Estábamos mal acostumbrados

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 20:43

Démosle la vuelta. No caigamos en el derrotismo al ver cómo nos hemos quedado sin españoles en los cuadros individuales de los octavos del Masters de Madrid. Primero, tengamos en cuenta que Carlos Alcaraz y Paula Badosa, cuyas posibilidades de llegar lejos en el torneo en condiciones normales eran grandes, no han podido disputarlo por problemas físicos. En cualquier caso, lo anormal, lo excepcional, ha sido contar durante bastantes años con hasta tres jugadores en el top ten, tener una presencia regular en las rondas finales de las grandes competiciones y disfrutar de un campeón irrepetible como Rafael Nadal, cuya figura ejerció de estímulo no sólo para sus contemporáneos, sino también para los chavales que se fajan en las escuelas en busca de un porvenir.

El tenis posee su propia singularidad. Es un deporte individual que para quienes cuentan con el talento de partida para dedicarse a él entraña un riesgo constante. Exige una considerable inversión económica desde el principio, apostar fuerte para ver luego si puedes prosperar, sin contar de entrada con el respaldo de un club. ¿Cuántos buenos júniors, incluso campeones de torneos del Grand Slam, logran hacerse un lugar en el circuito senior, al menos no perder dinero con el deporte al que quieren dedicarse profesionalmente? ¿Cuántos chicos y chicas consiguen atravesar el desierto de los torneos ITF?

Es extraño, sí, que no haya ningún representante local en la segunda semana de la Caja Mágica. Hemos entrado en un ciclo distinto, en el que, en cualquier caso, cabe esperar aún mucho más de Alcaraz, quien sin haber cumplico aún 21 años ya tiene cuatro títulos del Grand Slam, y también quién sabe si algo importante de Badosa, si sus problemas físicos le dan tregua. España ha perdido la hegemonía de no hace demasiado tiempo, pero al calor de los buenos referentes, y con la debida dosis de paciencia, es posible que en el futuro recobre mayor cuota colectiva de protagonismo.

Italia ha tardado décadas en recobrar la pujanza de antaño. Y ahí está ahora, con Sinner, Musetti, Arnaldi, Berrettini o Paolini. En España hay una tradición sólida desde los tiempos de Santana. Paciencia. Estábamos mal acostumbrados.

El Liverpool, campeón de la Premier a falta de cuatro jornadas

El Liverpool, campeón de la Premier a falta de cuatro jornadas

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 20:05

La salida de Jürgen Klopp del Liverpool ha sido un ejemplo de cómo gestionar este tipo de despedidas. En lugar de caer en una depresión y una época difícil pos-Klopp, el Liverpool se ha levantado con su segunda Premier League en 35 años y ha ensamblado un equipo que debe seguir peleando por los mejores títulos las próximas temporadas.

Klopp pudo irse hace dos años del Liverpool, cuando parecía que su tiempo en Anfield se agotaba y que su rivalidad con el Manchester City había quedado desplazada por el binomio City-Arsenal, pero prefirió quedarse y dejar al club en una posición en la que su marcha no fuera un perjuicio.

Ayudó a regenerar el equipo, especialmente el centro del campo, cambiando a piezas como Georginio Wijnaldum, Fabinho y Thiago Alcántara por Alexis Mac Allister, Dominik Szoboszlai y Ryan Gravenberch, y lo dejó listo para su nueva etapa con Arne Slot.

Aprendió del ejemplo de Alex Ferguson, que hipotecó en cierto modo al Manchester United para ganar una última Premier antes de irse en 2013 y marcó el camino a Pep Guardiola, para que deje al City cuando se vaya en una mejor posición o al menos no en una peor.

Slot, que siempre ha reconocido el mérito del legado de Klopp, ha recogido estos frutos en una primera temporada en la que prácticamente sentenció la Premier hace meses. Esta vez no hubo carrera dramática con un Manchester City venido a menos y desplazado a pelear por meterse entre los cinco primeros y un Arsenal muy irregular, incapaz de llegar a las cotas de puntos que requiere ganar una Premier en estos tiempos.

Ganando siete de sus primeros ochos encuentros, el Liverpool alcanzó la primera posición en la sexta jornada y solo la soltó en la novena tras empatar contra los de Mikel Arteta. En la décima recuperó el liderato y ya lo ha mantenido hasta el final de la competición. Solo el Nottingham Forest (0-1) y el Fulham (3-2) han conseguido derrotar a los de Slot, en una temporada casi perfecta y muy alejada del dramatismo de las luchas con el City de Guardiola.

Salah, el gran culpable

A este dominio ha ayudado mucho el nivel de Mohamed Salah, que se ha convertido en el mejor goleador de la competición, con 28 tantos, y en el mejor pasador, con 18 asistencias. Si logra tres asistencias más en las tres jornadas que quedan, el egipcio romperá el récord de pases de gol que tienen en su poder Kevin de Bruyne y Thierry Henry.

Este curso de Salah, que a sus 32 años se ha ganado una renovación por dos temporadas más, ha permitido al Liverpool paliar la ausencia de un '9' competitivo, porque Darwin Núñez no ha estado a la altura, con apenas cinco tantos en la Premier, y Diogo Jota, que ha estado buena parte de la campaña lesionado, solo ha aportado cinco. La ayuda a Salah ha venido por parte de Luis Díaz, que con doce goles ha batido su récord anotador en una liga con el Liverpool.

Este Liverpool apuntaba en noviembre, cuando vencía a City y Real Madrid de forma consecutiva, a llevarse todos los títulos posibles. Sin embargo, se ha tenido que conformar solo con la liga tras perder a las primeras de cambio en la Copa de Inglaterra con el Plymouth, caer en la final de la Copa de la Liga contra el Newcastle United y ser eliminado en los penaltis en octavos de final de la Liga de Campeones contra el Paris Saint Germain.

¿Poco premio?

La sensación no es de decepción, porque una liga siempre es bienvenida en Liverpool, pero sí de que el punto álgido del equipo daba para algo más y que ese debe ser el objetivo de cara a las próximas temporadas, sobre todo cuando se hagan un par de ajustes en la delantera, el lateral izquierdo y el lateral derecho.

También merece su mención el hecho de que, con tres de sus jugadores más importantes sin renovar durante gran parte de la temporada, Salah, Virgil Van Dijk y Trent Alexander-Arnold, los rumores de posibles salidas no han afectado a la estabilidad del grupo.

Es la vigésima liga del Liverpool, con la que empata en la cabeza del palmarés con el Manchester United. El trofeo en sí será levantado en Anfield el próximo 25 de mayo, en el último partido de liga contra el Crystal Palace.

Será la primera vez que los 'Reds' puedan ofrecer el trofeo a su afición desde 1990, ya que en 2020, cuando cazaron su última liga, Jordan Henderson levantó el título en un Anfield vacío por las restricciones de la pandemia.

Pogacar también gana en Lieja e iguala los nueve 'Monumentos' de Fausto Coppi

Pogacar también gana en Lieja e iguala los nueve ‘Monumentos’ de Fausto Coppi

El pionero de La Decana corría con boina negra, pantalón largo y medias hasta la rodilla. Léon Houa invirtió 11 horas en cubrir los 250 kilómetros de la primera edición de la Lieja-Bastoña-Lieja, disputada en1892. El héroe belga impulsaba una mole de hierro por los muros de las Ardenas y se jugaba la vida en estrechos senderos repletos de trampas. En su primera hazaña sufrió una caída y terminó la carrera con sólo un pedal. A pesar de ello, aventajó a sus adversarios en cerca de 23 minutos. Él había nacido el 8 de noviembre en 1867 en Lieja y conocía bien la sinuosa orografía de la carrera, lo que le sirvió para anotarse las victorias en 1893 y 1894, un triplete que este domingo igualó Tadej Pogacar, el fenómeno incomparable de este siglo.

En la clásica más longeva, el esloveno ofreció otro festival con un ataque a 34 kilómetros de la meta. Una aceleración sin respuesta de sus enemigos que le proporcionó en triunfo en el cuarto Monumento de la temporada. Un ejercicio agotador de 252 kilómetros y 11 cotas, las nueve últimas encadenadas en un tramo de 100 kilómetros. Un castigo sin tregua en el que Pogacar volvió a ser coronado con los laureles, como ocurrió en las ediciones de 2021 y 2024.

Pogacar, con nueve Monumentos, iguala los registros del CampionissimoFausto Coppi (cinco Giros de Lombardía, tres Milán-San Remo y una París-Roubaix), del clasicómano irlandés Sean Kelly (tres Giros de Lombardía, dos Lieja-Bastoña-Lieja, dos París-Roubaix y dos Milán-San Remo) y del polivalente italiano Constante Girardengo (seis Milán-San Remo y tres Giros de Lombardía). Se coloca en el tercer escalón de los máximos ganadores, sólo superado por los belga Eddy Merckx (19) y Roger De Vlaeminck (11), los únicos, junto a su compatriota Rik Van Looy (ocho), que han conquistado los cinco Monumentos.

Pogi, aclamado por un público entsiasta, repitió historia en la clásica que se acomoda como un guante a sus característica de escalador y corredor de fondo. Ya sólo se queda a una victoria de las cuatro de Alejandro Valverde y Moreno Argentin, y a dos de Merckx.

La Doyenne, con sus 111 ediciones de historia, está muy viva y sabe renovarse para seguir atrapando al público. Este domingo repescó el Col de Haussire, que no se incluía en el recorrido desde 1995 y que, según muchos aficionados, es la colina más dura de Bélgica, con cerca de cuatro kilómetros de longitud y 6,8% de desnivel medio. En la cima hay una escultura en honor a Claude Criquelion. En ese lugar, a 130 kilómetros de meta, se planteó el primer pulso del día, con un ataque en pareja del Ineos, con Bob Jungels y Tobias Foos. Ambos fueron neutralizados a 80 km. de meta, cuando el UAE de Pogacar impuso un alto ritmo. Aventura sin profundidad, como la fuga integrada, entre otros, por Boulahoite, Sepúlveda, Loland, Le Berre y Haig.

La carrera que cierra el Tríptico de las Ardenas transitó nerviosa hasta el muro de la Redoute, del que este domingo se cumplieron 50 años de su estreno. Santuario de clasicómanos, escenario habitual de la resolución de la prueba. Allí llevó el ataque lejano de Pogacar, con una aceleración de potencia, sin levantarse del sillín. El impulso del esloveno se produjo cuando Remco Evenepoel iniciaba la subida en la parte central del pelotón. El fenómeno del UAE descompuso el grupo principal. Pidcock, Healy, Hirschi y Alaphilippe intentaron, sin éxito, reducir los daños. En la cima, la ventaja era de 10 segundos, una renta que fue creciendo hasta superar el minuto en las orillas del navegable río Mosa, que surca la medieval Lieja, donde levantó los brazos ante la algarabía de un público rendido a su talento. La segunda plaza fue el italiano Giulio Ciccone, a 1.03 y la tercera para el irlandés Ben Healy.

Nueva página gloriosa para El Príncipe esloveno, que esta temporada, en las ocho pruebas disputadas, no se ha bajado del podio. Ganó el Tour de Emiratos, la Strade Bianche , el Tour de Flandes, la Flecha Valona, fue segundo en la París-Roubaix y la Amstel Gold Race y tercero en la Milán-San Remo. En su hoja de servicios ya figuran 95 triunfos. No volverá a competir hasta el Critérium Dauphiné (8-15 de junio), que le servirá como último test de preparación para el Tour de Francia.

Davidovich cae ante Zverev y deja al tenis español huérfano en la Caja Mágica

Davidovich cae ante Zverev y deja al tenis español huérfano en la Caja Mágica

En uno de los momentos más candentes del duelo, tras considerar que un revés de Davidovich se había ido ancho, con 5-4 del lado del alemán y un set arriba el español, Zverev se dirigió al juez de silla de manera vehemente. "Hay un error en el sistema", le dijo, discutiendo la precisión de la electrónica. Al instante, y a la vista de que Mohamed Lahyani no accedía a sus demandas de bajar de la silla y comprobar el bote de la bola, tomó su móvil y sacó una foto de la marca, lo cual le costó un warning. Poco antes, Davidovich también había discutido un ace de su rival, hasta que el rastro del bote le fue mostrado en la pantalla.

Fue un partido intenso, con Alejandro Davidovich, claramente dominador en el primer set, mucho más exigido en el segundo ante el primer cabeza de serie y doble ganador del torneo. Un partido en el que el malagueño, finalista este año en Delray Beach y Acapulco y reciente semifinalista en Montecarlo, donde solamente le detuvo Carlos Alcaraz, evidenció sus progresos en la nueva etapa profesional, ahora al lado de Félix Mantilla y David Sánchez, ese punto de templanza del que suele adolecer su tenis.

No fue suficiente para mantener prendida la llama del tenis español en la Caja Mágica. Cayó por 2-6, 7-6 (3) y 7-6 (0), en dos horas y 44 minutos, y con él se fue el último vestigio español en un torneo que se queda sin representación local tanto en el cuadro masculino como en el femenino en octavos de final, algo que nunca había sucedido.

Oportunidad

Tuvo dos bolas de break en el noveno juego del segundo, con 4-4, pero no pudo aprovecharlas. En el comienzo de partido había encadenado diez puntos consecutivos y se fue pronto 4-0 ante un rival que tardó bastante en encontrarle la medida al partido. Reciente campeón en Múnich, el alemán llegaba a Madrid algo mejorado con respecto a otra temporada en la que sigue sin encontrar el tenis que siempre se le ha supuesto.

Fue Zverev quien, progresivamente más afinado con el saque, se llevó el desempate y entró en el tercer parcial con tres bolas para quebrar, neutralizadas por su oponente. El servicio del alemán fue un azote constante, obligando a Davidovich a evitar cualquier descuido con el suyo. Lo tuvo en un juego tan delicado como el noveno, dejando en manos del jugador de Hamburgo la llave para entrar en octavos.

Fiel a su aquilatada vulnerabilidad mental, Zverev cedió su servicio en blanco. Fue otra secuencia de ocho puntos consecutivos del malagueño, prendido de una grada deseosa de mantener vivo al menos a uno de los suyos. No pudo evitar Davidovich verse abocado a un nuevo desempate, letal para sus intereses. Tras un muy estimable partido, no anduvo fino en la resolución.

Álex Márquez celebra su primera victoria en MotoGP y recupera el liderato en Jerez

Álex Márquez celebra su primera victoria en MotoGP y recupera el liderato en Jerez

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 16:20

Álex Márquez nunca olvidará su primera victoria en MotoGP. Por el cómo, pero también por el dónde. Jerez, que seguirá albergando Grandes Premios de motociclismo por lo menos hasta 2031, tiene un sabor especial. Su triunfo, además, le permitió encaramarse de nuevo al liderato este curso, aunque fuera solo por un punto más que su hermano Marc, cuya caída en la tercera vuelta le obligó a apretar los dientes para minimizar algo los daños con un decimosegundo puesto. La pelea entre ambos Márquez, si el ocho veces campeón del mundo no se hubiera ido al suelo, tal vez nos habría dejado una de esas carreras que se recuerdan durante años.

A Marc lo condenó una mala salida. Se vio tercero, por detrás de Pecco Bagnaia, a la postre tercero, y de Fabio Quartararo, quien acabaría por subirse al segundo escalón del podio y tuvo un par de toques. El primero, con Álex. El segundo, con Pecco. En la pelea con su compañero por la segunda plaza nunca se le vio cómodo y, tal vez por eso, llegó otro error. Álex, atento a todo lo que ocurría, marcaba un ritmo muy fuerte que acabaría finalmente por catapultarlo hasta el primer puesto. Lo alcanzó por primera vez en la vuelta 11 y ya no lo soltaría hasta el final de una carrera en la que llegó a llevarle casi tres segundos de ventaja a su más directo perseguidor, un Quartararo que, a lomos de una Yamaha, firmó también una gran carrera.

Su celebración en una zona tan cargada de mítica como la Nieto-Peluqui, cómo no, estuvo cargada de emoción. Mientras recorría el circuito con una rojigualda al hombro y lágrimas en los ojos, algunas bengalas tan rojas como el color que teñía gran parte de las gradas en honor de su hermano Marc le jalearon hasta que llegó. Una vez allí, encendió la traca, dio algunos pases con una muleta, corrió a pie hacia la grada, se arrodilló en la grava y lanzó sus botas y sus guantes a una grada entregada, dispuesta incluso a dejarse dirigir como una orquesta. Acabada esa particular liturgia, se dirigiría acto seguido a una zona de boxes en la que el abrazo de su hermano Marc acabó por provocar que las emociones lo derrumbaran. No en vano, el apellido Márquez pasará a la historia como el de los primeros hermanos que lograron sumar triunfos en MotoGP.

El 'atasco' de Bagnaia

«Este es el mejor regalo de cumpleaños, es increíble correr aquí y ganar. El público en Nieto-Peluqui ha estado fantástico, entregado, aclamándome. No puedo pedir más. Creo que he hecho una carrera inteligente, esperando y, luego, tirando con mi ritmo, tratando de no dar oportunidad a mis rivales. Estoy encantado y muy contento», señaló tras la carrera un Álex Márquez que cumplió 29 años el pasado 23 de abril. «Estar en el podio es muy especial, sobre todo viendo la diferencia que ha habido con Álex. Volver y ser segundo ha sido difícil, han sido años muy duros y estoy encantado de estar en el podio de Jerez», terció por su parte Quartararo.

«Honestamente, este público es increíble. No me gustan este tipo de carreras, estaba atascado en el tercer puesto y he visto que iba perdiendo y perdiendo ritmo. Quiero darle la enhorabuena a Álex por su victoria y también a Fabio, que con una moto que ahora mismo es más lenta ha hecho un trabajo extraordinario», destacó por su parte Bagnaia. En cuanto al resto de pilotos españoles, Maverick Viñales logró un también meritorio cuarto puesto, Pedro Acosta fue séptimo, Álex Rins, decimotercero, Aleix Espargaró, con una wild card, decimocuarto, Raúl Fernández, decimosexto, y Augusto Fernández decimoséptimo. Fermín Aldeguer y Joan Mir, al igual que Franco Morbidelli, Jack Miller y Somkiat Chantra, no pudieron acabar la prueba. Hubo, además, pleno de victorias españolas. En Moto2 el vencedor fue Manuel González y en Moto3 se impuso José Antonio Rueda, con Ángel Piqueras en el segundo escalón del podio.

Coplilla de Sevilla

Coplilla de Sevilla

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 15:26

Día muy ajetreado, agotador, para Felipe VI. Por la mañana asistía en Italia a los funerales de un Papa argentino, y por la noche presidía en España los de un entrenador italiano. Metafóricamente hablando, se entiende. El partido duró tres días. Empezó sin balón el viernes entre acusaciones, pucheros y amenazas, y terminó el domingo con cinco goles y un dron de hielo volando hacia un objetivo humano con silbato.

Sevilla es desde hace siete años, y probablemente lo seguirá siendo durante unos cuantos más porque gusta a todo el mundo, la sede monárquica del fútbol español. Y desde el advenimiento de la Democracia coronada, la capital de Andalucía. Lo es por demografía, historia y posibilidades poéticas. Lo de la demografía no resulta tan importante. Hay unas cuantas Comunidades Autónomas cuya capital no reside en la ciudad más poblada. Oviedo tiene menos habitantes que Gijón. Santiago, que La Coruña. Vitoria, que Bilbao, etc. Respecto a la historia, se la podrían discutir Cádiz o Granada.

Pero poéticamente, desde el más hondo y auténtico folclore andalusí para solaz interno, o el superficial y falsificado para la exportación sin aranceles, no hay más color que el especial de Sevilla para construir la copla y la coplilla. Sevilla rima con maravilla, banderilla, mantilla, manzanilla y seguidilla. Con eso ya tenemos medio hecho el poema. Se escribe solito a imitación, un poco ripiosa, es cierto, de las románticas rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, que era sevillano. Igual que Antonio y Manuel Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre y tantos otros. Hay cantera lírica a orillas del Guadalquivir.

Sevilla es una ciudad muy poética. En su Ateneo nació fundacionalmente, en diciembre de 1927, la Generación del 27: Rafael Alberti, Federico García Lorca, José Bergamín, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Gerardo Diego...

En la víspera del partido debió rimar con pastilla. El tranquilizante lexatín o similar que tendrían que haber tomado todos antes de hablar, sollozar o escribir. Pero rimó con trencilla en las voces y gimoteos de Burgos Bengoetxea y González Fuertes, denunciantes a destiempo, inoportunos, de lo que podríamos denominar la maquinilla del fango blanca. Y con guerrilla, el mismo tipo de enfrentamiento que, desde la parrilla de programación de la televisión madridista, mantienen en cuadrilla los comandos de plantilla de Florentino contra la pandilla arbitral. Hay que leerles la cartilla a unos y otros. Entretanto, se apolilla la historia de Negreira, que rima políticamente con Waterloo. Ni rima asonante ni consonante. Disonante.

Futbolísticamente, Sevilla rimó con pesadilla para un Real Madrid que ya ha recibido esta temporada dos bofetones. Uno en cada mejilla. El de la Champions y el de la Copa. Aún no le ha llegado el destinado a la barbilla, también llamada mentón, el golpe definitivo, el de la Liga. A la posibilidad de evitarlo se aferra. Si no lo lograse, doblaría del todo la rodilla en una temporada aciaga, según la escala de exigencia que con toda la razón del mundo caracterizan al club y su hinchada. Una campaña de pacotilla.

El sábado todos los caminos conducían a Roma. Y todas las rimas, a Sevilla.

Un Rüdiger fuera de sí contra De Burgos, tres rojas al Madrid y un Ancelotti con “cero reproches”: “No voy a hablar de los árbitros”

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 01:45

La tensión del viernes previo a la final de Copa, las declaraciones de los árbitros, la renuncia del Madrid a presentarse en el entrenamiento y en la rueda de prensa, las llamadas de Louzán y las dudas del conjunto blanco sobre si jugar o no el encuentro desembocaron en el minuto 95 y en el 120 de la final entre los blancos y el Barcelona. Así de caprichoso es el destino. Apareció el VAR, hubo tres expulsiones y una locura en la que pocos saben muy bien qué pasó.

Raphinha cayó ante Asencio y De Burgos Bengoetxea señaló el penalti que decidía el título. Júbilo en la grada culé y desánimo en la madridista, aunque duró unos segundos. Cuando Davide Ancelotti y Francesco Mauri vieron repetida la acción, saltaron del banquillo a protestar al cuarto árbitro. Con ellos, todos los suplentes, Ancelotti y los jugadores de campo.

A los dos minutos, el colegiado revisó la jugada en el VAR y anuló el castigo llevando el partido a la prórroga. La grada culé cantó «Florentino, ¡hijo de puta!» mientras del Madrid, que había repetido durante todo el duelo el «¡Corrupción en la Federación!» celebró la decisión como si fuera una victoria.

Mientras, en la banda, Ancelotti lo celebraba con la mirada baja, reflexionando, pensativo. Había visto el partido perdido, su equipo había reaccionado, le había dado la vuelta acercándose a un título que era oxígeno para su etapa en el banquillo, estuvo a punto de caer en el 95 y terminó hundido en el final de la prórroga, con las manos en los bolsillos, paseando por el césped y separando a sus jugadores del colegiado.

Rüdiger, fuera de sí después de que De Burgos pitara una falta de Mbappé en el último minuto, le lanzó un objeto pequeño desde el banquillo y acabó expulsado. Igual que Lucas Vázquez, que entró al campo a protestar, y que Bellingham, que vio la roja tras el pitido final por encararse con el árbitro.

"No quiero hablar del árbitro. Cero reproches a mi equipo", dijo Ancelotti, que no quiso valorar su futuro en el banquillo. "Puedo seguir, puedo parar... Será un tema para las próximas semanas", aseguró.

Antes, cuando Tchouaméni anotó el 1-2 que completaba por un instante la remontada, también había caminado sobre el área técnica mientras su cuerpo técnico y los suplentes acudían a la celebración del centrocampista francés. Lo que pensara en ese momento sólo lo sabe el italiano, pero es bastante probable que por su mente pasaran estos últimos días tan duros, los rumores sobre su salida y algún pasaje del Doctor Jekyll y Mr Hyde, las dos personalidades de una misma persona. Así fue su Madrid en La Cartuja y así ha sido su Madrid durante este curso complicado.

En la media hora que tardó en darle la vuelta a la final, el Madrid fue intenso y generoso en la presión, asedió al Barça desde el primer pase, provocó pérdidas e inclinó el partido hacia la portería de Szczsny. Un equipo completamente distinto al de la primera parte, triste, lento y sin tirar a puerta.

En los primeros 45 minutos el Barça le superó en duelos ganados, en tiros a puerta, en toques en el área... Incluso en faltas. Pero tras el descanso todo cambió. Retiró a Rodrygo, transparente durante el inicio, y dio entrada a Mbappé, suplente porque no parecía estar para jugar desde el principio. Las palabras del italiano en el vestuario funcionaron como pocas veces esta temporada. Volvió la actitud y el compromiso y su plantilla tuvo hambre de nuevo.

En los corrillos de las prórrogas, con Carvajal arengando a sus compañeros y a la grada, el italiano lideró las charlas mientras sus jugadores se abrazaban a su alrededor. Algo poético porque su futuro dependía del título. Cayó el Madrid, veremos si cae Ancelotti. "Hay que esperar, descansar y preparar dos partidos importantes contra el Celta y el Barcelona. Seguir compitiendo hasta el final. Estamos dolidos por no levantar la Copa, pero nada que reprochar. Si ganábamos nosotros no era un escándalo, en la segunda parte estuvimos más cerca nosotros que el rival", finalizó.

Los bailes del ‘rubio’ Lamine, las gafas de fiesta de Raphinha y el aviso de Ferran: “No hay que pasarse que espera la Champions”

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 01:37

Rebeldía es bailar sin esperar a que suene la música como lo hacían el 'rubio' Lamine Yamal y Raphinha detrás de unas gafas de sol que auguran algo de fiesta nocturna. Es jalear a la grada como lo hacía Fermín con la bandera de Andalucía al cuello o no querer irse del césped como Cubarsí o Gavi mientras Szczesny, como veterano paciente, les miraba desde una prudente lejanía con las manos en la espalda antes de enfilar el vestuario. Hansi Flick dio su espacio de regocijo a una plantilla que explotó al levantar un partido que se le fue empinando hasta que dos héroes inesperados, Ferran y Koundé, lo encarrilaron. El valenciano para darle vida al Barça hasta la prórroga y el francés para llevarlo a la gloria.

En 120 minutos pasaron por una montaña rusa de emociones y fútbol: de meter miedo a tener miedo y volver al estado de fe y euforia para ser campeón en el minuto 116. De crecer en las botas de Pedri a fiarlo todo a la resistencia imposible de Iñigo Martínez ante la remontada anunciada de Mbappé y Tchouaméni. Pero sin dejar de luchar. "Lo importante es el trabajo, luego el talento para hacer las cosas", decía Ferran, elegido mejor jugador de la final. Eso fue lo que hicieron, no dejar de luchar. Cómo no estallar al menos unos minutos. "Sentimos mucha felicidad y vamos a disfrutarlos, pero sin pasarse que espera la Champions", recordaba el goleador valenciano.

Uno a uno los buscó Flick para felicitarles sin robarles ni un segundo del protagonismo que el alemán, arquitecto de este Barça irreverente, merece."Yo estoy aquí para crear un ambiente en el vestuario para que los jugadores disfruten y jueguen al máximo nivel. Que vean que creemos en ellos. Se trata de eso", resumió el técnico.

Esa forma de concebir el fútbol le llevó a que lo primero fue buscar a Carlo Ancelotti. Se fundieron en un abrazo antes de que los culés hicieran un pasillo al Real Madrid para que subiera a recoger la amarga medalla de subcampeón. Hubo confidencias de Ansu Fati con Fran García y felicitaciones de Courtois a Fermín. Respecto y cordialidad hasta que llegó su turno.

Entonces subieron los escalones de La Cartuja cerrando la fila Araújo, capitán algunos minutos sobre el césped, y Ter Stegen, que ha vuelto y ha levantado un título antes de ponerse bajo palos. El Rey entregó les entregó una Copa que ya esperaban en el césped sus compañeros tras recorrer el pasillo formado por el cuerpo técnico y los empleados del club.

Nadie pudo sacarlos de ahí. Se vació la grada culé, se apagó la música y todos los jugadores, con sus familiares, seguían sobre el césped, a donde bajó Joan Laporta para, en un corrillo con sus directivos, festejar el segundo título birlado a su eterno rival. Eso era tan importante como el gesto que tuvo el veterano delegado del equipo, Carlos Naval, mostrando una camiseta que ponía: "Dr. Miñarro, siempre con nosotros", en recuerdo del médico de la primera plantilla fallecido hace unas semanas.

El Madrid no se presenta a la final

El Madrid no se presenta a la final

El Real Madrid decidió finalmente presentarse a jugar la final de la Copa del Rey pero se olvidó de informar a la plantilla. Que el Madrid no se presente a jugar un partido no siempre quiere decir que lo pierda, ya que buena parte de su historia reciente en Europa la ha escrito presentándose en algunos minutos. Al club le había dado por dejar de presentarse a cosas, ya sea a una gala del Balón de Oro, porque no gana quienes ellos quieren, o por designar para una final de Copa a los árbitros que ellos no quieren.

Había avisado Hansi Flick de que Lamine Yamal se guardaba una sorpresa para la final, y el Madrid se creyó que era su nuevo peinado trumpista. Hasta que, en el minuto 28, le dio por aparecer caminando por su banda con el balón controlado, como si saliera a pasear por los jardines de la Casa Blanca, atrayendo jugadores del Madrid hacia su pelo como mosquitos hacia una bombilla. Y por allí esperó hasta que llegó Pedri. Tanto que parecía venir en un tren de Extremadura. Su disparo dibujó una curva tan amplia que el balón fue recalculando la trayectoria por Google Maps para poder llegar la escuadra.

Real Madrid TV había planteado un duelo arbitral, pero había demasiada calidad en el campo para que Vinicius, Modric y Mbappé renunciaran a jugar al fútbol. Tras regalar la primer parte, les bastó ponerse a jugar durante siete minutos para empezar a ganar la Copa. Y el hecho de que el Madrid no esté bien se refleja en que ya no les llegan. Con el partido casi ganado, retomaron su protesta arbitral ausentándose de los últimos minutos de la final con la misma devoción que de la previa.

A los blancos le costó parar al Barça durante todo el partido. Solo lo consiguieron sacando a Lamine del tatami y, con espíritu gremial, enseñándole a Dani Olmo, Gavi, Gerard Martín, Ferran Torres y Raphinha cómo son exactamente esas rojas y esos penaltis que nunca les pitan.

La final del 2025 pasará a la historia como la primera perdida por una cadena de televisión, que tendrían que dejar de ver tipos simpáticos como Antonio Rüdiger, y ganada por el fútbol.

La muerte de un retrato ganador

La muerte de un retrato ganador

Actualizado Domingo, 27 abril 2025 - 01:12

No mereció perder el Madrid. Desde cualquier punto de vista, el Madrid fue más ofensivo y mereció mejor suerte, pero le falló el único que nunca falla: Courtois. Sobre todo en el tercer tanto, el decisivo. Pero qué difícil es matar al Madrid. En esta época de errores de Ancelotti y Florentino, el Madrid ha anunciado la muerte de un retrato ganador. Ya no lo es. Aunque haya sido injusto.

Aun así, yo no hubiera jugado el partido. En estas condiciones, con dos árbitros acusando al Madrid de ser un machacador de la moral arbitral. Los acusadores del arbitraje. Estuvieron bien, hasta que a De Burgos Bengoetxea se le vio el color, cuando el Madrid agobiaba a un Barcelona que ha perdido brillantez, con una defensa absolutamente terrible.

Para empezar, con Dani Olmo ya están desvirtuando la competición. La propia representación del partido tendía hacia la locura. Un manicomio cervantino, con un partido absolutamente espectacular. La suerte cayó en la balanza del Barcelona

Y la locura se inició con una Real Madrid, jugando al catenaccio ancestral de Ancelotti, que no sabe hacer otra cosa, mientras el Barcelona con el super programa de Flick.

Pero tras el golpe del 1-0, el Madrid se transfiguró y, por fin fue a por el partido. Courtois no se puede tragar ese disparo de Pedri. El belga ya no es el mismo de antes, como demostró el regalito que le hizo a Ferran Torres, en el 2-2, que llegaba al delirio del show maravilloso.

El caso es que el Madrid cambio la faz del partido. Desde el cerrojo pasó a la libertad individual de sus grandes jugadores. Bellingham se puso de lider y como la defensa del Barça es tan mediocre, el Madrid pudo empatar. Y hasta llegar a la senda del éxito.

Faltaba la fenomenología de Mbappé, que se convirtió en pesadilla azulgrana, hasta que hizo una jugada fabulosa, falta y golazo de un feómeno. El Madrid tuvo el partido y Tchouaméni, que estuvo inmenso, con un cabezazo expeditivo, tras el maravilloso córner que sacó Arda Güler, decisivo una vez más.

Dominó, dominó el Madrid. Tuvo más oportunidades de que manchaban la fama del Barça, pero un despiste de Brahim y una mala posición bajo palos de Courtois despejaron el camino a Koundé. Era el final del retrato de Dorian Gray madridista.

El futuro blanco pasa por acabar con la era Ancelotti. Aunque la perspectiva próxima no me gusta nada, con un Xabi Alonso que sólo es una secuela de Guardiola. Malos tiempos para la lírica de Florentino, que también ha perdido el olfato del éxito, con su racanería para hacer fichajes. Fin de una era. Desde luego.