Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Las noches de hundimiento del Barça tienen un escenario europeo más, Milán, pero en nada se parecerá a cualquier otro naufragio. Esta vez fue un castigo cruel y por momentos injusto para el equipo primaveral y descarado que ha ensamblado Hansi Flick. Se encontraron con el primer gran obstáculo y pelearon con convicción toda la eliminatoria, sin miedo, guiados por un Lamine Yamal en la persecución de un sueño que les arrebató el Inter justo cuando vivían inmersos en un estado de felicidad sostenida. Parecían quedar atrás los breves estallidos que habían alimentado la última década, en la que el Barça no creó memoria y ni recuerdos europeos, a veces por deméritos otras por falta de suerte. Cuando pareció que este equipo, comandando por un juvenil y bajo el gobierno de Pedri, lo tenía todo, los italianos se cobraron primero los errores, después le sobrevivieron y acabaron resistiendo para someter la alegría feroz de esta generación culé en una eliminatoria épica. [Narración y estadísticas (4-3)]

El Barça encontró con la necesidad de masticar un duelo que tardó en saber interpretar, tuvo en su mano y lo vio escapar. No lograba generarle dudas a un rival que echó mano de veteranía, esa misma que hizo de Dimarco buscara intimidar a Lamine a base palitos. Nada que pudiera castigar Marciniak, pero suficiente para desquiciar. Aún así se sostuvo el de Rocafonda para tirar de un Barça que se refugió solo en él para intimidar, sin que eso le permitiera sacar a pasear su don.

En los primeros minutos, ambos equipos buscaron dañarse por los flancos. Si Lamine estaba juguetón, Dumfries anduvo siempre preparado para buscarle las cosquillas a Gerard Martín. Fue la caldera del Giuseppe Meazza la que encendió el partido cuando el Inter encadenó tres saque es de esquina consecutivos e impuso su pizca de locura. Se durmió Olmo en la salida de balón y apareció Dimarco para robar, buscar a Dumfries y que el neerlandés asistiera a Lautaro Martínez para abrir el marcador. El argentino había apurado para llegar al duelo y fue determinante durante muchos minutos.

Cubarsí y el VAR

La ventaja le dibujó al equipo de Inzaghi el escenario que quería. Sin necesidad de arriesgar, entregó el control a los azulgrana, demasiado imprecisos ante Sommer. Ni Ferran ni Lamine, en alianza con un solvente Éric García en funciones de lateral, eligieron bien y Olmo y Raphinha ni aparecían.

Al Inter le bastaba con estirarse a la contra, buscando inquietar en cualquier despeje como la bolea que probó Mkhitaryan o el zurdazo de Çalhanoglu. Se sostenía el Barça en esa mínima desventaja cuando Cubarsí se lanzó a los pies de Lautaro frenando su mano a mano con Szczesny. Se jugó el penalti y el VAR lo cazó. El argentino, a medio gas, había marcado un gol y dejado en bandeja el segundo a Çalhanoglu desde el punto de penalti con la primera parte cumplida. El 2-0 era un mazazo que Flick tendría que buscar enmendarlo en el vestuario.

Aunque solo la habilidad en el fuera de fuego les libró del tercer tanto, al alemán no le hizo falta ni mover el banquillo porque el héroe inesperado lo tenía en el césped. Se activaron Lamine, Pedri y Raphinha, pero fue Gerard Martín el que puso un centro lateral que Eric García enganchó para enviar a la escuadra. Ese gol recordó que no hay desaliento cuando está en juego una final. Tuvo el empate el improvisado lateral en una contra de manual con Gerard y Pedri, pero su disparo lo adivinó Sommer, todo reflejos.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.AFP

Nada pudo hacer el suizo con otro centro llovido desde la izquierda para el testarazo de Dani Olmo. El Barça había revivido y el Inter temblaba. Tanto que cuando el VAR convirtió en falta al borde del área la entrada de Mkhitaryan a Lamine que Marciniak vio como penalti, todo el estadio resopló de alivio.

La superioridad culé era aplastante y, como no podía ser otro, Lamine tuvo la ocasión de romper el empate con un latigazo desde la frontal del área que salvó la mano de Sommer. Entonces apareció Raphinha. Necesitó probar con la izquierda, que salvara Sommer y recoger el rechazo para ajustar un derechazo a la base del poste para poner rumbo a Munich. Nada parecía poder frenar a este Barça y hasta Lamine estrelló el cuarto en el palo. Sin embargo, el Inter revivió para aguar la fiesta culé. Cuerpeó Dumfries con Gerard y le ganó para poner un centro que Acerbi convirtió en el empate que condenaba a la prórroga.

Con el partido loco, en el tiempo extra los errores se pagaron mucho más caros. El de Araújo dejando escapar a Thuram en el lateral del área para asistir a Frattesi fue determinante. Otra vez el Barça estaba eliminado. Bajo la intensa lluvia de Milán, faltaba el gol de Lamine que, por más que lo buscó de manera incansable, no apareció.

Ruud Gullit: "Ancelotti es tu tío favorito, ese que cuando llega a la cena de Navidad todo el mundo se pone contento y aplaude. Echarle es injusto y un error"

Ruud Gullit: “Ancelotti es tu tío favorito, ese que cuando llega a la cena de Navidad todo el mundo se pone contento y aplaude. Echarle es injusto y un error”

Ruud Gullit (Amsterdam, 1962) es un tipo feliz con el carisma eterno de quien, por más que se cortase las rastas hace 25 años, aún reside en la memoria colectiva con uno de los mejores pelos de la historia. Pero tras las carcajadas hay un hombre reflexivo y comprometido. Siempre fue una estrella diferente, también cuando provocaba pesadillas en el Real Madrid de la Quinta con el Milan de los holandeses, que ganó dos Copas de Europa, o guiaba, con su amigo Van Basten, a Países Bajos a su único gran título, la Eurocopa 88.

El Balón de Oro 1987 conversa con EL MUNDO en Madrid, donde ha viajado para los premios Laureus, en una etapa plácida: "Tengo una gran vida. Viajo, sigo involucrado en el fútbol como experto de televisión y no sufro. Ser entrenador fue una mala idea. Es un trabajo horrible. Siempre, siempre, la humillación te está esperando. Puedes aplazarla durante un tiempo, pero antes o después llega". Y se parte de risa por primera vez.

Para media España serás siempre un villano y para la otra, un héroe.
Sí, lo sé y lo noto especialmente cuando vengo a Madrid. A la gente no le gusto mucho y algunos me lo dicen [risas]. En Barcelona, sin embargo, me piden muchas más fotos. Lo cierto es que aquella rivalidad entre el Milan y el Real Madrid fue muy bonita. Ellos, con la Quinta del Buitre, eran un grandísimo equipo, pero tuvieron la mala suerte de que nosotros éramos mejores. En cualquier otra época creo que hubieran ganado la Copa de Europa.

Para saber más

¿Qué es lo que más recuerdas de esos duelos?
La sensación especial de salir ganador del Bernabéu. El Real Madrid era y es el club más grande del mundo y jugar bien en este estadio es una sensación fantástica. Luego hay otra cosa que siempre recuerdo de esos años y que te demuestra lo complejo que es el fútbol. La temporada anterior a las dos que eliminamos al Madrid y ganamos la Copa de Europa, nos eliminó a nosotros de la UEFA el Espanyol. Eso es el fútbol.
El legado de ese Madrid de la Quinta ha quedado marcado por no ganar la Copa de Europa.
Y no es justo porque si ganar la Champions es difícil ahora, entonces lo era mucho más. Sólo jugábamos los campeones de liga, así que no la disputabas todos los años. De hecho, el nombre Liga de Campeones ya no tiene mucho sentido cuando va el cuarto. Ganarla entonces era una misión de dos años: tenías que ganar la liga el primero y la Copa de Europa el segundo. Era muy complicado y, además, en las primeras rondas ya te podía tocar cualquier gran equipo a ida y vuelta, ni liguilla ni posibilidad de arreglar un error ni nada. La segunda vez, eliminamos al Madrid en segunda ronda, en noviembre. Era un grandísimo equipo.
Estaban Butragueño, Míchel, Hugo Sánchez… Sin embargo, al recoger el Balón de Oro de 1987, dijiste que lo merecía Gordillo.
Sí, y lo pensaba en serio. Me encantaba Gordillo porque tenía un carácter parecido al mío. Le divertía lo que hacía, que es algo que te sorprendería saber cuántos futbolistas hay a los que no les pasa. Yo siempre disfruté jugando y Gordillo era igual, aunque luego trabajase muy duro para el equipo también. Me gustaba su forma de entender el juego y la vida, me veía reflejado en él.
Tú te lo pasabas en grande y lo mostrabas.
Divertirse es lo más importante de la vida. Además, si no te gusta lo que haces es muy difícil que tengas éxito. Yo no creo en esos jugadores que simplemente juegan al fútbol para ser famosos y millonarios. No, eso es una mierda. Al fútbol se juega porque lo amas. Divertirme siempre fue mi prioridad. Nada más fichar por el Milan me llevaron a una concentración de dos semanas en unas instalaciones aisladas y a los tres días quise volverme a Holanda, no aguantaba eso. Se lo dije a Sacchi: "A mí no me puedes meter en una jaula, necesito ir al cine, necesito salir. Si no, no me puedo concentrar". Por suerte, se adaptaron un poquito a mí, me dieron más libertad y todo salió bien. Yo necesitaba divertirme y allí nadie parecía divertirse.
El fútbol italiano de los 80 no era una juerga.
No, no [risas]. Durante las comidas yo estaba feliz, charlando, riendo, haciendo bromas y notaba que la mayoría de jugadores me miraban con sospecha: "Este tío no es serio". Lo que pasa es que luego vieron en el campo y entendieron que era tan profesional como cualquiera de ellos y trabajaba duro, pero sencillamente no podía vivir sin risas.
Siempre tuviste muchos intereses más allá del fútbol. El Balón de Oro se lo dedicaste a Nelson Mandela.
Sí, era mi ídolo, mi ejemplo, mi causa. En Países Bajos había mucho remordimiento respecto a nuestro papel histórico en lo que sucedía en Sudáfrica y participé en organizar muchas manifestaciones contra el apartheid y de apoyo al ANC [el partido de Mandela]. Además, yo estaba muy metido en el mundo de la música reggae, cuya esencia es protestar contra el racismo, el fascismo, la violencia, el sufrimiento… Nelson Mandela o Steve Biko eran presencias constantes en nuestras canciones y en nuestra cultura. Teníamos una batalla que luchar y me involucré mucho en ello. Me reuní con muchos miembros exiliados del ANC y fue una decisión clara dedicarle el premio de Mandela, que aún estaba en prisión.
Luego le conocerías.
Sí, nos reunimos muchas veces. Estoy muy orgulloso de haber conocido a alguien con tanto carisma. No he conocido otra persona que tuviera semejante aura a su alrededor y mira que he conocido gente… Pero Mandela era especial y representa lo mejor del ser humano. Cuando salió de la cárcel, siempre fue humilde, intentó involucrar al enemigo en el proceso de reconstrucción de un país y una sociedad. Nunca quiso vengarse, sino crear juntos aunque le habían tenido 26 años en una celda. ¿Cómo una persona así no va a ser una inspiración enorme? Una de las últimas veces que nos vimos me invitó a Sudáfrica y me dio una medalla.
¿De qué tipo?
De comandante. Soy comandante de las Colonias Sudafricanas. ¡Es un gran título! [risas].
¿Por qué es tan difícil ver hoy a una estrella del fútbol involucrada en cuestiones políticas y sociales?
Porque la mayoría de las veces se vuelve contra ti. Los fans y los periodistas siempre están buscando historias y titulares y si te involucras, te están esperando. El mejor ejemplo de esto es Marcus Rashford. Hizo algo maravilloso liderando la lucha contra la pobreza infantil y denunciando la inacción del Gobierno. ¿Qué sucedió? Que cuando su rendimiento en el United bajó, un montón de gente le estaba esperando para decir que era porque estaba demasiado preocupado por otras cosas. No es cierto, no tiene nada que ver, todos los futbolistas pasamos por fases, pero eso les da igual: van a usar tu posicionamiento contra ti. Así que, aunque me duela, ahora mismo le aconsejaría a cualquier futbolista que se mantenga al margen. Como futbolista, es peligroso involucrarse en proyectos políticos y de derechos humanos porque se va a volver contra ti. Es horrible, pero es así. Por lo tanto, regla número uno: no te metas en política.
Tú no la cumpliste.
No, pero sí fui haciéndolo cada vez menos. Al final, es más sencillo vivir en tu burbuja. Lo primero que debes aprender cuando triunfas en el fútbol es a decir "no", porque todo el mundo quiere algo de ti y si no se lo das va a decir que eres un gilipollas. Bueno, pues a veces es mejor ser un gilipollas que dejar que te utilicen sólo por caer bien. Lo que me preocupa es que sigo viendo hoy muchos de los problemas que veía entonces. El racismo, el sexismo, la pobreza, las guerras… Y en cierto modo está yendo a peor porque, en buena parte debido a las redes sociales, la gente cada vez es menos receptiva hacia los demás, está más enfadada, se va más a la derecha, a la extrema derecha incluso… Teníamos una Europa estupenda y se está estropeando.
Estás en un comité creado en Países Bajos para fomentar la diversidad en cargos directivos.
Sí. Por ejemplo, la Federación Neerlandesa de Fútbol, pese a la cantidad de estrellas negras que ha tenido la selección, era sólo blanca y masculina. En muy poco tiempo hemos logrado que haya una mujer vicepresidenta [Marianne Van Leeuwen], que Nigel de Jong sea el director técnico y Clarence Seedorf esté en la directiva. El cambio no debe hacerse desde abajo, debe llegar desde la cima, porque es natural que los jóvenes busquen referentes en gente que se parece a ellos. Si sólo hay hombres blancos en puestos directivos es muy difícil para una chica negra creer que ella puede llegar allí. Hay cierta gente que no quiere asumir que la sociedad actual es diversa, le guste o no. Eso no es una opinión, es un hecho. Y si bloqueas a otras razas el camino hacia el éxito estás creando frustración, la frustración crea infelicidad y la infelicidad crea enfado. Y nada es más peligroso para una sociedad que tener a un montón de gente enfadada. Si quieres una buena sociedad es imperativo que haya igualdad de oportunidades. Me he encendido, hablemos de fútbol [risas].
Ruud Gullit, representando a los premios Laureus, posa en el hotel Palace.

Ruud Gullit, representando a los premios Laureus, posa en el hotel Palace.

Vale. Diría que eres el único futbolista de la historia que ha sido estrella como defensa, como medio y como delantero.
Es cierto. Empecé como líbero y así debuté en Primera con el Haarlem a los 16 años, pero en mi segunda temporada llegó un entrenador nuevo, Hans Van Doorneveld, y dijo que me quería convertir en delantero. Me resultó fácil aprender porque tenía la ventaja de que sabía cómo piensa un defensa y me anticipaba a ellos. Mientras, en las selecciones inferiores me ponían en el medio, de extremo derecho, y aprendía otras cosas. El problema de todo esto es que los entrenadores no utilizaban mi polivalencia en mi beneficio sino en el suyo. En vez de ponerme en el sitio donde yo más rendía, me ponían en el que mejor les cuadraba a ellos el puzle y eso me irritaba porque nunca me permitió especializarme en una cosa y refinarla totalmente. Al final era una desventaja poder hacer tantas cosas. Por ejemplo, en el Milan empecé de extremo, cuando se lesionó Marco [Van Basten], me pusieron de nueve, luego otra vez al medio… Me tenía que estar readaptando cada año y era frustrante a veces.
En el Feyenoord coincidiste con Johan Cruyff en la que fue su última temporada en activo (83-84).
Y ganamos Liga y Copa. Fue un maestro muy importante para mí, con esa mente privilegiada que le permitía ir muy por delante en todas las situaciones. Me dijo algo que yo no sabía en ese momento: "Rudi, tú eres diferente, vas a tener una gran carrera y debes estar preparado. Cuando vayas a un club nuevo, a los fans no vas a gustarles. Te van a gritar, te van a insultar, los demás jugadores te van a recibir mal pensando que no eres tan bueno. Entonces, lo primero que debes lograr es hacer mejor al resto. Eso te solucionará todos los problemas". Yo tenía 20 años, aún perseguía la atención, quería destacar yo y este señor me decía que pensara en gente que ni conocía [risas]. Por supuesto, tenía razón. Porque si eres realmente bueno jugando al fútbol, puedes leer y dirigir a tus compañeros hacia sus mejores versiones y eso acaba por protegerte a ti. Si vas a lo tuyo, sólo puedes hacer bien las cosas en las que tú eres bueno, pero si ves el fútbol como un todo, las virtudes de los 11 acaban siendo las tuyas. Eso me lo enseñó Johan, es la gran verdad del fútbol y una de las cosas más importantes que aprendí en mi carrera.
Tu gran amigo fue Frank Rijkaard.
En el fútbol y en la vida. Crecimos juntos en Ámsterdam, es como mi hermano. Frank siempre fue la última pieza que necesitaba todo rompecabezas. Hacía cada equipo mejor, pero no le gustaban la atención y la fama. Las odiaba y aún las odia, de hecho. Odiaba las conferencias de prensa, a los periodistas, los actos publicitarios… Sólo quería jugar y que le dejaran en paz. Era la columna vertebral del equipo tanto con el Milan como con Holanda, el que sostenía todo lo demás. Era un futbolista mucho mejor de lo que la gente se daba cuenta porque no tenía el más mínimo interés en que le aplaudieran y le dieran premios. Fuerte, atlético, inteligentísimo… Y una persona increíble. Un líder muy diferente a los habituales. Muy calmado, muy tranquilo, siempre acertado. Marco [Van Basten] y yo ya estábamos, pero hasta que no llegó Frank no ganamos la Copa de Europa y no es casualidad.
Vosotros dos erais buenísimos, pero Van Basten…
Él era excepcional. Es el mejor futbolista con el que he jugado y el segundo mejor contra el que he jugado, sólo porque lo hice contra Maradona. Y Marco, sano, no estaba lejos. Siempre conectamos muy bien, sabía dónde iba a estar sin mirarle, así que me centraba en darle el balón, era mi primera y mi segunda opción en cada jugada. Yo también era delantero, pero sabía que si me la jugaba yo, podía ser gol; si se la pasaba a él, era gol seguro. Así que, como lo que quería era ganar, se la daba todo el rato [risas].
Marcasteis ambos en la final de la Eurocopa 88 [2-0 a la URSS].
Y metimos dos cada uno en la final de Champions del año siguiente [4-0 al Steaua]. Teníamos una conexión increíble y yo amaba a ese tío, pero discutíamos porque él sólo pensaba en meter goles y las pocas veces que no se la pasaba venía a por mí muy cabreado: "¡Me duele lo que haces! ¡No me miras!". Y yo le mandaba a la mierda y me partía de risa. Eso le enfadaba aún más porque él se lo tomaba más en serio todo, pero es que me hacía mucha gracia verle dolidísimo porque no le había pasado un balón. Al final, siempre le acababa contagiando la risa y me decía: "Eres un imbécil, vete lejos" [risas].
No parece Arrigo Sacchi, vuestro entrenador en los dos títulos, el tipo más bromista del mundo a la hora de trabajar.
Buen tipo, pero muy serio. Fue mi primer entrenador en Italia y quien me convenció para ir. Al principio fue duro porque yo necesitaba divertirme y él nos tenía horas y horas trabajando durísimo en los sistemas defensivos. Una y otra vez ensayando la presión y la salida. Me parecía un coñazo, pero cuando entendimos lo que estaba siendo y que estaba revolucionando el juego, fuimos una máquina. Fue muy influyente para mí y para el fútbol mundial.
Le sustituyó Fabio Capello y con él no encajaste igual de bien.
No, tuvimos problemas y una vez casi nos pegamos de verdad, tuvieron que separarnos, pero aun así reconozco que era un gran entrenador. Yo empecé a tener lesiones y, además, se empezó a abrir el mercado a más extranjeros, por lo que se rotaba más y a mí no me gustaba. No estaba contento y me fui a la Sampdoria, pero luego se lesionó Marco y Capello me recuperó para el Milan, así que incluso con nuestras diferencias, nos respetábamos. Ahora somos muy buenos amigos y cuando nos vemos no le echo demasiadas cosas en cara [risas].
Tu compañero de habitación era Carlo Ancelotti.
Carlo es tu tío favorito, ese que cuando llega a la cena de Navidad todo el mundo se pone contento: "¡Viene el tío Carletto!". Y todo el mundo aplaude. Es una persona maravillosa, pero también extremadamente inteligente, que a veces se olvida. Nos reíamos muchísimo en la habitación, hablábamos de todo durante horas, pero a la hora de dormir la noche anterior al partido él se ponía siempre nervioso y yo dormía como un bebé. Y por la mañana me lo encontraba mirándome: "¿Cómo has podido dormir toda la noche? No he pegado ojo. Te da igual todo". Siempre supe que sería entrenador, era su plan ya en los últimos años. Es una gran persona para tener en tu vida y, si eres una estrella, vas a matar por él porque te entiende, es justo, empático y ha estado rodeado de grandes futbolistas toda su vida. Él mismo lo fue, así que sabe cómo lidiar con nuestras rarezas. Y tácticamente es brillante, nadie gana tanto como él sólo por ser buen tío.
Parece ya fuera del Madrid tras esta gris temporada.
Es injusto y un error, pero allá ellos. Ahí está Brasil esperándole, que no es un mal plan B, ¿no? De todos modos, lo que yo le diría ahora a Carlo es: "Ya lo has ganado todo, absolutamente todo. Con lo que te gusta la vida, comer, el buen vino… Tómate unas buenas vacaciones y disfruta. Ya te echarán de menos". A veces nos obsesionamos con que la vida empieza y acaba con el fútbol y no es cierto, por eso me alegro de no haber insistido en lo de ser entrenador. Nos creemos que no hay nada más y, luego, la gente lo deja y es feliz. Mira Xavi. Cuando llegó al Barça era joven y feliz, dos años después parecía un perrillo triste y abandonado. Habían pasado dos años y había envejecido 10. Sin embargo, le vi hace un mes y estaba radiante. Más alto, más guapo, de todo. ¡Eso es la vida! [risas]
Usted sí que tenía buena pinta con aquella melena.
Y el bigote. Un poco entre cantante de reggae y estrella del porno. He de decir en mi defensa que en esa época el bigote estaba de moda. Lo salvaba, ¿no?
Eso creo.
Me encantaba la música, tenía alma de estrella del rock y aquella imagen fue importante para que la gente todavía me recuerde. Lo que pasa es que en el año 2000 me cansé. Me rapé porque estaba harto de que la gente siempre me reconociera en cualquier lado, quería poder tomarme una cerveza sin que todos me miraran. Fue la mejor decisión de mi vida. Ahora estoy encantado: guapo y de incógnito.

Y se despide partiéndose de risa una última vez.

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 20:33

El duelo de alto voltaje que el Barça y el Inter disputan en Milán para meterse en la final de la Champions tendrá dos protagonistas que llegan entre algodones: Robert Lewandowski y Lautaro Martínez. El polaco, máximo anotador de los azulgrana con 40 goles en 48 partidos, se ha perdido los últimos cuatro encuentros (en Liga frente al Mallorca y el Valladolid, la final de Copa ante el Real Madrid y la ida contra los neroazzurri) a causa de una lesión en el semitendinoso del muslo izquierdo, pero recibió este mismo lunes el alta médica y entró en una convocatoria en la que Alejandro Balde sí causó baja.

El argentino, mientras, el principal goleador de los italianos con 21 tantos en 47 partidos, tuvo que dejar el césped el martes pasado antes de tiempo también por problemas musculares, pero trabajó con el grupo y todo invita a pensar que podrá tener por lo menos algunos minutos, por mucho que Simone Inzaghi jugara al gato y al ratón a la hora de hablar de su punta de lanza como también de Benjamin Pavard.

La capacidad de intimidación de Lewandowski (sus números anotadores, de hecho, ya son los mejores desde que aterrizó en el club en verano de 2022) puede ser trascendental para que el Barça logre imponerse a un equipo que, hasta su visita a Montjuïc, sólo había encajado cinco goles en la presente edición del gran torneo continental. Incluso, aunque se quede fuera del equipo titular, tal y como dejó caer Hansi Flick en la rueda de prensa previa al partido. «Hablé con él el domingo y se está recuperando mucho mejor de lo que esperábamos. Pienso que está preparado para estar en el banquillo y, cuando lo necesitemos, volver a entrar», señaló el técnico.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.EFE

En la Champions, el polaco suma un total de 11 tantos en 12 jornadas y lo supera únicamente Raphinha, que acumula 13 en 12 duelos. El brasileño, de hecho, fue decisivo en la ida, con un disparo que, tras estrellarse en el travesaño, tocó en la espalda de Yann Sommer para convertirse en el definitivo 3-3. El colmillo del brasileño, quien inició la última remontada en el José Zorrilla contra el Valladolid y que acumula 31 goles en 52 partidos, puede ser también determinante en un mano a mano con Marcus Thuram, el segundo máximo anotador interista, que suma hasta el momento 18 goles en 45 partidos. El último, un taconazo espectacular, inauguró el marcador la semana pasada.

Otro delantero con algo menos de olfato anotador, pero con gran talento, como Lamine Yamal, puede volver a ser también decisivo, después de la exhibición en Montjuïc. Así lo espera un Flick que, pese a que siempre pone al equipo por encima de todo, es muy consciente del tipo de jugador que tiene entre manos. «Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre. Queremos llegar a la final y esperamos que todos estén al máximo nivel», concluyó.

Dani Olmo: "Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça"

Dani Olmo: “Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça”

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 19:11

La por entonces aún maltrecha economía obligó a elegir y, al final, Dani Olmo fue el único gran fichaje que cerró el Barça el pasado verano. Al campeón de la pasada Eurocopa lo acompañó una incorporación que hizo mucho menos ruido: la de Pau Víctor. Ambos se vieron abocados a vivir momentos de incertidumbre por sendas inscripciones con el primer equipo que necesitaron de la intervención del CSD para seguir adelante. Algo que a Olmo, según señaló en la previa al partido ante el Inter, nunca le hizo dudar de su apuesta por volver al club azulgrana.

«La decisión que tomé valió la pena. Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça. Era un tema que no dependía ni de Pau ni de mí y tenía un 100% de confianza en el club. Eran temas administrativos y ahora los dos estamos en disposición de ayudar al equipo en el campo», aseguró Olmo, que sabe muy bien de la importancia de este duelo en el Giuseppe Meazza. «Es una oportunidad muy grande, ya tuve la posibilidad de jugar unas semifinales en Lisboa contra el PSG y, ahora, tengo otra. Tenemos la opción de volver a hacer historia y una motivación muy grande para conseguirlo», aseguró el jugador, un comodín en los esquemas de Hansi Flick y que, de hecho, ya ha marcado varios goles decisivos.

En su opinión, la actitud con la que afronta el vestuario el encuentro, con tantos novatos en sus filas, es muy positiva. «Al final, es casi como una fiesta. Tener jugadores tan jóvenes quita un poco de presión, no le dan tanta importancia, pero ya estamos los veteranos para encaminarlos. Contamos con un grupo muy sano y todos tenemos el objetivo común de ganar», aseveró.

«Lamine es un genio»

«Tener tantos jugadores que se han formado en las categorías inferiores es algo que habla muy bien de la mejor cantera del mundo», recalcó Olmo que, cómo no, quiso destacar la aportación de un talento como el de Lamine Yamal. «Vivimos su situación con normalidad, no me sorprende lo que hace. Ya le he visto hacer cosas así, tanto en la Eurocopa como en lo que llevamos de temporada. Está tranquilo y con ganas de demostrar que es el mejor», zanjó.

«Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre», reiteró por su parte Flick, tras adelantar que Robert Lewandowski partirá desde el banquillo. «Ya hemos ganado dos títulos y sé que los jugadores se crecen en estos partidos. Es una semifinal, pero tenemos que disfrutar. Los nuestros nunca se rinden y creo que llegamos en buena situación al partido», aseguró.

«Quiero que se vea todo lo bien que podemos jugar, que todo el mundo esté orgulloso. Queremos disfrutar jugando. Para mí, es una maravilla poder entrenar a este equipo y estoy muy contento por ello», insistió, si bien sabe que también será muy importante estar bien resguardado en la zaga para no encajar tantos goles como en la ida. E, incluso, asegura tener la receta para lograrlo. «Los entrenadores lo analizamos todo, todo tiene un motivo. Hemos de defender mucho mejor y alguna cosa sí que cambiaremos. Es todo lo que puedo decir», concluyó.

Las cinco obras de arte de Lamine Yamal: Francia en la Euro, el Madrid en Arabia o el Inter en Champions

Las cinco obras de arte de Lamine Yamal: Francia en la Euro, el Madrid en Arabia o el Inter en Champions

Actualizado Jueves, 1 mayo 2025 - 18:13

Lamine Yamal tiene sólo 17 años. Es algo que hay que repetir una y otra vez para dejar meridianamente clara la magnitud de lo que está haciendo el crack del Barça sobre los terrenos de juego. Se estrenó con el primer equipo cuando aún era un quinceañero y, desde entonces, su progresión ha ido subiendo peldaños a una velocidad casi de vértigo. Esta misma temporada, cuando estuvo en la diana por su sequía goleadora (cabe aclarar que, ahora mismo, no destaca precisamente por su gran producción en ese sentido), el chaval de Rocafonda dejó caer que lo suyo son los partidos grandes. Y nadie puede decirle que no haya cumplido con su palabra.

Aún está lejos de tener la producción anotadora que cosechó Leo Messi, si bien cabe aclarar que al argentino también le costó destacar en ese sentido. Pero, cuando empezó a sumar goles con frecuencia, era casi imparable. No en vano, el argentino es ahora mismo el máximo goleador de la historia del club. Lamine Yamal aún tiene muchos años por delante para tratar de alcanzarlo. Por lo pronto, ya ha dejado unas cuantas acciones para el recuerdo. Tanto con la camiseta azulgrana como con la de La Roja. Por así decirlo, sus cinco obras maestras.

8 MARZO 2024. Empecemos con el que los propios seguidores culés votaron como el mejor tanto de la temporada pasada: el que significó el triunfo ante el Mallorca en Montjuïc. Cuando faltaban poco más de 17 minutos para el final del tiempo reglamentario, con la oposición de un defensor y estando apenas un par de metros dentro del área, mandó el balón a la escuadra derecha de la portería para desatar el delirio de los seguidores barcelonista.

9 JULIO 2024. La segunda obra maestra de Lamine, si aplicamos un orden cronológico, podemos encontrarla en la pasada Eurocopa. En el duelo de semifinales que enfrentó a España y Francia, el joven delantero azulgrana se encargó de poner la momentánea igualada en el marcador con un disparo desde fuera del área, centrado y quizás a algo más del metro y medio del semicírculo, que acabaría colándose muy cerca del poste derecho de la portería de los bleus para abrir el camino de una remontada culminada por Dani Olmo.

12 ENERO 2025. La tercera la firmó ante el Real Madrid en la Supercopa de España, con un toque suave al balón tras llegar a al área blanca para mandarlo de forma teledirigida muy cerca de la cepa del poste derecho de la portería de Courtois e igualar el madrugador tanto inicial de Mbappé en un partido que acabaría con triunfo por 2-5 para el equipo de Flick.

11 MARZO 2025. El cuarto golpe de genio del delantero lo encontramos en un duelo de vuelta de los octavos de final de la Champions de este mismo curso marcado por el fallecimiento del doctor Carles Miñarro. Desde la frontal, con un toque sutil, hizo inútil el intento del portero rival por desviar su disparo y volvió a adelantar a su equipo en el marcador después de que Otamendi hubiera igualado el tanto inicial de Raphinha. El partido, finalmente, se saldaría con triunfo local por 3-1. Lamine llegó a asegurar que ese tanto fue incluso mejor que el que le marcó a Francia.

30 ABRIL 2025. Estaba por llegar el ayer frente al Inter. De nuevo, casi acariciando el balón y tras internarse en el área encarando a todo rival que trataba de salirle al paso, se sacó de la chistera un disparo que significó el momentáneo 1-2 en un partido de locos, con una actuación muy elogiada por Simone Inzaghi, el técnico rival. «Es uno de esos talentos que nacen cada 50 años», zanjó.

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

El mayor problema de ir perdiendo 0-2 en el minuto 20 de una semifinal de Champions es no ser el Real Madrid. Me lo recordó mi amigo Toño, que es madridista, y me mandó un whatsapp justo en ese minuto para decirme, "tranqui, ahora llega la remontada", como si se estuviera riendo de mí, o se creyera que era su equipo el que estaba en la semifinal, que para el caso es lo mismo.

El Barça sacó un mural antes del partido recordando sus cinco Champions con sus años, cuando el aficionado culé lo que más recuerda son los huecos que cavó entre ellas. No es que el Real Madrid tenga más copas, lo que no tiene son fisuras.

El Inter llevaba tres partidos sin marcar y tardó 30 segundos en meter el primero. Fueron los 30 segundos más largos de la competición. En ellos pasaron más cosas que en partidos de la liga italiana enteros. Un contragolpe, un centro, un rechace, otro centro, un remate de tacón, y un gol, como en ese planeta de Interestellar, en el que cada hora pasan como siete años en la Tierra. El Barça caminaba por un lago en calma, y confundió con una montaña el tsunami que se le venía encima. En esa situación lo mejor que podía hacer el Inter es llevar el partido hacia un agujero negro, pero allí se encontró con un extraterrestre.

Dicen los que saben que una semifinal de Champions exige de jugadores que sepan manejar los tiempos, cabeza fría y veteranía, pero con un 0-2 lo que necesitas es un niño inconsciente, y el Barça tiene al mejor del mundo. Con razón Flick en el descanso, en vez de abrazarle como al resto de jugadores, lo frotaba como solo se frota a las vírgenes y a las lámparas maravillosas.

En vez de jugarse la eliminatoria Inter y Barça prefirieron pegarse una fiesta, y en ella el que más bailó fue Lamine Yamal. Lejos de ir crecido, suele responder que algún día le gustaría ganar el Balón de Oro, como si ese día no fuera mañana mismo. El del Barça es probablemente el mejor jugador del mundo, o por lo menos al que preferirías ver paseándose por los campos en una gira asiática antes que tragarte un Urawa Reds-Ulsan Hyunday del Mundial de Clubes. La IA empieza a darle favorito para el Balón de Oro, pero qué sabrá de fútbol la IA, que diría Florentino.

El éxtasis de Lamine desata a un Barça que peleará la final de la Champions en San Siro

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 23:11

Hay dos lenguajes que Lamine Yamal ha unido para catapultar al Barça: no solo es capaz de hacer diabluras con la pelota sino que también tiene un don para crear emociones. No le hables de futuro, de guardar ventajas, de bajar los brazos o de proteger un resultado que sigue dejando a mano una final de Champions. Háblale de someter y enloquecer a los rivales, de tratar de tumbarlos aunque sea para seguir subido al sueño. Con ímpetu adolescente, fue él quien desató al Barça en unas semifinales de infarto ante un Inter que desnudó sus carencias con suma facilidad obligándoles a un examen de conciencia en San Siro. [Narración y estadísticas (3-3)]

Lamine sembró el miedo el Montjuïc cuando se retiró del calentamiento. Los presagios no eran buenos, pero los espantó nada más arrancar el duelo y en las circunstancias más difíciles. El Barça se encontró con un gol en contra a los 30 segundos por una genialidad de Marcus Thuram. Un centro de Denzel Dumfries y un taconazo ante el resbalón de Íñigo Martínez para marcar el segundo gol más rápido que le han hecho al Barça en Europa. Un golpe inesperado, pero también mucho tiempo para levantarse.

No iba a ser tarea fácil porque el Inter se esforzó en guardar un botín que no tuvo que pelear. Como las legiones romanas, el equipo de Simone Inzaghi es capaz de juntarse en el área sin dejar hueco ni para el aire. Dejaron que el Barça los llevara hasta allí sin contar con que, esa noche, Lamine Yamal iba a ser imparable. Él solo se bastó para ir buscando la rendija hasta que la encontró. Ni bajo la persecución de Dimarco y Bastoni, con las ayudas de Mkhitaryan, pudieron maniatarle. Era noche de desenfreno y no tardó en verse.

Por donde nadie lo esperaba

Primero trazó un centro que sorprendió a Ferran Torres de lo medido que iba a su bota. Después fue el valenciano quien buscó ajustar al palo un rechace de Bisseck. Con el Inter empujado a vivir en su campo, antes de que el Barça lograra reaccionar llegó el segundo varapalo. Un córner forzaron los italianos y Dimarco lo puso al corazón del área pequeña para que Acerbi lo peinara y apareciera Dumfries con una increíble chilena. Dos goles en contra en 20 minutos y, pese al acoso y la posesión, ni un disparo culé entre los palos de Sommer.

El suizo tardó muy poco en dejar de ser espectador. Lamine Yamal se soltó la cadena y tiró del equipo cuando cumplía 100 partidos en la élite azulgrana. La banda era suya y quebraba con suma facilidad a cualquiera que saliera a su paso. Caracoleó desde la frontal, sin miedo, con descaro, colándose por donde nadie lo esperaba hasta sacar un disparo al palo largo que Sommer solo pudo seguir con la mirada. El chaval de 17 años, una vez más, acababa de prender una chispa que guió al Barça al empate.

Volvió a pasillear por el área hasta la línea de fondo para, en un palmo, soltar un zurdazo que el guardameta interista rozó para desviar al larguero. De la electricidad de Lamine se contagió todo el ataque. Probó Dani Olmo a soltar un latigazo girándose entre los centrales y Ferran y Raphinha anduvieron pendientes de los centros desde la derecha del inspirado genio de Rocafonda.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.AFP

No se podía sacudir el Inter el agobio ante el endemoniado peligro que generaba el canterano, que llevó otra vez a Sommer a salvarse del empate ante un disparo de Olmo. Lo que no pudo hacer es evitar que Pedri filtrara un balón a la cabeza de Raphinha que picó para la llegada de Ferran entre los dos centrales e igualara un partido en el que el Barça estaba logrando devorar al Inter.

Otro giro de guion lo provocaron las lesiones. Antes de la media parte, Koundé se echó al suelo. Demasiados minutos en las piernas del héroe de Copa y una nueva prueba de fuego para Flick, que tuvo que mandar al campo a Éric ante la ausencia de otro lateral diestro. La desgracia también golpeó al Inter con la lesión de Lautaro Martínez.

Quisieron Flick e Inzaghi bajar las revoluciones y evitar que el partido enloqueciera en la segunda parte. Se habían dañado con suma facilidad y había que recomponerse. Imposible. El Inter dio un paso al frente para sacudirse el dominio y, en un córner ante una mala salida de Szczesny, de nuevo Dumfries fue letal. La satisfacción de volver a adelantarse en el marcador apenas duró unos segundos, porque de otro saque de esquina en jugada ensayada, Raphinha soltó un obús desde la frontal que Sommer solo pudo mandar a su propia red.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.AFP

Nadie se conformó. El Barça siguió buscando tumbar al Inter, como si no hubiera un partido de vuelta, y los italianos se oxigenaron y encontraron con facilidad los metros a la espada de la defensa de Flick, con salidas taquicárdicas de Szczesny, un gol anulado por un ajustadísimo fuera de juego de Mkhitaryan y la sensación de que, llegados a los últimos minutos, una tregua era la mejor opción. Pero de eso no entiende Lamine, que aún estrelló un centro chut en el travesaño y contagió a Raphinha en el arrebato. Si quieren estar en Munich, tendrán que ordenarse y evitar que aparezca la locura en Milán. Si es que pueden.

Lamine Yamal, un veterano de 17 años que levantó a un Barça herido: "Es un talento que nace cada medio siglo"

Lamine Yamal, un veterano de 17 años que levantó a un Barça herido: “Es un talento que nace cada medio siglo”

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 22:50

Lamine Yamal lo advirtió en la previa, cuando le preguntaron si entendía que alguno pudiera decir que va demasiado crecido. "Mientras gane, no me pueden decir nada. Cuando no gane, sí", señaló un jugador que ha llegado ni más ni menos que a su partido número 100 con el Barça con solo 17 años.

Quizás, también debería valerle el empate. Sobre todo, por cómo se dio el partido y por el hecho de que, antes del arranque, pareciera que no iba a poder estar en el once.c

Ante el Inter, un rival ante el que toda una leyenda como Leo Messi se quedó con las ganas de marcar por lo menos un gol, volvió a reivindicarse sobre el césped. No solo marcando el gol que abrió el camino de la primera remontada barcelonista, después de que los italianos llegaran a mandar por 0-2 en el marcador de Montjuïc. También, como ha hecho tantas y tantas veces, espoleó a la grada de Montjuïc para que empujara al equipo azulgrana hacia algo que, en los primeros 21 minutos, parecía una quimera: marcarle por lo menos dos goles al equipo menos goleado de la Champions. Dos que, al final, tendrian que ser tres. "Es un talento que nace cada 50 años", concedió Simone Inzaghi.

"Ojalá pueda marcar yo", lanzó el martes en la sala de prensa de la ciudad deportiva Joan Gamper después de que el comentaran que el Inter quedó fuera de la voracidad goleadora de Messi. La forma en que anotó el 1-2 pareció a todas luces impropia de un futbolista con edad para estar tranquilamente en el juvenil. Se internó en el área tras quitarle el balón a Koundé, encaró a los dos futbolistas que siempre trataron de convertirse prácticamente en sus sombras sobre el terreno de juego y envió un trallazo que, tras tocar en el poste derecho de la portería de Yan Sommer, acabó estrellándose de manera irremisible en el fondo de la red apenas cuatro minutos después de que el Inter se pusiera 0-2 en el marcador.

El joven delantero azulgrana, de hecho, fue uno de los más destacados en un ataque barcelonista que buscó saltarle al cuello a su rival cual bestia herida tras verse tan lejos en el marcador. Hasta siete veces buscaron la portería rival ante un Inter que apostó descaradamente por resguardarse en la zaga, protegerse e, incluso, perder tiempo. Con esa actitud sobre el terreno, no tardó demasiado tampoco en llegar el 2-2, con Ferran como ejecutor.

De poco le sirvió a Dumfries llevarse un doblete al bolsillo con el 2-3. Raphinha, asistente de Ferran en el 2-2, puso en ese caso el 3-3. Lo peor para los azulgrana, no obstante, más allá de un resultado que lo deja todo abierto para una vuelta a todo o nada, la misma semana en la que el Real Madrid visitará Montjuïc para el segundo clásico de la Liga de esta temporada, fue la lesión de Joules Koundé. El francés, imprescindible para Flick en la banda derecha de la defensa y capaz incluso de irse a correr por Sitges al día siguente de un partido si entiende que le faltó esfuerzo, tal y como confesó el propio técnico, sufre una rotura en el isquiotibial de la pierna derecha que hace que su presencia en lo que resta de temporada esté como muy mínimo en el aire.

El Inter, mientras, muy poco después, se vio afectado también por una baja de peso: la de Lautaro Martínez. El delantero argentino sufrió también un problema muscular a finales de la primera parte que invita a pensar que, como mínimo, se pederá la vuelta de la semana que viene en San Siro. Y, también, tal vez, un final de liga en Italia en la que el conjunto neroazzurro aspira aún a arrebatarle el primer puesto a un Nápoles que, ahora mismo, encabeza la tabla.

Lamine Yamal, centenario con el Barça a los 17 años: "El miedo lo dejé en el parque de Mataró"

Lamine Yamal, centenario con el Barça a los 17 años: “El miedo lo dejé en el parque de Mataró”

Actualizado Martes, 29 abril 2025 - 23:09

El caso de Lamine Yamal es único. El delantero azulgrana disputará ante el Inter de Milán, en la ida nada más y nada menos, de las semifinales de la Champions, su partido número 100 con el Barça. Curiosamente, el mismo día en que se cumple el segundo aniversario de su estreno con el primer equipo, de la mano de Xavi Hernández, y cuando no ha alcanzado aún la mayoría de edad. Algo que, de hecho, no sucederá hasta el próximo 13 de julio.

Pero, pese a su juventud, se ha convertido ya en un futbolista clave tanto para el conjunto barcelonista como para la selección española, con la que levantó la Eurocopa el pasado verano. Si su progresión sigue por los mismos derroteros, tampoco será nada extraño verlo también muy pronto en el podio del Balón de Oro. O, incluso, alzando también ese trofeo.

«Nunca he tenido miedo. Sí tengo motivación, como unas cosquillas en la barriga antes del partido, pero yo creo que eso es bueno y que lo tenemos todos los jugadores. El miedo lo dejé en el parque de Mataró hace tiempo», comentó Lamine en la previa del duelo con el Inter. «Es mi primera semifinal de Champions, y también lo es para muchos compañeros. Tenemos muchas ganas de pasar a la final, de mostrar el equipo que somos y tenemos mucha ilusión», aseguró un Lamine Yamal que advirtió de que la mala racha de los italianos no hace que tengan menos opciones en el cruce. El conjunto neroazzurro, además, siempre se le resistió a nivel goleador a un jugador con el que muchos no dudan en compararlo: Leo Messi.

«No me comparo con nadie»

«No creo que ésta vaya a ser la época de Lamine Yamal. Espero que sea la del Barça. Si Messi no le marcó al Inter, imagino que sólo le habrá faltado ese rival... Ojalá pueda marcar yo», aseveró el delantero, quien prefiere huir de cualquier tipo de comparación, y menos con el argentino. «No me comparo con él ni con nadie. Esas cosas se las dejo a la prensa. Yo sólo pienso en mejorar cada día. Pienso que hacer comparaciones no tiene sentido, y menos con Messi», señaló el de Mataró, quien apuntó, además, que no ha hablado con el actual futbolista del Inter de Miami, con quien protagonizó, cuando solo era un bebé, una imagen para un calendario solidario del club azulgrana que muchos ven ahora como toda una premonición.

Y, por mucho que no quiera compararse, algunos datos son curiosos. Messi disputó su primer partido oficial con el Barça ya con 17 años, frente al Espanyol, el 16 de octubre de 2004. El número 100, mientras, lo disputaría ante el Valencia, a los 20 años. Antes de llegar a la mayoría de edad, sólo disputó nueve partidos con el primer equipo y estuvo en el once inicial en dos ocasiones.

«La edad es sólo un número»

Los tiempos, desde luego, son muy diferentes. Pero, ahora mismo, a las puertas de su partido 100 con el conjunto azulgrana, Lamine suma 21 goles y 27 asistencias, así como tres títulos: una Liga, una Supercopa de España y una Copa del Rey. Lo que es también innegable es que su actitud dista mucho de aquella timidez inicial del argentino. Algunos, incluso, le acusan de ir muy crecido: «Mientras gane, no me pueden decir nada. Cuando no gane, sí».

«Como jugador, quiero ser un buen futbolista, y, además, ser una persona respetuosa y educada, que es lo que me han enseñado mis padres en casa», recalcó el de Rocafonda, quien opina que la juventud no debe ser nunca un problema. «Para el fútbol no hay edad. Es un deporte que va de la calidad y de la mentalidad que tenga cada uno. Si estás preparado, lo estás. La edad es sólo un número», apostilló, si bien quiso defender también la gran importancia que tiene la cantera en el club. «De pequeños, hemos visto al Barça ganar la Champions, en 2015. Jugamos porque sentimos la camiseta. No es lo mismo llegar de fuera que jugar un derbi o un clásico siendo de La Masía», sentenció.

El PSG post Mbappé toma Londres y se muestra como aspirante a esta Champions

El PSG post Mbappé toma Londres y se muestra como aspirante a esta Champions

El PSG post Mbappé quiere esta Champios. Lo mostró tomando el Emirates. Primero apabullando y luego controlando. Muy serio el conjunto de Luis Enrique ante unos ingleses faltos de mordiente. Tenían muchas bajas, sí, pero su imagen estuvo mucho tiempo lejos de la que exhibió en los cuartos ante el Madrid. [Narración y estadísticas, 0-1]

Arteta daba vueltas sobre sí mismo, Odegard alzaba los brazos en señal de impotencia y, mientras, el PSG acumulaba 15 minutos de tormento sobre la portería de Raya con resultado de un gol, un posible penalti y varios acercamientos peligrosos. El inicio de las semifinales de la Champions mostraba lo que los franceses ya llevaban apuntando en este tramo final de la temporada: Son un equipo engrasado y que tiene claro a lo que juega.

Con un 70% de posesión en la primera media hora, los parisinos mostraban un gran gusto por la pelota, con la paciencia que mostraba aquella España de Luis Enrique, pero con mucho más colmillo. Mordían arriba para recuperar rápido y, si veían opción de finalización, iban a por ella sin dudar empujados por dos puñales en las alas como Doué y Kvaratskhelia. Si la jugada requería pausa, volvían hacia Donnarumma para construir desde su portero.

La salida la buscaban por banda pero, si no aparecía, se acercaba Dembélé para ofrecerla, como ocurrió en el primer tanto del encuentro. Una jugada de casi dos minutos de posesión que culminó el mosquito tras recibir de Kvaratskhelia un balón que él mismo le había cedido previamente. Declan Rice se equivocó saliendo a por el georgiano en lugar de seguir la línea del delantero francés, que está de dulce este curso con 33 tantos y 12 asistencias, aunque este último lo convirtiera con la espinilla y en el segundo tiempo se retirara lesionado.

Tardó casi media hora el Arsenal en ajustar y asustar. No mucho. Pero lo suficiente para recordar a los parisinos que el encuentro era en el Emirates. Pero el susto se lo llevaron poco después los ingleses, que pudieron irse al descanso con un 0-2 si Raya no hubiera sacado una mano milagrosa a un disparo de Doué a bocajarro. Tiene el PSG todos los registros del juego a nivel ofensivo ya sea desde la posesión o desde el contragolpe.

Metieron una marcha más los chicos de Arteta antes del descanso. Apretaron la salida de balón francesa y consiguieron acercarse con peligro a la portería de Donnarumma. Reclamaron un penalti sobre Merino que no fue, un centro que no llegó Martinelli por poco y un patadón de Raya de una falta lejana que a punto estuvo de convertirse en una ocasión tras pasearse el ulterior centro de Saka por el área del portero italiano.

Show de Donnarumma

Apareció precisamente el transalpino ante el delantero brasileño del Arsenal después de que Achraf se saliera de su posición y Neves se olvidara de su espalda. La mano dura, abajo, fue un deja vu de la realizada por Raya minutos antes. Hubiera sido un gran golpe anímico ya que la ocasión llegó un minuto antes del descanso. Lo pudiron dar un minuto después de volver de vestuarios, a la inglesa, golpe franco bien sacado por Rice y Merino, el nueve de este Arsenal, con un soberbio cabezazo, la introdujo en la red, pero lo hizo con medio cuerpo adelantado.

Este tanto anulado animó a los gunners que, conscientes de que debían sacar algo más positivo en casa, inclinaron el Emirates. Lo que pasa es que hoy comparecía el Donnarumma de las grandes noches y el italiano sacó otra mano milagrosa a un disparo de Trossard tras una elegante y potente cabalgada de Rice.

Arsenal, sin definición

Volvía el Arsenal a parecerse a aquel equipo mandón y compacto que se exhibió ante el Madrid. Se aprovechó de la desaparición de las alas parisinas y apabulló al mediocampo francés en inferioridad táctica y numérica ante la pujanza, especialmente, del verdugo de los blancos. No ayudó la lesión de Dembélé, de gran ayuda en la salida de la pelota y definición arriba.

Precisamente definición es lo que le faltó a los londinenses. Movían el balón muy lento y lo fiaban todo a las individualidades de Saka o Trossard. El PSG se mantenía a pie firme, haciendo dos contra uno en las bandas y saliendo con peligro cuando podía correr. En dos de esas salidas, de hecho, Barcolá y Ramos, que habían salido por Doué y Dembélé, desperdiciaron la oportunidad de hacer el segundo. La guerra culminará en París, pero la primera batalla es francesa.