Después del puñetazo de Draymond Green, castigado de “manera indefinida”, la estrella de los Bucks protagoniza otro incidente violento
El lunes, Adam Silver, comisionado de la NBA, llegó a las oficinas centrales de la liga en Nueva York con múltiples razones para estar satisfecho. La Copa NBA, el In Season Tournament, había sido un éxito en Las Vegas, con la victoria de Los Angeles Lakers de LeBron James y una atención mediática única. Como ya pasó con el ‘Play-in’, el invento había funcionado. Pero la felicidad o, como mínimo, la tranquilidad de Silver apenas duró unas horas. Los líos volvieron a multiplicarse para ensuciar la imagen de la competición y obligar a tomar medidas desagradables.
A escasos días del regreso de Ja Morant, la estrella de los Memphis Grizzlies que enseñó una pistola por Instagram y golpeó a un adolescente por la calle, otros dos referentes de la NBA, Draymond Green y Giannis Antetokounmpo, mostraron su peor cara.
Aunque la gravedad de ambos episodios no tuvo nada que ver. De hecho, el primero, el protagonizado por Green, acabó en sanción histórica: el jugador de los Golden State Warriors fue este miércoles suspendido “por tiempo indefinido” por la NBA y se perderá buena parte de la temporada. El martes, el compañero de Stephen Curry y Klay Thompson fue expulsado por tercera vez este curso por darle un puñetazo en la casa a Jusuf Nurkic, de los Phoenix Suns, y la liga decidió apartarlo de las pistas hasta que recupere la serenidad.
Como suele hacer en estos casos -como hizo con Morant- lo ocurrido se analizará puertas adentro y no se expondrán los detalles del castigo. En todo caso, es improbable que Green vuelve a jugar antes del All-Star de febrero, quién sabe qué ocurrirá después. Su historial de agresiones ya es demasiado extenso.
Más de 170 técnicas
Este mismo año había agarrado por el cuello a Rudy Gobert y había pisado en el pecho a Domantas Sabonis, aunque en el pasado tuvo como víctimas incluso a sus propios compañeros. En 2018, discutió con Kevin Durant en un entrenamiento y el año pasado lanzó un puñetazo a Jordan Poole. Pese a todo, a las más de 170 técnicas recibidas, las 20 expulsiones y las seis suspensiones en su carrera, Green continúa siendo una pieza clave para los Warriors y, según sus propias palabras, es difícil que cambie.
“Estoy en el año 12 y seguís diciendo que deje de ser Draymond. No hagas una técnica, bla, bla, bla. ¿12 años y seguís intentando entrenarme sobre cómo debo ser? ¡Soy mejor siendo Draymond que nadie!”, exclamó en uno de sus podcast con escaso propósito de enmienda. La complacencia de la NBA hacia él tampoco ayuda a redigir su conducta y, en general, no evita situaciones parecidas.
Sólo hay que ver lo ocurrido con Giannis Antetokounmpo este mismo miércoles. Entre los problemas de adaptación de sus Milwaukee Bucks a los nuevos jugadores –Damian Lillard– y al nuevo entrenador, el astro griego anotó 64 puntos ante los Indiana Pacers y, al acabar el encuentro, protagonizó un incidente que oscureció su actuación.
Pese a estar en Milwaukee, un asistente de los Pacers se quedó con el balón del partido y Antetokoumpo, hecho una furia, fue a buscarlo a los vestuarios. Quería el balón de recuerdo, había sido su máxima anotación en la liga. Pero en los pasillos del pabellón no encontró a quién buscaba, los encargados de seguridad le reclamaron calma y él, todavía cabreado, volvió a salir a la pista en busca de la estrella de los Pacers, Tyrese Haliburton, para afearle que no le ayudara. Al final, Antetokounmpo se fue a casa sin balón y con una mancha en su historial.