero ganar o perder en mis propios términos, no en los de otros. He vuelto a ser un jugador consciente de sus propias armas y así controlo mejor mis emociones. He recuperado la confianza en mi tenis», analizó el búlgaro en Miami preguntado por su resurrección. «Quizá mucho público no se acordaba de mí, pero yo siento que nunca me fui. ¿Lo pasé mal? Sí, lo pasé mal. ¿Tuve muchos altibajos? Sí, absolutamente. No me avergüenzo de ello, pero nunca abandoné el tenis», reivindicaba también Dimitrov, que advertía sobre lo que viene. Con su edad, su carrera no es sólo pasado, con aquel brillante 2017 como momento culminante, también puede ser futuro. En sus planes está jugar «entre seis y ocho años» y quién sabe lo que puede conseguir. Aquellas comparaciones con Federer ya no le amargan. Liberado de su maldición, ahora sólo brilla su don.

Carlos Alcaraz, un rival "perfecto" y la confesión ante una derrota pasajera: "Me sentía como cuando tenía 13 años"

Carlos Alcaraz, un rival “perfecto” y la confesión ante una derrota pasajera: “Me sentía como cuando tenía 13 años”

Hay derrotas que son remolinos: la corriente es violenta, cuesta horrores salir de ellas, son muy peligrosas. Pero hay derrotas que son lo contrario: una nube tapa el sol, se siente un ligero escalofrío y al rato todo brilla. La derrota de Carlos Alcaraz contra Grigor Dimitrov en los cuartos de final del Masters 1000 de Miami fue así, una molestia pasajera. Este viernes, dormida la noche, quizá el español ya ni recuerde el feo marcador (6-2 y 6-4) y encare despreocupado la preparación para la gira de tierra batida que viene. Es el ideal para el deportista: si hay que caer que sea porque el adversario fue mejor. Y Dimitrov fue mejor, mucho mejor.

«Grigor jugó un tenis casi perfecto. No he podido encontrar soluciones ni hacerle sentir incómodo. Yo he jugado un gran tenis, no perfecto, pero bueno. Se lo he dicho a mi equipo: me ha hecho sentir como si tuviera 13 años. Ha sido una locura. No sabía qué hacer. No tenía debilidades. No recuerdo haberme sentido de esta manera. Si me pasó antes, fue hace muchísimo tiempo. He sentido una frustración inmensa», reconoció Alcaraz en la rueda de prensa posterior con una sonrisa en la cara.

Dimitrov sumerge a Alcaraz en un mar de dudas y lo elimina en cuartos de Miami

Nada tuvo que ver su tropiezo este jueves contra Dimitrov con sus otras caídas recientes. Ni ante Alexander Zverev en el último Open de Australia ni ante Novak Djokovic en las ATP Finals ni ante Jannik Sinner en el ATP 500 de Pekín salió tan tranquilo. Entonces el número dos del mundo se sumergió en una crisis personal, dejó de disfrutar sobre la pista, dudó sobre su tenis al completo. Esta vez simplemente aplaudió a su rival y a otra cosa. En realidad no había otro camino. Dimitrov, un tenista excepcional hundido por el peso de su apodo -Baby Federer-, jugó uno de los mejores partidos de su vida con un servicio firme y su resto de revés realmente violento. Cada saque de Alcaraz encontraba una respuesta inmediata, directa, una raquetazo que no había manera de devolver. Al final, el español recogió sus raquetas, su trofeo de ganador del Masters 1000 de Indian Wells y regresó de Estados Unidos con alegría.

«Ha sido un mes de marzo muy positivo ganando un Masters 1000 y sintiéndome como me he sentido. Ha sido súper positivo. A pesar de la derrota, me voy con sensación de haber jugado un buen tenis y sólo he encontrado un rival que me ha pasado por encima. Tengo ya ganas de empezar la gira de tierra batida», concluyó y ese es ahora el desafío que viene.

Los torneos sobre arcilla

Pese a sus condiciones físicas, Alcaraz todavía no ha completado un tour de arcilla completamente satisfactorio. Tanto en 2022 como en 2023 venció en el Conde de Godó y el Mutua Madrid Open de Madrid, los dos torneos de casa, pero en los Masters 1000 de Montecarlo y Roma todavía no ha disputado los cuartos de final y siempre se ha marchado de Roland Garros con la sensación de haber podido llegar más lejos. En 2022, ante Zverev, le pudo su propia mente y en 2023, ante Djokovic, le pudo su propio cuerpo, lesionado a medio partido. Este año tiene en París el desafío de la temporada por partida doble. Primero, a principios de junio, buscará su primer título de Grand Slam, y después, a principios de agosto, el oro olímpico en los Juegos Olímpicos. Quien acierte en Francia puede encadenar una racha antológica y no hay un candidato por delante de Alcaraz.

Más allá de la incógnita de Rafa Nadal, Novak Djokovic atraviesa una crisis -más después de separarse de su entrenador, Goran Ivanisevic- y habrá que ver el nivel del resto. Sinner, Daniil Medvedev y Zverev sí se han presentado en las semifinales del Masters 1000 de Miami, pero en tierra les esperará Alcaraz con una derrota superada, una molestia pasajera.

Dimitrov sumerge a Alcaraz en un mar de dudas y lo elimina en cuartos de Miami

Dimitrov sumerge a Alcaraz en un mar de dudas y lo elimina en cuartos de Miami

"¡No puedo hacer esa mierda!", gritaba Carlos Alcaraz justo cuando empezaba el segundo set; para entonces ya todo estaba perdido. Un Alcaraz desorientado. Un Alcaraz desconectado. Un Alcaraz desesperado. En definitiva, un Alcaraz distinto. Ante Grigor Dimitrov, en cuartos de final del Masters 1000 de Miami, el español completó uno de los peores partidos que se le recuerdan y cayó por 6-2 y 6-4.

En su juego no hubo nada rescatable, ni el servicio, ni su derecha, ni mucho menos su resto. Agobiado por la alta velocidad de la pista y por el peso de las bolas -distintas a las del Masters 1000 de Indian Wells-, se sumergió muy pronto en un mar de dudas y no supo salir a flote.

Mucho mérito también tuvo Dimitrov. De menos a más, salvando hasta cuatro bolas de break en los primeros juegos, el búlgaro se encontró con su mejor tenis y, lo que fue más sorprendente, lo mantuvo durante más de hora y media. Como hizo en el pasado Masters 1000 de Shanghai, su estrategia fue clara: desvestir a Alcaraz.

En lugar de esperarle, le presentó un resto muy agresivo y poco a poco le minó la moral. "No dejes que domine el punto", reclamaba Juan Carlos Ferrero a su pupilo en el primer set, pero Dimitrov lo hacía, lo hacía, lo hacía.

La reacción de Alcaraz

Ante ese desafío Alcaraz se desvaneció. El número dos del mundo, en un marzo de ensueño, después de su título en Indian Wells y su brillante inicio en Miami, dudó y las dudas le devoraron. Al principio fue con su propio servicio: ¿Cómo sacar para que Dimitrov no le devolviera un winner con su resto? No halló la respuesta. Y la inquietud se extendió a todas las situaciones.

En su continua comunicación con su palco, Alcaraz admitió que ya no sabía si meterse dentro de la pista o retrasarse hasta tocar el muro, si buscar el golpe directo o los largos intercambios. No veía el camino. Sólo durante unos 10 minutos, a la conclusión del desastre, el español se encontró e incluso liberó alguna celebración. Con 6-2 y 4-1 en contra, se reconcilió con su raqueta, reconoció las bolas y mejoró de repente: llegó a igualar el segundo set. Pero fue un espejismo. Dimitrov, a un nivel superlativo, se llevó el encuentro y el pase a semifinales. Allí se enfrentará a Alexander Zverev.

La derrota vuelve a frenar a Alcaraz en su despegue hacia la gira europea de tierra batida. En su camino ahora, las certezas de su éxito en Indian Wells y los interrogantes acumulados en Miami. A partir del Masters 1000 de Montecarlo deberá reencontrarse con todo y rearmarse.

Carlos Alcaraz liquida a un Monfils tocado y ya está en octavos de Miami

Carlos Alcaraz liquida a un Monfils tocado y ya está en octavos de Miami

Actualizado Martes, 26 marzo 2024 - 08:45

Carlos Alcaraz se ha clasificado para los octavos de final del Miami Open tras superar al francés Gael Monfils (n.47), quien tuvo problemas en el pie izquierdo, por 6-2 y 6-4 en una hora y 14 minutos. Reciente campeón en Indian Wells, el español se enfrentará en la siguiente ronda de este Masters 1.000 al italiano Lorenzo Musetti (n.24).

Alcaraz, número 2 del mundo, atraviesa un momento magnífico de forma aunque este lunes no tuvo que desplegar todo el potencial de su tenis puesto que el duelo se vio marcado por los problemas físicos de su rival. Tras algo más de cuarto de hora de juego (2-2, 0-30 para Alcaraz), Monfils, de 37 años, se hizo daño al golpear un revés y se fue de forma momentánea al suelo.

No recibió atención médica, pero estiró el pie izquierdo tratando de sofocar ese dolor que, a partir de entonces, lastró claramente su movilidad y precisión en los golpes. Justo en ese juego consiguió Alcaraz su primer 'break' y a partir de entonces dominó con autoridad el partido hasta cerrar la victoria.

Antes de ese percance, Monfils se había mostrado como un contrincante peligroso para Alcaraz presumiendo de capacidad atlética, sacando el látigo de su derecha y siendo agresivo con el resto.

El de El Palmar, que había ganado el único precedente hasta ahora entre ambos (octavos de Indian Wells en 2022), aceptó encantado el reto y en los primeros juegos se vieron peloteos de fascinante calidad e intensidad antes de que el pie izquierdo le fallara a Monfils.

Alcaraz estuvo muy serio de principio a fin y no se relajó en absoluto pese a los problemas del francés. No perdió el hilo del duelo, movió con acierto la pelota de lado a lado, rompió una vez más el servicio a Monfils en la primera manga y se anotó el set inicial en 32 minutos.

Con resignación y sonrisa torcida, el galo continuó sobre la pista aunque en el segundo set entregó su primer saque en blanco y perdió de nuevo su servicio poco después (4-1).

El único contratiempo para Alcaraz fue que concedió un 'break' (el único de todo el partido) cuando sacaba para ganar ante un Monfils tirando de orgullo (5-3).

Puntos espectaculares

Pero lo corrigió con apabullante solvencia en su siguiente turno al saque, finiquitó el triunfo sin dar espacio a ninguna sorpresa y aún tuvo tiempo para firmar algunos puntos espectaculares que pusieron al público en pie y que hasta Monfils saludó sonriendo.

El murciano se ha convertido en una pesadilla para los tenistas franceses, ya que acumula un portentoso 12-1 contra rivales de ese país (su única derrota fue contra Hugo Gaston en 2021 en el Masters 1.000 de París).

Jimmy Butler, jugador de los Miami Heat de la NBA y amigo de Alcaraz, el futbolista brasileño Neymar y el ex tenista argentino Juan Martín Del Potro fueron algunos de los famosos que se dejaron este lunes ver en las gradas del Hard Rock Stadium.

Miami es un torneo que le trae buenos recuerdos a Alcaraz ya que en 2022 logró ahí su primer título de un Masters 1.000.

En 2023 cedió en las semifinales ante el italiano Jannik Sinner (n.3) pero ahora aspira al doblete conocido como 'Sunshine Double', es decir, proclamarse campeón en un mismo año en Indian Wells y Miami.