Otro sorteo explosivo para Nadal: puede jugar ante Djokovic en segunda ronda en los Juegos

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 12:30

Rafa Nadal ha jugado al póker, vaya si ha jugado al póker. Este jueves, en el Club Les Lodges de Roland Garros, lugar habitual de sus celebraciones, el sorteo del cuadro de los Juegos de París le situó ante el más difícil todavía y él hizo como si nada, tranquilo, impasible. Invitado por la organización para presenciar el acto en primera fila no movió ni una ceja. Y eso que, como ya le pasó en el Grand Slam francés, en la cita olímpica deberá saltar un altísimo obstáculo si quiere jugar por las medallas.

Esta vez el trago no será en primera ronda. De inicio, se medirá al húngaro Marton Marton Fucsovics, el 83 del mundo, un tenista al que nunca se ha enfrentado. En segunda ronda llegará la dura prueba. Allí, si ambos vencen, le esperará el actual número dos del mundo, su adversario en la cima del tenis, el rival al que más veces se ha encontrado (30 derrotas y 29 victorias), Novak Djokovic. En el último duelo entre los dos, también en Roland Garros, venció el español, pero han pasado dos años y tantos, tantos dolores. El favorito esta vez será el serbio, más tras su rápida recuperación de la lesión de rodilla y su reciente final en Wimbledon.

Además, si gana Nadal, si supera ese Rubicón, el camino tampoco será sencillo. En tercera ronda podría aparecer Matteo Arnaldi, que llegó a cuarta ronda en el último Roland Garros y luego Stefanos Tsitsipas o Sebastián Báez. Luego ya, en semifinales, su adversario potencial tiene el nivel que merece la fase, un Alexander Zverev que ya lo eliminó hace sólo dos meses. Pese a su tranquilidad durante el evento, el sorteo no fue nada amable con él.

Alcaraz y el dobles

Todo lo contrario de lo que fue para Carlos Alcaraz. Sin Jannik Sinner, de baja por una amigdalitis, y con Djokovic y Zverev por el otro lado del cuadro, el horizonte está despejado. Su estreno será ante el libanés Hady Habib, el 275 del mundo, un jugador con invitación que apenas ha jugado 15 partidos en el circuito ATP y luego surgirán nombres como el británico Cameron Norrie, el chileno Alejandro Tabilo o el argentino Tomás Etcheverry antes de un posible duelo con Alex de Miñaur en cuartos de final. En semifinales podrían aparecer Daniil Medvedev o Casper Ruud, ambos adversarios a los que ha vencido recientemente.

Nadal y Alcaraz tuvieron así suertes dispares en el sorteo y como pareja, en el dobles, se quedaron un punto medio. Su debut será complicado, ante la pareja argentina formada por Máximo González y Andrés Molteni, dos tenistas que suelen jugar juntos y que, por ejemplo, han ganado las dos últimas ediciones del Godó, pero luego la competencia será menor. El cruce complicado le cayó a la dupla formada por Marcel Granollers y Pablo Carreño que empezarán contra los italianos Simone Bolelli y Andrea Vavassori, los cabeza de serie número 1, finalistas este año del Open de Australia y Roland Garros.

Hugo González, la gran esperanza en la natación: “He entrenado en tiempos que pensaba imposibles”

Actualizado Miércoles, 24 julio 2024 - 01:00

Antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, los que iban a ser sus Juegos Olímpicos, Hugo González (Palma de Mallorca, 1999) pensaba en retirarse. Con sólo 22 añitos, el nuevo líder de la natación española no se sentía apoyado por la Federación Española (RFEN), más bien todo lo contrario, y se veía fuera de la piscina. Querían que fuera a entrenar al CAR de Sant Cugat y él deseaba seguir en Estados Unidos, en la universidad donde estudiaba, Berkeley, en California. El desencuentro duró y duró. Hasta que el año pasado, después de mucho lío, hubo acuerdo entre las partes, González recuperó las ayudas, encontró varios patrocinadores y su futuro se aclaró. Desde entonces alterna meses en Berkeley con estancias en Madrid con un sistema único en el que lleva su propio plan, siempre acompañado de un técnico de su confianza. Desde entonces, brilla, vaya que si brilla.

Este año, en febrero, en el Mundial de Doha, se colgó dos medallas, un oro en los 200 espalda y una plata en los 100 espalda. Ahora sí estos Juegos Olímpicos de París tienen que ser sus Juegos Olímpicos. También nadará en los 100 espalda y los 200 estilos, pero apunten la fecha y la hora de su final, la final de los 200 espalda: 1 de agosto, 20.37 horas. Desde el ocaso de Mireia Belmonte, España no tenía una opción de medalla tan clara en el agua.

¿Ya puede entrenar y competir sin dudas sobre su futuro?
Depende cómo se mire. Ahora tengo más sponsors que nunca, como Iberia o YoPro y tengo más facilidades para poder viajar a las competiciones y para seguir mis entrenamientos. Todavía creo que hay cosas que mejorar, pero no me puedo quejar, me encuentro más cómodo que antes, sí.
Entonces, a sus 25 años... ¿Después de estos Juegos Olímpicos de París puede afirmar que seguirá nadando?
Diría que sí, porque estoy más arropado. Es más fácil seguir mi plan, prepararme en Estados Unidos y, al mismo tiempo, ha sido muy ilusionante poder volver a España. Ha sido un cambio importante en mi vida, he encontrado un equilibrio tanto en lo deportivo como en lo personal.
¿Cómo divide su vida ahora entre España y Estados Unidos?
Con muchos viajes. Esta temporada he estado algunos meses en Madrid y otros en Berkeley. En Madrid tengo el apoyo de mi familia y de Taja [el técnico del Real Canoe José Ignacio González], que ya era mi entrenador cuando tenía 16 años. Y en California, con Dave [Durden], soy parte de a un grupo de más de 40 nadadores de élite, muchos de ellos medallistas [como el campeón mundial de los 100 espalda, Hunter Armstrong, o el cuatro veces campeón olímpico Ryan Murphy]. Por el nivel que hay en la piscina, los entrenamientos allí son imposibles de replicar aquí, pero también es importante para mí poder volver a casa.
Los viajeros dicen que uno vive donde deja el cepillo de dientes.
Bueno, yo tengo dos cepillos, tengo mi vida en los dos sitios. En Berkeley tengo una habitación, comparto piso con un excompañero de universidad y en Madrid estoy en mi casa, con mis padres. Cuando estoy en uno u otro sitio me adapto a lo que hay, incluso a los entrenamientos, no impongo lo mío. Con el tiempo y la experiencia me he hecho muy flexible. Estoy muy a gusto en los dos sitios, la verdad.
¿En Berkeley acabó sus estudios de Ingeniería Informática?
No pude, no pude. En mi primer año en Estados Unidos, además del aprendizaje del idioma, cambié dos veces de universidad y cuando llegué a Berkeley ya iba muy retrasado. Intenté ponerme al día, pero me costó muchísimo y al final me cambié de carrera. Como mi madre es de Brasil, me pasé a Lingüística Portuguesa y me gradué. Tenía ventaja, la verdad. Este año no estoy haciendo nada, estoy completamente centrado en los Juegos, pero no me gusta estar así. No sé lo que haré después, pero necesito algo más que entrenar y competir, quiero aprender.
¿Ha habido otros cambios en su preparación que expliquen su éxito en el Mundial?
Creo que no. Ha cambiado más mi vida, pero a nivel técnico, físico o incluso mental hago lo que ya hacía. Si acaso he hecho más hincapié en los entrenamientos de velocidad, que era mi punto débil. Con Dave y Taja hemos entendido que puedo entrenar más intensidad sin que afecte a mis posibilidades en los 200 metros espalda, todo lo contrario. Ahora estoy delante desde el principio, no necesito conservar y no tengo que acabar siempre en remontada.

EM

P. ¿Cómo analiza sus medallas en ese Mundial?
No las analizo mucho. Para mí el Mundial fue una competición de clasificación para los Juegos en la que nadé mucho mejor de lo esperado. Pero lo importante es lo que pase estos días en París. La confianza, la confianza de verdad, nace de los entrenamientos y en los últimos he entrenado en tiempos que pensaba imposibles. Ahora tengo claro que el método funciona.
¿Está en su mejor momento?
A nivel experiencia desde luego. Estuve en los Juegos de Río cuando era un chaval y en los Juegos de Tokio podía haberlo hecho mejor [fue finalista en los 100 metros espalda]. Y a nivel deportivo, por marcas es mi mejor momento, sí. Nunca he estado mejor. Llego con mucha ilusión.
Parece que algo se mueve, por fin, en la natación española.
Sí, el equipo es mucho mejor que el de los últimos años. Nunca hemos llevado a tantos nadadores a unos Juegos Olímpicos y hay muchas ganas en los relevos. La ambición es estar en más finales, ir sacando la cabeza. Espero que todos podamos conseguir nuestros objetivos.
Van de Velde, un violador en los Juegos Olímpicos: "No puedo revertir mis actos, tengo que soportar las consecuencias"

Van de Velde, un violador en los Juegos Olímpicos: “No puedo revertir mis actos, tengo que soportar las consecuencias”

Luz, mucha luz en la Ciudad de la Luz, luz en la pista de vóley playa instalada a los pies de la Torre Eiffel y, al mismo tiempo, también oscuridad, la más negra, cruda y desagradable oscuridad. El próximo domingo, Stevan Van de Velde, un jugador holandés de voleibol sobre arena, vivirá su debut olímpico en un escenario único y sólo cinco días después se cumplirán 10 años del atroz delito que cometió.

El 3 de agosto de 2014, cuando tenía 19 años, voló de su casa en La Haya a Milton Keynes, en Reino Unido, para encontrarse con una niña de 12 años que había conocido en Facebook, invitarla a beber hasta que perdiera el conocimiento y violarla repetidas veces en los alrededores de un lago Furzton. "Antes de venir a nuestro país entrenabas para representar a Países Bajos en los Juegos Olímpicos. Ahora tus sueños se han acabado", sentenció el juez Francis Sheridan del juzgado de Aylesbury, en Inglaterra, cuando en 2016 le condenó a cuatro años de cárcel. Pero no estaba en lo cierto. En absoluto.

Su regreso en 2018

Van de Velde se declaró culpable de tres cargos, entre ellos, abuso sexual a una menor, pero al mismo tiempo reclamó el traslado a una cárcel de su país, donde se ajustó su pena y en poco más de un año ya era libre. En 2018, de hecho, ya disputó el Europeo y a final de temporada llegó a colgarse un bronce en la Copa del Mundo. Pese a la violación, volvía a estar bajo los focos. Oscuridad en la luz.

Con su anterior pareja de juego, Christiaan Varenhorst, no consiguió billete para los Juegos de Tokio, pero hace unos meses con su compañero actual, Matthew Immers, logró plaza para París y su historial delictivo ya saltó a los titulares, especialmente a los de los tabloides británicos. ¿Debía ser excluido por el Comité Olímpico Internacional (COI) o directamente apartado por su país? Ni una cosa ni la otra. Ni el COI puede hacerlo ni Países Bajos quiere hacerlo.

"Van de Velde ha demostrado ser un profesional y un ser humano ejemplar. No ha habido motivos para dudar de él desde su regreso", comentaba Michel Evaraert, director general de la Federación Neerlandesa de vóley y añadía: "Ahora cuando él se mira al espejo ve a un hombre maduro y feliz, casado y padre de un niño hermoso". El Comité Olímpico de Países Bajos también ha ratificado que permitirá que compita, aunque no se hospedará en la Villa para evitar las críticas de deportistas de su propio país y no acudirá ni a entrevistas ni a ruedas de prensa. Algunos medios británicos apuntaban que se había contratado seguridad especial para Van de Velde, pero el COI niega esa máxima.

"Ya no puedo hacer nada al respecto"

El jugador, que durante su juicio aseguró que él no era "un depredador sexual", pidió perdón hace unos años, cuando volvió a la competición internacional, y desde entonces no ha vuelto a hacer ninguna aparición pública. "Cometí un grave error, nadie lo puede negar. Ya no puedo hacer nada al respecto", dijo Van de Velde en 2018 en una entrevista concedida al ente público holandés NOS: "No puedo revertir mis actos, así que tengo que soportar las consecuencias".

Las instituciones holandesas ya han lamentado que el delito de Van de Velde se haya hecho noticia en todo el mundo y temen que genere protestas de asociaciones ajenas al deporte como la inglesa National Society for the Prevention of Cruelty to Children (NSPCC), que ya ha pedido su exclusión. A favor de la discreción, sólo las escasas opciones de medalla de Van de Velde, un outsider en el circuito del vóley playa. Pero tanta oscuridad resultará llamativa en el que será, durante unos días, el lugar más luminoso de la tierra.

Carlos Alcaraz: “Con 11 años soñaba con esto pero todos los niños sueñan cosas surrealistas”

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 18:40

"Se me nota en la cara, eh, se me ve", reconoce Carlos Alcaraz y habla del cansancio que lleva encima la mañana después de ganar Wimbledon, de celebrar la victoria de España en la Eurocopa y de bailar en la protocolaria cena de los campeones del torneo. "Me fui a dormir un poco tarde, sí, sí. La cena de los campeones era muy tarde, en un hotel en el centro de Londres, y cuando volví todavía me quedaban cosas por hacer, como la maleta. Me acosté tarde, pero en contra de mi voluntad. Estaba cansado, ya quería coger la cama", comenta en conversación con EL MUNDO en la terraza de los jugadores del All England Club, a un paso de la Pista Central.

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Reconoce el ya campeón de cuatro Grand Slam que su celebración, en realidad, consistió en intentar ver el España-Inglaterra con poco éxito: el control antidoping le arrebató los primeros minutos, luego estuvo en su casa de alquiler en el gol de Williams, el empate de Palmer le pilló de camino en coche a la cena -"vi por la ventanilla cómo lo celebraban en un pub"- y el gol de Oyarzabal lo festejó con la retransmisión de la BBC en el móvil. "Ya habíamos llegado al sitio, pero no quería bajar del coche hasta que acabara el partido", apunta.

¿Hay alguna pequeña cosa que haga en cada celebración, algo que ya sea tradición?
No, de momento, no, la verdad. Siempre me gusta revisar los mensajes que he recibido en el teléfono, ver quién me ha felicitado, hablar un poco con mis colegas, pero no tenga nada especial para celebrar.
¿Aún vive momentos de asombro con su propio éxito?
Muchos, muchos. Este año aquí diría que no lo he vivido tanto, pero aún hay momentos en los que estoy hablando con alguien y viviendo una experiencia y pienso ¿Qué hago yo aquí?¿Cómo me está pasando esto? Es increíble. Me pasa cuando vienen celebridades a verme. Me impresionaron mucho Zendaya y Tom Holland este año en Indian Wells o Tom Cruise, que estuvo el año pasado aquí en la final. Ese mundo del cine me impresiona y entonces me digo: 'Esta persona está aquí, vamos a intentar hacerlo bien'.
Queda el famoso vídeo suyo de niño, a los 11 o 12 años, en el que dice que quería ganar Roland Garros y Wimbledon. ¿Cuántas opciones veía entonces de conseguirlo?
Ninguna, ninguna. Con 11 años lo soñaba, pero todos los niños sueñan cosas surrealistas. En ese momento no esperaba tanto. Siempre he confiado en mí mismo, siempre he trabajado, siempre he puesto mi alma y a aquella edad todavía la ponía más. Pero una cosa es perseguirlo y otra cosa es conseguirlo. Estaba muy lejos de la realidad aquel entonces.

Después de triunfar en Roland Garros, cualquiera que se le acercaba, fuera periodista o aficionado, le preguntaba por Wimbledon. Este lunes todos a su alrededor le hablaban de los Juegos Olímpicos de París, que empiezan en menos de 15 días. Para un tenista que busca ser leyenda la rueda nunca para. Ante esa exigencia Alcaraz siempre se muestra amable, como es, un joven realmente agradable, pero por dentro, algo se le nota, está pidiendo un descanso.

Los cuatro días en Ibiza este junio fueron una distracción, pero la mente necesita más. Ahora, antes de encarar la cita olímpica en la que hará pareja con Rafa Nadal -"Yo haré lo que él me diga, cierro la boca y él manda", bromeaba-, pasará un tiempo en su casa de El Palmar, con su familia, buscando el descanso suficiente. Por delante se presentan grandes gestas, del oro en los Juegos al US Open pasando su regreso al número uno del ranking ATP que no está tan lejos, pero todo el mundo necesita un respiro.

Escribía este lunes Mats Wilander en L'Equipe que cuando fue número 1 a los 24 años sentía que tenía 34 años, que es muy difícil mantener la frescura en el deporte de élite. ¿Lo siente?
Totalmente. A veces cuesta seguir disfrutando. Cuando estás ahí, ya no es la presión que te pone la gente, es la presión que te pones tú mismo. Quieres ganar todo, quieres ganar los Grand Slam y si no lo consigues te frustras. Ahí es cuando tienes que poner en práctica lo que has hecho en los entrenamientos con tu mente, ya no es técnica o físico. Debes buscar ese equilibrio para seguir disfrutando, para seguir gozando de estas situaciones, de torneos como este. Luego es bonito cuando vuelves a disfrutar, te alegra el doble. Entiendo completamente las palabras de Mats, yo a veces también me siento mayor de la edad que tengo.
Viéndole cuesta pensar en el día que no disfruta.
He tenido momentos difíciles, tanto a final de la pasada temporada como al principio de ésta por culpa de las lesiones. En esos momentos hay muchos pensamientos que te vienen a la cabeza, muchas cosas. El tenis es un no parar, día tras día. Acabo de ganar y ya tengo que estar centrado en los Juegos Olímpicos. A veces pienso que me gustaría tener más tiempo para mí y el tenis no me lo permite. Siento frustración por ello, es una sensación rara. Hay días en los que no he tenido ganas de entrenar o he tenido ganas de parar más de la cuenta para tener más tiempo para mí. Pero siempre han sido pensamientos fugaces que se han marchado rápido.

Alcaraz, una charla con Kate Middleton, retraso en el baile de campeones y una promesa: “Quiero sentarme en la mesa de las leyendas”

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 03:12

Minutos después de su victoria, la vicepresidenta de Wimbledon, Debbie Jevans, enseñaba a Carlos Alcaraz la actualización del histórico cartelón con los 'Gentlemen's singles champions' del torneo. Arriba, "2023. Carlos Alcaraz". Y abajo ya se podía leer "2024. Carlos Alcaraz". "Espero salir también aquí", deseaba el español señalando el siguiente bloque que recogerá los campeones a partir de 2030. Ahora ya no hay dudas sobre si Alcaraz ganará más títulos sobre la hierba del All England Club, la única duda es cuántos.

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El cielo está en los ocho trofeos de Roger Federer o incluso en los nueve de Martina Navratilova, pero paso a paso. "Aún no me siento un campeón", aseguraba en la ceremonia de entrega de trofeos y, luego, repreguntado, señalaba a su rival este domingo, Novak Djokovic, y añadía: "Me refiero a un campeón como él".

"De momento estoy construyendo mi camino, sólo eso. Para mí un campeón es alguien que ha ganado 14, 20, 24 Grand Slam. Esos son los tenistas que comen en la mesa presidencial. Yo he conseguido éxitos, pero quiero estar ahí algún día y para eso necesito seguir trabajando, seguir adelante", explicaba posteriormente en rueda de prensa, con un enorme respeto hacia el serbio, a quien halagó en múltiples ocasiones. Con la concentración de la final y el encorsetamiento de los actos posteriores -charla con la princesa Kate Middleton incluida-, le costó a Alcaraz dejarse ir, sólo lo hizo en el habitual abrazo conjunto con su equipo y ya fuera del club, en la casa que tiene alquilada cerca, cuando se puso a ver la final de la Eurocopa.

Andrew ParsonsAP

La Eurocopa y un baile

Ahí, en el sofá, rodeado de todos sus ayudantes, de su familia e incluso de varios amigos llegados desde El Palmar, soltó toda la tensión, aunque todavía le quedaba mucha noche. Por deferencia hacia él -y por interés de los propios organizadores, se supone-, la clásica Cena de los Campeones de Wimbledon se retrasó hasta el final del España-Inglaterra y sólo después, cuando ya se había resuelto el partido, empezó el convite. Fue entonces cuando a Alcaraz le tocó bailar con la campeona del torneo femenino, la checa Barbora Krejcikova.

"Me he sentido diferente que el año pasado. Antes del partido estaba mucho más calmado, he hecho un calentamiento realmente bueno y hasta una hora de empezar a jugar estaba realmente tranquilo. Eso me ha ido muy bien", aseguró Alcaraz que antes de la rueda de prensa se dio un baño de masas, con una enorme ovación en el balcón de la Central. Entre los líos de otros ídolos, como los que tuvo Novak Djokovic durante el torneo, el español, puro carisma, se ha ganado al público británico, que ya admira su figura histórica. No en vano, sólo otros dos tenistas, Björn Borg y Mats Wilander, tenían cuatro 'grandes' a los 21 años y 70 días como él. No en vano, sólo otros cinco jugadores, Rod Laver, el mismo Borg -tres veces seguidas-, Roger Federer, Djokovic y Rafa Nadal -dos veces-, encadenaron Roland Garros y Wimbledon en el mismo año.

"He visto o he leído todos esos récords, todas estadísticas, pero intento no pensar mucho en eso. Es un gran inicio en mi carrera, pero como decía quiero seguir creciendo. ¿Dónde está mi límite? No quiero pensarlo, la verdad", insistió Alcaraz que este lunes se hará la foto protocolaria con el trofeo a primera hora de la mañana y volverá rápido para España, primero a Madrid y luego a Murcia, a su casa, para tomarse unos días de descanso antes del siguiente reto. En menos de dos semanas en París disputará sus primeros Juegos Olímpicos, otra vez en tierra batida, en solitario y con una leyenda de las que "comen en la mesa grande", Rafa Nadal, al lado.

Alcaraz completa su obra maestra ante Djokovic y encadena su segundo Wimbledon

Alcaraz completa su obra maestra ante Djokovic y encadena su segundo Wimbledon

En el elegante infierno que puede llegar a ser la Central de Wimbledon, Carlos Alcaraz hace bailar a Novak Djokovic, se divierte, celebra con el público y genera uno de sus momentos Alcaraz, esas ocasiones en las que viéndole se te abre una sonrisa de oreja a oreja, se te alegra la mirada y vas soltando una risita de esas que provoca que tu pareja venga de la otra habitación para ver si estás bien. Lo suyo es la belleza, como ya lo era de Roger Federer, lo dejó escrito Foster Wallace, también la potencia de Rafa Nadal y la velocidad del propio Djokovic, pero sobre todo es el disfrute. Qué difícil es de ver y qué imparable resulta, el tenista que se divierte. [Narración y estadísticas (6-2, 6-2, 7-6 [4])]

Este domingo Alcaraz pasó un muy buen rato para ganar su cuarto Grand Slam, su segundo Wimbledon consecutivo, en lo que fue su obra maestra, el mejor partido de su vida, una fiesta de consagración de su tenis y de su propia persona. A los 21 años, genio de todos los golpes, ha madurado mientras mantenía su alegría y ahora que venga quien pueda pararle, sea quien sea, seguramente nadie.

Si el año pasado derrotó a Djokovic, que ya era derrotar, este año lo empequeñeció, que ya es empequeñecer. El tenista más laureado de la historia, con sus 24 Grand Slam y sus muchísimos récords más, fue un rival cualquiera en sus manos. Venció el español en sólo dos horas y 22 minutos, con el juego más completo que se le recuerda. Más concentrado que nunca, fue el Alcaraz más rápido sobre la hierba, el Alcaraz más sacador, el más atinado, el más luchador y, por supuesto, el más disfrutón. Si acaso, para alcanzar la perfección, le faltó gozar con varias dejadas, pero esta vez no tocaba.

Un saque letal, un resto letal

Lesionado de la rodilla derecha en Roland Garros, Djokovic mostraba cierta lentitud e incluso alguna molestia y el plan de Alcaraz no podía ser otro que el que fue: moverlo, moverlo y moverlo. Desde el primer juego, que duró una eternidad, con break del español en su quinto intento, Alcaraz embistió a Djokovic y éste cedió prácticamente en todo momento.

De entrada la efectividad en el saque del español le sorprendió. Después de repasar todos sus partidos en este Wimbledon y su bajo porcentaje de acierto, seguramente el serbio planeaba atacar sus segundos servicios y cimentar la victoria en su resto. Al fin y al cabo ya lo había conseguido otras veces, como en su último enfrentamiento, en las semifinales de las últimas ATP Finals. Pero Alcaraz apareció en la final vestido con su mejor saque. Más allá de la potencia, que la hubo -varios primeros por encima de los 200 km/h-, brilló en la colocación y apenas permitió opciones, de hecho Djokovic sólo gozó de tres bolas de break y convirtió únicamente una en el desenlace.

Djokovic, abatido durante un descanso de la final.

Djokovic, abatido durante un descanso de la final.AP

Pero la superioridad de Alcaraz no sólo se explica con un golpe. Ni mucho menos. Con sus puntos asegurados, adaptó un plan tan inesperado como agresivo al resto. Cuando Djokovic dudaba en su saque, el español se metía en la pista y le atacaba al paralelo y, si éste le aguantaba, los intercambios posteriores casi siempre caían de su lado.

Tres bolas de partido, al limbo

En varias ocasiones, Djokovic pegó un golpe que creía ganador, una volea, una dejada, un derechazo con un ángulo imposible, e igualmente apareció Alcaraz para superarle. Sólo en el tercer set, cuando ya estaba todo perdido -desde 1927 nadie remonta dos sets-, el serbio se lanzó a por todo y exigió más, pero ni por esas. El español, entonces sí nervioso, llegó a desperdiciar tres bolas de campeonato con 5-4 y 40-0, pero en el tie-break no perdonó. Hubo entonces una dejada a la carrera, casi su primera dejada exitosa, que fue sentencia.

Ahí, el ganador de 24 Grand Slam, que ya ha visto de todo en el tenis, que se ha enfrentado a los mejores de la historia en su mejor momento, no pudo más que resoplar. Menudo calvario. A sus 37 años no está lejos su adiós y será entonces cuando recapitule. Entre todas sus vivencias recordará la final de Wimbledon 2024, cuando presenció el ascenso del jugador que muestra la belleza de Federer, la potencia de Nadal, su propia velocidad, y que al mismo tiempo se divierte. Un día Djokovic hablará de los momentos Alcaraz y sólo podrá abrir una sonrisa de oreja a oreja, alegrar su mirada e ir soltando una risita de eas que provoca que tu pareja venga de la otra habitación para ver si estás bien.

Alcaraz, a los 21 años, en el camino de las leyendas: “Nos sorprende incluso a los que vivimos con él”

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 17:39

El culmen de su carrera. Hace un mes Carlos Alcaraz holló la cima más alta y allí está viviendo desde entonces; nadie le puede bajar, él no se quiere bajar. Triunfar en Roland Garros y Wimbledon de forma consecutiva es un éxito tan superlativo que tiene nombre propio, el 'Channel Slam', y sólo cinco tenistas en su lista. Rod Laver, Bjorn Borg -tres veces seguidas-, Roger Federer, NovakDjokovic y Rafa Nadal -dos veces-. A los 21 años Alcaraz ya lo ha completado y sirve como confirmación: está en el camino de las leyendas, ya no hay dudas.

Con su primer Grand Slam, el US Open de 2022, tenía sentido el escepticismo: podía ser flor de un día, era sólo un niño, era lógico vacilar. El año pasado, con su segundo Grand Slam, el primer Wimbledon, se generó cierta desconfianza en su físico porque antes se perdió el Open de Australia y después las ATP Finals. Pero ahora ya es imposible negarlo. A su edad y con cuatro 'grandes' en sus vitrinas sólo cabe disfrutar. Es muy pronto para saber si alcanzará los 24 de Novak Djokovic, los 22 de Rafa Nadal o los 20 de Roger Federer, pero está claro que intentará hacerlo. De hecho, de momento, va por delante. A los 21 años y dos meses, Djokovic sólo sumaba un Open de Australia, Nadal acumulaba tres Roland Garros y Federer todavía no había estrenado su casillero.

"Es escandaloso"

"Lo que está consiguiendo Carlos es escandaloso. Más que el nivel físico, el nivel mental, ese saber aguantar la presión que todo el mundo le pone. En el equipo tenemos claro el nivel que tiene, pero mantenerlo tanto tiempo es tremendamente difícil. Incluso a nosotros, que estamos con él cada día, nos sorprende", comentaba su entrenador, Juan Carlos Ferrero, sobre un fenómeno que no para y no para de crecer, especialmente en los Grand Slam.

Alcaraz, con el título de Wimbledon 2021.

Alcaraz, con el título de Wimbledon 2021.Kirsty WigglesworthAP

Con la motivación que otorga la historia, Alcaraz ha demostrado que a cinco sets es muy difícil superar su juego y su físico y que, por eso, en los torneos 'grandes' no suele fallar. De los últimos ocho ha ganado cuatro y ha jugado dos semifinales y unos cuartos de final. En los Masters 1000, a tres sets, puede caer en despistes y perder. Aquí no. "Está haciendo un gran trabajo. Pero no podemos dar nada por hecho. Podemos ver el gran ejemplo de Marc Márquez, que venía ganando todo, tuvo una lesión y ahora lleva más de 1.000 sin ganar y está luchando por volver", advierte Ferrero y, de alguna manera, también alaba. Para que su pupilo no siga sumando grandes, en efecto, tiene que mediar una grave lesión.

Una generación por hacer

Porque de cualquier otra manera le quedan años de celebraciones. Su nivel de juego es excelso, su adaptación en los cambios de superficie ya está comprobado y no tiene, como tuvo el Big Three, demasiados rivales a su altura. En el último mes, mientras se elevaba su figura, se ha encogido el perfil de Jannik Sinner, pese a su número uno del ranking ATP, y han seguido sin aparecer el resto de aspirantes de su generación, ni Ben Shelton, ni Holger Rune, ni Felix Auger-Aliassime, ni Sebastian Korda.

En el circuito queda como obstáculo un Novak Djokovic de 37 años que poco a poco divisa su adiós y aquella Next Gen que nunca llegó a dominar, con Daniil Medvedev, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas o Casper Ruud. Alcaraz puede caer contra ellos, como le pasó en cuartos de final del último Open de Australia, pero a la mayoría les ha pillado el truco, especialmente a Tsitsipas o Ruud, contra los que nunca ha perdido.

Ahora el reto será volver a la tierra batida sin hacerse daño para brillar en los Juegos Olímpicos de París tanto en solitario como en pareja junto a Rafa Nadal y luego llegar al último Grand Slam del año, el US Open, de una pieza. Pese a su ausencia en los Masters 1000 de Montecarlo y Roma, en esta media temporada ya ha sumado 39 partidos y aún le quedan la gira norteamericana y la gira asiática de cemento. Por primera vez puede superar los 80 encuentros en un año y ese ahora es su único riesgo. Todo lo demás a su alrededor se cimenta en la certeza: está en el camino de las leyendas, ya no hay dudas.

Alcaraz en otra final de Wimbledon contra Djokovic y contra sí mismo: “Tengo que controlar mis nervios”

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 00:33

"Estoy trabajando en mis nervios. Tener nervios es normal, es algo bueno, pero tengo que controlarlos. En Roland Garros lo hice mejor en ese sentido, excepto en la final, pero aquí en Wimbledon me noto más tenso. Quizá es lo que me genera el torneo, jugar en esta Central, no sé", reconoce Carlos Alcaraz y parece tan lógico y natural, pero es algo así como una revolución. Un cambio de paradigma. Hasta hace unos pocos años la mayoría de estrellas repetían que ellos dominaban los sentimientos a su gusto, que en su mente sólo cabían pensamientos positivos y, por supuesto, que no sufrían los nervios. Los nervios, ¡ja!, cosa de perdedores.

Para saber más

Muchos profesionales de la psicología deportiva, de hecho, todavía sostienen que admitir una debilidad en público es un error, pero Alcaraz demuestra que algo está cambiando. A las puertas de otra final en Wimbledon este domingo (15.00 horas, Movistar), su segunda final consecutiva, ante Novak Djokovic, el mito de los 24 Grand Slam, el español asume que su madurez pasa por su mente más que por su saque, su derecha o su revés.

"Cuando me noto muy nervioso opto por una dejada, por un hot shot, un golpe complicado, porque me relajan. Me dan confianza, me sirven para recuperar mi juego, para volver a divertirme", explica quien todavía tiene 21 años pese a que ya puede sumar su cuarto grande. Hasta el momento ha ganado todas las finales de Grand Slam que ha jugado, hecho que niega que sufra por los nervios, pero los nervios están ahí, vaya si están.

"Es un jugador muy emocional"

"Para mí es el aspecto en el que más está creciendo, aunque todavía le cuesta. Es un jugador muy emocional, pero cada vez lo maneja mejor y ya se ha dado cuenta que la fortaleza mental gana partidos. Está trabajando en ello. Por ejemplo, ante Djokovic sabe que tiene que empezar mejor que el año pasado [perdió el primer set por 6-1], más calmado, para afrontar el partido de tú a tú", analiza su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que reconoce que esa calma no es fácil de conseguir.

ANDREJ ISAKOVICAFP

Como reconocía Alcaraz le ayudará ya haber vivido una final en el All England Club, saber qué le espera las horas previas, los minutos previos. Como aseguraba Ferrero, todos en su equipo conocen la importancia de que esté fresco, por eso ayer volvieron a ir a jugar a golf y hoy posiblemente estarán de bromas hasta que toque saltar a la pista. Pero igualmente la serenidad no aparece de repente.

"Ya era un niño con mucha activación"

"No hay varita mágica que haga desaparecer los nervios y, de hecho, tampoco hace falta. Los nervios no dejan de ser una mezcla de sentimientos como la ansiedad competitiva, que es buena, que se puede transformar en activación. Carlos lleva toda la vida preparándose para esto. Cuando empezamos a trabajar juntos, uno de los primeros factores de aprendizaje fue cómo lidiar con estos picos de estrés, pero está claro que exige entrenamiento continuo como la técnica o la táctica", analiza Josefina Cutillas, psicóloga deportiva que acompañó a Alcaraz en la adolescencia, en su crecimiento, en los primeros pasos en la élite.

"Entonces Carlos ya era un niño con mucha activación, no diría que nervioso. Necesitaba buscar recursos para focalizar esa activación, pero emocionalmente siempre fue muy equilibrado. De manera natural no se quedaba mucho tiempo en la victoria o en la derrota y es algo muy positivo para un deportista", añade Cutillas que señala los ejercicios que el ahora número tres del mundo puede hacer en busca de la calma. Uno de ellos es muy sencillo: repasar mentalmente o volver a ver en Youtube la final de Wimbledon del año pasado y recordar que él ya remontó y ganó a Djokovic (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4).

Kirsty WigglesworthAP

Esta vez otros factores le favorecen, como la reciente operación del serbio o la guerra que mantiene estos días con el público inglés -Nole fue abucheado en cuartos y semifinales-, pero Alcaraz también tiene algo en contra. Ahora es favorito. Su estado de forma desde Roland Garros o su evolución sobre la hierba de Wimbledon le ponen por delante de Djokovic en las apuestas y eso siempre crea inquietud. Hoy, otra final para la historia. Qué nervios.

El corazón de Paolini no es suficiente: Krejcikova es la nueva campeona en Wimbledon

Actualizado Sábado, 13 julio 2024 - 17:25

Grita Jasmine Paolini y los gritos no se escuchan sólo en las gradas de la pista central de Wimbledon, se escuchan en todo All England Club, posiblemente se escuchen en todo el sur de Londres. Un mes después de perder en la final de Roland Garros, la italiana pone todo el corazón para llevarse su primer Grand Slam, pero no es suficiente. Con carácter contrarresta su desventaja física -mide 1,63 metros- una y otra vez hasta que ya no puede más y cede, finalmente cede, por 6-2, 2-6 y 6-4 en casi dos horas de juego ante la checa Barbora Krejcikova, que se convierte en la nueva campeona.

Al otro lado de la pista, al acabar el encuentro, Krejcikova llora. Hasta el final, en contraposición con Paolini, no se podía adivinar sus sentimientos, siempre serena, siempre fría, pero antes de levantar el título sí rompe en lágrimas por lo conseguido. De 28 años, ya suma dos 'grandes' después de dominar Roland Garros en 2021 y los que le quedan.

Porque el éxito de Krejcikova no es fruto de una explosión tardía, ni mucho menos de la fortuna. La checa, una excelente doblista -de hecho es la vigente campeona olímpica-, había encontrado entre 2021 y 2022 la manera para imponer su fuerza, su tenis potente, su juego directo y así no sólo triunfó en París, también en las WTA Finals y en otros torneos. Llegó a ser la número dos del mundo en el inicio de la rivalidad entre Iga Swiatek y Aryna Sabalenka.

Pero luego, como le ocurren a otras, incluida Paula Badosa, una lesión de espalda le cortó la progresión. El año pasado estuvo semanas sin competir e incluso sin poder entrenar y fue cayendo en el ranking. En su país se llegó a publicar que se había quedado embarazado, un hecho que ella misma negó. El regreso iba a ser complicado, pero en el Open de Australia ya llegó a cuartos de final y este sábado en Wimbledon, por fin, volvió a saborear la gloria.

Carlos Alcaraz o cómo hacer historia en los días raros: "Sinceramente he tenido partidos mejores"

Carlos Alcaraz o cómo hacer historia en los días raros: “Sinceramente he tenido partidos mejores”

Antes de las semifinales de Wimbledon, Juan Carlos Ferrero deslizaba que su pupilo Carlos Alcaraz ya ha alcanzado el punto de no retorno en el despegue de cualquier leyenda: ahora gana en los días buenos, en los malos y también en los regulares. Dicho y hecho. Ante Daniil Medvedev, este viernes, Alcaraz sólo fue el mejor Alcaraz a ratos y, sin embargo, dominó el marcador para ganar por 6-7(1), 6-3, 6-4 y 6-4 y clasificarse para su segunda final del Grand Slam londinense, la segunda consecutiva, la segunda que le enfrentará al tenista más laureado de todos los tiempos, Novak Djokovic. Un reto histórico.

A sus 21 años, este domingo (15.00 horas, Movistar) el español buscará su cuarto grande, aquel que le igualaría con Manolo Santana, Guillermo Vilas o Jim Courier, con la madurez de los escogidos: ahora ya avanza pase lo que pase. «Sinceramente he tenido partidos mejores. Esta temporada he jugado mejor que hoy varias veces y en este mismo Wimbledon me he visto mejor. Por ejemplo, contra Tommy Paul, en cuartos de final, diría que mi nivel de tenis fue más alto. También influyó el estilo de mi rival, los golpes que me hizo jugar, pero ante Daniil podía haber jugado mejor», reconocía Alcaraz que al mismo tiempo aseguraba que no le preocupaba en exceso: «Voy a la final sintiéndome bien, sé cómo puedo jugar».

Recursos contra Medvedev

En sus palabras había mucha humildad por reconocer los errores cometidos y, al mismo tiempo, un análisis certero de lo ocurrido. Porque, al contrario que el año anterior, Alcaraz apenas necesitó su versión superlativa, aquella que maravilla al tenis mundial desde hace tres años. No fue un éxito fruto de la efectividad, ni tan siquiera de la puntería, fue cosa de la imaginación. Completamente afeitado, en una imagen que no lucía desde hace meses, y acompañado de toda su familia, que se quedará en Londres hasta el domingo, el ahora número tres del mundo requirió de toda su paleta de golpes para desarmar el juego defensivo machacón de Medvedev. Ahora un golpe cortado, ahora una bola alta, un toque allí, otro toque allá y, por supuesto, dejadas, muchas dejadas. Al final, el ruso no pudo más que rendirse.

«Contra Daniil sabía que no podía entrar en intercambios largos, de más de 10 golpes. Tenía que variarle mucho los golpes e intentar acortar los puntos para que no se sintiera cómodo», aseguraba el español que mejoró sobremanera durante el encuentro. En los tres últimos sets fue el dominador que es, el quinto hombre que este siglo encadena finales de Roland Garros y Wimbledon por detrás de Djokovic, Rafa Nadal, Roger Federer y Andy Murray -ahí es nada-, pero el primer set salió torcido.

Un mal inicio, un brillante final

Sin más explicación que sus nervios y ese juego de Medvedev, sufrió muchos problemas con su saque -en ese set rondó el 40% de primeros-, se movió de manera dubitativa sobre la pista y falló en los puntos decisivos -dos de ocho en puntos de break-. Que remontara dos roturas en contra y llegara al tie-break supuso un esfuerzo en vano porque en esa muerte súbita todo marchó mal. Pero luego, de repente, ¡buf!, salió el genio de la lámpara.

ANDREJ ISAKOVICAFP

En los primeros instantes del segundo set, Medvedev dio un pasito atrás y Alcaraz se comió la pista entera. Mejorando con su saque -sólo concedió una opción de rotura más en todo el encuentro-, corriendo de lado a lado como un velocista y afinando su acierto -en el primer set cometió 15 errores no forzados, en los otros tres, 20-, empezó a bailar como sólo él sabe bailar. Fue entonces cuando expuso sobre el verde todo su arsenal de recursos, las dejadas, los passing shots e incluso esa locura de globo entre las piernas al que ya parece tan acostumbrado. En el último set, resoplaba Medvedev porque otra vez, como también pasó el año pasado en semifinales, no tenía nada que hacer.

En la previa, golf y familia

«Tengo ganas de jugar la final. Ya sé lo que es estar en esa posición, se cómo lidiar con todo lo que va a pasar hasta saltar a la pista y creo que tengo el nivel para jugar», comentaba el ahora número tres del mundo que rechazaba el papel de favorito pese a haber vencido el año pasado en un partido a cinco sets para la historia y pese a la reciente lesión de rodilla del serbio. Este viernes éste superó al italiano Lorenzo Musetti con la facilidad de sus días más alegres (6-4, 7-6 [3], 6-4). «Supongo que habrá mucha gente que crea que yo tengo más opciones porque Djokovic llegaba con dudas al torneo, pero sí está en la final es porque está recuperado. Él sabe mucho mejor qué es jugar una final de Wimbledon, sabe mucho mejor que yo qué es ganarla, así que está preparado que yo», disimulaba Alcaraz.

Hoy, en la víspera de la final, el español seguramente tampoco entrenará, como ya hizo antes de las semifinales, y se iría a jugar al golf con su equipo al Royal Wimbledon Golf Club. Con sus hermanos pequeños Jaime y Sergio junto a él en Londres tendrá entretenimiento de sobras para alejar la mente del tenis y, si no, podrá distraerse con la previa de la final de la Eurocopa entre España e Inglaterra y con su ya clásica llamada de la suerte con Álvaro Morata. «Espero que sea un gran día para los españoles», deseó Alcaraz en la Central del All England Club y por ello se llevó un abucheo. Si no es un gran día, será uno regular o incluso uno malo, pero ya ha demostrado que igualmente puede hacer historia.