Las Vegas, entre los riesgos, el ‘glamour’ y las dudas de Fernando Alonso: “Hay cosas que mejorar”

Las Vegas, entre los riesgos, el 'glamour' y las dudas de Fernando Alonso: "Hay cosas que mejorar"

La vigésima victoria de 2023 destapó ayer un nuevo récord para Red Bull, que superó el anterior registro de Mercedes, autora de 19 en 2016. Max Verstappen, por su parte, se convirtió en el segundo piloto, después de Lewis Hamilton, que enlaza 40 carreras en los puntos. Desde su avería en el GP de Australia 2022, Mad Max no ha bajado nunca del top-10. Su hegemonía ya sólo es comparable a la de Michael Schumacher con Ferrari. De hecho, ayer superó a El Kaiser, con 38 grandes premios consecutivos como líder del Mundial. Con todos estos datos sobre la mesa, su cambio de discurso respecto al GP de Las Vegas, centro de sus críticas a lo largo del fin de semana, no extrañó demasiado en el paddock: “Ha sido una carrera muy bonita y muy divertida. Espero que todo el mundo lo haya disfrutado como nosotros. Tengo ganas de volver en 2024 y repetir algo parecido”.

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Estas dulces palabras, no obstante, contrastaban con el veredicto de Christian Horner, molesto con unos horarios que escaparon a cualquier previsión. “Ha sido un esfuerzo brutal para el equipo y para quienes trabajan entre bastidores. Creo que todo el mundo se marcha de Las Vegas ligeramente jodido”, comentó el team principal de Red Bull, en referencia a la segunda sesión libre, que arrancó a las 02:30 horas del viernes. Unos entrenamientos celebrados a puerta vacía, ya que la F1 debió desalojar al público presente para ajustarse al convenio sindical de los operarios del circuito. “Tenemos que ver cómo podemos mejorar eso en el futuro. Tal vez podamos correr un poco más temprano”, concluyó Horner.

La F1 no sólo ha tenido que preocuparse por las audiencias televisivas en Las Vegas, sino por encontrar un equilibrio entre el glamour, la seguridad de los pilotos y el cuidado de los aficionados. Un juego a tres bandas que generó múltiples conflictos. Entre otras razones porque abrir las avenidas al incesante tráfico terminaría provocando situaciones de indudable peligro. Así lo admitió el propio Fernando Alonso, noveno en la meta y protagonista de un trompo a la llegada de la primera curva.

“Factor de peligro”

“El nivel de agarre fue extremadamente bajo. Sé que es igual para todos, pero en una pista urbana es un factor de peligro que debemos sopesar”, valoró el asturiano. “Parecía que competíamos en condiciones mixtas, medio seco, medio mojado, algo extraño en este tipo de circuito”, añadió sobre las dificultades para sujetar su Aston Martin. “No es muy divertido conducir a casi 360 km/h sin agarre, sin visibilidad, rebotando como un demonio”, concluyó. Los trabajos de reasfaltado, completados a última hora, no habían ofrecido resultados óptimos. Desde el jueves, George Russell, director de la asociación de pilotos (GPDA), ya venía anunciando que los niveles de la pista quedaban muy lejos del golden standard de Jeddah.

Aunque si alguien tuvo motivos para sentirse molesto en la Ciudad del Pecado, ése fue Carlos Sainz. Su sexto puesto en la meta, tras partir duodécimo en la parrilla, no dejó conforme al madrileño, con el gesto torcido tras la injusta sanción del jueves. Sus escasas opciones de podio se perdieron con un trompo ante Lewis Hamilton, desencadenado por una mancha sobre el asfalto. “Una hora antes de la salida, durante el Drivers Parade, sacaron coches que perdían aceite. Es algo inaceptable”, clamó el madrileño.

Cuando le preguntaron por las bajas temperaturas y los peligros de una resalida tras el safety car, Sainz se mostró concluyente: “Fue como conducir sobre hielo”. Y es que la lucha con Mercedes por el segundo puesto del Mundial se ha tomado muy en serio en Maranello. Especialmente tras el empeño de las Flechas de Plata para que Sainz fuese penalizado.

“Un par de millones en daños”

A última hora de ayer, Frédéric Vasseur, jefe de la Scuderia, aún reclamaba explicaciones por el retraso en la bandera roja que desencadenó el desastre del español. “Teniendo en cuenta que nos perdimos la FP1, que gastaremos un par de millones en daños, que los mecánicos trabajaron como locos para arreglar el coche, creo que no es demasiado estúpido considerar nuestro caso de fuerza mayor”. Tras enumerar los desperfectos en la caja de cambios, la batería o el motor, que supondrán “costes adicionales”, el francés anunció que hablará con quien corresponda: “Estoy más disgustado por las formas que por el incidente en sí”.

A la espera de esa llamada, Stefano Domenicali, CEO de la F1, sí podrá sacar pecho del espectáculo brindado en el Strip Circuit, un trazado que pareció amoldarse a las características de los monoplazas actuales. La combinación de largas rectas y curvas lentas dio resultado, así como la ampliación en 50 metros de una de las zonas de DRS. Hubo espacio para las remontadas de Lance Stroll (14 plazas para acabar quinto) o Esteban Ocon (12 para cuarto). Y por encima de todo, pese a los malos augurios, a lo largo de 50 vueltas se registraron 82 adelantamientos, muchos de ellos decisivos, como el que valió la segunda plaza del podio a Charles Leclerc. Durante las 20 anteriores citas del Mundial sólo Zandvoort había admitido una cifra más elevada (112).

“En los días previos, mucha gente, incluidos todos los medios de comunicación, había sido muy negativa. Pero fue una gran carrera, una de las mejores. Se parece a Bakú, aunque más perfeccionada”, analizó Lewis Hamilton, encantado de que el Gran Circo mantenga tres paradas en Estados Unidos. Al diseño clásico del Circuito de Las Américas se suma ahora la seductora irrupción de Las Vegas, con un magnetismo muy superior al de Miami, que tras dos ediciones aún no parece haber encontrado una personalidad propia.

Los trabajos con el alcantarillado durante la sesión libre del jueves.AFP

El brillo de la farándula, obviamente, supone un activo de gran relevancia para Las Vegas. No se trata simplemente de la voz de Michael Buffer durante la presentación de los pilotos, la presencia de David Beckham en el garaje de Aston Martin, la de Rihanna en Ferrari o el banderazo de Justin Bieber en la meta. Es, por encima de todo, el hechizo de una de las ciudades más reconocibles del planeta lo que contribuirá a aumentar la popularidad de la F1. Sobre todo cuando se pulan los detalles. “El segundo año será mucho mejor, como en Miami. Hay cosas que mejorar, pero en general fue un buen evento”, compendió Alonso.

Además de los ya citados bochornos con las alcantarillas y el Drivers Parade, Las Vegas deberá extremar el cuidado con lo sucedido ayer en el entorno del Hotel Planet Hollywood, donde centenares de aficionados rompieron las lonas y las vallas protectoras para disfrutar en directo del espectáculo sin pasar por taquilla. Y no se trataba de un punto cualquiera, sino a escasos metros de la curva 14, el punto más caliente en materia de adelantamientos. La avalancha humana guardó similitudes con los desórdenes de Interlagos y Melbourne. Un borrón final para tres intensos días en Nevada.

kpd