Tras 30 hoyos en un día, reventado físicamente, el golfista español pasó por los innumerables protocolos del torneo más prestigioso del mundo.
Jon Rahm abraza a su padre y a su hijo.AP
Únicamente a unos metros de donde se jugaba el desenlace del Masters de Augusta, solo, en el campo de prácticas, se mata a dar bolas un doble ganador del torneo, José María Olazábal. Hace dos días que falló el corte y la imagen resulta cuanto menos c
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En la temporada 2001-2002, Diego Tristán marcó 21 goles para el Deportivo de La Coruña. La Liga se la llevó el Valencia y el mal momento doméstico de Real Madrid y Barcelona dejó la peor tabla anotadora del siglo XXI en el fútbol español. Justo nada más empezarlo. El atacante sevillano fue el único capaz de superar los 20 goles y se llevó el Trofeo Pichichi con la media más baja en cuanto a goles por partido de los últimos 30 años: 0,62. Ni Kluivert ni Morientes, ambos con 18 tantos, consiguieron darle caza. La escasez goleadora en el fútbol español era alarmante hasta que llegaron Ronaldo, Forlán, Eto'o, Ruud van Nistelrooy y, por supuesto, Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Pero 22 años después, el problema se repite.
El ucraniano Artem Dovbyk (17), seguido por Jude Bellingham (16) y Ante Budimir (15) pelean por el Pichichi de la Liga. El croata de Osasuna ya no podrá sumar más, pues en el partido ante el Valencia se fracturó tres costillas y es baja para lo que queda de temporada. A siete jornadas del final de la competición, estamos oficialmente cerca del peor Pichichi del siglo XXI.
Las salidas de Messi, Cristiano, Luis Suárez o Benzema y el bajón físico de Lewandowski, máximo goleador del curso pasado con 23 anotaciones en 34 encuentros (a 0,68 por partido) han dejado a la Liga huérfana de grandes goleadores. Messi y Cristiano son un caso único, goleadores insaciables más allá de su época que elevaron el techo del galardón del Pichichi a los 40 goles por temporada, pero el fútbol español siempre ha tenido referentes goleadores. Algo que ahora mismo pende de un hilo, y un hilo muy fino.
El ejemplo de Sorloth
Dovbyk recibe al Cádiz esta noche con el Girona. El ucraniano no veía puerta desde el 21 de enero, pero ante el Betis anotó un doblete que le elevó posiciones en la clasificación y el gol conseguido ante el Atlético le deja como líder en solitario. Bellingham intentará retomar su olfato goleador en el clásico de mañana en el Bernabéu, porque después de un inicio de curso extraordinario, sólo suma tres tantos en Liga en 2024, dos de ellos ante el Girona.
Budimir, por su parte, era el atacante más en forma del campeonato. Acumulaba seis goles en los últimos ocho encuentros y tenía muchas posibilidades de llevarse el trofeo, pero esa lesión le aparta de la carrera. Por detrás de todos ellos aparece Borja Mayoral, con 15, también lesionado hasta mayo tras romperse el menisco. Con 14 están Álvaro Morata, que lleva un gol en los últimos dos meses, y AlexanderSorloth, en plena racha, con seis goles en las últimas seis fechas.
El ejemplo del noruego del Villarreal sirve para todos: una racha buena te mete de lleno en la pelea. Que se lo digan al azulgrana Lewandowski, que entre octubre y enero sólo marcó tres goles y al que su buen febrero, unido al tanto en el Metropolitano, le ha elevado a los 13 tantos, a cuatro de revalidar el Pichichi. En la pelea están todavía Guruzeta y Griezmann (13), Vinicius y Hugo Duro (12), y han bajado un escalón delanteros que otros años se han codeado con los mejores, como Gerard Moreno (10).
Juanito y Da Silva
La realidad, pese a todo, es que gane quien gane el premio será uno de los más baratos, o el que más, del siglo. A estas alturas del curso pasado, transcurridas 31 jornadas, Lewandowski llevaba 18 goles y acabó con 23 tras un buen tramo final. En la 21-22, Benzema ya llevaba 24, y si nos vamos a los años buenos de Cristiano y Messi, el portugués y el argentino ya habían superado los 25 o los 30 a estas alturas de varias de sus temporadas. Hay que remontarse de nuevo a esa 01-02 para encontrar un Pichichi tan rácano en la jornada 32. En esa campaña, Morientes y Kluivert lideraban con 16 tantos, por 15 de Tristán, que remontó al final hasta los 21 que le dieron el trofeo.
Hay que viajar todavía más al pasado para descubrir una jornada 32 peor que la actual a nivel goleador. En la 1990-1991, Manolo, delantero del Atlético, acumulaba 15 tantos, uno menos que los Pichichis actuales, mientras que Butragueño, que acabó siendo Pichichi con 19, sumaba sólo 10. El Buitre despertó al final y logró evitar ser el peor máximo goleador de los últimos 50 años en la Liga, mención que todavía tienen sobre sus hombros Juanito y Jorge Polilla Da Silva, que anotaron 17 en la 83-84.
Dovbyk, Bellingham, Morata o Lewandowski intentarán esquivar en estas últimas siete jornadas pasar a la historia como el peor Pichichi del siglo XXI (necesitan llegar a 22) o el peor de los últimos 50 años.
La violencia en los aledaños del fútbol celebra un triste aniversario. Han transcurrido ya 100 años desde que un hincha uruguayo murió en Argentina cuando celebraba el oro de la Celeste en los Juegos de 1924. No hay evidencia documental precisa, pero la mayoría de investigadores considera aquella muerte como la primera. El kilómetro cero de la cultura ultra. Un fenómeno tan vivo, tan despiadado, que se actualiza día a día. Ayer mismo, la policía italiana arrestó a 19 radicales, acusados de «delitos de conspiración criminal, con el agravante del método mafioso, además de extorsión y lesiones». Entre los detenidos figuraban Luca Lucci y Renato Bosetti, jefes de la Curva Sud del Milan y la Curva Norte del Inter. Al capo nerazzurro se le vincula con la N'Drangheta, la organización mafiosa más poderosa del mundo. A Lucci, ya condenado por tráfico de drogas, se le relaciona con Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno de Giorgia Meloni. En mayo de 2023, los lugartenientes de Lucci acudieron a las instalaciones de Milanello en protesta por las derrotas del equipo. «Nos animaron a darlo todo», dijo entonces Stefano Pioli, técnico rossonero.
«Hoy se habla de lo sucedido en el Metropolitano entre Diego Simeone y el Frente Atlético, pero no es raro encontrar a entrenadores y jugadores disculpando algunos comportamientos de los ultras», explica a EL MUNDO James Montague, autor de 1312: Among the Ultras, A Journey With the World's Most Extreme Fans (Ebury Press, 2020), uno de los más celebrados textos sobre la materia. «Cuando estos grupos son poderosos y encuentran un espacio dentro del fútbol, ya sea en Italia, Alemania o Serbia, son un colectivo al que conviene escuchar, te guste o no», añade el británico.
A esta estrategia, precisamente, se viene sumando el fútbol francés gracias a la Instance Nationale du Supportérisme, un grupo de trabajo que incluye, desde 2017, a los Ministerios de Interior y Deportes, la Federación, la Ligue 1, un panel de sociólogos y los representantes de los ultras. «En mi país estos grupos están más estructurados que en España, donde todo parece mucho más espontáneo. Por supuesto, en el Frente Atlético también habrá un núcleo duro, pero no tan organizado como aquí», detalla a este periódico Adrien Verrecchia, uno de los autores de Ultra, mode de vie (La Grinta, 2017), un volumen de 530 páginas que aborda, entre otros episodios, la decisión del PSG de expulsar a Kop de Boulogne y Virage Auteuil, sus dos históricas facciones.
Tendencia «muy difícil de frenar»
La mayoría de estadios de la Ligue 1, creados o actualizados para la Eurocopa 2016, cuentan con las más modernas medidas de seguridad, incluidas cámaras dotadas de un zoom capaz de identificar a quien lanza cualquier objeto. «En España, desgraciadamente, todo se centra en la represión. Y considero que no tiene sentido sancionar a toda una afición por lo que hayan hecho determinadas personas. En el caso del lanzamiento de objetos nunca debemos considerarnos a salvo de una iniciativa individual. Así que, bajo mi punto de vista, no hay ninguna receta milagrosa, ninguna pócima mágica», ratifica Verrecchia.
Según los datos de la Policía Nacional, 305 ultras fueron arrestados durante las dos últimas temporadas en el fútbol español, vinculadas a delitos relacionados con la violencia. Unas cifras preocupantes, aunque por debajo de las de países como Italia. «Desde aquí, lo que sucede en España se ve como algo natural. No bueno, pero normal al fin y al cabo. En mi país sucede con toda normalidad, a pesar de las muchas leyes aprobadas para frenar lo peor del hooliganismo. Pero este fenómeno está ligado a la política y a los clubes, por lo que ahora es muy difícil frenar la tendencia», relata Diego Mariottini, otro experto en las conexiones entre fútbol y sociedad. Desde Ultraviolenza! Storie di sangue del tifo italiano (Bradipolibri, 2004) a su más reciente Dios, patria y muerte. El fútbol en la guerra de los Balcanes (Altamarea, 2021), este escritor ha estudiado las implicaciones de la ultraderecha en los estadios.
«El Frente es conocido por sus vínculos con grupos fascistas de toda Europa. Desde comienzos de los 90, cuando el presidente Jesús Gil se hizo célebre por simpatizar con ellos. En cualquier caso, se trata de un problema general, no español o del Atlético. La fascistización de las gradas se ha subestimado a lo largo de los años y ahora es un gran problema a resolver», completa el autor transalpino.
Ultras del Milan, durante el derbi del domingo en San Siro.AFP
En Argentina, en cambio, el fenómeno de las barras bravas ocupa diferentes coordenadas. Se trata también de grupos organizados mediante una estructura vertical y muy ligados a los clubes, que extendieron sus dominios a otros ámbitos como los sindicatos o los partidos políticos, aumentando su cuota de poder y alcanzando ingresos millonarios. Sin embargo, el perfil ideológico queda más difuso. «En los 80 y 90, los episodios de violencia tenían que ver con enfrentamientos entre barras de clubes rivales, pero a comienzos de siglo, con la prohibición del público visitante, evolucionó hacia peleas entre facciones de la barra del mismo equipo. A diferencia de Europa, en estos choques asoman muchas armas de fuego, lo que aumenta la cifra de muertos», apunta a este diario el sociólogo Nicolás Cabrera.
«Lo sucedido con Simeone y Koke representa otro ejemplo de que los actores del fútbol nunca se hacen cargo de la violencia que ejercen. Hay cero autocrítica. La violencia siempre está en el otro. Los veo más preocupados de llevar el agua a su molino que de construir un fútbol cada vez más tolerante, inclusivo y pacífico», sostiene Cabrera, argentino radicado en Brasil, cuya labor docente se circunscribe al Observatório Social do Futebol, en la Universidade do Estado do Rio de Janeiro.
«el enemigo de mi enemigo...»
Al igual que Verrecchia, Cabrera aboga por un «sistema individual de punición», como el ofrecido por el Programa Tribuna Segura. Toda persona que accede a un estadio argentino debe identificarse con su número de documento, por lo que si cuenta con antecendentes penales o asuntos pendientes con la Justicia, su entrada queda automáticamente invalidada. Y si alguien participa en una pelea, las cámaras recogen su imagen y se le prohíbe asistir a más partidos.
De regreso a nuestro continente, una de las lecciones que nos dejó la pasada Eurocopa de Alemania, fue ese fluido intercambio de la cultura ultra. La violencia entretejida por sus correligionarios. «Se trata de una red internacional basada en valores culturales o políticos compartidos. Pero el factor más importante es saber quién ejerce como antagonista, dado que aquí rige una ley: el enemigo de mi enemigo es mi amigo», ilustra Montague, antes de regalar otro ejemplo. Si el Frente Atlético se relaciona con radicales de la Roma se debe, en gran parte, a que Ultra Sur mantiene cierta amistad con los del Lazio. «A menudo es más importante contra quién estás que a quién apoyas», zanja.
«La cultura ultra no es conocida en España por sus grandes tifos o espectáculos pirotécnicos, aunque sí refleja las ideas de una parte de la comunidad. En el caso del Frente Atlético, la extrema derecha. Los ultras españoles son, en gran medida, una mezcla de la estética italiana y la política de su país», concluye Montague. Según su citado libro, el fenómeno ultra se afianzó por primera vez en Italia a finales de la década de 1960 y desde allí se fue extendiendo por Europa. Esa cultura llegó a España tras la muerte del dictador, con una influencia muy marcada por los aficionados ingleses e italianos presentes en el Mundial de 1982. Aquel mal sueño de hace cuatro décadas vuelve hoy a aterrorizarnos.
A Derek Fisher (Little Rock, EEUU, 1974), Andrés Montes le llamaba El Reflexivo. Un base zurdo, experto defensor y con el carisma suficiente para liderar a los Lakers en dos de sus grandes y recientes periodos históricos. Tras ganar el Three Peat junto a Shaquille O`Neal y Kobe Bryant, sumó dos anillos más ya con Pau Gasol en el equipo. Disputó 18 temporadas en la NBA y sólo LeBron James ha jugado más partidos de playoffs que él. El que fuera presidente del sindicato de jugadores (NBPA) y brevemente entrenador de los Knicks, rememora esos momentos únicos para EL MUNDO.
¿Cómo recuerda su etapa en los Lakers junto a Pau y Kobe?
Fueron momentos muy especiales. Y los que realmente los hicieron así fueron estos dos seres humanos. Pau no sólo es uno de los mejores jugadores que jamás haya jugado al baloncesto, es también una de las mejores personas en la Tierra. Kobe también encarnaba un gran espíritu humano. Lograr grandes cosas en una cancha con estos tipos parte de la base de quienes son y lo divertido que fue trabajar con ellos cada día.
¿Cómo fue la llegada de Pau al equipo en 2008?
Yo había regresado a Los Ángeles en 2007, volvía a unirme a Kobe y a Phil Jackson, estaba Andrew Bynum, un pívot grande y joven que estaba mejorando. Lamar Odom, Luke Walton... teníamos piezas importantes. Cuando llegaron las noticias del traspaso de Pau en febrero de 2008, estábamos emocionados, pero no sabíamos cómo iba a encajar. Y recuerdo vívidamente su primer partido, en Nueva Jersey contra los Nets. Era cómo si hubiéramos sido compañeros durante años, como si hubiéramos jugado toda al vida. La fluidez con la que entró en nuestro sistema y cómo fue capaz de encajar en lo que estábamos haciendo ofensivamente, la forma en la que compartía y pasaba el balón, su capacidad para anotar. Fue un ajuste instantáneo. Con él, de inmediato teníamos una legítima opción de ganar el anillo.
Kobe dijo que usted fue su compañero favorito. ¿Qué era lo más impresionante de él?
Lo que más me impresionaba de la personalidad de Kobe es que nunca dejaba de querer aprender o de tener deseo de crecer. La mayoría de nosotros, cuando sentimos que dominamos algo o lo tenemos resuelto, lo mantenemos, no continuamos elevando el nivel de curiosidad más allá. Estar cerca de él cada día, viendo la forma en la que trató de encontrar formas de mejorar, aunque ya era uno de los mejores jugadores del mundo, fue realmente impresionante.
Gasol, Kobe y Derek Fisher, con los títulos de los Lakers.AP
Con Shaq y Kobe, además de ganar tres anillos, no se aburriría...
Shaq fue la más feroz fuerza dominante de la historia de la NBA. Y al mismo tiempo, literalmente te hacía reír todos los días de tu vida. Sólo estar cerca de él, encontrarte con formas tontas de hacer reír a la gente y disfrutar estando a su lado.... Cuando piensas en lo que estábamos logrando, en los tres anillos seguidos, la presión y las expectativas eran muy altas. Afortunadamente no teníamos redes sociales en ese momento. El sentido del humor de Shaq nos ayudó a manejar esa presión, todas nuestras emociones. Era como dejar salir un poco el aire para poder seguir peleando por el anillo.
¿Cómo ve a los Lakers actuales [hoy, 21:30 horas, se enfrentan a los Cavaliers, Movistar+ y NBA League Pass]?
Si tienes a dos de los mejores jugadores del mundo en tu equipo tienes una oportunidad de ganar, eso seguro. Anthony Davis se ha mantenido sano y ha jugado de forma consistente como siempre. Cuando agregas eso a la eterna competitivdad de LeBron... Ellos dos se pueden enfrentar a cualquier desafío. Tendrán una oportunidad legítima. El problema es cruzarte contra los Nuggets en playoffs, un equipo que sabe mejor que tú cómo hacer las cosas bien, porque ya han logrado algo juntos. Eso es lo más desafiante. No sé si hay algún equipo más en el Oeste que no sea Oklahoma y Denver que puedan ser mejor que los Lakers. Los Thunder son un equipo joven e inexperto en términos de playoffs y eso puede hacer que los Lakers ganen la serie. Es muy posible que veamos a los Lakers y los Nuggets en la final de conferencia otra vez.
¿Qué opina del impacto de Luka Doncic?
Nunca he jugado con Luka, pero al ver su evolución, me recuerda a los grandes jugadores como Kobe. Tengo curiosidad por la forma en que funciona su cerebro. Es como si hiciera y viera cosas que otra gente no puede y está dispuesto a correr el riesgo de hacer la jugada. Hemos visto su frustración de no poder llevar a su equipo a ganar el título. Mientras se realiza como jugador individualmente aún, él ya quiere ganar. Creo que llega tarde esta temporada a la conversación por el MVP, porque los Mavericks no se fueron tan consistente durante la mayor parte de la temporada. Pero en las últimas seis o siete semanas, han estado jugando como los mejores equipos de la NBA.
Por último, ¿quién es el jugador que más le divierte actualmente?
Shai [Gilgeous-Alexander]. Es un base de la vieja escuela NBA. No tira triples y triples, juega un poco lento, cambia de ritmo muchísimo. Es probablemente el jugador con el que más disfruto.