No voy a negarlo. La carrera del GP de Las Vegas ha sido una de las más intensas y emocionantes de la temporada. Es una intensidad y una emoción parecida a la que tiene la Ciudad del Pecado, todo un poco forzado. Está claro que si metes 20 coches de
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La segunda sesión libre del viernes en Montreal resultó demasiado movida para Aston Martin. Fernando Alonso se dio un susto con una pequeña excursión por la hierba y Lance Stroll sufrió un impacto contra las protecciones de la curva 7. El canadiense quiso llevar el AMR25 de regreso a boxes, pero sus ingenieros le obligaron a detenerse porque su rueda delantera izquierda amenazaba ruina. Así que Stroll no tuvo más remedio que salir del coche. De inmediato, al desencanto de la afición se sumaron los rumores que han venido rodeando al ídolo local, mermado por una misteriosa lesión en la muñeca derecha desde el pasado GP de España.
«No quiero entrar en detalles sobre lo que he tenido que hacer, porque se trata de mi intimidad médica», dijo Stroll el jueves durante la conferencia de prensa de la FIA. Con su habitual tono, desafiante ante los periodistas, echaba tierra a numerosos comentarios que venían sobrevolando por el paddock. El más insistente había sido propagado por la BBC, que describió escenas de ira del piloto en su garaje, golpeando las paredes con sus manos. Stroll, ajeno a casi todo, quiso insistir en que se veía preparado para afrontar este fin de semana: «Me siento bien y confío en que no será un problema en el futuro». Sin embargo, tras dos operaciones en la misma articulación a lo largo de los dos últimos años, las incógnitas siguen sin despejarse en la escudería de Silverstone.
El origen de la dolencia de Stroll se remonta a febrero de 2023, cuando sufrió un accidente mientras practicaba ciclismo en España. Entonces, los primeros exámenes médicos detectaron una fractura desplazada en la muñeca derecha, varias fracturas en la mano y la muñeca izquierda y otros traumatismos en los dedos de los pies. En Barcelona, dos días después, fue operado por el doctor Xavier Mir, que le colocó varios tornillos metálicos en la mano derecha. El prestigioso traumatólogo, con más de tres décadas de experiencia en el Mundial de MotoGP, optó por un tratamiento conservador para la mano izquierda, confiando en un largo periodo de rehabilitación.
Un solo coche en Barcelona
Como muestra la evidencia científica, especialmente en pilotos de MotoGP, aquella operación a Stroll ya debió considerarse bastante delicada. En primer lugar porque ese tipo de cirugía provoca, en algunos casos, daños en el cartílago. A largo plazo, incluso, deviene en artritis postraumática. De modo que los pacientes han de convivir con el dolor y la rigidez en la articulación, por lo que su rendimiento en la pista queda lejos del 100%.
Stroll no se perdió ni una sola carrera en 2023 y 2024, aunque a comienzos del presente Mundial empezó a sentir otra vez molestias. La situación se agravó durante el triplete europeo (Imola, Mónaco, Barcelona) hasta que en Montmeló él mismo optó por parar. Los síntomas habían empeorado tanto durante la última sesión libre que el domingo ni siquiera tomó la salida. Aston Martin sólo pudo alinear un coche, porque Felipe Drugovich, su piloto reserva, no había tomado el volante en ninguna de las sesiones previas, lo que le impedía participar en la carrera.
El mismo equipo médico, con Mir al frente, volvió a intervenir a Stroll en una cirugía que Aston Martin describió como preventiva y menor. No obstante, los precedentes sugieren ahora un problema crónico. A este factor se suman las citadas complicaciones tras la última operación. Parece complicado que Stroll pueda restablecerse totalmente sin dejar de competir.
Hubo razones para disfrutar del festival de Ferrari en Austin, donde Charles Leclerc y Carlos Sainz aseguraron el segundo doblete rojo de 2024 tras el GP de Australia. Sin embargo, la emoción genuina, la que ha arrastrado a 430.000 aficionados este fin de semana al Circuito de las Américas, se gestó en el duelo entre Max Verstappen y Lando Norris. Un duelo al sol de Texas, donde el aspirante pretendía arañar tres puntos al tricampeón merced a un ajustadísimo adelantamiento a cuatro vueltas para la meta. En el ápice de la curva 12 se tomaba cumplida revancha tras su drama del pasado 30 de junio en el Red Bull Ring. Sin embargo, los comisarios castigaron su maniobra con cinco segundos. El podio pasaba a Verstappen, cuarto en la meta, por apenas nueve décimas. El golpe de gracia para la moral de McLaren.
A falta de cinco carreras, Norris queda ya a 57 puntos del liderato. Demasiado ante Mad Max, un genio favorecido por los dioses y las leyes. Ni con la superioridad mecánica de su MCL-38, el bisoño Norris se siente capacitado para desafiar al gran tirano. El consuelo del Mundial de Constructores, cada semana más cerca, se quedará algo corto para McLaren. Una oportunidad como puede que sólo se dé una vez en la vida.
Mientras tanto, Ferrari brindará con tequila en Texas, porque Leclerc se pasó 56 vueltas cuidando sus ruedas y conversando afablemente con Bryan Bozzi, su ingeniero de pista. Todo salió rodado desde la salida. Entonces se sentían los 46º C sobre el asfalto, más que suficiente para calentar las gomas medias, pero Norris estuvo frío y timorato. En la primera curva, en lugar de un candidato al título, se vio a un rookie dejar vía libre a Verstappen por el interior. Leclerc, que lo vio venir, aprovechó para tomar la cabeza, mientras Sainz asediaba al líder del Mundial. Ferrari, cuyas buenas perspectivas se vislumbraron desde la única sesión libre del viernes, agradecía los favores.
"Huele a gasolina"
Sin embargo, en la novena vuelta, las luces rojas saltaron en el monoplaza de Sainz. "No tengo potencia a la salida de las curvas. Huele a gasolina", alertó el madrileño, mientras rodaba tercero, con dos segundos sobre Norris. Cuando todo parecía perdido, los ingenieros de Frederic Vasseur mantuvieron la calma hasta ajustar la entrega del motor. El doblete, por tanto, pasaba por desestabilizar Verstappen con la estrategia adecuada.
En la vuelta 22, Sainz se anticipó con un cambio a las gomas duras, pensando quizá en el undercut con el que Kevin Magnussen había destrozado a Pierre Gasly. McLaren seguía a la expectativa, reservando sus bazas. Quizá demasiado. El liderato provisional de Norris suponía un simple espejismo, porque el adelantamiento de Leclerc a Piastri compendiaba el arrebatador brío del SF-24.
Verstappen ya había pasado también a los duros, aunque tampoco podría amenazar ya el doblete rojo. Su única misión, desde la vuelta 32, sería contener a Norris, empeñado en destrozar los cronos con sus gomas nuevas. Tras devorar sus seis segundos de desventaja, el británico enfilaba hacia el podio como un disparo. Calculó con mimo su movimiento, pero los jueces, ante el asombro general, dieron otra vez la razón a Verstappen.
Norris cede el paso a Verstappen en la primera vuelta.AP
Aún peor marchó el domingo para Lewis Hamilton, decimoséptimo en la parrilla, cuyo intento de remontada se perdió en la grava de la curva 19. Un drama para Mercedes, que había llegado a Austin con muchos humos, pero que en la Q3 ya había perdido también a George Russell, por un accidente que le obligaría a partir desde el pit-lane. El rictus de Toto Wolff durante el periodo de safety car se agrió aún más tras una irregularidad de Russell ante Valtteri Bottas en la curva 12, penalizada con cinco segundos por los comisarios.
Alonso, decimotercero
El vacío de las Flechas de Plata, sumado a la habitual incomparecencia de Sergio Pérez, pudo ser aprovechado por dos novatos como Franco Colapinto y Liam Lawson. No por azar, el neozelandés y el argentino saborearon sendos adelantamientos ante Alonso. Síntoma inequívoco de que donde no le alcanza a Aston Martin sí llegan Williams y Visa Cash App.
Alonso había ganado una posición en la parrilla gracias a las reparaciones en el coche de Russell, pero nadie en el box de Mike Krack iba a llevarse a engaño. Las simulaciones de sus ingenieros les retrasaban hasta la decimotercera plaza, por detrás de los Haas y los Williams. Sin puntos al alcance, el único cometido del asturiano sería recopilar datos para el futuro. Para cuando esas actualizaciones aerodinámicas estrenadas en Austin sí le permitan competir con la dignidad debida. Porque las computadoras de Aston Martin dieron en el clavo: Alonso cruzó decimotercero la línea de meta.